David Griffin est¨¢ orquestando una reconstrucci¨®n en formato expr¨¦s en unos Pelicans que parten como uno de los equipos de moda en la nueva NBA.
En esencia, la temporada 2018-19 fue una pesadilla calamitosa para unos Pelicans que ven¨ªan de ganar 48 partidos y maravillar al mundo en la campa?a anterior, cuando arrasaron (0-4) sin factor cancha a los Blazers en primera ronda, antes de tropezarse con los todopoderosos Warriors (4-1). Pero el 28 de enero, todav¨ªa con casi dos a?os y medio de contrato (uno v¨ªa player option), Anthony Davis pidi¨® el traspaso y puso la NBA del rev¨¦s, a los Lakers en el punto de mira... y a los Pelicans en las cloacas. Su jugador franquicia, un talento generacional que lleg¨® con el n¨²mero del draft en 2012, se hab¨ªa cansado despu¨¦s de viajar solo dos veces a playoffs en seis a?os con una ¨²nica eliminatoria (esa de la primavera anterior) ganada.
El 7 de febrero se fue traspasado Mirotic, otra pieza que parec¨ªa clave tras esos ¨²ltimos playoffs, y en esencia los Pelicans malgastaron otro a?o del excelente Jrue Holiday en ruta a una reconstrucci¨®n comprometida en un equipo de mercado menor, sin tradici¨®n, con poca base social y rodeado de las cr¨ªticas a la familia Benson, a la que se acusaba la franquicia con las migajas de lo que dedicaban a los intocables Saints (NFL) y entre cr¨ªticas a una estructura en la que el general manager Dell Demps parec¨ªa incapaz de capitalizar el talento de Davis y Jrue y todo estaba siendo discutido de forma p¨²blica, incluido un cuerpo m¨¦dico con una fama horrible en los c¨ªrculos internos de la liga. De nada sirvi¨® que tras las salidas de DeMarcus Cousins y Rajon Rondo llegaran un Julius Randle en crecida, e ideal para el estilo uptempo de Alvin Gentry, y Elfrid Payton. Los Pelicans aceleraron hacia el desastre, sobrevolados por los buitres que se frotaron las manos cuando en Luisiana convirtieron en cuesti¨®n de estado no aceptar la oferta de los Lakers por Anthony Davis, una s¨²per estrella que (y no es tan obvio como en teor¨ªa deber¨ªa ser) s¨ª quer¨ªa jugar con LeBron James en L.A. ?Se har¨ªan los Knicks con el n¨²mero del draft en la loter¨ªa y lo pondr¨ªan sobre la mesa de negociaci¨®n? ?Har¨ªan los Celtics una oferta irrechazable que comenzara por Jayson Tatum? ?Saldr¨ªa tambi¨¦n al mercado Jrue Holiday?
As¨ª se consumi¨® una temporada que acab¨® en 33 victorias, con los playoffs muy lejos y entre escenas grotescas con la gesti¨®n de un Anthony Davis que sigui¨® en el equipo con los dos pies ya fuera, en el banquillo en los minutos decisivos de los partidos y mientras la NBA observaba con lupa cada movimiento de unos Pelicans con ganas de quitarse ya tantas miradas de encima. Y que despu¨¦s perdieron tambi¨¦n al propio Randle, que hab¨ªa firmado una brillante temporada, y a Payton.
Nada hab¨ªa salido bien y el panorama era desolador. Pero el 17 de abril los Pelicans ficharon a David Griffin como vicepresidente ejecutivo de operaciones.
David Griffin, un loco del baloncesto al que se le estaba haciendo largo el retiro tras forjar los Cavaliers campeones de 2016 a partir del regreso de LeBron James, acept¨® la oferta de los Pelicans y, pese a que parec¨ªa destinado a acabar en los Lakers (como Tyronn Lue: nada es lo que parece), tard¨® menos de tres meses en revitalizar a una franquicia moribunda y de pronto transformada de pies a cabeza. Justo lo que hac¨ªa falta.
Primero, Griffin convenci¨® a Gayle Benson y su entorno de que negocios son negocios y que la mejor oferta por Anthony Davis iba a ser la de los Lakers, que adem¨¢s ten¨ªan el pick 4 del draft tras una loter¨ªa que hab¨ªa devuelto la sonrisa a los propios Pelicans. Para ellos fue el premio m¨¢s gordo de los ¨²ltimos a?os, el 1 que iban a poder invertir en Zion Williamson, aunque solo part¨ªan con un 6% de opciones. Eso rearm¨®, an¨ªmica y materialmente, a una instituci¨®n zombie por el divorcio con un Davis por el que ya no pod¨ªan pujar tan fuerte como los Lakers ni los Knicks (no ten¨ªan m¨¢s que el 3 del draft) ni unos Celtics cuyo plan pluscuamperfecto hab¨ªa saltado por los aires con la salida (primero inesperada, despu¨¦s inevitable) de Kyrie Irving. Griffin sac¨® por Davis a Lonzo Ball, Brandon Ingram, Jason Hart y un lote de primeras rondas (tres y una cuarta que podr¨ªan intercambiar si era beneficioso para sus intereses) que inclu¨ªan el jugoso pick 4 de este a?o, para el que los Lakers part¨ªan tambi¨¦n con solo un 9,4% de opciones.
Griffin no fren¨® ah¨ª. Con Zion asegurado, negoci¨® con Atlanta Hawks, que quer¨ªa el n¨²mero 4 para elegir a De'Andre Hunter. De ese acuerdo salieron los Pelicans con los picks 8, 17 y 35 que invirtieron en Jaxon Hayes, Nickeil Alexander-Walker y Marcos Louzada Silva, y sin el contrato t¨®xico de Solomon Hill, absorbido por los Hawks. Los Pelicans ten¨ªan una enorme inyecci¨®n de sangre joven, al ultra medi¨¢tico Zion, ni se hab¨ªan planteado la salida de Jrue Holiday y sumaron despu¨¦s a dos veteranos de primera ¨ªndole, a priori carne de aspirantes al anillo, como JJ Redick (firm¨® por dos a?os y m¨¢s de 25 millones) y Derrick Favors (a cambio de solo dos segundas rondas).
Adem¨¢s, Griffin reform¨® la estructura de la franquicia (equipo m¨¦dico incluido) y capt¨® como general manager a Trajan Langdon, que ven¨ªa de hacer un fant¨¢stico trabajo con el n¨²cleo joven de los Nets, y como especialista defensivo a Jeff Bzdelik, el gur¨² que convirti¨® en temible la defensa de los Rockets 2017-18. El cad¨¢ver que eran los Pelicans 2018-19 ha renacido, convertido en un equipo de hype disparado y que estar¨¢ presente en la jornada inaugural (contra el campe¨®n: Toronto Raptors) y en la de Navidad (Nuggets-Pelicans) de la temporada 2019-20. Incre¨ªble pero cierto: el efecto Zion Williamson, desde luego, pero tambi¨¦n el efecto David Griffin. Comienza una nueva era.
Los Pelicans no cambiaron de entrenador con el nuevo r¨¦gimen en los despachos: sigue Alvin Gentry, todav¨ªa m¨¢s comprometido con su estilo veloz que, seg¨²n David Griffin, puede alcanzar extremos nunca visto en toda la historia del baloncesto. Desde luego, ahora cuenta con mejores mimbres para ejecutar un juego atractivo, que dar¨¢ muchos quebraderos de cabeza si consigue que sean los rivales los que tengan que adaptarse a ¨¦l y que, adem¨¢s, cuenta con veteranos de garant¨ªas en pista y en el vestuario: JJ Redick (esencial como tirador), Derrick Favors y un Jrue Holiday que sigue al pie del ca?¨®n, el nexo con los viejos tiempos y un emblema de la franquicia m¨¢s all¨¢ del cegador brillo medi¨¢tico de Zion Williamson.
Gentry tendr¨¢ que integrar a Zion y dar al p¨²blico (y a las televisiones) sus dosis de nuevo jugador generacional sin precipitar una adaptaci¨®n que quiz¨¢ no sea sencilla. Es la hora de ver c¨®mo mezclar¨¢ el f¨ªsico de un tipo de jugador nunca visto con rivales profesionales... y la exigencia del calendario NBA. Adem¨¢s, el p¨ªvot Jaxon Hayes (una m¨¢quina de highlights que tiene que ganar m¨²sculo) y el escolta Nickeil Alexander-Walker llegan desde el draft como parte de un movimiento joven en el que jugar¨¢n en principio por detr¨¢s del bot¨ªn obtenido de los Lakers por Anthony Davis: el trabajador Hart y los brillantes Ingram y Lonzo, dos jugadores sobre los que hay dudas razonables pero con techo de s¨²per estrella y que el a?o pasado estaban, en ambos casos, a un nivel extraordinario cuando las lesiones acabaron demasiado pronto con su temporada. Son, adem¨¢s, dos jugadores que parecen ideales para el sistema de Gentry y que, especialmente Lonzo, dar¨¢n mucho nivel a una defensa que tambi¨¦n tendr¨¢ a Zion y a Jrue, uno de los mayores especialistas de la NBA en su puesto.
Si todo va bien, los Pelicans pueden pelear ya por los playoffs, algo que parec¨ªa una locura a finales de marzo, cuando todo ol¨ªa a podrido. Pero lo m¨¢s importante es que se han regalado un nuevo inicio, una resurrecci¨®n expr¨¦s, un mill¨®n de motivos para la ilusi¨®n. eso, en la actual NBA, no tiene precio. Y m¨¢s en un mercado que parec¨ªa fantasmal... y que ahora tiene todos los ojos puestos sobre ¨¦l.