Syberia - 7.Aralbad (otra vez)

7. Aralbad (otra vez)

De vuelta en Aralbad todo estaba tranquilo, el cambio de estaci¨®n era ahora mas visible, hab¨ªa nieve acumulada en el and¨¦n y barandillas. La verdad es que despu¨¦s de todo el l¨ªo de la f¨¢brica esto era tranquilizador, incluso Oscar se anim¨® a salir del tren, fui a hablar con el y, de camino, di cuerda al tren con el procedimiento habitual.

Cuando nos dispon¨ªamos a salir hacia nuestro destino final el conserje del hotel apareci¨® con un mensaje, alguien hab¨ªa dejado un paquete a mi nombre. ?Un paquete? ?a mi nombre?, nadie sab¨ªa que estaba all¨ª, ni mi jefe, ni mi novio y mucho menos mi amiga, quiz¨¢s mi madre. De camino al hotel recib¨ª una llamada de mi jefe, estaba bastante enfadado y decepcionado, como si yo quisiera estar embarcada en esa aventura. Fui a la recepci¨®n y vi el paquete, dentro hab¨ªa un aut¨®mata con forma de mamut , aquello no pod¨ªa ser otra cosa que un paquete del mism¨ªsimo Hans Voralberg, dios santo, ser¨ªa cierto, ?estaba all¨ª?

Justo cuando iba a preguntar al conserje este recibi¨® una llamada de Helena, me ped¨ªa que fuese a hablar con ella, tras la conversaci¨®n y la despedida fui a los muelles como me indic¨®, en un banco pude ver a un hombre mayor y enjuto, habl¨¦ con el y resulto ser Hans, al fin lo hab¨ªa encontrado, le dije que su hermana hab¨ªa fallecido y que ahora tendr¨ªa que firmar el traspaso de propiedad de la f¨¢brica de aut¨®matas, si es que aun quer¨ªa hacerlo. Aquel hombre era un misterio en si mismo, ah¨ª estaba, sentado, sin decir mucho y firmando casi a ciegas un documento que le quitaba todo lo que el hab¨ªa sido, yo casi intentaba que no lo firmara pero no hab¨ªa nada que hacer, lo firm¨® como si se fiara de lo que yo le dijera sobre el asunto.