Televisi¨®n Espa?ola emiti¨® por primera vez Cerca de las Estrellas en 1988: un 7 de febrero y con la sinton¨ªa del Faith de George Michael, Ram¨®n Trecet y Esteban G¨®mez abrieron una nueva era para el aficionado del deporte espa?ol, y lo hicieron con un Boston Celtics-Milwaukee Bucks. Ese a?o, el primero en el que la NBA se col¨® en las televisiones espa?olas y todav¨ªa a cuatro de la llegada del Dream Team a Barcelona y la explosi¨®n, a partir de esos Juegos, de la gran Liga estadounidense como fen¨®meno mundial, los Lakers ganaron a los Pistons (4-3) en una de las mejores Finales de la historia. Los angelinos remontaron un 2-3, con James Worthy como MVP, en la ¨²ltima gran versi¨®n del Showtime, el equipo que maravill¨® por su baloncesto espectacular y domin¨® la d¨¦cada de los 80, ocho Finales y cinco anillos. Esos ¨²ltimos Lakers corr¨ªan al ritmo de Magic Johnson, que propulsaba con sus pases a Worthy y Byron Scott. Y se apoyaban ya poco en Kareem Abdul-Jabbar, que jug¨® esas Finales con 40 a?os, a una temporada de retirarse tras perder las de 1989, tambi¨¦n contra los Pistons en una barrida (4-0) facilitada por las lesiones de Scott y Magic y rubricada por el pegamento de los Bad Boys. A su manera, otro equipo legendario.

Era una NBA todav¨ªa en despegue, el primer cap¨ªtulo de un trayecto que la llev¨® hasta la extraordinaria situaci¨®n en la que est¨¢ ahora, en lo que era una era dorada -no sin algunas contradicciones- antes de la llegada de la pandemia. La Liga que Magic Johnson y Larry Bird, una de las mayores (y m¨¢s hermosas) rivalidades de la historia del deporte, sacaron de una situaci¨®n cr¨ªtica, las penurias de los setenta. Los pabellones desangelados, las contradicciones de raza, la droga en los vestuarios y las Finales en diferido en Estados Unidos. Magic y Bird, Lakers y Celtics, crearon la carretera que el Dream Team convirti¨® en autopista y Michael Jordan en lanzadera espacial: la NBA infinita que han conocido las ¨²ltimas generaciones de aficionados.

Para las antiguas, para los que vivieron el desembarco en lugares como Espa?a, Kareem Abdul-Jabbar era un p¨ªvot ya veterano; sin pelo, con sus ic¨®nicas gafas, de envergadura inacabable y movimientos mec¨¢nicos, lento en un equipo supers¨®nico y en el que ¨¦l siempre parec¨ªa tardar un mundo en llegar a los ataques. Era un primer y ¨²ltimo, o pen¨²ltimo, vistazo a una leyenda que se acababa; al ocaso de un jugador inmenso, ¨²nico, el mejor de siempre antes de la entronizaci¨®n de Michael Jordan, His Airness. El 23. El curr¨ªculum de Kareem Abdul-Jabbar es, por s¨ª solo, un tomo de la enciclopedia de historia del baloncesto. Fue desde 1984 y hasta ahora el m¨¢ximo anotador de la historia de la NBA (los 38.387 puntos que acaba de dejar atr¨¢s LeBron James) porque, b¨¢sicamente, se pas¨® 20 a?os (de 1969 a 1989, de sus 22 a sus 41) metiendo 24,6 puntos de media, de sus estruendosos inicios a su regio declive. Kareem sigue teniendo el movimiento m¨¢s infalible e ic¨®nico de la historia, el Skyhook. El gancho del cielo que mandaba a los rivales a casa con treinta y tantos puntos encima y el cuello malherido por el codazo que soltaba para ganar el espacio justo antes de irse lej¨ªsimos, desde su 2,18 y sus 256 cent¨ªmetros de envergadura, y conectar ese gancho que est¨¢ grabado en la memoria colectiva de la NBA. Hay pocas im¨¢genes m¨¢s poderosas y evocadoras que Kareem suspendido en el aire mientras el p¨ªvot rival observa impotente, con los pies en el suelo y la mirada perdida hacia el cielo.

LA NCAA contra una nueva dominaci¨®n

El Skyhook fue, si se quiere ver as¨ª, un maravilloso efecto secundario, una indeseada (en su momento) evoluci¨®n del el¨¢stico p¨ªvot cuando la NCAA confabul¨® contra ¨¦l. Su llegada a UCLA fue un torbellino que amenaz¨® con dinamitar (siempre han existido esos debates, aunque los creamos nuevos) el mism¨ªsimo soporte del sacrosanto baloncesto universitario: ?era tan bueno que acabar¨ªa con la competici¨®n? ?Podr¨ªa la NCAA sobrevivir a un jugador as¨ª? Esas cuestiones tambi¨¦n circulabas por los despachos de la Liga universitaria, un centro de inmenso poder (todav¨ªa m¨¢s entonces) y los medios de comunicaci¨®n, que se preguntaban si esa UCLA perder¨ªa alg¨²n partido. Perdi¨® dos, solamente, en el tramo 1966-69. Por entonces no era posible adelantar el salto al entorno profesional (aunque ya enredaba con esas normas abusivas la an¨¢rquica ABA) y no se pod¨ªa jugar el primer a?o con el equipo A, el oficial de la universidad. Kareem se pas¨® una temporada con un segundo equipo al que pronto se llam¨® el mejor del campus, por muy fuerte que fuera la UCLA principal. Con los novatos gan¨® sus 21 partidos, sin derrotas. Tambi¨¦n el que jugaron contra sus mayores, a los Kareem ventil¨® con 31 puntos y 21 rebotes.

En los tres a?os siguientes, gan¨® tres t¨ªtulos y tres premios de Mejor Jugador de la Final Four, tres de Jugador del A?o, tres nominaciones para el mejor quinteto All American¡­ en su primer curso con el equipo A, el salto del freshman al varsity, UCLA gan¨® sus 31 partidos y el t¨ªtulo. En total, Kareem jug¨® 90 y solo perdi¨® dos. Uno contra Houston que jug¨® lesionado por un problema en un ojo que acab¨® siendo recurrente por los manotazos de los rivales, la raz¨®n por la que acab¨® usando sus ic¨®nicas gafas. Y otro contra USC, duelo californiano sin reloj de tiro y contra un rival que se dedic¨® a dejar pasar el tiempo para que que kareem, sencillamente, no tuviera la bola en las manos.

Como era literalmente imparable (en su primer partido anot¨® 56 puntos, en su primera temporada promedi¨® 29), la NCAA suprimi¨® los mates a partir de 1967 (la extra?a norma dur¨® en College hasta 1976). Se defendi¨® el asunto diciendo que se estaba rompiendo el equilibrio defensa-ataque (otro debate que ya exist¨ªa, tambi¨¦n antes de la era del triple) porque no hab¨ªa quien defendiera los mates. Se refer¨ªan, b¨¢sicamente, a los mates de un Kareem al que eso le ol¨ªa a prejuicio de raza: los vueltos al aro eran, b¨¢sicamente, patrimonio del jugador afroamericano. Como no pod¨ªa hacer mates, un Kareem que desmontaba sistem¨¢ticamente marcajes dobles y triples con su talento como pasador se dedic¨® a partir de ese momento a evolucionar y pulir otros recursos: as¨ª lleg¨® el Skyhook. Los que quer¨ªan que Kareem no dominara tanto lo empujaron a perfeccionar su arma de destrucci¨®n masiva definitiva. As¨ª es la vida, ?no?

The Tower From Power

Solo Bill Walton despu¨¦s, y tambi¨¦n con UCLA, cuestiona el lugar de Kareem como mejor jugador universitario de siempre. Y solo Michael Jordan parece claramente en ventaja si se habla del m¨¢s grande de la historia del baloncesto. Al menos hasta el ascenso definitivo de LeBron James. Kareem fue una sensaci¨®n desde los institutos de su Nueva York natal, donde arras¨® el circuito de torneos cat¨®licos con 71 victorias seguidas al frente de Power Memorial, la instituci¨®n de Manhattan de la que eman¨® su primer apodo: The Tower From Power. Todav¨ªa nadie, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, ha metido tantos puntos (2.607) en el emblem¨¢tico baloncesto de instituto neoyorquino.

Ese Kareem fue despu¨¦s, en el final de su camino y en el primer encuentro con ¨¦l para muchos, el jugador con gafas, sin pelo y un ritmo de carrera que apenas pod¨ªa seguir a Magic Johnson y su luminosa sonrisa. Pero antes de ser el 33 de los Lakers, fue el 33 de Milwaukee Bucks. Y antes de ser Kareem Abdul-Jabbar fue (en Power Memorial, en UCLA, todav¨ªa en los Bucks) Lew Alcindor, el nombre con el que naci¨® (16 de abril de 1947) en Nueva York, la ciudad que siempre rond¨® pero en la que nunca lleg¨® a jugar. Cuando dio al salto al profesionalismo, los Bucks lo draftearon con el n¨²mero 1 (1969) tras ganar una moneda al aire a Phoenix Suns. En Nueva York, los Jets de la ABA pensaban que lo ten¨ªan chupado porque Alcindor quer¨ªa jugar en la Gran Manzana, regresar al Este: a casa. Pero el jugador, al que ya le ol¨ªa mal casi todo lo que le rodeaba, solo acept¨® una oferta de cada bando. Y firm¨® con los Bucks por 1,4 millones de d¨®lares porque los Jets se quedaron muy cortos. Cuando regresaron despu¨¦s con 3,25 millones, Alcindor record¨® que no iba a aceptar pujas porque ¡°degradaban a los seres humanos¡± y porque aquello no iba a ser ¡°un mercado ambulante de carne¡±. Despu¨¦s, cuando sali¨® de Milwaukee, los Knicks siempre estuvieron por delante de los Lakers en su lista de preferencias. Pero acab¨® en L.A. Y el resto es historia.

Bucks y Suns, rivales en las Finales de 2021, llegaron juntos a la NBA en la expansi¨®n de 1968. En su primera temporada, los primeros se quedaron en 27 victorias (27-55) y los segundos en 16 (16-66). Era una NBA que avanzaba hacia su edad moderna, cuyo inicio se suele situar, si es que hay que poner una fecha, en la fusi¨®n con la ABA (el merger de 1976). La llegada de Bucks y Suns puso a la Liga en catorce equipos (dos Divisiones, Este y Oeste) en tiempos en los que el n¨²mero 1 del draft todav¨ªa se decid¨ªa por moneda al aire entre el peor de cada lado del pa¨ªs. As¨ª fue entre 1966 y 1984, y as¨ª se decidi¨® el destino de Kareem (Alcindor), Bill Walton, Magic Johnson, Hakeem Olajuwon (y, en su estela, Michael Jordan)¡­ Los Suns no acertaron con la moneda, y en las dos siguientes temporadas se quedaron en 39 y 48 victorias. En ascenso, pero sin pisar una Final hasta 1976. Perdieron esa contra los Celtics y la de 1993 contra los Bulls. Las de 2021 son solo las terceras en su historia. Los Bucks se hicieron con Alcindor (Kareem) y pasaron de 27 a 56 victorias y de 56 a 66 y el t¨ªtulo de 1971. En su tercera temporada en la NBA. Despu¨¦s perdieron las Finales de 1974, contra los Celtics (como los Suns) y no regresaron a la lucha por el t¨ªtulo hasta 2021. En 1975, un Alcindor ya Kareem puso rumbo a L.A. tras un divorcio que alent¨® diciendo que la vida en el Midwest no colmaba sus "aspiraciones culturales".

Despu¨¦s de perder las Finales de 1974, los Bucks no renovaron a Oscar Robertson, el legendario Big O, que era agente libre con 35 a?os y cuya llegada en 1970, un a?o despu¨¦s de Alcindor, fue clave para la formaci¨®n de ese equipo de leyenda (66 victorias, 20 seguidas, r¨¦cords por entonces) y la materializaci¨®n del t¨ªtulo de 1971. D¨ªas despu¨¦s de la retirada oficial de Robertson, en octubre, Kareem pide irse a Nueva York o Washigton. Los Lakers solo eran su tercera opci¨®n. En la pretemporada, las manos de Don Nelson le volvieron a provocar una abrasi¨®n corneal. Harto, se rompi¨® la mano por dar un pu?etazo al poste de la canasta y se perdi¨® los primeros 16 partidos de la temporada 1974-75 (trece derrotas de los Bucks). El 13 de marzo de 1975, el legendario Marv Albert anunci¨® que Kareem quer¨ªa irse ya, y que su lista se hab¨ªa reducido a Knicks y Lakers. Un d¨ªa despu¨¦s, el p¨ªvot lo confirm¨® p¨²blicamente. El 16 de junio, despu¨¦s de unos meses de prestado (38-44 para los Bucks 74-75), Kareem fue traspasado a los Lakers por un retorno que para siempre tendr¨¢ sabor amargo en la memoria de los Bucks: ¨¦l y su suplente, Walt Wesley, se van a cambio de Elmore Smith, Brian Winters, Junior Bridgeman, Dave Meyers y algo de dinero.

"Vivo aqu¨ª pero no es mi pa¨ªs"

Durante sus a?os en Milwaukee Bucks (1969-75) Kareem fue Rookie del A?o (ojo: 28,8 puntos, 14,5 rebotes, 4,1 asistencias por partido), tres veces MVP, MVP de las Finales (1971, claro), seis veces all star (de 19 totales en su carrera), dos M¨¢ximo Anotador, cuatro integrante del Mejor Quinteto, una del Segundo, dos del Mejor Quinteto Defensivo y dos del Segundo. Y pas¨®, claro, de Lew Alcindor a Kareem-Abdul Jabbar tras hacer oficial su conversi¨®n al Islam Sun¨ª, que ven¨ªa de sus a?os en UCLA, y adoptar un nombre que significa noble servidor del todopoderoso. El 30 de abril de 1971 se hab¨ªa proclamado campe¨®n de la NBA con los Bucks (el primero de seis anillos, gan¨® despu¨¦s cinco con los Lakers) y el 3 de junio pidi¨® que se le empezara a llamar Kareem Adul-Jabbar. Acababa de viajar a ?frica con Robertson y su entrenador, Larry Costello. Era la transformaci¨®n definitiva de un jugador que fue mucho m¨¢s que un jugador, al que los medios se?alaron como diana, empe?ados en buscar conexiones con la pol¨¦mica Naci¨®n del Islam. Y que jam¨¢s estuvo a gusto en su tierra, de la que dijo, adaptando una idea de Malcolm X, aquello de que ¡°vivo aqu¨ª pero este no es realmente mi pa¨ªs¡±.

Tampoco la lucha social y el combate del deporte contra los prejuicios, la segregaci¨®n racial y la brutalidad policial contra las minor¨ªas son conceptos precisamente novedosos. Ahora, al menos y por suerte, est¨¢n mucho mejor vistos que en tiempos en los que generaban proscritos: Kareem Abdul-Jabbar, Muhammad Ali o el Bill Russell al que ni todos los anillos, ni soportar en sus hombros la mayor dinast¨ªa de la historia, le valieron para recibir el amor sin asteriscos, sin colores, de gran parte de la complicada Boston de los a?os sesenta. La ciudad con la que tanto tard¨® en reconciliarse, que ¨¦l mismo hab¨ªa definido como ¡°circo de pulgas del racismo¡±. El lugar en el que una de las mayores leyendas de la historia del deporte regresaba a casa para ser solo un negro que encontraba todo destrozado, las paredes pintadas con insultos, las camas manchadas con excrementos.

Lew Alcindor era un joven inadaptado, por su color y su altura. Inseguro, con tendencia a la depresi¨®n y el aislamiento. Seguramente no hab¨ªa otra si eras un negro que a los nueve a?os med¨ªa 1,73 y a los catorce, 2,03. Por entonces, ya entrenaba esos mates que luego censur¨® la NCAA. Antes de ir a UCLA acab¨® enfrentado con Jack Donahue, el entrenador de instituto que le llam¨® nigger (negrata). En UCLA hizo amistad con su m¨ªtico t¨¦cnico, John Wooden, que era un excombatiente conservador al que le costaba mucho entender unas cuantas cosas de Alcindor: ¡°Servir a tu pa¨ªs es un honor, no una obligaci¨®n. No s¨¦ c¨®mo no ven que as¨ª hacen da?o a Estados Unidos¡±, dijo durante un tramo convulso en un pa¨ªs convulso, cuando Ali se neg¨® a ingresar en el ej¨¦rcito y Kareem boicote¨® los Juegos Ol¨ªmpicos de 1968, su viaje definitivo a la diana de Am¨¦rica. La nueva s¨²per estrella en la cancha, el demonio fuera de ella. Los contradictorios a?os en los que se redefin¨ªa la escala y el poder del deportista afroamericano mientras se repudiaba su movilizaci¨®n social. Joe Garagiola le dijo en el NBC Today Show que si no sent¨ªa Estados Unidos como su pa¨ªs, lo que ten¨ªa que hacer era mudarse (todo, todo, ha sucedido ya antes). Kareem ya hab¨ªa decidido no estar en los Juegos del 68 y los insultos, los debates p¨²blicos sobre su antipatriotismo, las cartas llenas de ataques iracundos y las amenazas de muerte solo reafirmaron su postura: ¡°Cada uno tiene que hacer fuerza a su manera. Esta es la m¨ªa¡±.

De una huida en Harlem a Kareem Abdul-Jabbar

A Kareem le marc¨® profundamente, lo cuenta un estupendo art¨ªculo de The Undefeated publicado en 2018, su reuni¨®n en Cleveland, en el verano de 1967, con Ali, Russell y Jim Brown. Unos d¨ªas de encuentros y charlas, con seguidores y detractores, y en los que escuch¨® al legendario boxeador explicar y defender sus creencias morales, el rechazo al militarismo que le cost¨® un cintur¨®n de los pesos pesados. En los tiempos del Black Power, de la tremenda fractura social que abri¨® la guerra de Vietnam, Kareem ten¨ªa claro cu¨¢l ten¨ªa que ser su lugar: ¡°Iba a ser la rabia negra personificada, el poder negro hecho carne¡±. Black rage, Black Power. La dimensi¨®n social y cultural de un jugador que se crio aprendiendo artes marciales en Nueva York y que luego sigui¨® a Bruce Lee en Los ?ngeles, pero que siempre fue un negro demasiado alto que dif¨ªcilmente encajaba en ninguna parte... salvo en las pistas de baloncesto.

En 1964, corri¨® por Harlem como alma que llevaba el diablo mientras zumbaban disparos a su alrededor. Tan alto, y tan negro, se sent¨ªa como una diana humana mientras las movilizaciones desataban enfrentamientos violentos en un clima de extrema tensi¨®n social tras la muerte aquel verano de James Powell, un joven afroamericano de 15 a?os, a manos de un polic¨ªa fuera de servicio. Kareem (Alcindor) ten¨ªa 17 a?os en un momento de colapso de la paciencia colectiva, en el que muchos empezaban a cansarse de seguir la v¨ªa pac¨ªfica de Martin Luther King. Cuando las injusticias eran tales que el silencio no pod¨ªa ser una opci¨®n. Esas revueltas dejaron un muerto, 465 detenidos y a Lew Alcindor de absolutamente consciente de qui¨¦n era y d¨®nde estaba: ¡°All¨ª supe qui¨¦n era y qui¨¦n ten¨ªa que ser¡±, recuerda ese art¨ªculo de The Undefeated que firma Johnny Smith.

Alcindor ya era Kareem cuando que hubiera un equipo de la NBA que fuera totalmente negro, los Knicks de 1979, generaba debates medi¨¢ticos sobre la conveniencia econ¨®mica y social de romper un oficioso pero real protocolo de cupos. A?os antes se dec¨ªa aquello de que hab¨ªa que poner un negro en los partidos de casa, dos fuera y tres cuando se quer¨ªa ganar. Bill Russell habl¨® p¨²blicamente de cuotas y cuando el comisionado Walter Kennedy le pregunt¨® qu¨¦ demonios hac¨ªa, el se?or de los once anillos le mand¨® a tomar vientos: ¡°Si estoy mintiendo, ¨¦chame de esta Liga. Si no, vete al infierno¡±. Alcindor jug¨® con Robertson, otra figura clave en la lucha por los derechos de los deportistas afroamericanos, uno cuyas batallas (derivaron en la norma con su nombre, la Oscar Robertson Rule) facilitaron la llegada del primer mercado de agentes libres (todav¨ªa muy precario, pero un primer paso esencial), la mejora de salarios, condiciones laborales y m¨¦dicas¡­ Se suele decir, de hecho, que sin un Oscar Robertson antes no habr¨ªa habido despu¨¦s un LeBron James. El legendario base, el ¨²nico que hab¨ªa promediado un triple-doble hasta que lleg¨® Russell Westbrook, lider¨® al m¨ªtico equipo de Crispus Attucks que fue el primero que gan¨® un campeonato estatal con un roster totalmente afroamericano. Su haza?a, en el coraz¨®n del sagrado baloncesto del estado de Indiana, vali¨® de premio un desfile de campeones que no tocaba las zonas principales ni las calles m¨¢s concurridas. Por si acaso.

En la Universidad de Cincinnati, Robertson fue a jugar un partido a Carolina del Norte pese a tener cartas del Ku Klux Klan que amenazaban con dispararle si se presentaba. Y ¨¦l, el extraordinario Big O que ahora se sienta junto a Kareem en primera final del atronador Fiserv Forum de Milwaukee en las Finales de 2021 de la NBA, explic¨® a la perfecci¨®n por qu¨¦ a ellos, a Bill Russell y a tantos otros los definieron como jugadores de car¨¢cter agriado. Antisociales, inadaptados: ¡°Eso era lo que dec¨ªan de la gente negra inteligente. As¨ª era si no te limitabas a dar las gracias y decir a todo que s¨ª a los blancos¡±. En esa Am¨¦rica, sobre esa idea, se forj¨® el car¨¢cter que convirti¨® a Lew Alcindor en Kareem Abdul-Jabbar. Durante muchos a?os, y por suerte para todos lo que vinieron despu¨¦s, una estrella complicada. Para siempre, una de las mayores de la historia del deporte.