Sin Jordan no hay para¨ªso: el cataclismo de los Bulls 1998-99
La retirada de Michael Jordan provoc¨® uno de los mayores hundimientos de la historia de la NBA: de 62 victorias a 13, crisis estructural y el "no s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªa Mike de todo esto".
Michael Jordan anunci¨® su segunda retirada el 13 de enero de 1999. El comunicado se produjo d¨ªas despu¨¦s de que se hiciera oficial el inicio de un curso baloncest¨ªstico marcado por un lockout, el primero que se llevaba por delante una parte de la competici¨®n y reduc¨ªa los 82 tradicionales partidos a solo 50. En ese momento, era un secreto a voces que His Airness iba a marcharse de los Bulls, una franquicia que estaba inmersa en una declarada guerra abierta que separ¨® los caminos de Phil Jackson y Jerry Krause, alineado con el propietario Jerry Reinsdorf, y del prop¨¬o escolta. El anillo de 1998 solo hab¨ªa puesto la guinda en el pastel de una de las mayores dinast¨ªas de todos los tiempos, y la consecuci¨®n del segundo three peat de la d¨¦cada no ayud¨® a limar asperezas. El contrato de un a?o que ten¨ªa el Maestro Zen se evapor¨® sin rastro de una oferta de renovaci¨®n y Jordan, contrario a seguir sin el t¨¦cnico a su lado, pon¨ªa rumbo a una clandestinidad solo rota por esos dos ¨²ltimos a?os en los Wizards, en los que los ¨¦xitos fueron inexistentes pero la expectaci¨®n generada fue igual o m¨¢s importante que en los a?os anteriores.
La frase de son "las organizaciones las que ganan campeonatos" resonaba con m¨¢s fuerza que nunca en las salidas del jugador franquicia y un entrenador cuya aventura hab¨ªa empezado siendo una apuesta personal de Jerry Krause y hab¨ªa acabado por los problemas personales que hab¨ªa desarrollado con el mismo directivo. Los celos hab¨ªan nublado el juicio de uno de los hombres que mejor se ha movido en los despachos de la historia, con una capacidad resolutiva y un instinto innato que hab¨ªa demostrado una y otra vez, ya fuera con operaciones en forma de traspasos, elecciones del draft o cambios de entrenador, como fue el caso del propio Phil Jackson, al que ascendi¨® prescindiendo de Doug Collins en contra del juicio de un Jordan que acab¨® dando, con el tiempo, por bueno el movimiento. Sin embargo, la historia recordaba a Jordan como el hacedor, el h¨¦roe y el principal responsable de una d¨¦cada gloriosa en la que los Bulls coleccionaron seis anillos y multitud de r¨¦cords inigualables. Algo que Krause jam¨¢s soport¨®.
Con Jordan se fue Scottie Pippen y tambi¨¦n Dennis Rodman, al igual que la columna vertebral de la plantilla que hab¨ªa conquistado el campeonato ante los Jazz unos meses antes del anuncio de su retirada. Tambi¨¦n se marcharon Luc Longley y Steve Kerr, este ¨²ltimo para iniciar su particular idilio con la suerte y conquistar su cuarto campeonato con los Spurs, todos ellos consecutivos, antes de rellenar todos los dedos de una mano en 2003, tambi¨¦n con los texanos, completando una carrera llena de ¨¦xitos para un hombre cuya dosis de protagonismo siempre hab¨ªa sido m¨¢s bien escasa. Y Jerry Krause pretendi¨® iniciar una reconstrucci¨®n que nunca fue tal y luch¨® sin suerte contra las limitaciones de un ego l¨ªcito pero desmedido y que intent¨® remontar la salida de un hombre que lo hab¨ªa sido todo y sin el cual, la franquicia acab¨® siendo nada. La animadversi¨®n p¨²blica entre el t¨ªo Phil y Krause era notoria, y la llegada al banquillo de Tim Floyd, cuyas reuniones con el propio Krause durante el curso anterior eran tan conocidas como pol¨¦micas, fue una maniobra demasiado atrevida y nada efectiva que no ayud¨® ni a mejorar la reputaci¨®n del directivo ni a permitir a Floyd forjarse un nombre en la mejor Liga del mundo. El nuevo t¨¦cnico, un asiduo de la NCAA, acab¨® despedido a inicios de la 2001-02 cuando los Bulls sumaban 4 victorias en 25 partidos. En total, consigui¨® 51 en 190, 11 menos que las conseguidas por la franquicia en 1997-8... pero en tres temporadas y media. Un desastre demasiado grande en una NBA que no espera a nadie y en la que experimentaba su primera gran aventura. Que fue la ¨²ltima, m¨¢s all¨¢ de un a?o (2003-04) en esos Hornets que enamoraban al mundo (Baron Davies, P.J Brown, Jamal Mashburn, David West...) y con los que se redimi¨® solo en parte (41-41 y playoffs).
M¨¢s all¨¢ del mal hacer de Floyd, lo cierto es que la situaci¨®n con la que se encontr¨® el t¨¦cnico era imposible. Es innegable que el momento elegido para dar el salto, convencido por Krause, fue el peor que pod¨ªa haber, pero el entrenador no tuvo ninguna responsabilidad de las salidas de Jordan y compa?¨ªa. La plantilla que hered¨® estaba desmadejada, iba sin rumbo fijo y carec¨ªa totalmente de l¨ªderes. Ron Harper no quer¨ªa estar en el equipo sin Jordan, pero se vio obligado a cumplir su contrato y mantenerse un a?o m¨¢s en la franquicia en la que transform¨® radicalmente su juego, dejando atr¨¢s al prol¨ªfico anotador que hab¨ªa demostrado ser en los Cavaliers para ser un jugador fiable en playoffs y un defensor tenaz, capaz de ser clave en los minutos calientes de partido y de tomar las decisiones correctas en los momentos adecuados. Tras un a?o para olvidar, Harper fue libre para seguir los pasos de Phil Jackson a los Lakers, donde conquist¨® los anillos del 2000 y 2001, el primero como base titular y el segundo con problemas de lesiones pero como una voz experimentada que actu¨® como co-capit¨¢n tras Shaquille O'Neal y ejerci¨® de mentor de Kobe Bryant hasta que, en 2001, puso rumbo a una retirada eternamente postergada por las peticiones del Maestro Zen para que siguiera en activo. Harper dijo adi¨®s con cinco anillos de campe¨®n bajo el brazo, pero tambi¨¦n con el mal recuerdo de ese curso, el 1998-99, que le dej¨® moralmente destrozado. Y fue el base, el que en su infinita sabidur¨ªa, pronunci¨® la frase que defini¨® perfectamente el a?o de los Bulls: "No s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªa Mike de todo esto".
Un hundimiento hist¨®rico
Lo normal al perder una gran referencia es que el r¨¦cord del equipo empeore. O, de hecho, que se vaya a pique. De hecho, muchos analistas por aquel entonces pronosticaron una ca¨ªda a los infiernos de inapelable contestaci¨®n. Algunos recordaron como, tiempo atr¨¢s, los Celtics pasaron ganar 48 partidos y ser campeones a quedarse en 34 y fuera de playoffs cuando se retir¨® Bill Russell. Y que, muchos a?os despu¨¦s, tanto Lakers como Celtics se quedaron sin magia cuando perdieron a sus referencias: los angelinos pasaron de ser finalistas en 1991 (58), precisamente en el que fue el campeonato que inaugur¨® la cuenta particular de anillos de los Bulls; al a?o siguiente, ya sin Magic por culpa del VIH, se quedaron en 43 y cayeron en primera ronda. Tambi¨¦n y en menor medida les pas¨® a los Celtics, que pasaron de caer en las semifinales del Este (51), en 1992, a quedarse en 48 victorias y decir adi¨®s a las primeras de cambio. Muchos precedentes que los Bulls hab¨ªan roto en la temporada 1993-94, cuando consiguieron 55 victorias y llevaron a los Knicks a siete partidos en semifinales en una serie llena de pol¨¦mica. Eso s¨ª, en esos Bulls segu¨ªan Horace Grant, Pippen y compa?¨ªa y no los que se quedaron en 1999. Tambi¨¦n B.J Armstrong, un base talentoso cuyas escuetas declaraciones en ese curso se recordaron como un susurro cinco a?os despu¨¦s: "Con todos mis respetos para Michael, nosotros no hemos ganado tres anillos por un solo jugador".
Eso debi¨® de pensar Jerry Krause, que le daba cr¨¦dito a todo lo conseguido en los despachos en esos a?os. Sin embargo, las salidas de del equipo fueron demasiadas, mientras que la plantilla se qued¨® en una sombra de lo que hab¨ªa sido unos meses antes. Hasta seis jugadores sobrepasaban los 30 a?os, y apenas quedaban sobrevivientes del anillo de 1998 m¨¢s all¨¢ de Bill Wennington (35 a?os), el ya mencionado Ron Harper (otros 35) y Toni Kukoc, que con 30 fue el l¨ªder del equipo esa temporada: 18,8 puntos, 7 rebotes y 5,3 asistencias, una luz demasiado tenue en una oscuridad no dejaba ver nada bueno. Dickey Simpkins (tambi¨¦n campe¨®n el a?o anterior), Mark Bryant, Randy Brown, Korn¨¦l D¨¢vid, Cory Carr, Rusty LaRue o Brett Brown eran otros de los nombres que completaban un vestuario desunido, sin sitio adonde ir y sin ninguna aspiraci¨®n m¨¢s all¨¢ de pensar en un futuro lejos de Chicago, cuya afici¨®n ech¨® de menos a Jordan de manera constante y se desconect¨® r¨¢pidamente de un equipo que no les representaba y estaba a a?os luz de lo que hab¨ªa sido hace unos meses.
Los Bulls ganaron su segundo encuentro, pero sumaban ocho derrotas en los primeros nueve partidos y 10 en los 12 iniciales. Adem¨¢s, perdieron nueve partidos por m¨¢s de 20 puntos de diferencia, cinco por m¨¢s de 30, uno por 44 ante los Pistons y otro de 47 ante Orlando, estos dos ¨²ltimos en el United Center. Ning¨²n jugador de la plantilla pas¨® de los 20 puntos, los 10 rebotes o las 10 asistencias de promedio, y solo dos (Simpkins y D¨¢vid) disputaron los 50 partidos. El equipo pas¨® de los 96,7 puntos por partido de la 1997-98 a los 81,9 del a?o siguiente, ¨²ltimos de la NBA en ese apartado. Y tambi¨¦n fueron ¨²ltimos en porcentaje de tiros de campo, antepen¨²ltimos en porcentaje de triples, cuartos por la cola en rebotes y tambi¨¦n ¨²ltimos en tapones. Adem¨¢s de tener el peor net rating de la temporada (-10,6) y el peor True Shooting Percentage. Las 13 victorias que consiguieron fueron la marca m¨¢s baja de toda la Conferencia Este y la tercera de la NBA tras Grizzlies y Clippers (8 y 9 respectivamente). Y obviamente, la peor de la historia de la franquicia, algo potenciado por los pocos partidos disputados. Eso s¨ª, ni eso vali¨® de excusa, ya que las 17 y las 15 de las dos temporadas siguientes copan el p¨®dium de los peores balances de la entidad.
Jerry Krause vio c¨®mo su plan hac¨ªa aguas cuando empez¨® a echar cuentas y vio que, hasta la cuarta temporada post Jordan no se superaron, de manera combinada, las 62 victorias que los Bulls consiguieron en su ¨²ltima temporada con la estrella. Eso s¨ª, su talento para descubrir j¨®venes talentos qued¨® demostrado con la ristra que seleccion¨® en el draft en los a?os siguientes y hasta la 2003-04, cuando renunci¨® a su puesto. En ese tiempo pasaron por la franquicia Elton Brand, Brad Miller, Ron Artest o Tyson Chandler, que acabaron siendo All Stars en los a?os siguientes y/o miembro de plantillas que ganaron el anillo. Tambi¨¦n Eddy Curry, un fracaso a largo plazo con una nula ¨¦tica de trabajo y menos talento del que deber¨ªa. Krause, entre problemas de salud, regres¨® a sus ra¨ªces y estuvo brevemente al servicio de los Yankees de Nueva York, actuando como explorador, antes de unirse a los Mets de Nueva York en 2005. En 2010, se uni¨® a los Medias Blancas de Chicago, tambi¨¦n como explorador, un puesto que hab¨ªa ocupado en los a?os setenta y ochenta. Y en 2011, fue nombrado por los Diamondbacks de Arizona como asistente especial en su departamento de exploraci¨®n el 1 de abril de 2011.
El directivo, dos veces ganador del premio a Mejor Ejecutivo en su etapa en los Bulls, falleci¨® el 21 de marzo de 2017, falleci¨® a la edad de 77 a?os y despu¨¦s de haber estado luchando con problemas de salud como la osteomielitis. Fue incluido en el Sal¨®n de la Fama del Baloncesto ese mismo a?o, a t¨ªtulo p¨®stumo. Jam¨¢s se reconcili¨® con Michael Jordan, y su controvertida figura estuvo permanentemente presente en The Last Dance, ese documental que ha originado muchas opiniones variadas y que ha servido, en peque?as pero reales dosis, en reivindicar ligeramente algunas de sus haza?as y de alguna declaraci¨®n que se ha vuelto a hacer p¨²blica, como esa que dijo que Jordan se retir¨® en 1999 porque no quer¨ªa formar parte de un equipo en reconstrucci¨®n. Pero, eso s¨ª, siempre arrastrar¨¢ en su curr¨ªculum el dudoso honor de haber sido uno de los responsables, junto a Jerry Reinsdorf, de haber pasado de ser el creador de una de las mayores dinast¨ªas de la historia a hundirla irremediablemente. "No s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªa Mike de todo esto", que dijo en su d¨ªa Ron Harper. Pues eso.
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