El anillo del 93: el Jordan divino y la amenaza del 'Gordo' Barkley
Carism¨¢tico y con un f¨ªsico para nada atl¨¦tico, Charles Barkley tuvo una carrera de leyenda, pero cay¨® en las Finales de 1993, ¨²nicas de su carrera, ante los Bulls.
Un triple de John Paxson y un tap¨®n de Horace Grant. Fueron las dos jugadas que enterraron definitivamente el sue?o de los Suns, que ca¨ªan en las Finales de 1993 ante unos Bulls que certificaban el primer three peat desde 1966, cuando los Celtics de Bill Russell se hicieron con su octavo t¨ªtulo consecutivo, el noveno de los once que gan¨® ese equipo tan hist¨®rico como prehist¨®rico y que domin¨® la NBA como nadie lo ha hecho hasta entonces. Probablemente, los que m¨¢s cerca estuvieron fueron esos Bulls de Jordan, con sus seis t¨ªtulos en ocho a?os, incluidos dos tripletes que provocaron que Pat Riley, creador de una expresi¨®n (la del three peat) que patent¨® y populariz¨® en los 80, se llevara su parte del pastel cada vez que era utilizada.
El triunfo de los Bulls fue tambi¨¦n la derrota de los Suns, probablemente el m¨¢s fiable de los tres equipos que se hab¨ªan visto las caras con la eterna (y eternizada) figura de Jordan en las Finales durante los ¨²ltimos a?os. Los veteranos Lakers de 1991, ya sin Jabbar y con lesiones importantes durante la serie, o los Blazers de Clyde Drexler y Rick Adelman, no hab¨ªan generado un favoritismo tan grande antes de la eliminatoria, como tampoco pose¨ªan, a priori, las armas necesarias para derrotar a un equipo en v¨ªas de confirmar su ya consabida dinast¨ªa. Antes de todo eso, Charles Barkley aterriz¨® en Phoenix en el verano de 1992 a cambio de Jeff Hornacek, Andrew Lang y Tim Perry en un traspaso motivado por la mudanza de la franquicia al centro de la ciudad para jugar en el America West Arena (ahora Talking Stick Resort Arena), un movimiento que vino acompa?ado de una estrella que llenar¨ªa r¨¢pidamente las gradas, permitiendo hacer una transici¨®n acompa?ada de ganancias econ¨®micas que adem¨¢s pon¨ªa a los Suns en el mapa y los convert¨ªa en candidatos.
Ser uno de los equipos que optaba al t¨ªtulo no era precisamente algo a lo que los Suns estuvieran acostumbrados. En sus 24 temporadas de existencia, la franquicia acumulaba 10 r¨¦cords negativos, un tope de 57 victorias en la 1980-81 y las Finales de 1976 ante los Celltics como ocasi¨®n en la que m¨¢s cerca hab¨ªan estado en la lucha por el anillo. Eso s¨ª, a pesar de no tener una historia especialmente brillante y ning¨²n t¨ªtulo en su vitrina, la entidad ven¨ªa de una progresi¨®n que hab¨ªa tenido, con Cotton Fitzsimmons en el banquillo, una peque?a etapa de relativos ¨¦xitos: cuatro participaciones consecutivas en playoffs, todas ellas por encima de las 50 victorias, las dos primeras saldadas con finales del Oeste (derrotas ante Lakers y Blazers) y un bloque prometedor liderado por el talentoso base Kevin Johnson o del pistolero Jeff Hornacek. Las buenas vibraciones de los ¨²ltimos a?os, unidas al vac¨ªo que los Lakers de Magic hab¨ªan dejado en el Oeste, provoc¨® que el General Manager Jerry Colanguelo viera una oportunidad y fuera a por ella. Quiz¨¢ motivado por el postergado cambio de estadio, impuls¨® el traspaso que llev¨® a Barkley a Phoenix, deshaci¨¦ndose de un ¨ªdolo All Star como era Hornacek para la afici¨®n y rompiendo con la tradici¨®n del mercado peque?o que representaba Arizona, con mucho desierto y poco atractivo para los agentes libres.
No fue el ¨²nico movimiento que hizo Colanguelo, que ascendi¨® a Paul Westphal, asistente de un Fitsimmons que acept¨® un puesto de comentarista del televisi¨®n para nada igual de estresante. Westhphal, un hombre con presencia, en¨¦rgico, buen comunicador y con preferencia por el juego ofensivo, era una de las pocas viejas glorias con las que contaba la franquicia. Jug¨® seis temporadas en los Suns entre los 70 y 80 y conoc¨ªa la idiosincrasia de una ciudad que mezcl¨® las nuevas caras del t¨¦cnico y Barkley con otras ya conocidas como Johnson y conformando una plantilla que combinaba lo viejo y lo nuevo, contando con Don Marjerle (16,9), Tom Chambers (12,2 puntos por partido en la 1992-93), Danny Ainge (11,8) el problem¨¢tico Richard Dumas (15,8) o Cedric Ceballos (12,8). Los Suns ten¨ªan las piezas suficientes como para considerarse un verdadero aspirante, y los movimientos veraniegos le dieron a Colanguelo su cuarto premio a Ejecutivo del A?o (m¨¢s que nadie) dos temporadas antes de retirarse para dejar paso a su hijo Bryan y poniendo punto y final a una etapa que se hab¨ªa extendido tanto como la vida de la franquicia.
Con Barkley de sost¨¦n en pista y la fuerza de Westphal, que llegaba con todas las ganas del mundo, los Suns cuajaron una temporada de 62 victorias (20 derrotas) en el primer a?o del America West Arena. La llegada del ala-p¨ªvot, uno de los mejores juagdores de la competici¨®n, catapult¨® a la franquicia a lo m¨¢s alto de la NBA, con r¨¦cord de victorias incluido y un juego vers¨¢til, veloz, hasta cierto punto revolucionario, sin un p¨ªvot dominante muy frecuente durante esa ¨¦poca y muy atractivo para el espectador. Nadie se aburr¨ªa viendo a los Suns, que lideraron a la NBA en puntos (113,4), fueron segundos en porcentaje de tiros de campo (49,3%), primeros en porcentaje de tiros de dos (51,6%) y sobre todo, terceros en porcentaje de triples (36,3%), anotando (4,9) y lanzando m¨¢s (13,4) que cualquier otro equipo de la competici¨®n. De hecho, tiraban cinco triples m¨¢s que los Bulls, sus rivales en las Finales, m¨¢s centrados en el tri¨¢ngulo ofensivo, el juego al poste y el uso de la zona. Arizona se convirti¨® en la capital baloncest¨ªstica de los Estados Unidos, con Charles Barkley elegido MVP en su temporada estreno con su nuevo equipo, con el que se fue a 25,6 puntos, 12,2 rebotes, 5,6 asistencias y 1,6 robos, consiguiendo adem¨¢s 55 dobles-dobles y 6 triples-dobles.
Los Suns llegaron a playoffs como m¨¢ximos favoritos al anillo y el rival a batir, la m¨¢xima amenaza tambi¨¦n para esos Bulls que ven¨ªan de ganar las dos ¨²ltimas temporadas y con Jordan ya establecido como uno de los mejores jugadores de siempre. Al contrario que los dos ¨²ltimos a?os, sobre todo el anterior, Chicago no acaparaba todos los focos, y vio desde el Este como los Suns acababan con los segundos Lakers post Magic en una sufrid¨ªsima primera ronda de la que ahora hablaremos (3-2 con 27,6 puntos y 14,4 rebotes de Barkley), con San Antonio en semifinales (4-2, con 26+13) y con los Sonics en las finales de Conferencia, ese techo que superaban por primera vez en su carrera. Lo hicieron no sin dificultades, contra esa plantilla liderada por Shawn Kempt y Gary Payton que pose¨ªa un estilo propio, tan bien representado por George Karl en los banquillos y que llev¨® hasta la extenuaci¨®n a Barkley y compa?¨ªa. El ala-p¨ªvot no estaba cuajando una gran serie y lleg¨® con apenas 22,5 puntos de promedio al s¨¦ptimo y definitivo duelo, en el que explot¨® en una de las exhibiciones m¨¢s memorables de su carrera: 44 puntos, 24 rebotes (10 ofensivos) en el que probablemente sea el partido m¨¢s importante que jam¨¢s ha presenciado la ciudad de Phoenix, uno en el que hasta seis jugadores locales anotaron 10 o m¨¢s puntos, maniatando el rebote de los m¨ªticos (y a?orados) Supersonics (46 por 31) y dejando a Kemp en 19 puntos y a Payton... en 9. El resto lo hicieron el impulso de la afici¨®n y un arbitraje algo casero: los Suns lanzaron 64 tiros libres, con Barkley y Kenny Johnson (22+9) tirando m¨¢s desde la l¨ªnea de personal de forma combinada (38) que la totalida del equipo de George Karl (36). Algo que no quita, por supuesto, que los Suns fueron justos vencedores y que nadie pudo parar a Barkley, que se comi¨® a Kemp. Pero ah¨ª est¨¢ el dato.
Los temidos Bulls esperaban en unas Finales que promet¨ªan ser hist¨®ricas. Esa primera camada de equipo campe¨®n, en el que Jordan y Pippen fueron rodeados por John Paxson, Horace Grant o B.J Armstrong, llegaba con la oportunidad de conseguir ese triplete que nadie lograba desde tiempos inmemoriables, y con todo el sainete de periodistas y analistas hablando de tal gesta y de lo buenos que eran los Suns, con un juego tan extraordinario que levantaba la simpat¨ªa de todos los aficionados en constraste con un tri¨¢ngulo ofensivo que para muchos empezaba a ser repetitivo. Y claro, estaba el duelo entre Barkley y Jordan, con el ala-p¨ªvot llegando a la cita un a?o despu¨¦s de conquistar con su por entonces amigo el oro ol¨ªmpico en Barcelona, en ese Dream Team para la historia del que nadie se acordar¨ªa en esa eliminatoria, que lo acaparar¨ªa todo. Dos hombres a los que la prensa quer¨ªa enfrentar, personalizando el duelo como antes hab¨ªan hecho con Magic y Drexler pero con la sensaci¨®n, muy evidente en temporada regular y ligeramente menguada en unos playoffs en los que los Suns se las vieron y se las desearon, de que Barkley y compa?¨ªa eran favoritos. Eso s¨ª, en lo que todos coincid¨ªan era en que el ala-p¨ªvot estaba ante su gran oportunidad. Y las oportunidades, ya se sabe en una NBA que no espera a nadie, hay que aprovecharlas.
La leyenda de Charles Barkley, 'El Gordo'
El f¨ªsico de Charles Barkley fue lo que marc¨® su carrera. Es complicado pararse a analizar desde otro prisma la historia de un hombre carism¨¢tico pero tambi¨¦n poseedor de un complicado car¨¢cter que le ha hecho granjearse m¨¢s de un enemigo (mejor ni hablamos de Draymond Green), sobre todo en su etapa como ex jugador y analista de la TNT. En su infancia, Barkley se caracteriz¨® por ser un chico bromista y afable, pero siempre acomplejado por su peso, mayor que la media, y una altura escasa para jugar al baloncesto. No fue hasta que creci¨® unos cent¨ªmetros cuando se hizo con el puesto de titular en el Instituto Leed, donde promedi¨® 19 puntos y 17 rebotes en su ¨²ltimo a?o, demostrando su incre¨ªble habilidad para esta ¨²ltima faceta. Charles lider¨® a los suyos a las semifinales estatales sin todav¨ªa tener el inter¨¦s de ninguna Universidad, pero ah¨ª explot¨® con 26 puntos ante Bobby Lee Hurt, reciente fichaje de la Universidad de Alabama, llamando la atenci¨®n de un asistente de Sonny Smith, entrenador en Auburn, que le defini¨® como "un tipo gordo... que juega como el viento".
Las cualidades de Barkley ya estaban claras y las desarrollar¨ªa al m¨¢ximo durante su carrera. Con 1,98, era m¨¢s peque?o que otros grandes de la historia que no han jugado precisamente en posiciones interiores, como LeBron James, y pr¨¢cticamente igual que Michael Jordan, ese compa?ero de generaci¨®n con el que lleg¨® en el draft de 1984, en el que fue elegido en el quinto puesto por los Sixers, que obviaron los 136 kg que hab¨ªa llegado a pesar con los Tigers y se centraron en sus cualidades: el rebote, un rango de tiro que le permit¨ªa lanzar desde el mid range e incluso de tres, capacidad para el pase y dos buenas manos con las que robaba innumerables balones. Barkley represent¨® un perfil diametralmente opuesto al de, por ejemplo, Dennis Rodman, otro hombre interior de pocos cent¨ªmetros, y no pod¨ªa defender a p¨ªvots como Shaquille o a bases r¨¢pidos e imaginativos indistintamente; sin embargo, supo sacar todo el partido a sus virtudes, reboteando mucho en ataque y en defensa y centr¨¢ndose en anotar y ayudar en las l¨ªneas de pase, impidiendo que el bal¨®n llegara a sus emparejamientos y siendo uno de los mejores reboteadores ofensivos de la historia.
Barkley llegaba a los Sixers tras tres a?os con los Tigers en los que promedi¨® 14,1 puntos y 9,6 rebotes, y¨¦ndose a los 23+17 en el ¨²nico torneo de la NCAA, ya en su tercer a?o. Aterrizaba en una franquicia llena de estrellas con todav¨ªa algo de luz que dos a?os antes hab¨ªan ganado el anillo con Julius Erving y Moses Malone a la cabeza, ese del four four four de un p¨ªvot inconmesurable que hab¨ªa desarrollado su m¨¢ximo potencial con Billy Cunningham, que estaba en su ¨²ltimo a?o en el banquillo. Para The Round Mound of Rebound (as¨ª llamaban a Barkley en Auburn), era el lugar perfecto para desarrollarse, a la estela de un gran reboteador como el center y jugadores veteranos (Maurice Cheeks, Andrew Toney...) que le ayudar¨ªan en su formaci¨®n. Moses pronto le tutel¨®, ayud¨¢ndole a controlar sus problemas con la alimentaci¨®n y convirti¨¦ndose en su mentor y su pareja en la zona, una que produjo mucho en el a?o rookie del ala-p¨ªvot, que se fue a los 14 puntos y 8,6 rebotes ese a?o por los 24,6+13,1 de su compa?ero en la pintura; tambi¨¦n fue esa la ¨²ltima temporada en la que el Doctor J llegar¨ªa a la veintena en toda su carrera. Los Sixers cayeron en las finales del Este ante los Celtics (4-1) con 14 puntos y 11 rebotes del novato, que empezaba a hacerse un hueco en la Liga a un ritmo seguro, aunque m¨¢s pausado (como no pod¨ªa ser de otra manera) que un Jordan que ya copaba todas las portadas.
En las siguientes temporadas, Barkely fue desarrollando cada vez m¨¢s sus habilidades a medida que Moses y Erving bajaban sus n¨²meros, y dando un paso al frente cuando estos se retiraron. En su a?o sophomore, el ala-p¨ªvot ya estaba en 20 puntos, 12,8 rebotes, 4 asistencias y 2,2 robos, disputando su primer All Star la campa?a siguiente, cuando lider¨® la NBA en rebotes (14,6). Eso s¨ª, a medida que la incipiente estrella mejoraba los Sixers se descompon¨ªan: Moses Malone era traspasado a los Bullets en verano de 1986, y Erving se retiraba en 1987, dejando al ala-p¨ªvot como l¨ªder de un equipo en el que Matt Goukas no dur¨® mucho en sustituci¨®n de Cunningham y con Cheeks (traspaso en 1989) y Toney (retirada en 1988) diciendo adi¨®s a ese proyecto que acab¨®, tras mucho esfuerzo, con un anillo eternamente postergado en un dedo que lleg¨® a parecer que nunca lo lucir¨ªa.
Barkley, mientras tanto, mejoraba: 28,3+12 en la 87-88, 25,8+12,5 en la 88-89 y 25,2+11,5 al a?o siguiente, en el que se enfrent¨® a Jordan en las semifinales del Este cayendo en cinco partidos y con 23 puntos y 17 rebotes de media... por los 43 de su rival, al que siempre se le dieron especialmente bien los enfrentamientos con el ala-p¨ªvot. La eliminatoria se repiti¨®, con id¨¦ntico resultado, al a?o sigueinte, esta vez con m¨¢s de 25 puntos por partido del ex de los Tigers y 33,4 (+8+7,8) de un Jordan que volaba hacia su primer anillo. Uno esquivo para Barkley, que no lo vio de cerca ni con Goukas ni con Jim Lynam en el banquillo antes de vivir un sainete en la temporada 1991-92, con un pobre r¨¦cord (35-47) que dejaba a Philadelphia sin playoffs y con un hombre que ya expresaba su deseo de buscar su siguiente gran aventura.
Un nuevo hogar y unos playoffs de infarto
"Cuando llegu¨¦ a Dan Majerle y Kevin Johnson, pens¨¦ que estaba en el cielo". As¨ª de claro se mostraba Barkley hace unos d¨ªas cuando hablaba de su llegada a Phoenix, que pronto se convirti¨® en su nuevo hogar. El ala-p¨ªvot le aseguro a Fitzsimmons unos d¨ªas antes de que este aceptara su ya mencionado puesto de comentarista que ese a?o disputar¨ªan las Finales ante los Bulls de Jordan, tal y como ha revelado en unas recientes declaraciones, recogidas por Gerald Bourguet en el medio Fansided. Desde luego, fueron unas palabras m¨¢s que premonitorias y cumplidas al 100% despu¨¦s de una ya mencionada regular season para el recuerdo, en la que la franquicia bati¨® sus propios r¨¦cords, incluido un espectacular balance en casa de 35-6, el segundo mejor de la competici¨®n empatado con los Cavs de Wilkens y solo tras los Knicks de Riley (37-4).
Desde luego, el baloncesto que se juega en abril no se parece en nada al que se practica durante el resto del a?o. Y menos ahora, load managment mediante; antes la diferencia no era tan grande, pero las defensas eran m¨¢s agresivas y la experiencia era un grado a la hora de decidir partidos que te pueden mandar para casa. Los Suns no ten¨ªan a nadie que hubiera disputado unas Finales. Kurt Rambis, ex miembro de los Lakers del Showtime, hab¨ªa puesto rumbo a los Kings con tan solo cinco partidos disputados, por lo que Phoenix se qued¨® muy pronto con un perfil poco ¨²til ya con 34 a?os en pista pero que representa una figura muy importante espiritualmente. Sobre todo en la fase final, donde esa clase de jugadores son un seguro a la hora de transmitir calma y paciencia en los momentos m¨¢s tensos. Y que nadie lea lo que no est¨¢ escrito, los suns no cometieron un error con Rambis ni no fichando a ning¨²n veterano, pero quiz¨¢, solo quiz¨¢, un formato que contara con esa clase de profesional, con experiencia en playoffs y entrado en a?os, habr¨ªa dado un punto de tranquilidad al equipo a la hora de gestionar ciertos momentos de presi¨®n, sobre todo en las Finales.
Los Suns no mostraron la resistencia en su pista que hab¨ªan tenido durante la temporada regular, y cayeron en sus dos primers encuentros ante los Lakers. Esos perdidos entre sus dos ¨²ltimas generaciones adimensionales, las de Magic por un lado y de Shaq y Kobe por el otro, que contaban con un James Worthy ya suplente en su pen¨²ltima temporada como profesional, Vlade Divac, Byron Scott, Elden Campbell o A.C Green. A punto estuvieron los angelinos de convertirse en el primer equipo de la historia que eliminaba al primero de su Conferencia partiendo como octavo en primera ronda, algo que har¨ªan un a?o despu¨¦s los Nuggets de Mutombo con los Sonics. La calma transmitida por Westphal, que hizo gala de su conocida energ¨ªa para transmitir a los suyos un optimismo dif¨ªcil de tener en una situaci¨®n as¨ª, permiti¨® a los Suns remontar la serie, con 31 puntos, 14 rebotes y 5 asistencias de Barkley en el quinto duelo, en el que sobrevivieron en la pr¨®rroga. Los favoritos no se dejaron arredar en Arizona ante los Spurs, contra los que no dejaron escapar partidos como locales (y con tiro ganador de Barkley en el sexto y definitivo duelo), algo que s¨ª hicieron en el segundo ante Seattle... y en las Finales, donde perdieron el primeroo, el segundo y el sexto duelo, los tres que disputaron en el America West Arena y una losa muy grande para ganar un t¨ªtulo.
En total, los Suns perdieron seis partidos en casa en los playoffs de 13 posibles, los mismos que hab¨ªan perdido en la fase regular... en 41 partidos. La ventaja de campo siempre ha sido tradicionalmente m¨¢s importante en el Este, pero si te dejas tres partidos en tu feudo en unas Finales lo normal es que pierdas el 99,9% de las veces. Y no es lo mismo remontar un 0-2 a los desmadejados Lakers en primera ronda que un 0-2 en unas Finales ante uno de los mejores equipos de la historia. Algo que, por cierto, se ha hecho en playoffs, pero nunca en la serie en la que se decide el campeonato. Uno que se escurri¨® de entre los dedos de un equipo que lleg¨® con cinco partidos m¨¢s en su haber que sus rivales (18 por 13), que solo sufrieron ante los Knicks de Riley, ante los que empezaron 2-0 antes de ganar los cuatro partidos siguientes. Y con Jordan, por cierto, ya en otra dimensi¨®n: 32,2 puntos, 6,2 rebotes, 7 asistencias y 2,5 robos en esa serie, con un espectacular 40% en triples y un choque, el cuarto, de 54 puntos. Casi nada.
?El mejor Jordan de siempre?
Ser¨ªa injusto decir que los Suns jugaron mal. Al menos, no toda la culpa les corresponde a ellos, por mucho que Barkley reconociera que en el primer partido no salieron como deber¨ªan. Fue, desde luego, el peor de todos, con porcentajes de apenas un 40% en tiros de campo y un 28 en triples. En el resto, estuvieron siempre ah¨ª, con oportunidades de ganar y muchos minutos por delante, pero sin poder hacer nada ante ese ser celestial que representaba Michael Jordan, que vivi¨® probablemente su pico de nivel, el mejor momento de su carrera deportiva individualmente hablando. Lejos quedaban los 37,1 puntos por partido de la 1986-87 o los 35 de la campa?a siguiente, en la que junt¨® el MVP y el premio a Mejor Defensor. Tambi¨¦n los 32,5+8+8 que hab¨ªa sumado en la 89-90 o el excepcional nivel mostrado en las Finales de 1991 o 1992.
Jordan fue sencillamente imparable. La defensa individual de Dan Majerle, las ayudas interiores de Chambers o Barkley y la molesta persecuci¨®n de Danny Ainge no parec¨ªan afectar a un jugador que hizo 31, 42, 44, 55, 41 y 33 unos meses antes de anunciar su primera retirada en un anuncio que caus¨® un impacto inmediato, dio lugar a muchas teor¨ªas y tampoco permiti¨® a los Suns, que tuvieron su primera y ¨²ltima oportunidad en 1993, conseguir el anillo. Jordan consigui¨® la mayor anotaci¨®n en un partido de las Finales desde los 61 puntos de Elgin Baylor en 1962, hizo cuatro encuentros seguidos de 40 o m¨¢s puntos y seis de 30, todo ello con el mejor promedio anotador (41 puntos por paritdo) de la historia de las Finales. Sobran las palabras.?
Los Suns s¨ª que mostraron una resistencia mayor a lo que es hist¨®ricamente recordado. Con todo lo mal que jugaron en el primer partido cayeron de ocho, en el segundo solo de tres (42+12+9 de Jordan por los 42+13 de Barkley), ganaron el tercero en una incuestionable muestra de resistencia que se alarg¨® a tres pr¨®rrogas con 62 minutos de Kevin Johnson (r¨¦cord de las Finales), obligaron a Jordan a irse a 55 puntos en el cuarto, vencieron de forma inopinada en el quinto e iban cuatro arriba en el sexto, resuelto por esa genialidad de Paxson y el tap¨®n de Grant a Johnson que certificaba el three-peat. Clin, clin, caja para Riley y su expresi¨®n y lugar en la historia asegurado para los Bulls, que consiguieron lo que ni los Lakers de Magic, los Celtics de Bird o los Pistons de Thomas hab¨ªan logrado: ganar tres t¨ªtulos consecutivos.
Y Barkley se qued¨® sin anillos
Barkley ha declarado que en esa ¨²ltima jugada se arrepiente de no haber permitido una bandeja de cualquier jugador interior, dejando solo y abierto a Paxson, ¨²nico tirador de tres real de esos Bulls. La realidad es que a los Suns solo les falt¨® un poco m¨¢s para poder ganar esa eliminatoria. La Doberman Defense (los tres perros), t¨¦rmino que se acu?¨® gracias a Johnny Bach, entrenador defensivo de los Bulls durante esos a?os que ten¨ªa la man¨ªa de crear una defensa ultra agresiva con Grant, Pippen y Jordan, desdibuj¨® a Barkley en estos momentos, pero el la-p¨ªvot cuaj¨® una gran serie estad¨ªstica: 27,3 puntos, 13 rebotes y 5,5 asistencias. Y s¨ª, Phoenix no pudo parar a Jordan, algo que nadie podria haber hecho en ese moment... pero perdi¨® sus partidos de 8, 3, 6 y 1 puntos. Quiz¨¢ (otra vez), con alg¨²n refuerzo m¨¢s (?en forma de veterano?), y algo de experiencia en ese tipo de partidos, los Suns se habr¨ªan ahorrado alguna derrota en casa que perfectamente les podr¨ªa haber dado la eliminatoria. Y siempre quedar¨¢ la duda de qu¨¦ habr¨ªa pasado en un hipot¨¦tico s¨¦ptimo, una sensaci¨®n repetida tras la canasta de Jordan (siempre Jordan) sobre Byron Russell en 1998. Pero de los condicionantes no se vive, claro...
Al final, Barkley ni volvi¨® al nivel que le catault¨® al MVP en 1993 ni estuvo tan cerca del anillo. Promedi¨® 21,6, 23 y 23,2 puntos en las tres siguientes campa?as, pero los Suns no pudieron ante los Rockets en las semifinales de 1994, en la que desaprovecharon una ventaja de 0-2 de nuevo con una notoria debilidad en casa. Ni en 1995, cuando ganaron 59 partidos... desperdiciando, esta vez en un bochorno sin paliativos, un 3-1, con el s¨¦ptimo partido en casa, ese America West Arena que ven¨ªa con promesas de cambio, pero con muchas derrotas en momentos importantes y ante su p¨²blico y una transformaci¨®n inacabada cuyo proceso acab¨® con el despido de Westhpal, el retorno de Fitzsimmons y, al final, con el traspaso de Barkley, que puso rumbo a Houston para formar un equipo de Play Station que le junt¨® a Hakeem Olajuwon y Clyde Drexler (en 1999 tambi¨¦n a Scottie Pippen) y con el que cay¨® en las finales del Oeste de 1997 ante los Jazz con un triple ganador de Stockton en el sexto encuentro.
Fue la ¨²ltima vez que Barkley estuvo cerca de las Finales (que le habr¨ªan vuelto a enfrentar a Jordan) o del anillo, siempre esquivo, antes de retirarse en el 2000, ya aquejado de muchos problemass f¨ªsicos, la mayor¨ªa de cintura para abajo y derivados de su sobrepeso, que solo le permitieorn superar los 70 partidos en una de sus ¨²ltimas siete temporadas como profesional. En la ¨²ltima de ellas, un Barkley de ya casi 37 a?os, se rompi¨® el tend¨®n de su cu¨¢driceps izquierdo en, curiosidades del destino, Philadelphia, la ciudad que le vio nacer. El Gordo ser¨ªa baja durante el resto de la temporada, pero se neg¨® a que esa fuera la imagen que se le quedara al aficionado de ¨¦l. Regres¨® para el ¨²ltimo partido de la regular season ante los Vancouver Grizzlies, anotando una canasta tras rebote ofensivo, la ¨²ltima de su carrera profesional, a la que dijo adi¨®s con una gran ovaci¨®n que dej¨® tras de s¨ª 16 a?os, una temporada hist¨®rica y unas Finales que certificaron el final de un proyecto que pudo ser y no fue. Y que dej¨® a la estrella sin el campeonato, pero tambi¨¦n a los Suns, que siguieron con su particular maldici¨®n m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, con el seven seconds or less de D'Antoni y Nash, que se sald¨® con dos finales del Oeste sin suerte, tres si contamos la de 2010, ya sin el t¨¦cnico en el banquillo.
Barkley, eso s¨ª,? se retir¨® como una leyenda (y su n¨²mero 34 retirado por los Suns), uno de los mejores ala-p¨ªvots de siempre y un hombre muy querido por la afici¨®n, muy dada a recordar con a?oranza como sacaba el m¨¢ximo partido a un f¨ªsico que parec¨ªa castigado pero que funcionaba de forma impecable cuando estaba cuidado. Al fina, el ala-p¨ªvot super¨® la barrera delos 10 rebotes en todas sus temporadas menos en al primera, y se retir¨® con unos promedios de 22,1 puntos (54% en tiros), 11,7 rebotes y 3,9 asistencias. Y tambi¨¦n con un MVP de la Temporada, uno de un All Star que disput¨® en 11 ocasiones, 11 selecciones en los mejores quintetos, dos oros ol¨ªmpicos, el ser elegido entre los 50 mejores jugadores de la historia en 1996 y, por supuesto, un Hall of Fame cuya inclusi¨®n tuvo lugar en 2006. Una carrera legendaria para un personaje que sigue siendo protagonista junto a Shaquille O'Neal en la TNT, donde hace comentarios ¨¢cidos, se embarca en discusiones imposibles y se mete con todo el que pueda, incluido un Jordan otrora su amigo pero con el que hoy no se lleva especialmente bien. Todo eso y mucho m¨¢s es Charles Barkley El Gordo, un jugador ¨²nico e irrepetible, sobre todo por un f¨ªsico in¨¦dito para la ¨¦poca en la que se encontraba, pero que se retir¨® sin anillo. Por culpa, claro, de Michael Jordan. Y todo lo que eso supone.