?Misi¨®n imposible sin Jordan? El sue?o de los Bulls 1993-94
Los Bulls estuvieron m¨¢s cerca de lo esperado tras la primera retirada de Jordan, pero una pol¨¦mica serie ante los Knicks hizo que el sue?o se esfumara.
La cat¨¢strofe que se predijo no fue tan grande como se preve¨ªa en un inicio. Ni siquiera se acerc¨® al t¨¦rmino cat¨¢strofe. Los Chicago Bulls, unos meses despu¨¦s de la primera retirada de Michael Jordan, consegu¨ªan un r¨¦cord de 55-27 tan inopinado como merecido. Solo dos victorias menos que el a?o anterior, en el que hab¨ªan ganado su tercer anillo consecutivo, consiguiendo el ansiado three-peat y reafirm¨¢ndose como una aut¨¦ntica dinast¨ªa. Una que parec¨ªa llegar a su fin tras la marcha de Air Jordan, al que ni las s¨²plicas de Phil Jackson pudieron convencer. Bien fuera la muerte de su padre la que le llev¨® a tomar una decisi¨®n meditada y que ten¨ªa en la cabeza desde hac¨ªa tiempo o los esc¨¢ndalos en forma de deudas de juego que el comisionado David Stern era incapaz de ocultar, lo cierto es que el escolta se retir¨®, aparentemente de forma definitiva, con un legado ya dif¨ªcil de igualar y en la cima de su carrera, algo incomprensible para muchos.
De una forma u otra, los Bulls se quedaban hu¨¦rfanos y muchos analistas por aquel entonces pronosticaron una ca¨ªda a los infiernos de inapelable contestaci¨®n. Algunos recordaron como, tiempo atr¨¢s, los Celtics pasaron ganar 48 partidos y ser campeones a quedarse en 34 y fuera de playoffs cuando se retir¨® Bill Russell. Y que, muchos a?os despu¨¦s, tanto Lakers como Celtics se quedaron sin magia cuando perdieron a sus referencias: los angelinos pasaron de ser finalistas en 1991 (58), precisamente en el que fue el campeonato que inaugur¨® la cuenta particular de anillos de los Bulls; al a?o siguiente, ya sin Magic por culpa del VIH, se quedaron en 43 y cayeron en primera ronda. Tambi¨¦n y en menor medida les pas¨® a los Celtics, que pasaron de caer en las semifinales del Este (51), tambi¨¦n en 1991, a quedarse en 48 victorias y decir adi¨®s a las primeras de cambio. Muchos precedentes acompa?ados de unos comentarios que no sentaron especialmente bien en la franquicia, que lo resumi¨®, ya con la temporada finalizada, en unas escuetas declaraciones de B.J Armstrong, uno de los integrantes de la plantilla que gan¨® ese primer three peat: "Con todos mis respetos para Michael, nosotros no hemos ganado tres anillos por un solo jugador".
Estas palabras llegaron a finales de mayo, despu¨¦s de que los Bulls fueran eliminados en las semifinales del Este por los New York Knicks. Pero antes de eso, el equipo ya hab¨ªa justificado las palabras de Armstrong y finalizando la temporada en la tercera posici¨®n del Este. Chicago empez¨® dubitativo (6-7 a finales de noviembre) y con lesiones antes de sumar 14 victorias en los siguientes 15 partidos que encauzaban la situaci¨®n. El equipo encontr¨® la regularidad y consigui¨® una racha de 10 victorias consecutivas entre finales de marzo y principios de abril para terminar con un excelente 17-5 y unos n¨²meros fant¨¢sticos a pesar de no contar con Jordan: mejor rating defensivo de la franquicia desde la 1977-78 (102,7) y superior a cualquiera conseguido con el escolta, tercera mejor defensa solo por detr¨¢s de Knicks y Spurs, s¨¦ptimo equipo con m¨¢s asistencias, octavo en porcentaje de tiros de campo y cuarto en triples. Y habiendo perdido 30 puntos por noche, sobrevivieron anotando 98, siete menos que la temporada anterior. Y solo, insistimos, con dos victorias menos, el mejor r¨¦cord de toda la historia de la entidad sin Jordan, solo por detr¨¢s de las 57 alcanzadas en la 1971-72 y una cifra que no se volvi¨® a alcanzar hasta la 2010-11, con Derrick Rose como ef¨ªmero l¨ªder de un proyecto cuyo balance ese a?o fue de 62-20, pero que luego hizo aguas por culpa de las interminables lesiones del base.
Los Bulls llegaron a los playoffs en buena forma, pero sin ser favoritos en un a?o en el que nadie era favorito. El hueco dejado por Jordan daba lugar a m¨²ltiples especulaciones y, si bien el primer puesto del Este estaba ocupado por los Hawks (57-25) de Kevin Willis (ya no de Dominique Wilkins, traspasado a mitad de temporada a los Clippers) y el del Oeste por los Sonics de Kempt, Payton y compa?¨ªa, ninguna de las dos franquicias parec¨ªa fiable de cara a la fase final, algo que no tard¨® en demostrarse. Los Knicks de Riley hab¨ªan quedado segundos del Este con las mismas victorias que Atlanta, una buena noticia para unos Bulls que solo se hab¨ªan quedado a dos partidos del liderato, mientras que los Pacers empezaban a asomar la cabeza con el n¨®mada Larry Brown en los banquillos. En la conferencia vecina, los Rockets de Olajuwon husmeaban una oportunidad antes esquiva, los Spurs se colaban en tercera posici¨®n y los Suns de Barkley, el a?o anterior finalistas ante los Bulls, part¨ªan como candidatos. Uno de tantos, pensar¨¢n algunos, que vieron como una aglomeraci¨®n de equipos quer¨ªa ocupar un trono dejado por Michael Jordan pero no por Chicago, que defend¨ªa un t¨ªtulo que pensaba vender muy caro. Eso s¨ª, en la pelea no estar¨ªan los Lakers, que se quedaron fuera de playoffs por cuarta vez en su historia, primera desde 1976 y en un sainete de temporada en la que participaron tres entrenadores, el ¨²ltimo de ellos un Magic Johnson que siempre demostr¨® que su talento en pista era invesamente proporcional al de los banquillos (5-11 en su corta trayectoria) y a su ya consabida experiencia en los despachos.
Los Knicks de Riley y una serie para la historia
Tras superar en primera ronda a los Cavaliers en tres partidos, los Bulls se ver¨ªan en semifinales con los Knicks, que hab¨ªan hecho lo propio con los Nets en cuatro. La serie marcar¨ªa un antes y un despu¨¦s en las carreras de Phil Jackson y Scottie Pippen, levant¨® sospechas en torno incluso a David Stern, marc¨® un punto ¨¢lgido en los esc¨¢ndalos arbitrales y dio una nueva dimensi¨®n a Pat Riley y su eterna (y eternizada) figura. El t¨¦cnico hab¨ªa llegado a los Knicks en 1991 tras un a?o alejado de los banquillos despu¨¦s del cansancio acumulado que hab¨ªa supuesto casi una d¨¦cada de dedicaci¨®n a los Lakers del Showtime, con los que conquist¨® cuatro de los cinco anillos que los angelinos se llevar¨ªan en los 80 (en el primero, Paul Westhead era el t¨¦cnico). Riley cambiaba una gran ciudad por otra, y viajaba del hoy antiguo pero por entonces glamuroso Forum de Los ?ngeles, al m¨¢s incre¨ªble todav¨ªa Madison Square Garden entre promesas de llevar la gloria a uno de los equipos m¨¢s fascinantes de la historia y con el contrato m¨¢s alto jam¨¢s firmado por un entrenador ede la NBA. Los Knicks no ganaban el anillo desde 1973 y se gastaron lo que hizo falta para sustituir a Stu Jackson y poner a una plantilla que inclu¨ªa a Pat Ewing o John Starks en manos de un hombre engominado, con presencia imponente y camale¨®nico en cuanto a estilo.
Esta ¨²ltima caracter¨ªstica fue fundamental para que su modelo triunfara en la Gran Manzana. Riley comprendi¨® pronto que a falta de un base de las caracter¨ªsticas de Magic, inexistente por f¨ªsico y por talento (y por todo lo dem¨¢s) en la Liga, hab¨ªa que cambiar de un juego vistoso a uno duro y defensivo. Y lo hizo a la perfecci¨®n, sacando lo mejor de lo colectivo y tapando agujeros que permitieron al equipo ganar 51 y 60 partido en sus dos primeras temporadas, ganando el premio a Mejro Entrenador en esta ¨²ltima pero chocando con los Bulls ambos a?os, en semifinales y finales de conferencia respectivamente. Pero Riley, un t¨¦cnico no formador pero s¨ª did¨¢ctico y tambi¨¦n paciente en el medio plazo, no entr¨® en p¨¢nico e hizo ver a sus jugadores que la gran oportunidad era ese curso, con Jordan jugando al b¨¦isbol y Chicago m¨¢s vulnerable que nunca. Riley llev¨® en esa serie hasta el extremo a esa versi¨®n de los Bad Boys en la que se convirtieron los Knicks, en ciertos momentos hasta m¨¢s duros, sinver¨¹enzas e incluso sucios que los Pistons que acu?aron ese nombre hac¨ªa menos de un lustro.
Los neoyorkinos no perdonaron en el Madison, como tampoco sus rivales en el United Center. La serie llegaba, por lo tanto, con un empate a 2 al quinto partido, clave para unas estad¨ªsticas que se?alan que el que sobrevive a ese duelo sale ganador en un porcentaje muy alto. Antes, en el tercero, un famoso episodio entre Pippen y Jackson tuvo lugar. El alero ven¨ªa de jugar la mejor temporada de su carrera sin Jordan a su lado, y¨¦ndose a los 22 puntos, 8,7 rebotes, 5,6 asistencias y 2,9 robos en 38 minutos de juego, haciendo adem¨¢s 31 dobles-dobles, siendo incluido simult¨¢neamente en el mejor quinteto y en el mejor defensivo y ganando el MVP del All Star. Sin embargo, Jackson escogi¨® a Toni Kukoc para el tiro ganador de ese encuentro, que llegaba empatado a 102 con 1,8 segundos por disputarse. Esto fue una ofensa para Pippen, que sostuvo a los suyos durante toda la noche (25+7+4 con un 50% en tiros) en mayor medida que Kukoc, un reci¨¦n llegado a la NBA que apenas llevaba 6 puntos a esas alturas de partido. El alero se neg¨® a salir a pista para esa ¨²ltima jugada al no ser elegido para realizar el tiro ganador y vio desde el banquillo como el croata daba la victoria a los Bulls, que se manten¨ªan vivos en la eliminatoria. El episodio fue, como siempre, bien gestionado por el t¨ªo Phil y ya estaba olvidado antes del cuarto partido, en el que Pippen volvi¨® a su mejor versi¨®n (25+8+6) y Chicago empat¨® la eliminatoria, pero seguir¨ªa siendo recordado en el futuro.
Ser¨ªa pues el quinto asalto el que marcar¨ªa la eliminatoria. Los Bulls mandaban por un solo punto a falta de 7,6 segundos para el final y se dispon¨ªan a defender una jugada que quer¨ªan que fuera definitiva. John Starks, el elegido de Riley para situaciones l¨ªmite, recibi¨® a 12 metros del aro, penetr¨® y, rodeado de tres defensores, facilit¨® el bal¨®n a Hubert Davis, que estaba en la frontal de la bombilla pr¨¢cticamente solo. Davis se dispuso a tirar pisando la l¨ªnea y ante la defensa de un Pippen (23+4+4 en ese duelo) que lleg¨®, como siempre, a la ayuda. Y cuando el bal¨®n ya hab¨ªa salido de sus manos, el ¨¢rbitro Hue Hollins se?al¨® una falta que desat¨® el j¨²bilo del Madison, el cabreo de los Bulls y sobre todo, la pol¨¦mica. Jackson y Pippen no daban cr¨¦dito a la se?alizaci¨®n y se echaban las manos a la cabeza. El t¨¦cnico se jug¨® incluso la t¨¦cnica con numerosos aspavientos, pero fue ignorado por un equipo arbitral que ya se la hab¨ªa jugado suficiente al se?alar la infracci¨®n. Davis anot¨® los dos tiros libres con sangre fr¨ªa y un tiempo muerto entre medias. El pase hacia Pippen, que esta vez si fue el elegido para el ¨²ltimo tiro, fue interceptado en la zona por Charles Oakley, ex de los Bulls, con apenas 2,1 segundos para el final. El Madison estall¨®, visiblemente aliviado y habiendo evitado la problem¨¢tica situaci¨®n de tener que viajar al United Center con 3-2 abajo; los Knicks sobrevivieron, y se iban con dos match balls en el bolsillo, el ¨²ltimo de ellos en su pista, donde hab¨ªan sumado un r¨¦cord de 32-9 en la regular season, manteni¨¦ndose imbatidos en playoffs (5-0 hasta ese momento).
La eliminatoria continu¨®, pero la sensaci¨®n fue que en esa jugada se hab¨ªa decidido todo. Los Bulls a¨²n protagonizaron un ¨²ltimo gran acto de hero¨ªsmo ganando el sexto encuentro y forzando un s¨¦ptimo que promet¨ªa. Ah¨ª se acab¨® el cuento de hadas para Chicago, que cay¨® por 87-77 diciendo adi¨®s a un sue?o que parec¨ªa imposible pero del que hab¨ªan estado m¨¢s cerca de lo que parec¨ªa. Y con ese quinto partido como una espina clavada que nadie se pudo quitar en mucho tiempo. Esa regla no escrita de que en los ¨²ltimos segundos de partido el silbato tiene que estar en el bolsillo no la cumpli¨® Hollins y fue defendida por Darrell Garretson, supervisor del comit¨¦ arbitral. "La mayor¨ªa de los ¨¢rbitros evitan se?alar faltas que pueden decidir partidos importantes cuado en tiempo est¨¢ a punto de cumplirse. Sin embargo, est¨¢bamos en el Madison Square Garden, donde no parec¨ªan valer las normas seculares del baloncesto", relat¨® Jackson a?os despu¨¦s. El t¨¦cnico afirm¨® que Hollins vivi¨® esa jugada en un "universo paralelo" y lleg¨® a comparar lo sucedido aquella noche con la emboscada de la FIBA al equipo ol¨ªmpico norteamericano en la final de los Juegos Ol¨ªmpicos de Munich, en 1972.
Una temporada clave
De una forma u otra, los Bulls hab¨ªan demostrado algo. Desde luego, es complicado basarse en las palabras de Armstrong, uno de los pocos jugadores que evit¨® lesiones y disput¨® los 82 partidos de la temporada, cuando dijo eso de que eran mucho m¨¢s que Michael. M¨¢s que nada, porque?en las Finales de 1993 contra los Suns, el escolta anot¨® 31, 42, 44, 55, 41 y 33 puntos meses antes de anunciar su retirada. Es muy atrevido decir que Jordan no representaba un porcentaje muy importante de ese equipo, como tambi¨¦n lo es negar que esos Bulls eran mucho m¨¢s que Jordan. Ese a?o, Chicago certific¨® su admisi¨®n definitiva a la ¨¦lite y reivindic¨® que estaba all¨ª no por un solo hombre, sino por un bloque que se hab¨ªa mantenido casi en su esencia (con las adquisiciones de Kukoc y el jovenc¨ªsimo Steve Kerr) y que ven¨ªa de ganar tres campeonatos consecutivos. La fiebre del campe¨®n, esa que te hace ser invencible, la notaron los Knicks, que sudaron, pol¨¦mica mediante, para eliminarles.
Y para los amantes de las hip¨®tesis, los Bulls rozaron unas finales del Este contra los Pacers, equipo al que hab¨ªan vencido en cuatro de sus ¨²ltimos cinco enfrentamientos y unas de la NBA ante los Rockets y el 1-1 de balance en los dos ¨²ltimso enfrentamientos ante ellos. Hakeem Olajuwon hace poco se reivindicaba y afirmaba que Jordan lleg¨® en 1995 con su famoso I'm back y no llegaron a las Finales, de igual manera que afirma que no hab¨ªa referencia interior capaz de pararle. Lo cierto es que los Bulls jam¨¢s la tuvieron m¨¢s all¨¢ de Horace Grant, que era ala-p¨ªvot, jug¨® la temporada de su vida en la 93-94 (15+11 y All Star) y se fue al a?o siguiente a los Magic, con los que lleg¨® a las Finales con unos Rockets que repitieron campeonato y sin emparejarse con el nigeriano, con el que no pudo Shaquille O'Neal.
Esa temporada tambi¨¦n fue la de la confirmaci¨®n de Scottie Pippen como un jugador ¨²nico y singular, con su estilo propio, que no intent¨® ser Jordan a pesar de usar durante ese curso su taquilla. El alero fue tercero en eficiencia en toda la Liga tras Olajuwon, Robinson y O'Neal y reivindic¨® su lugar en la historia, conseguido con su presencia entre los 50 mejores jugadores de la historia en una lista que apareci¨® solo dos a?os despu¨¦s. Y fue, tambi¨¦n ese curso, el que cambi¨® el car¨¢cter de Phil Jackson, siempre peleado con los ¨¢rbitros y a partir de ah¨ª desarrollando una consabida verborrea que se encargaba de calentar eliminatorias en rueda de prensa o de hacer ir¨®nicos y ¨¢cidos comentarios que m¨¢s de una vez acabaron en multa. Y, por a?adir algo m¨¢s, tras esa eliminatoria hubo hasta acusaciones hacia David Stern, nunca demostradas, que le se?alaban como el responsable del pase de los Knicks. El comisionado, neoyorquino, ya fue sospechoso de decantar a trav¨¦s del fraude el n¨²mero 1 del draft de 1985 a favor de los Knicks, que seleccionaron a Pat Ewing en una ceremonia bastante pol¨¦mica. Sin embargo, su imparcialidad dej¨® de estar en entredicho cuando no tuvo problemas en dejar fuera a Ewing, Houston, Johnson, Starks y Ward fuera de las semifinales del Este por una pelea tras ir 3-1 arriba. La serie la acabaron remontando los Heat, con Riley, c¨®mo no, en el banquillo.
Jerry Krause dijo a?os despu¨¦s que esa fue "la temporada m¨¢s satisfactoria de su carrera". Y muchos, que acusaban al tri¨¢ngulo de Phil Jackson de tener ciertas limitaciones, reconocieron su labor. Eso s¨ª, las pocas cr¨ªticas al Maestro Zen siguen siendo un¨¢nimes en cuanto a argumentos se refiere. Al final, no deja de ser innegable que ha ganado con el mejor jugador de la historia (Michael Jordan), el m¨¢s dominante de su generaci¨®n y uno de los mejores de la historia (Shaq), y el mejor de su generaci¨®n y otro de los mejores de la historia (Kobe Bryant). Y hasta ¨¦l sab¨ªa que el sainete no se acabar¨ªa. M¨¢s tras esa temporada, en la que puso tanto empe?o empujado precisamente por esas cr¨ªticas de que no pod¨ªa ganar sin Air Jordan y con un equipo tambi¨¦n alentado por los focos que ya no acaparaba su estrella. Lo cierto es que, pol¨¦mica aparte, perdieron contra los Knicks en siete disputad¨ªsimos partidos. Unos Knicks que tambi¨¦n vencieron en siete a los Pacers y que pasaron a las Finales, donde cayeron, de nuevo en siete (??!!) contra los Rockets. En total jugron 24 de los 25 partidos posibles de esa post temporada, algo pocas veces visto. Y fueron los que derrotaron a los Bulls por primera vez desde 1990, lo que ya forma parte de los libros de historia y que Phil Jackson se tom¨® con la filosof¨ªa que le caracteriza. "Hoy nos han ganado, pero no estamos vencidos", les dijo a sus jugadores al concluir la serie. Y tal y como transcurri¨® el resto de la d¨¦cada, est¨¢ claro que algo de raz¨®n ten¨ªa.