Chris Paul: or¨ªgenes y redenci¨®n
El base no ha podido vengarse de los Rockets en su regreso al lugar donde comenz¨® su carrera, pero se ha reivindicado como uno de los mejores de la historia en su posici¨®n.


Si hay algo que destaque en una temporada en el que hay infinidad de cosas que, para bien o para mal, llaman la atenci¨®n, es la figura Chris Paul. Muy odiado en muchos estamentos de la competici¨®n, sobre todo en lo referente a ciertas hordas de aficionados, el base se ha reivindicado en un a?o en el que parec¨ªa estar abocado al fracaso y al exilio y ha demostrado ser uno de los mejores jugadores de la historia en su posici¨®n. Y no lo ha hecho ahora, por mucho que en ciertos sectores? se empe?en en hacernos creer que es un descubrimiento reciente, pero la nueva visi¨®n que se tiene sobre su figura permite observarlo todo desde una perspectiva distinta y con un prisma diferente al que se ha hecho hasta ahora. Atr¨¢s queda ese jugador con un talento demasiado grande para una franquicia muy peque?a (los Hornets) que pas¨® por los Clippers sin generar demasiadas simpat¨ªas (pelea incluida con Pau Gasol) y acab¨® siendo el lugarteniende de Harden en unos Rockets que acabaron prescindiendo de ¨¦l cuando el hiperliderazgo de su estrella expres¨® ciertos deseos derivados de una discusi¨®n que se filtr¨® a la prensa y que acab¨® con Paul siendo traicionado por un Morey que le jur¨® y perjur¨® que no le traspasar¨ªa pero que le convirti¨® en el chivo expiatorio de la derrota (s) ante los Warriors y, de paso, aprovech¨® para contentar a su jugador franquicia.
Es posible que el aficionado medio no valore de la manera m¨¢s justa a Chris Paul por unos factores obvios pero tambi¨¦n discutibles, y dej¨¢ndose llevar por un sentimentalismo meridiano que es autom¨¢tico y consecuente con los amores pero (sobre todo) con los odios. Paul nunca fue el enemigo n¨²mero 1, menos a¨²n en una d¨¦cada de haters exacerbados que han tenido v¨ªctimas constantes (LeBron, Durant, Westbrook, Harden...) y han saciado las ganas de cr¨ªticas de un p¨²blico que nunca se conforma y que desarrolla sus mejores sentimientos con la misma facilidad que los contrarios. Paul nunca ha sido demasiado apreciado por los seguidores espa?oles, ya sea por ajusticiar a Espa?a en los Juegos Ol¨ªmpicos (2008 y 2012) o por choques con Pau, pero tambi¨¦n ha generado ese sentimiento de rechazo justificado por el argumento abstracto de "no es un ganador". Sin concreciones pero con justificaciones, el sambenito ha perseguido durante toda su carrera a un base que antes de 2018 era el mejor jugador de la historia que nunca hab¨ªa jugado unas finales de Conferencia y que, en las que disput¨®, se lesion¨® en el quinto partido antes de dejar a los Rockets 3-2 arriba para ver desde el banquillo como la eliminatoria se acababa en el s¨¦ptimo en favor de los Warriors, que se aprovecharon del colapso que sus rivales tuvieron con su propio estilo (27 triples consecutivos fallados) y se quedaron sin el sue?o de un anillo que no ve¨ªan tan cerca desde que Hakeem Olajuwon, radicalmente distinto de Harden en cuanto a las sensaciones que despierta en los fan¨¢ticos, estaba en la franquicia.
Hace 25 a?os que los Rockets no ganan un anillo que Paul nunca ha visto de cerca m¨¢s all¨¢ de ese a?o (igual que Harden, por otra parte) y que vio a¨²n m¨¢s lejos tras su traspaso a los Thunder, cuando iba rumbo a lo que parec¨ªa un exilio forzado despu¨¦s de, al margen de la ya mencionada bronca con Harden, Houston cayera (otra vez) ante los Warriors despu¨¦s de empatar a 2 la eliminatoria y ver c¨®mo Kevin Durant se lesionaba en el quinto. Ni as¨ª pudieron ganar y la consiguiente salida de Paul para traer a Westbrook, con ultra small ball incluido, era la ¨²ltima moneda al aire de un proyecto que empieza a perder luz y al que nadie se imagina levantando el campeonato el pr¨®ximo mes de octubre. Por mucho que puedan, claro, ganar a cualquiera en una burbuja en la que parece que puede pasar de todo y en la que, efectivamente, est¨¢ pasando de todo.
Paul no ha podido alcanzar su vendetta particular con los Rockets, qued¨¢ndose a las puertas, reivindic¨¢ndose tambi¨¦n en esa serie y forzando el s¨¦ptimo partido de manera tan inopinada como merecida. Los Rockets eran favoritos y dan la sensaci¨®n de poder llegar m¨¢s lejos en la fase final (por equipo, talento y momento del proyecto), pero OKC se ha enfrentado a ellos como a un igual y les ha llevado hasta la extenuaci¨®n. Algo impensable cuando el propio Paul lleg¨® a la franquicia despu¨¦s de que Sam Presti olfateara por en¨¦sima vez una oportunidad de oro que ha sabido aprovechar y se haya deshecho de Westbrook y su culto a la personalidad y de un Paul George que pas¨® de ver c¨®mo se celebraba un d¨ªa con su nombre que fue efectivo apenas dos meses. Westbrook pas¨® a ocupar el puesto de Paul en Houston mientras George pon¨ªa rumbo a tierras angelinas; en ese punto, todos pensaban que Presti buscar¨ªa un traspaso para el base y su mastod¨®ntico contrato (inici¨® el curso con tres a?os y 124 millones garantizados), pero su edad y su salario fueron un h¨¢ndicap de imposible intercambio por una estrella m¨¢s joven o m¨¢s rondas del draft, adem¨¢s e las 15 que ya tienen para los pr¨®ximos a?os.
Al final, Paul regres¨® a Oklahoma, la ciudad en la que empez¨® en su llegada a la NBA con unos Hornets que abandonaron Nueva Orleans por culpa del Katrina y en los que se dio a conocer, siendo segundo en la votaci¨®n para el MVP de 2008 (detr¨¢s de Kobe) y liderando un proyecto que entrenaba con acierto un Byron Scott mejor de lo que demuestran sus dos ¨²ltimos proyectos (Cavs y Lakers) y en los que compart¨ªa equipo con West, Stojakovic o Chandler, entre otros. Ni ah¨ª toc¨® las finales de Conferencia, cayendo en el s¨¦ptimo partido ante los Spurs en casa. Una losa que se convirti¨® en sainete en los Clippers y ese 3-1 de 2015 que se dejaron remontar, viva las casualidades, por los Rockets de Harden y poniendo rumbo a Texas para buscar un anillo esquivo y al que no se ha acercado en los Thunder. Eso s¨ª, la redenci¨®n ha llegado en los or¨ªgenes y Paul ha demostrado que es una leyenda de este deporte. Ha disipado dudas sobre su f¨ªsico disputando 70 partidos de los 72 posibles, ha vuelto al All Star (el d¨¦cimo de su carrera), ha sido el mejor de la Liga en el clutch time y ha promediado 17,6 puntos, 6 rebotes y 6,7 asistencias en su 15? temporada en la Liga, cuajando unos playoffs de esc¨¢ndalo (21,3+7,4+5,3) con 35 a?os.
Y no acaba ah¨ª la cosa. Al margen de r¨¦cords como convertirse en el jugador m¨¢s veterano de la historia en conseguir un triple-doble en un s¨¦ptimo partido, Paul ha ejercido de mentor y l¨ªder espiritual de un vestuario que le ha seguido sin dudar, siendo una extensi¨®n del propio Billy Donovan y dejando jugar a sus compa?eros (ha asumido menos bal¨®n que nunca) para aparecer en el momento oportuno. Su comportamiento ejemplar ha mejorado una reputaci¨®n siempre tambaleante a nivel social y le ha reconciliado con un p¨²blico del que se ha hecho due?o. Y deportivamente, ha liderado a los Thunder a un r¨¦cord de 44-28, un 61,1% de victorias que es un porcentaje superior al que el equipo ha tenido en los tres ¨²ltimos a?os de Westbrook sistema, con tres derrotas en primera ronda desde la salida de Durant que ya son cuatro, pero que han tenido este a?o la ¨²nica oportunidad real de pasar de ronda.
El equipo al que la ESPN le daba solo un 0,2% de opciones de playoffs el pasado verano ha quedado quinto del Oeste y ha llevado a un aspirante al t¨ªtulo (de segunda l¨ªnea) al s¨¦ptimo partido en primera ronda, perdiendo tan solo por dos puntos. La mejora de sus compa?eros alrededor (Schr?der, Dort, Gilgeous-Alexander, Gallinari, Adams...) ha sido superlativa y lo ¨²nico que queda por discernir es si Presti le seguir¨¢ buscando esa salida que no encontr¨® el a?o pasado o aprovechar¨¢ lo que le quede de baloncesto (nadie sabe cu¨¢nto va a ser) para que el grupo joven siga creciendo, con una estrella de su experiencia y un entrenador como Donovan que viene de la universidad y es un hombre did¨¢ctico y que sabe tratar con los jugadores. Con el excelente trabajo del t¨¦cnico, los Thunder han sido un equipo f¨ªsico y duro en defensa y letal en los finales igualados, con el ataque de los tres bases que acaba los partidos (Paul, Gilgeous-Alexander y Schr?der) articulando el quinteto con mejor net rating de la NBA. Un m¨¦rito estructural que va de Presti a Donovan pero que en pista ha trasladado un Paul que se ha hecho con el equipo y ha asumido cuando ha tocado hacerlo.
Los Rockets no se pod¨ªan permitir perder contra Paul (menuda historia habr¨ªa salido de ah¨ª) y no lo han hecho, pero no han evitado que la gente piense que con ¨¦l y no con Westbrook tendr¨ªan muchas m¨¢s posibilidades este a?o. Ya veremos hasta d¨®nde llegan y cu¨¢l es el futuro de su n¨¦mesis en los Thunder, ese base adimensional que saca de quicio a cualquiera que no juegue a su lado pero que es, y esto es innegable, uno de los mejores jugadores de la historia en su posici¨®n. Un grande entre grandes, una estrella generacional que sigue dando guerra a pesar de la edad y que podr¨ªa haber jugado en cualquier ¨¦poca. Paul ha vuelto a casa, se ha sentido como en casa y ha entendido una idiosincrasia que ya conoc¨ªa, leyendo el momento de la situaci¨®n y el rol que deb¨ªa tomar y que finalmente ha ejercido con eficacia y sabidur¨ªa. Y en su regreso a los or¨ªgenes, se ha reconciliado con el p¨²blico casi por unanimidad y ha conseguido una redenci¨®n eternamente postergada. Y finalmente, tambi¨¦n merecida. Eso seguro.