Si ha habido un tema especialmente sensible, m¨¢s all¨¢ del drama sanitario, durante los meses del estado de alarma es el que hace referencia a la educaci¨®n. El confinamiento obligado de la poblaci¨®n dej¨® en stand by el car¨¢cter presencial de las clases, ha generado no pocos quebraderos de cabeza a la comunidad educativa y a millones de familias, y ha puesto sobre la mesa las deficiencias del sistema a nivel digital.

Atr¨¢s queda lo m¨¢s duro, pero el horizonte no es nada halag¨²e?o si tenemos en cuenta que todav¨ªa no est¨¢ excesivamente claro c¨®mo abordar el retorno a las aulas y asegurar que ese regreso se produzca en un escenario de completa seguridad.

¡°Hasta el momento se trata mayoritariamente de declaraciones bienintencionadas, pero carentes del necesario detalle para convertirse en una planificaci¨®n ¨²til¡±, asegura un equipo de investigadores del departamento de Organizaci¨®n de Empresas II de la Universidad de Granada (UGR), que denuncia graves problemas de planificaci¨®n en lo que se refiere a la previsi¨®n de recursos y directtrices claras para mantener la presencialidad o volver al modelo digital que ha imperado durante varias semanas.

Y es que el equipo de la UGR, liderado por Alberto Arag¨®n, catedr¨¢tico de Organizaci¨®n de Empresas, ha analizado el n¨²mero de relaciones sin mascarillas y sin distanciamiento previsto para los colectivos de educaci¨®n Infantil y de los cuatro primeros cursos de Primaria. Una cantidad de interacciones que incluye, ya h¨ª radica el problema, a las familias de los propios ni?os.

Asumiendo familias formadas con una media de dos adultos y 1,5 menores (dos hijos en la mitad de las familias y un hijo en la otra mitad, reflejando la media espa?ola), nos encontrar¨ªamos con que cada uno de los 20 escolares en esas clases tendr¨ªa una exposici¨®n a un grupo de 74 personas en su primer d¨ªa de clase.

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¡°Si adem¨¢s los menores de esas familias tambi¨¦n estuvieran en una clase distinta de Infantil o Primaria, se agregar¨ªan esas relaciones al conjunto alcanzando 808 personas implicadas ya el segundo d¨ªa de clase, considerando exclusivamente las relaciones sin distanciamiento ni mascarilla de la clase propia y las de las clases de hermanos y hermanas. Si el n¨²mero de escolares en la clase sube a 25, como muchas autonom¨ªas han anunciado ya para que coincida con el ratio habitual, el n¨²mero de personas implicadas subir¨ªa hasta 91 personas s¨®lo con los de la misma clase y 1.228 personas contando las clases de hermanos¡±, explica Arag¨®n.

¡°Un plan bueno, bonito y barato no suele resultar posible, pero si adem¨¢s es ambiguo o poco realista, carece completamente de utilidad¡±, a?ade Arag¨®n que se muestra sorprendido por la renuncia de las administraciones a la reducci¨®n del n¨²mero de estudiantes en clase, la falta de concreci¨®n sobre la contrataci¨®n de nuevos docentes, o las muy limitadas inversiones previstas para la ampliaci¨®n de espacios docentes y el desarrollo de actividades alternativas y complementarias.

?Vuelta a las andadas?

Llegados a este punto, los expertos de la universidad granadina advierten de que ¡°un sistema abierto de burbujas de convivientes como el que proponen el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas s¨®lo puede tener una eficacia limitada para controlar el riesgo de contagios, pero es especialmente poco eficaz cuando el n¨²mero de escolares en su n¨²cleo es tan alto¡±. De ah¨ª que no descartan para nada situaciones de riesgo que impliquen ¡°el cierre del grupo o incluso de todo el colegio si han compartido espacios o docentes comunes¡±.

¡°Sin vacuna, la mayor¨ªa de las clases probablemente acaben volviendo a un escenario remoto a lo largo del pr¨®ximo oto?o cuando confluyan los efectos de la COVID-19 y la gripe estacional. Por ello, es muy importante que todos los agentes est¨¦n preparados para esa posibilidad¡±, se?ala por su parte Eulogio Cord¨®n, director del departamento de Organizaci¨®n de Empresas II de la UGR.

Adem¨¢s, los expertos de la UGR subrayan que deber¨ªa haberse preguntado ya a las familias su disponibilidad para cada sistema con el objetivo de intentar acoger mejor a los estudiantes cuyas familias necesitaran de presencialidad y proporcionar una opci¨®n mixta o remota a aquellas familias que lo desearan, en el caso de que los centros educativos observaran garant¨ªas para su desarrollo adecuado.

¡°La falta de planificaci¨®n conjunta con familias y docentes es tambi¨¦n una limitaci¨®n de los protocolos existentes hasta el momento. Esa falta de di¨¢logo pudo ser comprensible para la respuesta inmediata del curso en vigor, pero resulta sorprendente cuando se planifica para el curso siguiente y se necesita alterar sustancialmente las condiciones laborales, pedag¨®gicas y sociales del proceso educativo¡±, denuncian.