Brooklyn Nets, drama y fracaso
Kevin Durant y Kyrie Irving dinamitan el verano NBA y ponen contra las cuerdas al que todav¨ªa es su equipo, Brooklyn Nets. Un proyecto fara¨®nico afronta un destino tr¨¢gico.
La era de los s¨²per equipos y la era del jugador empoderado se entrelazan en este tramo de la historia de la NBA. Si el inicio de la segunda se suele situar en The Decision, el momento en el que LeBron James se fue a Miami Heat (m¨¢s por las formas que por el asunto en s¨ª) con la primera se puede ser m¨¢s puntilloso. Es m¨¢s opinable porque, dentro las normas y los l¨ªmites de los convenios y las leyes de cada tiempo, siempre ha habido s¨²per equipos. Pero aquel de LeBron con Dwyane Wade y Chris Bosh en Miami Heat tambi¨¦n se suele usar como referencia, el concepto en su versi¨®n moderna.
Antes, cualquier intento que acababa en disfunci¨®n se sol¨ªa usar para hacer par¨¢bolas; ?cuidado con lo que deseas! ?el trabajo siempre gana al talento! Etc¨¦tera. Mil veces se us¨®, por ejemplo, a aquellos tristes Houston Rockets 1998-99, que buscaban la magia perdida entre los surcos de la grandeza de Michael Jordan. Campeones en los dos a?os (1994 y 1995) de la primera retirada del 23, su majestad de los aires, fueron a por ello despu¨¦s de The Last Dance, mientras se disolv¨ªa Chicago Bulls, una franquicia que no ha vuelto a unas Finales. Un Hakeem Olajuwon de 36 a?os, un Charles Barkley de 35 y un Scottie Pippen de 33 (que luego lo tuvo cerca en Portland aunque ¨¦l y Jordan estaban destinados a no ganar el uno sin el otro) firmaron un discreto 31-19 y se marcharon de playoffs en primera ronda, 3-1 contra los Lakers que todav¨ªa no ten¨ªan a Phil Jackson (la constante y alargada sombra de la dinast¨ªa Bulls). Como hac¨ªa falta moraleja, los Rockets se pasaron cuatro a?os sin playoffs a partir de ese escarnio. ?Ves?
Despu¨¦s, ya se sabe: los Lakers, que est¨¢n en todas las salsas. El equipo de 2004 que no fue campe¨®n con Kobe Bryant, Shaquille O¡¯Neal, Gary Payton y Karl Malone. Aunque jug¨® las Finales, claro. El de 2012-13 que se march¨® en primera ronda de playoffs arrasado por los Spurs (y las lesiones): Kobe, Pau Gasol, Dwight Howard, Steve Nash, Ron Artest¡ Y el de la pasada temporada, sin playoffs con lo que acab¨® siendo el anti big three (LeBron James, Anthony Davis, Russell Westbrook). En escala descendente, el fracaso se movi¨® de perder las Finales a caer en primera ronda y de ah¨ª a quedarse sin playoffs. Los Clippers de la burbuja (2020) se la pegaron de forma inmisericorde en Florida aunque hab¨ªan empezado la temporada como favorito de consenso, con Kawhi Leonard y Paul George a la cabeza y una defensa supuestamente inabordable de la que no hubo despu¨¦s noticias.
Se podr¨ªa seguir, claro. Y se podr¨ªa ir para atr¨¢s, entender que las reglas del juego han cambiado pero las intenciones de los equipos bien gobernados siempre han sido las mismas: apilar talento, amontonar victorias, darse oportunidades de ganar anillos. Nada sucede por casualidad. Cuando la agencia libre no era ni un embri¨®n de la eterna partida de Risk/reality show/hoguera de las vanidades que es ahora, los dos grandes equipos se construyeron a base de dejar atr¨¢s a los dem¨¢s en una mezcla de buena gesti¨®n, suerte y mercado (sede estrat¨¦gica). Por show o por raigambre. Los Lakers se llevaron los n¨²meros 1 de 1980 (Magic Johnson) y 1982 (James Worthy) gracias a trades anteriores. El primero a pesar de que ven¨ªan de 47 victorias y una semifinal de Conferencia, el segundo despu¨¦s de ser campeones, nada menos. Una serie de operaciones avanzadas, y m¨¢s para una ¨¦poca tan rudimentaria, reuni¨® en Boston al que por entonces era el mejor frontcourt de la historia: Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish. La mejor versi¨®n de ese equipo, el legendario bloque de 1986, hasta ten¨ªa a Bill Walton como sexto hombre, la estrella venida a menos por las lesiones que encajar¨ªa hoy como un guante en el rol de ring chaser. El que elige destino para ser campe¨®n, generalmente ya en el ocaso profesional. Todo estaba ah¨ª, incluso en aquellos equipos legendarios que resucitaron a la NBA y construyeron la carretera que luego convirti¨® en autopista Michael Jordan. La primera era dorada.
Los Nets y el golpe contra la misma piedra
Y los Nets, claro. Un equipo que para el aficionado joven es una amalgama de fracasos chillones, el juegue roto de esa superposici¨®n moderna: los s¨²per equipos, el jugador empoderado y como estos (o m¨¢s bien, las grandes estrellas empoderadas: no es lo mismo) construyen aquellos, muchas veces la verdadera esencia del problema. Una franquicia venerable con m¨¢s de medio siglo de historia, la de Julius Erving y la que fue New York Jets en la ABA, es ahora mismo un artefacto del h¨ªper capitalismo desde el traslado de Newark (con un final decadente, muy cerca pero en realidad muy lejos de la capital del mundo) a Brooklyn. El meollo, la mina de oro, el reto?o de una nueva estirpe de multimillonarios. Primero Mikhail Prokhorov, que se present¨® con aquel inolvidable ¡°americanos, vengo en son de paz¡± pronunciado con su cerrado acento ruso. Despu¨¦s Joe Tsai, cofundador de Alibaba. Los nuevos tiempos, las nuevas burbujas, el nuevo capital en una Liga de crecimiento exponencial. Porque finalmente, tambi¨¦n en este momento de m¨¢xima oscuridad, queda esto: los Nets val¨ªan menos de 400 millones de d¨®lares en 2012 y valen ahora m¨¢s de 3.200.
Phrokorov dilapid¨® un proyecto, destruy¨® un futuro y se quem¨® a lo bonzo en aquel traspaso circense (12 de julio de 2013) por Paul Pierce, Kevin Garnett (y Jason Terry y, si se quiere completar, DJ White y unos picks de los que salieron Kyle Kuzma y Sasha Vezenkov) por cinco jugadores y un lote hist¨®rico de rondas que acabaron siendo (salt¨¢ndonos algunos detalles) James Young, Jaylen Brown, Markelle Fultz y Collin Sexton. Los Jays, Brown y Tatum (v¨ªa Fultz), el coraz¨®n de los Celtics que acaban de jugar las Finales, salieron de esa operaci¨®n que envi¨® a los Nets a la reconstrucci¨®n m¨¢s dif¨ªcil de la historia. Siempre hay una moraleja porque, claro, siempre nos empe?amos en encontrarla a posteriori. Como el viejo proverbio: cuando el puente se ha roto, todo el mundo sabe qu¨¦ puente no hab¨ªa que haber cruzado.
Cargado de a?os y egos, aquel primer s¨²per equipo (Deron Williams, Joe Johnson, Paul Pierce, Kevin Garnett, Brook Lopez) no pas¨® de segunda ronda de playoffs (esto va sonando, ?no?). Disuelto en tiempo r¨¦cord, el suelo desapareci¨® (tres a?os sin playoffs y por debajo del 35% de victorias) y los picks enviados a Boston se convirtieron en piedras preciosas. Pasa, tambi¨¦n: las moralejas. Pero para 2019, en tiempo r¨¦cord visto lo visto, los Nets hab¨ªan reconstruido su cultura, regresado a playoffs, enarbolado la bandera del futuro imposible. A base de min¨²sculas pero valiosas operaciones en los despachos, de ganancias marginales y de recuperar talento da?ado, construir jugadores de fabricaci¨®n casera. El directivo Sean Marks y el entrenador Kenny Atkinson formaron un t¨¢ndem milagroso, y los Nets se vieron en situaci¨®n de crecer y establecer una nueva forma de ganar. En cuanto la tuvieron, hicieron lo que casi siempre se hace en estos casos: tirar la hoja de ruta a la papelera y abrazar los sue?os de grandeza. La vieja forma de ganar. Las moralejas est¨¢n muy bien, pero a posteriori. En el verano de 2019, llegaron Kevin Durant y Kyrie Irving. Tres a?os despu¨¦s, exactos (de 30 de junio a 30 de junio), la petici¨®n de traspaso de Durant y la poca resistencia de los Nets finiquita (o eso parece, maldita sea) el proyecto. Los Jays acaban de jugar las Finales, el bot¨ªn del primer desastre de unos Nets que, en ese tiempo, se levantaron, se metieron en el ca?¨®n del hombre bala (pasen y vean) y se han vuelto a caer. Hasta los infiernos, si todo sigue un guion que ya parece dif¨ªcil de cambiar.
La madre de todos los desastres
Estamos, si nadie lo remedia y salvo posibles enmiendas, que todo es opinable, ante el mayor fracaso de la historia de la NBA. El gran proyecto fallido. La madre de todos los desastres. El aviso que todos escuchar¨¢n¡ hasta que llegue la ocasi¨®n de repetir estos errores que muchos, pelda?o a pelda?o, repetir¨¢n con gusto. Pasar¨¢, cuando llegue el momento. Porque hay muchos proyectos que se han estrellado pese a estar llenos de estrellas. Pero muy pocos equipos han sido campeones sin una buena dosis extra de talento.
Los Nets 2018-19 ganaron 42 partidos y regresaron a playoffs completando el vuelco formidable desde las ruinas m¨¢s profundas. Marks y Atkinson hab¨ªan enlazado aciertos de los m¨¢s dif¨ªciles: mucho con muy poco. era un equipo de causas perdidas. El de D¡¯Angelo Russell, Joe Harris, Spencer Dinwiddie, Jarrett Allen, DeMarre Carrolll, Allen Crabbe... Esa cultura, y desde luego esa sede en Brooklyn (la capital del mundo) facilit¨® la llegada de Kevin Durant y Kyrie Irving, dos estrellas (muy) complejas que dejaban situaciones por las que otros habr¨ªan matado (los Warriors pluscuamperfectos, los eternos Celtics) para unirse en Nueva York¡ pero no en los Knicks. Fue el verano, por cierto, en el que Kawhi Leonard se llev¨® a Paul George con ¨¦l a los Clippers; en el que Anthony Davis se reuni¨® con LeBron en los Lakers y en el que Russell Westbrook dej¨® los Thunder para probar suerte con James Harden en Houston. Pasen y vean.
Las grandes estrellas hab¨ªan convertido el panorama de la Liga en arcilla moldeable, lejos la inocencia de los tiempos en los que se tem¨ªa, por ejemplo, que las concentraciones ol¨ªmpicas crearan amistades demasiado amistosas. La partida empezaba a jugarse con luz y taqu¨ªgrafos, con los equilibrios de poder saltando por los aires. Las verdaderas consecuencias, conviene tenerlo claro, se ver¨¢n pronto: el convenio colectivo caduca en el verano de 2024. Las dos partes querr¨ªan (Adam Silver m¨¢s que nadie) volver a arreglarlo antes de tiempo y sin sobresaltos, como en el acuerdo que se firm¨® en 2017. En diciembre los dos negociadores, jugadores y franquicias, pueden romper la baraja y forzar el final del actual marco normativo. Estos movimientos de las estrellas van a estar enn las agendas de los propietarios. Habr¨¢ tensi¨®n, veremos si sangre. El juguete, por ahora, ha estado funcionando como nunca digan lo que digan unos y otros. El salario medio de los jugadores supera los siete millones de d¨®lares, las estrellas firman contratos que empiezan a entrar en el rango de los 60 millones anuales, el valor medio de las franquicias supera los 2.000 y, con ingresos en ritmo de r¨¦cord, la NBA exprimir¨¢ su edad de oro en el pr¨®ximo contrato televisivo. ?Cu¨¢nto da?o real quieren hacerse unos a otros ante este panorama? Lo sabremos pronto.
En estos tres a?os los Nets han tenido a Kevin Durant, Kyrie Irving y, durante trece meses que ahora parecen un sue?o extra?o, un recuerdo lejan¨ªsimo, a James Harden. Hicieron (c¨®mo no) espacio econ¨®mico y deportivo a los dos primeros, e incluso liberaron masa salarial para darle al destartalado DeAndre Jordan cuarenta millones por cuatro a?os porque llegaba como amigu¨ªsimo. Jarrett Allen, el p¨ªvot criado en la casa, se fue a los Cavaliers en el trade por Harden y ya es all star con contrato de 100 millones. Dinwiddie, LeVert¡ todos fueron saliendo. Tambi¨¦n Atkinson, poco antes de la pandemia. Si la cultura de los Nets se hab¨ªa vendido como un factor de atracci¨®n para KD y Kyrie, esta hab¨ªa dejado de contar en cuanto estos entraron por la puerta. O eso, o en realidad nunca hubo un plan que no consistiera en que ellos fueran la cultura. Quer¨ªan jugar juntos, quer¨ªan estar en Nueva York (la ciudad de Kyrie, la sede de los negocios de Durant) y quer¨ªan, o eso parece por lo que hicieron con todas las opciones en su mano, un lugar sin el peso espec¨ªfico de los Knicks. O tal vez nada estaba tan planeado y las cosas solo sucedieron. Pero los Nets ten¨ªan que plegarse a lo que fuera, a todo, para tener a las s¨²per estrellas. Y despu¨¦s han lamentado casi a diario haberse plegado a todo para tener a las s¨²per estrellas. Las moralejas vienen despu¨¦s, pero la realidad es esa. Jodida.
El s¨²per equipo que nunca existi¨®
Steve Nash, sin ninguna experiencia como entrenador, ten¨ªa el benepl¨¢cito de Durant, y todos los asistentes que llegaron estaban de una manera o de otra relacionados con el nuevo jugador franquicia/franquicia personificada: Adam Harrington hab¨ªa sido su preparador personal y fue quien le present¨® al propio Nash; Brian Keefe trabaj¨® con ¨¦l en los Thunder y David Vanterpool creci¨® en el mismo barrio que KD. Si ganas, y eso siempre es as¨ª, todo tiene sentido. Ya se encargar¨¢n las narrativas de construirse solas. Que pregunten a los Lakers, que entre tornado y tornado de porquer¨ªa pescaron el anillo de 2020. Pero en estos tres a?os los Nets no han ganado. Han jugado una semifinal de Conferencia y han sido barridos (4-0) dos veces en primera ronda. Su balance en partidos de playoffs es 7-13. La temporada pasada perdieron durante una racha con Durant lesionado 11 partidos seguidos, pasaron de l¨ªderes del Este al purgatorio del play in, se llevaron el rosco contra los Celtics de los Jays (el futuro que nunca fue en Brooklyn) y empezaron el curso con una plantilla de m¨¢s de 300 millones entre fichas y un impuesto de lujo desorbitado. Eso, como han demostrado los Warriors, est¨¢ muy bien¡ si ganas. Pese al crecimiento constante del valor de la franquicia, una afici¨®n con un toque artificial (en la ciudad de los Knicks) se queja de que las entradas se han puesto a precio de oro aunque el espect¨¢culo no ha acompa?ado. Y el due?o, Tsai, llora p¨¦rdidas de (dice) unos 100 millones en el ¨²ltimo a?o y, pasa cada vez m¨¢s, tiene problemas para conjugar su mega ¨¦xito en el resto de negocios con la fatiga para tratar con estas s¨²per estrellas que se mueven con sus propias normas. El c¨®ctel es mort¨ªfero¡ otra vez, si no ganas.
La irrupci¨®n de James Harden, otra estrella de mala cabeza y decisiones cada vez m¨¢s confusas en la frontera entre el empoderamiento y el capricho, ten¨ªa que haber formado un big three at¨®mico, un equipo de leyenda. Los tres, una tragedia moderna, acabaron jugando juntos 16 partidos en trece meses (13-3, eso s¨ª). Por ese alquiler tan temporal de La Barba, los Nets le dieron a los Rockets un par de jugadores sin peso y, ojo, otro saco de picks que pueden acabar siendo valios¨ªsimos ahora que le proyecto se derrumba. El s¨ªndrome Jays, renacido: las primeras de 2022, 2024 y 2026 sin ninguna protecci¨®n (algo trascendental, y extra?o); una primera de 2022 que los Cavs heredaron de los Bucks y el derecho a cuatro intercambios de picks (2021, 2023, 2025, 2027). Los Rockets, en plena reconstrucci¨®n, controlan de facto el material de draft de los Nets hasta 2027. Y este ha disparado su valor con la petici¨®n de traspaso de Kevin Durant. Los Nets, si caen, no tendr¨¢n el que suele ser asidero principal de las reconstrucciones. Estar¨¢n en la nada. Otra vez. Y con su imagen como franquicia lastimada, mellada hasta el extremo. Una pesadilla, literalmente. La zona cero del gran colapso.
En la segunda temporada, la 2020-21, unos cent¨ªmetros del pie de Durant evitaron que los Nets, con Kyrie lesionado y James Harden en pista de cuerpo presente (con una lesi¨®n muscular que le convert¨ªa en poco m¨¢s que un se?uelo), eliminaran a los Bucks, a la postre campeones, en semifinales del Este. El deporte tiene estas cosas, siempre ha sido as¨ª. Es el gran reino de los What If, los qu¨¦ habr¨ªa pasado si... En 2019, los Nets le dieron 164 millones de d¨®lares por cuatro a?os a un Kevin Durant con el tal¨®n de Aquiles roto. El pasado verano le firmaron una extensi¨®n de 4x194 que, es una iron¨ªa muy cruel, todav¨ªa ni ha entrado en vigor. Pero KD, camino de los 34 a?os y con un historial de lesiones que empieza ser feo (esta temporada, esguince de rodilla) se ha pasado semanas sin hablar con la franquicia, que ya se preparaba para lo peor, y arremeti¨® ayer directamente con Tsai, el propietario. Petici¨®n de traspaso, lista de destinos predilectos (Suns, Heat¡) y efecto domin¨® a la vista. Sin ¨¦l, la continuidad de Kyrie (el gran distorsionador) deja de tener sentido. El proyecto, sencillamente, deja de existir.
Las alargadas sombras de la Bah¨ªa
Durant, sea o no justo, no perdona que no haya habido una extensi¨®n de contrato larga, y seguramente m¨¢xima, para su amigo Kyrie. Nunca ejerci¨® de jugador franquicia m¨¢s all¨¢ de meter muchas canastas y jam¨¢s quiso entrometerse en el asunto del base con la vacuna, finalmente el hipop¨®tamo en la cacharrer¨ªa. En los Warriors, porque las comparaciones siempre son odiosas, se gestion¨® con ¨¦xito el caso Wiggins y la cosa acab¨® en t¨ªtulo. Con Stephen Curry, ups, como factor inevitable dentro y fuera de la pista. Tres a?os despu¨¦s de la fuga de Durant. En Brooklyn, la negativa a vacunarse de Kyrie convirti¨® en un circo agotador la temporada 2021-22. En la franquicia acabaron hartos de ¨¦l, sin m¨¢s motiva para seguir pendientes de su estrepitosa inestabilidad que el v¨ªnculo irrompible con Durant. Kyrie ha acabado pareciendo un mal necesario para tener a KD, pero a KD no le gusta que eso sea tan obvio. Kyrie tiene 30 a?os y ha dejado de ser un jugador fiable pese a que su talento es ¨²nico, uno de los m¨¢s especiales de la historia. Solo 29 partidos la pasada temporada, un factor de caos y pol¨¦mica constante y una actitud que no gust¨® nada en la franquicia durante el desastre de playoffs contra los Celtics. Era impensable que, con el mercado de espaldas al jugador, los Nets tragaran con una extensi¨®n de cinco a?os y m¨¢s de 200 millones. Durant no tiene ganas de verlo as¨ª. Para ¨¦l, todo es una constante prueba, todo puede cambiar en un instante. No ha habido muchos jugadores de su nivel en toda la historia. Tenerlo contento, incluso a partir de esa premisa, empieza a parecer un reto extenuante para cualquier proyecto deportivo.
Los Nets se han equivocado. M¨¢s que por c¨®mo han acabado jugando sus bazas, por la forma en la que se han ido convirtiendo en el primo de la partida. Fiados, una vez m¨¢s, a ganar. Es lo que pasa cuando todo el discurso es un verbo. Porque cuando no ganas, las narrativas tambi¨¦n se escriben solas. Kyrie y Durant tambi¨¦n salen muy mal parados. En tres a?os (en primero en suspenso por la lesi¨®n del alero) han jugado 44 partidos juntos en regular season. Con playoffs, 58 de 247. El 23%. Quisieron a Harden, se enfadaron con Harden, perdieron de vista a Harden, fracasaron en la pista, estropearon muchas de las cosas que tocaron¡ y no han tenido paciencia ni implicaci¨®n cuando quiz¨¢ el plan A tendr¨ªa que haber sido poner esparadrapo y tirar para adelante. Durant se quiere ir. Y, ya se sabe, cuando dices que te quieres ir, ya te has ido. Y Kyrie aprieta otra vez para acabar en los Lakers ahora que, si sale KD, los Nets no tendr¨¢n motivos para retenerlo (ni ganas)¡ pero tampoco opciones de sacar un acuerdo especialmente bueno por sus 36,3 millones de expiring, la famosa player option que hace unos d¨ªas se planteaba (al menos en el escaparte medi¨¢tico) si aceptar o no.
Es ins¨®lito que un jugador de nivel hist¨®rico como Kevin Durant pida el traspaso con cuatro a?os de contrato por delante, en una situaci¨®n que en teor¨ªa es de control total de la franquicia. No es el caso. Por discurso medi¨¢tico, por fatiga estructural, por realidad deportiva¡ KD, si realmente quiere, volver¨¢ a cambiar de equipo en (todav¨ªa) su prime, o eso creemos. Y con mucho que decir sobre d¨®nde y c¨®mo jugar¨¢, aunque pudiera parecer lo contrario. Este escenario, toda su carrera 2016-2022 de hecho, es algo nunca visto, repito, en una estrella de su dimensi¨®n. Su car¨¢cter es un rompecabezas cada vez m¨¢s complejo, un cubo de Rubik al que todav¨ªa se querr¨¢ enfrentar cualquiera porque el talento, ay, es extraordinario. Generacional. El que gana anillos (o deber¨ªa ganarlos). Tambi¨¦n (aunque menos) el de Kyrie, pero este ya ha desmontado su momento El jugador devorado por el personaje. Los Lakers, si consiguieran hacerse con ¨¦l y soltar a Russell Westbrook (est¨¢n as¨ª de desesperados, claro) ser¨ªan el escenario de su redenci¨®n o el del golpe de gracia. Carnaza en Hollywood. No quer¨ªa jugar con LeBron en Cleveland, no quer¨ªa jugar bajo las 17 banderas de campeones de los Celtics, no ha querido afrontar las consecuencias de sus actos en Brooklyn¡ ?Qu¨¦ quieres ahora, Kyrie?
Los Nets iniciaron la partida, callaron (rehenes) mientras los participantes cambiaban las reglas y se vieron en realidad fuera del tablero cuando quisieron plantarse. Era tarde. Todav¨ªa no han traspasado ni a Durant (que deber¨ªa dejar un retorno hist¨®rico si se consuma su salida) ni al pu?etero Kyrie, pero apilan suficientes pecados y errores como para perder sin parecer tampoco la v¨ªctima. El peor escenario posible. Sin legitimidad, convertidos en ejemplo, sometidos a disecci¨®n y escarnio y sin una sola hoja de ruta que aporte, ahora mismo, nada que no sea el consuelo del olvido. La era del jugador empoderado y la era de los s¨²per equipos maridan, se entremezclan y crean una NBA viral y en perpet¨²o movimiento. Pero tambi¨¦n producen monstruos. Y movimientos s¨ªsmicos de unas consecuencias que todav¨ªa ni adivinamos. De las pistas a los despachos y de ah¨ª, cuidado, a los salones en los que se negociar¨¢ el pr¨®ximo convenio colectivo. Pasen y vean.