La lucha por el t¨ªtulo ha evolucionado a lo largo de la historia de una NBA que hoy estrena formato con duelos muy medi¨¢ticos: Westbrook contra los Celtics, LeBron contra Curry....
La NBA complet¨®, finalmente con ¨¦xito, al menos con el suficiente ¨¦xito en unas circunstancias muy adversas, una fase regular 2020-21 extenuante y compleja. Con una llegada testimonial y progresiva, en goteo de m¨ªnimos, de aficionados a las gradas, con un calendario comprimido, todav¨ªa fuera de sus fechas tradicionales, y con diez partidos menos para cada una de las treinta franquicias: de 82 a 72 por escuadra.
Un curso accidentado; con muchas lesiones, con complicaciones derivadas de la pandemia y varios ajustes (algunos cr¨ªticos) de los protocolos sanitarios establecidos por la Liga para cumplir con un objetivo herc¨²leo: a diferencia del reinicio de Walt Disney World para cerrar la temporada pasada, con un tit¨¢nico trabajo de log¨ªstica, esta vez la misi¨®n era todav¨ªa m¨¢s compleja. Se trataba de esarrollar una temporada completa sin burbuja, cara a cara frente al virus y con treinta equipos, y sus comitivas completas, jugando hasta cuatro partidos semanales con viajes constantes por todo Estados Unidos. Llegar a la meta como se ha llegado, con buena nota y sin sobresaltos dram¨¢ticos, es en s¨ª un enorme ¨¦xito. La NBA, en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles, ha hecho su trabajo, el que Adam Silver defini¨® con sencillez cuando la Liga se enfrent¨® al abismo del par¨®n, en marzo de 2020: organizar partidos de baloncesto.
Durante las ¨²ltimas semanas de regular season, cuando la meta ya se avistaba y los problemas parec¨ªan cosa del pasado, objetivo superado, una saludable (y nueva) marejada deportiva sacud¨ªa los titulares y acaparaba los debates. No se hablaba del virus ni de unas cuentas econ¨®micas que habr¨¢ que ir cuadrando cuando se pueda y como se pueda. Y no se hablaba, o no tanto, ¨²nicamente de las eliminatorias que asomaban para los favoritos o las c¨¢balas para ganar posiciones de cara al draft de las franquicias en las catacumbas de la clasificaci¨®n. La atenci¨®n se hab¨ªa acabado centrando, por pura inercia, en la pelea por el play in; el nuevo factor, el ingrediente que la NBA ech¨® a la receta para relanzar su sabor antes de que pudiera acabar pareciendo revenida. Desde ese punto de vista, el play in ha funcionado en una Liga que, no hay que olvidarlo, es cualquier cosa menos r¨ªgida. El¨¢stica, sin miedo a los cambios y en permanente debate sobre c¨®mo mejorar su producto, por ¨¦tica y por est¨¦tica. Y para, al fin y al cabo, contentar a ese eje vertical que enlaza a grandes cadenas de televisi¨®n y aficionados. Todav¨ªa, por muy modernos que sean estos tiempos (que lo son), el gran quid de la cuesti¨®n.
Ese cambio, que no parec¨ªa gran cosa antes de que arrancara la temporada, cuando todav¨ªa estaba lejos, y que ya se hab¨ªa ensayado (en versi¨®n mini) en la burbuja de Florida, ha acabado aportando un notable redise?o del tramo final de la regular season. Es el play in. B¨¢sicamente, esto:
Se trata de un nuevo sistema de clasificaci¨®n que mete partidos de eliminaci¨®n entre la regular season y los playoffs. Picante, v¨¦rtigo y emoci¨®n antes de la primera ronda, que no siempre llega con la suficiente cafe¨ªna. Los playoffs no se tocan: ocho equipos por Conferencia y series (primera ronda, semifinales, finales de Conferencia y Finales) al mejor de siete partidos. Pero s¨ª cambia el acceso. Ya no llegan directamente los ocho mejores sino que son solo los seis primeros los que acceden a las eliminatorias por la v¨ªa tradicional, en funci¨®n de su clasificaci¨®n. Las otras dos plazas se las juegan los clasificados en las posiciones s¨¦ptima, octava, novena y d¨¦cima. Es lo mismo en las dos Conferencias: s¨¦ptimo y octavo juegan un partido en la pista del primero, y el ganador se clasifica como s¨¦ptimo. En paralelo, noveno y d¨¦cimo juegan (tambi¨¦n en la pista del primero) otro partido, este para eliminar al perdedor. La ¨²ltima plaza, la del octavo de Conferencia, se la juegan el derrotado en el primer duelo y el ganador del segundo. De esta forma, s¨¦ptimo y octavo tienen la opci¨®n de clasificarse con un solo triunfo¡ o a la segunda pudiendo permitirse una derrota. El noveno y el d¨¦cimo tienen que ganar dos partidos, seguidos y sin fallo, para escalar a los playoffs.
Un puente: el 16 de mayo acab¨® la regular season y el 22 empiezan los playoffs. Entre el 18 y el 21 se va a resolver este play in que las franquicias solo aprobaron para esta temporada, 2020-21. Pero la idea ha gustado y, con su cuota de cr¨ªticas, ha sido en general bien recibida y mejor comprendida a medida que ha avanzado la temporada y se han visto sus virtudes en las ¨²ltimas semanas de competici¨®n. As¨ª que lo normal es que el play in haya llegado para quedarse, que vaya a trascender de invitado a habitual en la estructura del calendario NBA. Veremos si definitivamente en su formato de esta edici¨®n, que transform¨® el experimento de la burbuja de Florida.
All¨ª, en una prueba m¨¢s vol¨¢til, el play in era un ¨²nico enfrentamiento entre el octavo y el noveno (en cada Conferencia) que se activaba solo si el noveno acababa a cuatro partidos o menos del octavo en la clasificaci¨®n. En el Este ni siquiera se dio esta condici¨®n, pero en el Oeste s¨ª. Y el octavo, Portland Trail Blazers, se enfrent¨® al noveno y gan¨® su plaza en playoffs en el primer partido. De haberse impuesto el equipo de Tennessee, se habr¨ªa tenido que disputar un segundo duelo, ya definitivo. En la forma en que se va a disputar ahora, el play in est¨¢ garantizado, introduce m¨¢s partidos y m¨¢s equipos implicados. Tiene una estructura m¨¢s recia, m¨¢s sostenible.
En esencia, el gran debate en el que estaba metida la NBA antes de la llegada de la pandemia, y del paso forzado a un modo de vida de supervivencia, se centraba en la sostenibilidad a medio y largo plazo de un modelo de indudable ¨¦xito en los ¨²ltimos a?os pero cuyos pilares, se tem¨ªa, podr¨ªan no ser lo suficientemente s¨®lidos a largo plazo. Se trataba, y es tan sencillo como eso, de que los partidos volvieran a importar. La NBA tiene un calendario de 82 por equipo, un mont¨®n de noches para las televisiones, un mont¨®n de jornadas con los pabellones abiertos y produciendo (entradas, merchandising, restauraci¨®n¡) para las franquicias. Pero una carrera de fondo en la que los equipos seleccionan esfuerzos, dosifican energ¨ªas, cada vez m¨¢s racionalizan parones de sus estrellas para conservar las piernas frescas. En la que, en realidad, espantan gran parte del dramatismo que irrumpe despu¨¦s en playoffs. Cuando el producto alcanza su punto culminante.
Tradicionalmente, la jornada inaugural marca un pico que conduce a un valle hasta la jornada de Navidad, de ah¨ª al fin de semana del All Star¡ ?y despu¨¦s? La inercia era clara en los ¨²ltimos a?os: los equipos con aspiraciones daban descansos pautados a sus mejores jugadores con la mente puesta en los playoffs; y aquellos sin opciones o en plena reconstrucci¨®n se dejaban ir para multiplicar sus opciones de ¨¦xito en el siguiente draft, el consabido tanking que fue evolucionando de circunstancial a industrial, con equipos dedicando tramos de varios a?os a ser lo suficientemente malos para ser despu¨¦s muy buenos: del s¨®tano al ¨¢tico sin pasar por los pisos intermedios. El mejor ejemplo, muy medi¨¢tico pero tambi¨¦n muy nocivo, lleg¨® con los Sixers del Proceso, un eufemismo que permiti¨® al equipo acceder a Joel Embiid y Ben Simmons pero que oblig¨® a solo 47 victorias en un trienio (2014-16) y tiene sin trabajo desde que sali¨® de Philadelphia a su cerebro y arquitecto, Sam Hinkie.
La NBA ha crecido much¨ªsimo en los ¨²ltimos a?os gracias a una estrategia que potencial el debate en redes, la generaci¨®n constante de contenido, los hitos permanentes¡ pero no los partidos, en n¨²cleo; el perfil de seguimiento cl¨¢sico que conserva como oro en pa?o, por ejemplo, la NFL. Una Liga, la mayor de todas en Estados Unidos, tradicional en sus valores competitivos: pocos partidos por equipo (16 que ser¨¢n 17 a partir de la pr¨®xima temporada), casi todos con much¨ªsimo en juego, rodeados de ceremonia y m¨ªstica. De drama. La NBA, mientras, satura las redes (con una legi¨®n h¨ªper activa de seguidores que mutan en productores de contenido) con discusiones acerca de esta o aquella estrella, comparaciones entre ¨¦pocas, hitos estad¨ªsticos de todo pelaje (unos cuantos intrascendentes o poco m¨¢s que anecd¨®ticos), v¨ªdeos de jugadas, memes¡ y poca insistencia en los resultados y c¨®mo se ha llegado a ellos. ?Funciona? S¨ª. Y lo hace adem¨¢s entre un p¨²blico joven y muy apetecible como target. Pero, a la hora de la verdad, ?es sostenible? Y, sobre todo, ?conecta con las necesidades de quienes, todav¨ªa, pagan la mayor parte de la gran fiesta?
Porque en los ¨²ltimos quince meses ha quedado claro, por si hab¨ªa dudas, que las grandes televisiones tienen todav¨ªa la sart¨¦n por el mango, por mucho que se avance en nuevos formatos y nuevos estilos de consumo. Las televisiones apretaron para que se retomara la temporada pasada, y de hecho un socio preferente como Disney fue instrumental para que se creara la burbuja en el ESPN Wide World of Sports, en el complejo de Walt Disney World. Las televisiones apretaron para que la temporada 2020-21 empezara en diciembre, con el margen justo para no perder la jornada de Navidad, absolutamente estrat¨¦gica. Y empujaron para que hubiera All Star, un poco sui generis, y para que no se jugara m¨¢s all¨¢ de julio, lejos del hundimiento de las audiencias que sigue provocando agosto y sin coincidir con los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio.
Porque estos son los n¨²meros de esta edad de oro en la que estaba metida la NBA antes de las turbulencias sanitarias: es la competici¨®n profesional estadounidense con los propietarios m¨¢s ricos (sus fortunas alcanzan los 3.300 millones de d¨®lares de promedio) y con el tiempo en el cargo m¨¢s corto (la renovaci¨®n es evidente) (12,4 a?os de media). Las franquicias valen unos 2.200 millones de media, con los Knicks alcanzando los 5.000 y Warriors y Lakers en camino, no muy lejos y m¨¢s all¨¢ de los 4.500. Y la media de los salarios (unos 450 jugadores por temporada) supera los 7 millones. Los aficionados, otro dato importante, tienen la media de edad m¨¢s joven de las grandes ligas. En este paradis¨ªaco panorama, y antes de la COVID, los ingresos llegaban en ritmo superior a los 8.000 millones anuales.
Todo eso es resultado, claro, de muchas aristas, muchas razones y muchas vetas estrat¨¦gicas. Pero un pilar troncal: los grandes contratos televisivos, los padres de la bonanza. Esos 8.000 millones eran 3.800 antes del lockout de 2011 y 5.300 cuando se firmaron esos nuevos acuerdos, en 2015. Disney (que acapara accionariado de ESPN y ABC) y Turner (TNT) pasaron a pagar unas cifras cercanas a los 24.000 millones de d¨®lares por nueve a?os (desde 2016 y hasta 2025). Para entender la magnitud del acuerdo para la NBA, basta un dato: hasta entonces, Disney pagaba unos 485 millones y Turner unos 445 por temporada y en contratos que terminaban despu¨¦s de la temporada 2015-16. Esa cantidad pas¨® a casi triplicarse a partir de la siguiente campa?a.
As¨ª que, s¨ª. Las televisiones tienen voz y voto en lo que sucede en la NBA. Y la zozobra de audiencias durante los dos ¨²ltimos a?os ha sido un asunto seguido al mil¨ªmetro en las oficinas de la Liga. Por ahora, sin dramas (aparentemente) a la vista. De hecho, se habla de que el pr¨®ximo acuerdo podr¨ªa triplicar los ingresos para la NBA y pasar de esos 24.000 millones por nueve a?os a m¨¢s de 70.000 por el mismo per¨ªodo. Una subida del 213% sobre unas cantidades que dan ahora unos 2.600 millones anuales. Cotas cercanas a los 10.000 millones anuales que rondan los derechos de la NFL. Tal cosa es posible pero requiere, exige, un cuidado m¨¢ximo del producto y un control de calidad constante con la mirada puesta en c¨®mo mejorar.
Por eso la NBA reconoce siempre sin tapujos que todas las opciones est¨¢n, unas como simples posibilidades de futuro y otras en debates reales de viabilidad, sobre la mesa: el cambio en el formato de los playoffs, incluida la posibilidad de eliminar la divisi¨®n por Conferencias, la reducci¨®n de la regular season, la creaci¨®n de un torneo (a modo de March Madness o Copa europea) en mitad del calendario convencional o, ya lo hemos visto, unos cambios radicales en el All Star Game, que ha roto la cl¨¢sica dicotom¨ªa Este vs Oeste y ha eliminado, con el elam ending, el formato de partido tradicional, a cuatro cuartos de doce minutos.
En esa l¨ªnea de an¨¢lisis y ejecuci¨®n, se ha incrementado la vigilancia y se han endurecido las medidas contra los descansos no justificados de los jugadores, especialmente de las grandes estrellas y con la vista puesta en las franjas horarias m¨¢s aprovechables y se?aladas para las retransmisiones televisivas. Y se han cambiado las opciones de la loter¨ªa del draft (el reparto de los n¨²meros de selecci¨®n entre el 1 y el 14 de la primera ronda) para que perder m¨¢s no implique mejorarlas dr¨¢sticamente. Para que la distribuci¨®n de talento joven no sea una invitaci¨®n constante a acumular derrotas. No al menos para los que ya han perdido en cascada.
Desde 2019, se sortean las cuatro primeras plazas y no las tres primeras del draft. El que suma m¨¢s derrotas ha pasado a llevarse una elecci¨®n media (por probabilidades) del pick 3,7 (antes era del 2,6), el segundo ha bajado del 3 al 3,9, el tercero del 3,4 al 4,1... Antes, el peor de la regular season ten¨ªa un 25% de opci¨®n de llevarse el n¨²mero 1 y un 64% de tener un top 3. El segundo, 20 y 56% y el tercero, 15,6 y 47%. Ahora los tres tienen un 14% de n¨²mero y un 40% de top 3. Y el cuarto peor un 12,5 y un 37%. Da lo mismo ser ¨²ltimo que antepen¨²ltimo. Y ni siquiera entre el peor y el cuarto peor hay una diferencia que (a priori) justifique regalar m¨¢s partidos de la cuenta de forma grosera o, simplemente, muy visible. Ese es, ni m¨¢s ni menos, el clima de permanente evoluci¨®n, sostenida pero imparable, en el que se ha enmarcado tambi¨¦n la aparici¨®n del play in: m¨¢s partidos significativos, m¨¢s cosas en juego, m¨¢s drama en la pista y menos en lo aleatorio. Menos equipos motivados por perder m¨¢s de la cuenta, m¨¢s con opciones de colarse en una previa a los playoffs que suena muy bien. M¨¢s competitividad.
En gran parte, y si juzgamos por este a?o I, ha funcionado. Llegadas las ¨²ltimas semanas de temporada, muchas veces un espect¨¢culo poco edificante a la espera del draft (unos) y los playoffs (otros), hab¨ªa al menos doce equipos en cada Conferencia peleando en el baile del d¨²o playoffs/play in. Y los equipos han hecho cuentas y peleado de verdad por evitar esa ronda previa, que a la vez ha alimentado la esperanza de otros que habr¨ªan estado descartados mucho antes (Pelicans y Kings en el Oeste, Bulls y Raptors en el Este).
Ha habido cr¨ªticas, claro. Siempre hay una l¨ªnea de pensamiento a la que le cuesta moverse, asumir cambios, animada a pensar que es mejor no tocar nada, que todo tiempo pasado fue mejor. Entre los equipos y los jugadores, los palos han sido m¨¢s sonados que multitudinarios, por sus protagonistas. LeBron James pidi¨® el despido de qui¨¦n hubiera ideado esta f¨®rmula, curiosamente cuando una plaga de lesiones mandaba a sus Lakers de cabeza esa ronda previa contra la que parec¨ªan vacunados en el principio de temporada.
En Dallas, Luka Doncic tambi¨¦n fue muy cr¨ªtico¡ tambi¨¦n cuando los Mavericks parec¨ªan abocados a ese trance que finalmente evitaron en un brillante final de temporada. Y su jefe, Mark Cuban, el propietario de los Mavericks, fue otro de los que sali¨® a la palestra pero no tanto como para criticar al play in en s¨ª mismo como para afirmar que no era el momento, que quiz¨¢ la temporada de pandemia ya era lo suficientemente complicada y particular como para hacer experimentos. Pero se hizo. Y ha salido bien, esa parece la realidad m¨¢s all¨¢ de gustos particulares. Y seguramente no haya mejor prueba que las palabras finales de Rick Carlisle, el entrenador de los Mavs (de Doncic y Cuban...) despu¨¦s del ¨²ltimo partido de la temporada de su equipo, que acab¨® finalmente quinto del Oeste y evit¨® el paso por este nuevo purgatorio: "Ha sido un ¨¦xito tremendo de la Liga, que ha logrado lo que pretenc¨ªa, crear una expectac¨ªn much¨ªsimo mayor".
La NBA, desde luego, ha tenido al azar, a las cosas de la Liga, de cara para este primer gran ensayo del play in tras el episodio piloto de la burbuja de Florida: por un lado, los clasificados y los emparejamientos se han resuelto en la ¨²ltima jornada. Y en la foto finish: en el Este, ha decidido un triple empate entre los equipos octavo, noveno y d¨¦cimo: Washington Wizards, Indiana Pacers y Charlotte Hornets han terminado as¨ª, en ese orden, por detr¨¢s de Boston Celtics, s¨¦ptimo y cabeza de serie del play in: jugar¨¢ en su pista y siempre y con dos opciones para clasificarse. En el Oeste, mientras, otro triple empate ha decidido qui¨¦nes se salvaban y qui¨¦n ca¨ªa al s¨¦ptimo: los Mavericks acabaron quintos, los Blazers sextos con su victoria de la ¨²ltima jornada frente a unos Nuggets ya sin nada en juego y los Lakers, el campe¨®n, s¨¦ptimos por tener los desempates perdidos y a pesar de su aceler¨®n final (cinco victorias seguidas).
As¨ª que el play in se jugar¨¢ as¨ª: hoy martes, en el Este, los Pacers reciben a los Hornets (00:30) y los Celtics a los Wizards (03:00). El que pierda el primer partido estar¨¢ fuera, el que lo gane se enfrentar¨¢ al perdedor del Celtics-Wizards, cuyo vencedor estar¨¢ en playoffs. En el Oeste se juega el mi¨¦rcoles: Memphis Grizzlies-San Antonio Spurs (01:30) y Los Angeles Lakers-Golden State Warriors (04:00). Lakers y Warriors resolver¨¢n el s¨¦ptimo puesto en el Staples Center de L.A.; al que pierda la quedar¨¢ la opci¨®n de ser octavo si gana en su pista al que se lleve el Grizzlies-Spurs. El partido decisivo del Este ser¨¢ el jueves, el del Oeste el viernes¡ y el s¨¢bado empezar¨¢n los playoffs 2021. La gran ruta hacia el anillo.
Dif¨ªcilmente habr¨ªa dise?ado la NBA un escenario mejor si hubiera podido hacerlo a su gusto, con la vista puesta en generar impacto y expectaci¨®n. Dos finalistas de Conferencia de la pasada temporada y dos de los equipos m¨¢s seguidos de la Liga, Boston Celtics y Los Angeles Lakers, estar¨¢n en el play in contra cualquier pron¨®stico que se pudiera haber hecho antes de la temporada. Los dos gigantes hist¨®ricos que cuentan con 17 anillos cada uno, un empate de leyenda. La irregularidad de los primeros y la plaga de lesiones de los segundos ha provocado un desenlace que garantiza el ¨¦xito medi¨¢tico del play in. Porque, adem¨¢s, sus duelos son tremendos: para los Celtics, unos Wizards que han remado tras un espantoso inicio de temporada y que cuentan con dos megaestrellas como Bradley Beal y el carism¨¢tico Russell Westbrook. Y, para los Lakers, la madre de todos los partidos: los Warriors, el gran equipo de esta generaci¨®n; combate californiano, dos franquicias que son garant¨ªa de seguimiento y audiencias¡ y, claro, enfrentamiento LeBron James-Stephen Curry, el duelo que marc¨® el ¨²ltimo lustro con las cuatro Finales que enfrentaron de forma consecutiva a Warriors y Cavaliers. Much¨ªsimo nivel para el primer play in; una certeza de que habr¨¢ mucho ruido durante los pr¨®ximos d¨ªas y, seguramente, de que tenemos nuevo formato para rato. Tiene toda la pinta.