Una investigaci¨®n a cargo de expertos de la Cl¨ªnica Mayo (EEUU) sugiere que un consumo elevado de productos l¨¢cteos, como leche y queso, est¨¢ asociado a mayor riesgo de c¨¢ncer de pr¨®stata tras llevar a cabo una revisi¨®n de 47 estudios existentes con el objetivo de comprender el riesgo de sufrir este tipo de c¨¢ncer en relaci¨®n con determinados alimentos de origen vegetal y animal.

¡°Nuestra revisi¨®n de la literatura existente sugiere que el consumo de mayores cantidades de alimentos de origen vegetal puede estar asociado con un menor riesgo de c¨¢ncer de pr¨®stata, y el consumo de mayores cantidades de productos l¨¢cteos puede estar asociado con un mayor riesgo. Por otra parte no parece haber una asociaci¨®n clara entre un mayor riesgo de c¨¢ncer de pr¨®stata y un mayor consumo de otros tipos de alimentos de origen animal, como carne, pescado y huevos¡±, explica John Shin, onc¨®logo de la Cl¨ªnica Mayo y principal autor de la investigaci¨®n.

Los resultados del trabajo, publicado en el 'Journal of the American Osteopathic Association', son el resultado del an¨¢lisis de 47 estudios publicados entre 2006 y 2017, que involucr¨® a m¨¢s de un mill¨®n de hombres. Y los investigadores descubrieron concluyen que los hombres con una dieta rica en l¨¢cteos ten¨ªan hasta un 65 por ciento m¨¢s de probabilidades de desarrollar c¨¢ncer de pr¨®stata, siendo el calcio un factor a tener en cuenta.

No en vano, anteriores estudios han demostrado que los productos l¨¢cteos son la principal fuente de calcio en los pa¨ªses occidentales, donde las tasas de c¨¢ncer de pr¨®stata son altas. Por el contrario, hay tasas m¨¢s bajas de c¨¢ncer de pr¨®stata en los pa¨ªses asi¨¢ticos, donde la ingesta de productos l¨¢cteos es baja.

Limitaciones de la investigaci¨®n

No obstante, a pesar de lo llamativa de la conclusi¨®n, los expertos abogan por realizar estudios complementarios ya que sus hallazgos est¨¢n basados en asociaciones y no se puede establecer una causa. De hecho, los propios investigadores reconocen una serie de ¡°limitaciones¡±. ¡°A pesar de la b¨²squeda amplia y el m¨¦todo detallado de extracci¨®n de datos, no incluimos un metan¨¢lisis con nuestra revisi¨®n sistem¨¢tica porque la heterogeneidad significativa encontrada entre los estudios impide un an¨¢lisis cuantitativo significativo¡±, explica Shin.

¡°Los datos epidemiol¨®gicos no pueden probar la causalidad, por lo que cualquier cambio en el riesgo de c¨¢ncer de pr¨®stata es por asociaci¨®n y est¨¢ sujeto a factores de confusi¨®n. Por ejemplo, las personas que siguen dietas m¨¢s prudentes tambi¨¦n tienen menos probabilidades de fumar o beber alcohol y m¨¢s probabilidades de hacer ejercicio. Al igual que con la mayor¨ªa de los estudios de nutrici¨®n observacional, los datos presentados fueron recolectados principalmente por el recuerdo de la dieta, que tiene defectos inherentes. Adem¨¢s, el efecto de la dieta el riesgo de c¨¢ncer de p¨®stata tambi¨¦n es dif¨ªcil de estudiar debido a la indolencia inherente de la enfermedad y la variabilidad en la estadificaci¨®n¡±, concluye el onc¨®logo.

En resumidas cuentas, no puede dudarse del valor de la investigaci¨®n, que alerta sobre las posibles consecuencias, siempre desde la prudencia, de un consumo elevado de productos l¨¢cteos. Pero como indican los propios investigadores no puede establecerse una causa por lo que, a la espera de futuras investigaciones, la incorporaci¨®n en la dieta de las cantidades recomendadas de productos l¨¢cteos, una o dos raciones al d¨ªa, puede considerarse parte de una dieta equilibrada y saludable, aunque como coinciden diversos especialistas en nutrici¨®n, no son imprescindibles.