Carta a un hater de los Warriors
El fichaje de DeMarcus Cousins ha multiplicado las opiniones contrarias a los Warriors, ya uno de los grandes equipos de la historia.
La NBA no va a hacer nada para evitar que Golden State Warriors haga el equipo que le parezca conveniente dentro de las normas afiladas hasta la ¨²ltima coma en el convenio colectivo (que bastantes dolores de cabeza da de por s¨ª). Esas normas, por cierto, proh¨ªben (art¨ªculos 14 y 24) cualquier intromisi¨®n en negociaciones, cruce de informaciones o sugerencia que pueda implicar falta de objetividad y transparencia. Y el veto del traspaso de Chris Paul a los Lakers, habr¨¢ que seguir repiti¨¦ndolo hasta el fin de los d¨ªas si es necesario, fue un error de David Stern pero tambi¨¦n y sobre todo una circunstancia absolutamente excepcional: el comisionado de la NBA ejerc¨ªa de general manager en funciones de unos Hornets (ahora Pelicans) sin due?o y adoptados por la liga hasta su venta a Tom Benson. Por entonces, en 2011, las franquicias rumiaban los anillos de los Lakers con la llegada de Pau Gasol en lo que entonces se consider¨® un traspaso escandaloso (hasta Popovich perdi¨® el temple) y la formaci¨®n del s¨²per equipo de Miami Heat (LeBron James-Dwyane Wade-Chris Bosh). El resto de franquicias, las consideradas de los mercados peque?os, le apretaron las tuercas a Stern. Tan v¨ªctimas se sent¨ªan de una realidad (innegable) que al mismo tiempo camufla muchas veces casos obvios de p¨¦sima praxis. Paul acab¨® en L.A. (Clippers) con un traspaso seguramente peor para los Hornets y Kobe Bryant sigue encabezonado a d¨ªa de hoy con que el ¨²ltimo lockout se orquest¨® solamente para frenar a sus Lakers. Y ponte t¨² a convencer a Kobe de cualquier otra cosa. En cualquier tema.
Pero hay otro punto fundamental: la NBA no va hacer nada contra los Warriors porque le viene de maravilla que existan los Warriors por mucho que se pretenda insistir en lo contrario. Los viejos aficionados de la Bah¨ªa, que no todo es Silicon Valley y traslado a Mission Bay y su balc¨®n al mar, argumentar¨ªan (argumentan, de hecho), que tampoco hizo mucho la NBA por ellos cuando enlazaban derrotas hasta llegar a 33 consecutivas o cuando se pasaron 17 a?os con solo 12 victorias contra los Lakers en el Pac¨ªfico y una visita a playoffs.
La NBA vive su mejor momento, indiscutiblemente en ingresos y popularidad (y de esos ingresos deriva v¨ªa Bastetball Related Income el salary cap: es un c¨ªrculo vicioso), seguramente tambi¨¦n en cuanto a volumen y profundidad de talento. Es la nueva era que auspici¨® Stern, una de reglamento que dej¨® atr¨¢s las defensas ultra agresivas y el juego f¨ªsico de los 90 para liberar a los guards creativos, castigar a los p¨ªvots por el camino y producir partidos con m¨¢s ritmo, m¨¢s puntos y m¨¢s highilights. Fue muy criticado desde algunos sectores, pero funcion¨®. Porque el gran p¨²blico, la masa que ve la televisi¨®n, quiere divertirse. Y los s¨²per equipos divierten. Producen n¨²meros hist¨®ricos, rumores constantes, drama y asombro. Los Celtics ganaban todos los a?os en la ¨¦poca de Bill Russell y ahora recordamos a ese equipo como algo legendario, el epitome de muchas cosas que cambiaron el baloncesto para siempre. Es probable que la historia juzgue a estos Warriors m¨¢s en esa l¨ªnea que en la de los malditos traidores cobardes que compraban anillos a base de millones. Cuesti¨®n de perspectiva. Hay equipos que gastan mucho y no salen del pozo. Los Cavaliers que han perdido tres Finales de cuatro contra los Warriors ten¨ªan siempre una plantilla m¨¢s cara. Los Thunder est¨¢n (a la espera de lo que hagan con el contrato de Carmelo Anthony) en un payroll hist¨®rico que les puede mandar m¨¢s all¨¢ de los 300 millones si se a?ade el impuesto de lujo. Y eso para mantener un equipo que el a?o pasado llegado rebotando a los playoffs y cay¨® en primera ronda. Y con la aparici¨®n en su accionariado de mucho dinero procedente del petr¨®leo. Es lo que han decidido y no est¨¢n haciendo trampas. Pero los Warriors tampoco.
La NBA s¨ª podr¨ªa plantearse cambios (no revoluciones) relativos a su gesti¨®n del impuesto del lujo, a la mayor o menor dureza del cap. Es algo que, al fin y al cabo, siempre est¨¢ sobre el tapete. Habr¨ªa soluciones creativas que no necesitan llegar a establecer un cap ultra duro sin ning¨²n tipo de excepci¨®n. Porque los contratos est¨¢n llenos de garant¨ªas, variantes y excepciones. Por suerte: quisieran los jugadores de la NFL el nivel de poder, seguridad y libertad de sus compa?eros en la NBA. Todo eso que han ganado. Adem¨¢s, s¨ª, esta es una ¨¦poca de un nuevo perfil de estrellas. Jugadores que llegan convertidos ya en ¨ªdolos prematuros desde los torneos amateur (AAU) veraniegos, un circo de vanidades que espanta a una vieja guardia que, por otra parte, habr¨ªa querido para s¨ª una m¨ªsera pizca de lo que hay ahora: hasta 1988 la agencia libre no exist¨ªa tal y como la conocemos ahora. Los jugadores no pod¨ªan elegir destino por su simple voluntad ni siquiera cuando acababan contrato. Y los Warriors no han sido los primeros en entender esto: Pat Riley (pura vieja guardia, curiosamente) ya lo hab¨ªa hecho cuando reuni¨®n al big three en Miami.
Adam Silver suele dar capotazos al asunto Warriors asegurando que la liga acaba equilibrando su competitividad por s¨ª misma. Suele ser as¨ª. Y en todo caso, el gran error que creo que cometen muchos aficionados cr¨ªticos es considerar a ese equipo un patr¨®n a combatir: no es una norma, es la excepci¨®n. Y como tal viene mejor considerarla. Aunque llegue este verano y rechinen los dientes porque han fichado a DeMarcus Cousins. Porque sin ¨¦l, adem¨¢s, no estaban mucho m¨¢s bajas sus opciones de threepeat. Y el jugador, por su parte, ha elegido intentar ser campe¨®n mientras recuperar vigencia, f¨ªsico e imagen. Como no es un veterano o no va a otro equipo distinto a los Warriors, su movimiento ha sido totalmente estigmatizado. Tambi¨¦n lo fue el de Kevin Durant. All¨¢ cada cual, obviamente, pero en el camino se pierden muchas partes de la historia, muchas voces de los protagonistas. y conviene escucharlas aunque no nos guste lo que dicen.
Los Warriors suelen hacer todo bien, esa es la realidad. Han pasado de franquicia decr¨¦pita a hist¨®rica, de amago de quiebra a un traslado a San Francisco con el que quieren aspirar al trono mercantil de Knicks y Lakers. Han dejado atr¨¢s a la para tantas cosas olvidada Oakland, y da mucha pena. Pero Joe Lacob y Peter nunca escondieron sus intenciones cuando se hicieron con la franquicia en 2010 por 450 millones. Hoy vale unos 3.100, ya a las puertas de los citados gigantes del Oeste (3.300... antes de LeBron) y Este (3.600). Los Warriors fueron los que contrataron a Bob Myers, a Steve Kerr, a Ron Adams... Draftearon a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Harrison Barnes en un margen de tres a?os y todos por debajo del top 5. En su segundo contrato, el primero fuerte, Green se rebaj¨® el sueldo para ir a por Durant en el verano de 2016. El alero, despu¨¦s, perdon¨® unos 10 millones en 2017 para que no se fuera el n¨²cleo duro, a la cabeza Andre Iguodala. Stephen Curry firm¨® uno de los grandes chollos de la historia (4 a?os, 44 millones) en 2012... y entonces parec¨ªa un riesgo que algunos tacharon de suicida porque se no se pod¨ªa saber qu¨¦ vida real iban a tener sus maltrechos tobillos. En medio de todo esto, la NBA revolucion¨® su historia con los 24.000 millones por nueve a?os de su acuerdo televisivo, y para canalizar la catarata de dinero que estaba a punto de entrar se trat¨® de suavizar? hacer progresivo el aumento del cap. Que no sucediera de repente para proteger a los equipos de s¨ª mismos. Esa pol¨ªtica, que tambi¨¦n tuvo sus cr¨ªticos, acab¨® en un crecimiento entre dos temporadas de 24,1 millones (de 70 a 94,1). Coincidi¨® exactamente con el momento en el que Kevin Durant se puso a tiro.
Lo que quiero decir es que hay una mezcla de excepcional trabajo, excepcional suerte, excepcional qu¨ªmica (eso no siempre se le valora a semejante reuni¨®n de estrellas) y excepcional desarrollo de los acontecimientos que invita a pensar que lo excepcional es, precisamente, estos Warriors. As¨ª que seguramente convenga m¨¢s disfrutarlos (el que siga haci¨¦ndolo) o detestarlos (que se lleva mucho ahora) que intentar combatirlos con transformaciones radicales de una competici¨®n que en general goza de una salud excelente. En los 72 a?os de historia de la NBA, cinco equipos han ganado 50 anillos. Entre los Lakers y los Celtics suman 33. Hay muchos matices y no siempre hubo 30 franquicias, pero se escuchan cosas que har¨¢n pensar a los profanos que antes de los Warriors las franquicias se repart¨ªan con alegr¨ªa y paridad anillos y visitas a las Finales. Y sin intentar siempre tener a los mejores jugadores, las mayores posibilidades de ser campeonas y los grifos de ingresos abiertos de par en par. Estos Warriors tampoco van a ser eternos (se supone). Quiz¨¢ sea mejor ir viendo c¨®mo y cu¨¢ndo ganarles. Eso piensan Daryl Morey y Sam Presti, por ejemplo, los ingenieros de los Rockets y los Thunder.
No voy a convencer a nadie, imagino. Much¨ªsima gente va a seguir echando sapos y culebras en cuanto se nombre a los Warriors. Y en su derecho estar¨¢, por supuesto. Igual que sus aficionados pueden hablar del draft, el desarrollo de su propio talento y la toma id¨®nea de decisiones mucho antes de la llegada de Kevin Durant o de que DeMarcus Cousins llame ¨¦l personalmente a los Warriors, y no al contrario, para tantear el terreno. Los draft, la agencia libre, la ventana de mercado... la NBA se ha convertido en un producto que vende sin cesar, est¨¦ viva la temporada o no. Dudo mucho que Silver tenga ahora mismo el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en cambiar nada de todo eso.
Adem¨¢s, no siempre las cosas acaban como se espera. Ni siquiera estos Warriors 2018-19 son una certeza (lo m¨¢s parecido a una s¨ª, desde luego). Y en todo caso, aunque haya otra barrida en las Finales al final del camino, me resulta imposible entender que haya quien no quiera recorrerlo solo por eso y por mucho que todos prefiramos emoci¨®n, igualdad, competitividad... y que ganen nuestros equipos. En ese sentido, me encant¨® un tuit de Shea Serrano (que es de los Spurs, por cierto): ¡°Si solo ves baloncesto para ver qui¨¦n gana el campeonato, te est¨¢s perdiendo el 90% de lo que pasa en realidad¡±.