?Por qu¨¦ Jerry West es el logo de la NBA y qui¨¦n hizo el dise?o?
Jerry West, logo de la NBA, ha muerto a los 86 a?os. Leyenda absoluta de la competici¨®n, perdi¨® seis Finales de las ocho que disput¨® ante los Celtics. Pero gan¨® el anillo de 1972 y descubri¨® a Kobe Bryant.
De todos los colores que componen la escala crom¨¢tica, el verde es sin duda el que m¨¢s odiaba Jerry West. En todas sus formas y tonalidades, sin ning¨²n tipo de excepci¨®n y en un grado mayor que cualquier sentimiento de repulsa que pueda emanar del ser humano. Y con motivos m¨¢s que justificados, merced a las seis Finales de la NBA en las que cay¨® ante los Celtics, ese equipo que puebla sus peores pesadillas, con la eterna (y eternizada) sombra de Bill Russell tapando la luz que parec¨ªa emanar de la ciudad de Los ?ngeles todos los d¨ªas del a?o excepto ese en el que la marea verde hac¨ªa su aparici¨®n. Los mismos anillos que Michael Jordan gan¨® en los 90 ante cinco rivales diferentes, fueron los que se escurrieron de los dedos de West ante un mismo equipo, ese que gan¨® 11 campeonatos y tuvo el mayo dominio que la NBA ha visto en su larga historia. Uno que, entre sus muchas v¨ªctimas, tuvo una que destac¨® por encima del resto: Los Angeles Lakers.
La historia de West est¨¢ llena de adversidades, con las batallas perdidas contra los Celtics como la menor de todas ellas. Quinto de seis hermanos, recibi¨® de ni?o los abusos f¨ªsicos de su padre, por lo que tuvo que dormir con una pistola bajo la almohada por temor a tener que matarle en defensa propia. Agresivo durante su infancia, se volvi¨® un chico t¨ªmido e introspectivo cuando su hermano David muri¨® en 1951 en la guerra de Corea, hecho que marc¨® profundamente a West. La futura estrella de la Liga no ten¨ªa pinta de convertirse en alguien semejante, siendo un ni?o d¨¦bil y escu¨¢lido que necesitaba que le inyectaran vitaminas y se manten¨ªa alejado de los deportes por miedo a una lesi¨®n grave. Practicaba solo la caza y la pesca, al igual que lanzaba a canasta siempre que pod¨ªa. Esto hizo que entrara en el East Bank High School, con quienes estuvo ligado en su adolescencia y educaci¨®n secundaria. Marcado profundamente por los abusos de su padre y la muerte de su hermano, hechos que le influyeron notablemente en su car¨¢cter, el jugador se fue formando poco a poco, abandonando las dificultades derivadas de su escasa estatura para centrarse en la defensa y otras partes del juego que le ayudaron a desarrollar, siempre desde el trabajo, sus cualidades baloncest¨ªsticas, que inclu¨ªan una gran capacidad reboteadora y una extraordinaria resistencia al dolor, como ya demostr¨® en varios episodios durante su carrera profesional.
Tambi¨¦n su car¨¢cter, siempre solitario pero con un liderazgo demostrado a trav¨¦s del ejemplo, siendo la referencia de unas plantillas que siempre le siguieron. West desarroll¨® como directivo un buen discurso, pero se bas¨® en el trabajo diario para motivar a sus compa?eros durante su etapa como jugador. En su primer a?o en el instituto fue nombrado capit¨¢n y llev¨® a East Bank al campeonato estatal el 24 de marzo de 1956, promediando 32,2 puntos por partido. Esto llev¨® al colegio a cambiar su nombre a West Bank High School todos los a?os el 24 de marzo en honor a su prodigio, una pr¨¢ctica que se mantuvo vigente hasta que la escuela cerr¨® en 1999. La influencia que todav¨ªa ten¨ªa en ¨¦l su familia le hizo quedarse en Virginia para acudir all¨ª a la Universidad, rechazando la oferta de otras 60 candidatas. All¨ª permaneci¨® cuatro a?os, completando toda su formaci¨®n, siendo nombrado dos veces All-American, MVP de la Final Four de la NCAA en 1959 y teniendo su n¨²mero 44 retirado. Una proeza que le permiti¨® acudir a los Juegos Ol¨ªmpicos de Roma en 1960, ganando el oro junto a contempor¨¢neos como Oscar Robertson antes de dar el salto a la NBA (n¨²mero 2 de la primera ronda del draft) y llevar su liderato a Los ?ngeles, lejos por primera vez de su familia. Ese mismo a?o se cas¨® con Martha Jane Kane, con la que tuvo tres hijos antes de divorciarse, 16 a?os m¨¢s tarde.
¡°No vas a conseguir nada en la vida si solo te esfuerzas los d¨ªas que te sientes bien¡±. La frase la dijo Jerry West en su etapa como profesional, pero hubo momento en los que pareci¨® incluso que se iba a quedar solo con la primera parte y que se iba a retirar con las manos vac¨ªas. Finalmente consigui¨® el t¨ªtulo en 1972, tras perder dos a?os antes ante los Knicks en las primeras Finales en las que se enfrentar¨ªa a un rival distinto a los Celtics, que culminaron en 1969 esos 11 t¨ªtulos. Siete de ellos ante los angelinos, que vieron por el camino como eran los grandes derrotados en el primero, cuando todav¨ªa estaban en Minneapolis y el escolta hac¨ªa de las suyas en la West Virginia, y en el ¨²ltimo, en uno de los mayores bochornos de la historia de las Finales. Ese d¨ªa, los Lakers vivieron probablemente su derrota m¨¢s dura, potenciada por los globos que el due?o de la franquicia, Jack Kent Cooke, hab¨ªa colgado de las vigas del viejo Forum, queriendo anticipar una victoria que nunca tuvo lugar y enfureciendo much¨ªsimo a West, que finaliz¨® el partido con 42 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias, pero nada pudo hacer ante la canasta de Don Nelson en los ¨²ltimos minutos que pon¨ªa el broche de oro ala dinast¨ªa celtic con un ajustad¨ªsimo resultado (108-106).
La estrella, que promedi¨® 37,9 puntos en esa serie, tuvo que consolarse con el MVP de las Finales, premio que se estrenaba por aquel entonces y que luego ser¨ªa rebautizado por David Stern en 2009 con el nombre de Bill Russell, para consternaci¨®n de un West que vio entre bambalinas como su n¨¦mesis deportiva le provocaba una nueva punzada de dolor, esta vez en un recuerdo lejano; pero que nunca se ha borrado de la privilegiada mente de su protagonista, que fue el primer MVP de las Finales, y hasta ahora el ¨²nico que lo ha conseguido siendo parte del equipo perdedor. Y, curiosamente, consiguiendo algo que ya hab¨ªa hecho en la NCAA, cuando West Virginia cay¨® ante California en la final de 1959. Ni siquiera LeBron James, en su tit¨¢nico esfuerzo en 2015, pudo igualar semejante haza?a a pesar de entrar para muchos en las quinielas. El alero promedi¨® entonces 35,8 puntos, 13,3 rebotes y 8,8 asistencias, n¨²meros que bien podr¨ªan haber sido recompensados con el premio, sin el que se qued¨® entonces a favor de Andre Iguodala, su emparejamiento en esa serie.
El Rey, por cierto, ha disputado ya m¨¢s Finales que West, 10, y comparte con ¨¦l parcialmente esa tendencia que para uno fue una tortura constante y para el otro, cosas de la mejor Liga del mundo, un motivo para ser elevado a lo m¨¢s alto: la de perderlas. El escolta finaliz¨® con una sola victoria en nueve intentos, regresando por ¨²ltima vez en 1973, ya con el anillo en el bolsillo y cediendo ante unos Knicks que eran, aunque a muchos les cueste creerlo, la referencia deportiva de Estados Unidos a principio de los 70. LeBron ha logrado cuatro, siendo el tercer jugador de la historia que m¨¢s Finales ha perdido, con seis. Entre medias de los dos se encuentra Baylor, ese hombre que sent¨® en otra era las bases del perfil de jugador que ha llegado a ser el propio James, pero que tuvo una suerte infinitamente m¨¢s peque?a, cayendo en las ocho que disput¨® y lesion¨¢ndose a inicios de la temporada 1971-72. S¨ª, esa de las 33 victorias consecutivas con West y Chamberlain a la cabeza y que supuso, con el ansiado anillo, el mayor sentimiento de alivio que un jugador de la NBA ha podido llegar a sentir.
Kobe, el epicentro de la historia reciente de Mr.Clutch
Si al aficionado m¨¢s joven le puede sonar Jerry West, es por haber sido el responsable de seleccionar a Kobe Bryant en el draft de 1996. Es sin duda su mayor proeza como directivo, una faceta en la que se inici¨® en 1982 tras llevar durante tres temporadas (1976-79) a unos Lakers uniformes (balones a Jabbar) y con un enardecimiento tan bajo como el que su entrenador sent¨ªa por un cargo que siempre consider¨® un deber impuesto. Esos Lakers fueron un equipo monocorde, capaz de ganar partidos en regular season (53, 45 y 47 esos tres a?os) pero que chocaba en playoffs (las finales del Oeste de 1977 fueron el tope) por su falta de entusiasmo y las pocas propuestas en pista m¨¢s all¨¢ de un Kareem Abdul-Jabbar que hab¨ªa aterrizado en Hollywood el a?o anterior para dar continuidad a esa tradici¨®n angelina de hombres altos por la que ya hab¨ªan pasado George Mikan y Wilt Chamberlain. Entre el primero y el ¨²ltimo, ya reconvertido al Islam, solo se gan¨® un campeonato, precisamente con West a la cabeza, a?adiendo as¨ª un t¨ªtulo a una racha que se hab¨ªa iniciado en Mine¨¢polis pero que no tendr¨ªa una continuidad real en cuanto a dominio hasta la llegada de Jerry Buss a la franquicia, dos d¨¦cadas despu¨¦s del traslado a Los ?ngeles. Junto con Magic, Worthy, Riley y el propio Jabbar, claro.
Precisamente con Magic Johnson tuvo West uno de sus pocos errores en los despachos, aunque nunca se le ha tenido en cuenta al no ocupar ning¨²n cargo oficial por aquel entonces. Fue uno de los responsables de que Cooke, a punto de entregar la franquicia al Doctor Buss, estuviera dispuesto a dejar pasar al talentoso base de Michigan State para hacerse con los servicios de Sidney Moncrief. Y si bien el base de Arkansas, que finalmente recal¨® en los Bucks, tuvo una gran carrera (dos veces Mejor Defensor y cinco All-Star), nadie era comparable a un Magic que lo cambiar¨ªa todo, incluido el convertirse en el rookie mejor pagado de la historia con un sueldo anual estimado en medio mill¨®n de d¨®lares, unas cifras alt¨ªsimas hasta entonces y superadas solo un mes despu¨¦s por Larry Bird, que aterrizaba en los Celtics con 600.000.
La raz¨®n imper¨® ante la locura y el consejo de West qued¨® en el olvido. Al fin y al cabo, suyas fueron las pesquisas que hizo la franquicia a partir de 1982, cuando fue nombrado General Manager solo unos meses despu¨¦s de haber rechazado la posibilidad de volver al banquillo. En su lugar lleg¨® un Pat Riley que conoc¨ªa muy bien y con el que hab¨ªa compartido vestuario en el anillo de 1972, aceptando ¨¦ste el puesto solo despu¨¦s de que el propio West accediera a ayudarle durante algunos partidos, y sabiendo que su ex compa?ero estaba de acuerdo con el nombramiento de un hombre que ven¨ªa de ser asistente en los Lakers pero sin experiencias de tal magnitud, enfrent¨¢ndose al desaf¨ªo de dirigir a un contender nada m¨¢s empezar. Su apoyo fue esencial para que aceptara, y solo con su gu¨ªa pudo hacerse finalmente con un equipo que contuvo los egos de sus protagonistas gracias a la imponente figura que proteg¨ªa el engominado pelo del nuevo entrenador. En esos primeros a?os de Magic Johnson en la NBA, coincidentes con la etapa inicial de Jerry Buss en la franquicia, el due?o solo dio pasos en la direcci¨®n correcta, consiguiendo desentenderse parcialmente de la parte deportiva y dedicarse a sus negocios y sus j¨®venes parejas. En definitiva, a ocupar ese trono que era como un asiento en business, en el que ten¨ªa suficiente espacio para estirar las piernas y lucir esas camisas que vest¨ªa despreocupadamente y contrastaban con el glamour de la ciudad en la que se encontraba y la fortuna que pose¨ªa.
En apenas tres a?os, Buss se deshizo de Paul Westhead (tras amenazas y quejas de Magic) agradeciendo los servicios prestados, incluido el anillo de 1980 y le sustituy¨® por un hombre que se hoy d¨ªa es una de las figuras m¨¢s respetadas de la historia de la NBA y que se convirti¨®, por formas y fondo, en una referencia para el F¨®rum, que vio como en 1982 los Lakers conquistaban un nuevo t¨ªtulo. Pero sobre todo, encontr¨® un cargo a la altura de la figura de West, un hombre al que estaba empe?ado en colocar en la franquicia a la que pertenec¨ªa y en la que hab¨ªa pasado 14 a?os como jugador y tres como entrenador, sin separarse nunca de ella en esos tiempos en los que parec¨ªa no hacer nada pero no paraba de dar rienda suelta a su mente e influencia. El exjugador ocupar¨ªa el puesto de m¨¢nager general con un apetito ignoto desde que hab¨ªa dejado las pistas y que se alejaba del mostrado como entrenador. Buss insisti¨® lo justo para que West sintiera que pod¨ªa ser imprescindible y ¨¦ste acept¨® sustituyendo en el cargo a Bill Sharman, su entrenador en el campeonato conquistado una d¨¦cada antes. Durante ocho a?os, casi una d¨¦cada, el tridente Buss-West-Riley manej¨® la entidad verticalmente y por ese orden, iniciando la era dorada de los Lakers, la del Showtime, que tuvo la mejor representaci¨®n posible en pista (Magic y Kareem) y se tradujo en cuatro anillos, cinco si contamos el conquistado en 1980.
La calidad de West en los despachos fue sobradamente demostrada en esa d¨¦cada y finalmente constatada en la siguiente. Nada m¨¢s aterrizar seleccion¨® a James Worthy en el draft de 1982, y bajo su mando llegaron otros nombres inherentes a ese m¨ªtico equipo, como Byron Scott o A.C Green. ?ste ¨²ltimo lo hizo tras el anillo de 1985, el tercero de la dinast¨ªa y el primero en el que bat¨ªan a los Celtics en las Finales, una gozada que West disfrut¨® detr¨¢s del telar y tras enfrentarse a sus propios fantasmas un a?o antes, en el que los angelinos hab¨ªan cedido ante Boston en el s¨¦ptimo y definitivo partido, esa tortura china que Mr.Clutch vivi¨® hasta en tres ocasiones frente a la marea verde y en cuatro de las ocho Finales que perdi¨® como jugador. La venganza se complet¨® en 1987, con un nuevo triunfo ante el eterno rival que supuso un nuevo anillo, repetido al a?o siguiente ante unos Pistons que se vengar¨ªan en 1989. Ya sin Jabbar, los de p¨²rpura y oro a¨²n tuvieron tiempo de llegar a las Finales de 1991, con Vlade Divac (otra adquisici¨®n de West) de p¨ªvot titular.
Fue el serbio precisamente el elemento utilizado por el directivo para seleccionar a Kobe Bryant en 1996. Dos temporadas antes, Mitch Kupchak se hab¨ªa hecho con el cargo de General Manager, pero West segu¨ªa ocupando un puesto de responsabilidad como era el de Vicepresidente Ejecutivo. En su primer curso en el cargo, gan¨® el premio a Ejecutivo del A?o, tras contratar a Del Harris como entrenador y solventar la catastr¨®fica ausencia en playoffs de 1994 (la cuarta de los Lakers en toda su historia), algo que una franquicia como esa no se pod¨ªa permitir. Los angelinos consiguieron 15 victorias m¨¢s que el a?o anterior (48-34) y llegaron a semifinales del Oeste, permitiendo West que se llevara una transici¨®n favorecida por una plantilla que ten¨ªa entre sus filas a gente como Elden Campbell o Cedric Ceballos. Eso s¨ª, West sab¨ªa que ese equipo ten¨ªa un techo y esper¨® pacientemente el momento de dar un golpe sobre la mesa, algo que consigui¨® en 1996. El fichaje de Shaquille O¡¯Neal fue la gran noticia del verano, pero la jugada maestra se llev¨® a cabo unos d¨ªas antes, y su protagonista fue un chico del Lower Marion High School en el que West hab¨ªa visto algo que el resto no.
El directivo apalabr¨® con los Hornets el traspaso de decimotercer pick del draft a cambio de un Divac que nunca perdon¨® aquel movimiento y cuyo deseo era quedarse en Los ?ngeles, donde ten¨ªa una vida muy c¨®moda junto a su mujer. El serbio pensaba que su servicio hab¨ªa sido el adecuado, solventando con nota el papel de sustituir a Jabbar en un lugar en el que nunca estar¨ªa a la altura de los p¨ªvots que por all¨ª hab¨ªan pasado, pero en la que hab¨ªa puesto mucho tes¨®n y esfuerzo, con las Finales de 1991 y un gran papel en los a?os de transici¨®n. Sin embargo, la NBA es un negocio, y West ten¨ªa que liberar espacio salarial para fichar a un O¡¯Neal que ten¨ªa apalabrado y que llegar¨ªa el 18 de julio, una semana despu¨¦s de que se hiciera efectivo el traspaso de Kobe. Los Hornets necesitaban un p¨ªvot y a los Lakers les sobraba uno, algo que el directivo vio como una oportunidad de oro para hacerse con un chico que consideraba una futura estrella. West no les dijo a los Hornets a qui¨¦n ten¨ªan que seleccionar hasta justo antes de que les tocara por miedo a que cambiaran de opini¨®n, y el agente de Kobe avis¨® de que no quer¨ªa jugar en Charlotte antes y despu¨¦s de que David Stern pronunciaran el nombre de un hombre que cambiar¨ªa la historia. Aquel chaval de apenas 17 a?os (debut¨® con 18) que hab¨ªa humillado en las pr¨¢cticas con los equipos a la mayor¨ªa de sus rivales, ten¨ªa un uno contra uno excepcional y un aura especial que maravill¨® a un West que vio en ¨¦l el futuro de los Lakers. Y, ya se sabe, estaba en lo cierto.
Hoy, hace casi 24 a?os que West tom¨® la decisi¨®n m¨¢s importante de su carrera en el baloncesto, algo que hizo 22 despu¨¦s de retirarse. Incluso temporalmente son coincidentes las fechas de un hombre que ha sido el epicentro de su dedicaci¨®n al baloncesto y con el que tuvo una conexi¨®n especial que trascendi¨® a lo personal, como demostraron las l¨¢grimas vertidas tras la muerte de Kobe el pasado 26 de enero. Kobe Bryant comprendi¨®, igual que West en su d¨ªa (y como Magic en los 80) la grandeza de la franquicia a la que estar¨ªa ligado hasta su retirada y la idiosincrasia de la ciudad en la que se encontraba, haciendo, al igual que el hombre que apost¨® por ¨¦l en el draft e hizo del trabajo y el esfuerzo su santo y se?a. Incluso el apodo de West, Mr.Clutch, cuadra con uno de los mayores talentos atribuidos a Kobe, el de hacer tiros ganadores, siendo el que m¨¢s ha conseguido en la historia. Ese 11 de julio de 1996, 15 d¨ªas despu¨¦s del draft, Jerry West har¨ªa la que probablemente sea su mayor aportaci¨®n al baloncesto. Algo que, en un hombre de su grandeza, es decir mucho.
El divorcio con los Lakers y las nuevas aventuras
Ese verano, el legendario exjugador juntar¨ªa a Shaq y Kobe, iniciando un proyecto que dar¨ªa tres campeonatos a los Lakers, los primeros desde el Showtime. Y asegur¨® 20 a?os a la franquicia, todos los que disput¨® Bryant, que hizo buenos los pron¨®sticos de su descubridor, con la camiseta angelina. Eso s¨ª, West no los ver¨ªa todos como miembro de los Lakers, ya que sali¨® por la puerta de atr¨¢s en el verano del 2000. Ya amag¨® con retirarse en 1998, fruto del estr¨¦s que siempre deja la NBA, pero aguant¨® hasta hacer otros movimientos marca de la casa, fichando a Phil Jackson para la temporada 1999-00.
Ha habido una intensa rumorolog¨ªa por la decisi¨®n de West de abandonar los Lakers, y ¨¦sta sigue siendo objeto de debate hoy en d¨ªa. Lo cierto es que el cansancio alegado fue una obviedad, pero su papel con la plantilla cambi¨® mucho con la llegada de un Phil Jackson que cobraba 8 millones al a?o, m¨¢s que ning¨²n otro entrenador en la NBA y un sueldo auspiciado por el Doctor Buss y que West nunca vio justo. El Maestro Zen ven¨ªa de ganar seis anillos en la d¨¦cada de los 90 y no perd¨ªa una serie de playoffs desde 1995. Pronto se hizo patente la influencia que desarroll¨® sobre un Jerry Buss que se qued¨® sorprendido que le prometiera ¡°tres o hasta cuatro anillos¡± el mismo d¨ªa de su presentaci¨®n. Jackson ten¨ªa su modo de hacer las cosas y no s¨®lo llev¨® a Los ?ngeles a Tex Winter y su tri¨¢ngulo ofensivo, tambi¨¦n esa costumbre de mantener a los jugadores aislados y alejados de la directiva, algo que no le gustaba. Su animadversi¨®n hacia la parte ejecutiva, un sector del baloncesto que nunca ha llegado a comprender (como demostr¨® en los despachos de Nueva York), ven¨ªa de la mala relaci¨®n desarrollada con Jerry Krause y, en menor medida, Jerry Reindsford, en los Bulls, y no iba a permitir que nadie se inmiscuyera de nuevo en su trabajo.
Jackson prohibi¨® que los directivos viajaran en el autob¨²s del equipo, una regla que se saltaron en ocasiones el General Manager Mitch Kupchak y un Jim Buss que iba ganando poder en la franquicia de su padre y que perder¨ªa a?os despu¨¦s el Juego de Tronos particular con su hermana por el control total de los Lakers. Sin embargo, a nadie le molestaron estas medidas tanto como a West, que tuvo un contacto cada vez menor con Shaq y, sobre todo, con un Kobe que iba a su despacho antes de que llegara Jackson a preguntarle, en su eterna obsesi¨®n por el juego, como era posible que hubiera promediado 30 puntos por partido en la 1961-62 cuando Elgin Baylor tambi¨¦n hab¨ªa hecho lo mismo. Tras un partido de las finales del Oeste ante los Blazers, se precipitaron los acontecimientos: Jackson pidi¨® a West que abandonara el vestuario para poder hablar a solas con los jugadores, algo que ¨¦ste se tom¨® como un insulto. En ese momento, el directivo tom¨® la decisi¨®n de abandonar una franquicia a la que hab¨ªa dado 40 a?os de servicio.
La relaci¨®n con Jackson fue el detonante de un divorcio anunciado y potenciado por muchos gestos que West nunca consider¨® justos hacia su persona. Su intachable reputaci¨®n dentro de la mejor Liga del mundo, de la que era el logo (luego hablaremos de esto) no iba acorde al trato que hab¨ªa recibido de la franquicia a la que hab¨ªa dedicado su vida en cuerpo y alma. West lider¨® a los Lakers a un campeonato y nueve Finales, convirti¨® a la franquicia en el eterno aspirante y el mayor rival de los Celtics de Russell, acept¨® ser entrenador cuando no quer¨ªa y demostr¨® unas dotes espectaculares en los despachos, siendo responsable de la llegada de Pat Riley y limando las bases de un proyecto que domin¨® los 80, antes de reconstruirlo hasta volver a guiarlo al campeonato, con responsabilidad directa en las llegadas de Kobe, Shaq y Phil Jackson (y Derek Fisher, Ron Harper, Robert Horry, Brian Shaw¡). Por todo eso, West nunca entendi¨® que el Doctor Buss, que tanto se esforz¨® en traerle en su d¨ªa, le ofreciera a Magic una peque?a parte de la propiedad del equipo y no tuviera la misma deferencia hacia ¨¦l. Como tampoco el empoderamiento que gan¨® el t¨ªo Phil, cuya relaci¨®n con Jeannie, hija de Jerry, le permiti¨® tener (durante alg¨²n tiempo) acceso a unos despachos vetados para los entrenadores m¨¢s all¨¢ de esos que, en la segunda d¨¦cada del siglo XXI, han juntado banquillos y directiva, una costumbre que nunca ha tenido demasiado ¨¦xito, ni ning¨²n tipo de arraigo.
Adem¨¢s, la relaci¨®n personal que West manten¨ªa con el ya mencionado Jerry Krause no gustaba a Jackson, que tampoco le perdon¨® a Mr.Clutch la mayor petici¨®n que hizo en su llegada: la de Scottie Pippen. El t¨¦cnico consider¨® que su hom¨®logo en los despachos no hizo lo suficiente para hacerse con un jugador que conoc¨ªa perfectamente el tri¨¢ngulo y ven¨ªa de hacer buenos n¨²meros en los Rockets, pero acab¨® fichando por los Blazers. En su lugar, West consigui¨® a Glenn Rice, un alero que hab¨ªa sido all-star y que acab¨® siendo clave en la consecuci¨®n del campeonato, pero esto no fue suficiente para Jackson. Las diferencias con el Doctor Buss eran grandes, pero los problemas con el Maestro Zen eran casi irreconciliables, con temas monetarios ya mencionados y diferencias tambi¨¦n en cuanto a gustos, con West siempre favorable a un Kobe que ve¨ªa el baloncesto igual que ¨¦l, al contrario que el entrenador, que siempre tir¨® m¨¢s hacia Shaq. Ir¨®nicamente, la defensa de Buss al propio Bryant en los a?os siguientes acab¨® propiciando la marcha del propio Jackson, que hab¨ªa pedido el traspaso de un jugador cuyo ego solo es comparable a su talento, pero que contaba para el due?o con m¨¢s argumentos para ser la cara de la franquicia por encima de un O¡¯Neal que empezaba a perder luz. En esa primera etapa, Jackson siempre fue contrario a Bryant, con el que tuvo infinitos problemas, y eso llev¨® a tener diferencias con West y, a la larga, con Buss.
De una forma u otra, The Logo pon¨ªa punto y final a una aventura a la que ya no ha regresado. Fiel a su estilo, sigue sin vestir prendas verdes que le recuerdan esa tortura que no quiere revivir, pero no ha recuperado su relaci¨®n con la franquicia, si bien nunca mencion¨® nada malo de ella y agradeci¨® todo lo que hab¨ªan conseguido en un comunicado en el que, por cierto, no mencion¨® a Phil Jackson. En 2007, hubo rumores que afirmaron que Kobe Bryant exigi¨® a los Lakers que West volviera a sus funciones a pleno rendimiento como condici¨®n indispensable para continuar en una franquicia que ven¨ªa de dos a?os complicados, con el escolta monopolizando el ataque y haciendo r¨¦cords anotadores pero sin lograr levantar el vuelo del equipo. Tanto West como Kobe negaron este hecho, y si bien el directivo no ten¨ªa equipo ese verano no regres¨® a unos Lakers de los que Bryant al final no se fue. Un acierto, tal y como atestiguan las tres Finales y los dos campeonatos que gan¨® tras ese movido verano.
En 2008, por cierto, cay¨® contra los Celtics, a los que venci¨® en 2010. Las dos ¨²ltimas ocasiones en las que la eterna rivalidad, que se inici¨® con el propio West, ha tenido lugar. En total, ambas franquicias han disputado 12 Finales, ganando nueve los Celtics, seis de ellas a los Lakers de West. Y de esas seis, tres fueron en el s¨¦ptimo partido y dos m¨¢s se resolvieron en seis. Una venganza que el exjugador se tom¨® como directivo, viendo como sus movimientos permit¨ªan a los Lakers ganar 10 anillos entre 1980 y 2020, por los cuatro de los Celtics¡ cinco y uno si contamos los ¨²ltimos 30 a?os. Una ¨²ltima era dominada por el coraz¨®n dorado de Los ?ngeles por encima de sus eternos enemigos, que fueron la referencia de la primera parte de la historia de la NBA, pero siguen viviendo, en ciertos debates, de un pasado cada vez m¨¢s lejano.
Curiosidades al margen, West se tom¨® un tiempo para reorganizar sus ideas antes de poner rumbo a Memphis. Una decisi¨®n extra?a en un mercado peque?o que vivi¨® con su figura la mejor racha de su historia. ¡°Despu¨¦s de ser parte del ¨¦xito de los Lakers durante tantos a?os, siempre me he preguntado c¨®mo ser¨ªa construir una franquicia ganadora que no haya tenido mucho ¨¦xito. Quiero ayudar a marcar la diferencia¡±, asegur¨® el directivo. En 2004, tras una temporada de 50 victorias en la que hab¨ªa fichado a Hubie Brown, gan¨® su segundo premio a Ejecutivo del A?o, ganando Brown el mismo premio a entrenador. Los Grizzlies jugaron playoffs tres temporadas consecutivas y Pau Gasol se col¨® en el All-Star de 2006, logros muy grandes para un equipo muy peque?o. West se fue en 2007, pero a la retirada y no a los Lakers (para desesperaci¨®n de Kobe) y por mucho que se prodigara por el Staples de cuando en cuando e hiciera apariciones estelares en celebraciones muy concretas. Ah¨ª se mantuvo hasta 2010, cuando fich¨® por los Warriors como asesor, ese puesto tan extra?o muy en boga hoy en d¨ªa que sirve para tener en n¨®mina a importantes nombres que pasan, en ocasiones, sin pena ni gloria.
No iba a ser el caso de West, que si bien no tuvo un papel tan importante como en Lakers o Grizzlies, hizo cosas esenciales para el futuro de la ¨²ltima gran dinast¨ªa de la historia de la NBA. Fue ¨¦l quien aconsej¨® a Bob Myers que no se llevara a cabo el traspaso que iba a intercambiar a Klay Thompson por un Kevin Love que en ese momento estaba en los Wolves y que acab¨® en los Cavs poco despu¨¦s. Klay fue esencial para los tres campeonatos en cinco Finales conquistados por los Warriors, y West propici¨®, utilizando m¨¢s su influencia que su acci¨®n directa, fichajes como el de Iguodala o Kevin Durant. Y fue favorable a la llegada de Steve Kerr, un t¨¦cnico sin experiencia, al igual que d¨¦cadas antes hab¨ªa propiciado que Pat Riley ocupara un banquillo destinado a grandes cosas. West tuvo en Golden State su ¨²ltimo contacto directo con Kobe en p¨²blico, el a?o de la retirada de este y en el ¨²ltimo encuentro que disput¨® en Oakland.
West estuvo seis a?os con los Warriors antes de fichar por los Clippers como consultor. Su regreso a Los ?ngeles se hizo con nuevas dosis de magia, siendo el promotor de que se traspasaron jugadores como Tobias Harris, reforzando el poder de Doc Rivers y haci¨¦ndose con los servicios de Kawhi Leonard y Paul George y convertir a ese hermano malo en el principal favorito a la NBA. Ah¨ª es donde se encuentra en estos momentos, en la ciudad que le vio nacer, su casa adoptiva m¨¢s all¨¢ de la original, West Virginia, y en la que ha pasado la mayor parte de su vida, conociendo all¨ª a su segunda esposa, Karen, con la que ha tenido dos hijos. Una vida dedicada al baloncesto y con muchas dosis de ¨¦xito, pero siempre marcada por las dificultades vividas en su infancia, que influyeron notablemente en una personalidad nerviosa e introvertida, muy particular y que le ha granjeado triunfos profesionales y dificultades en sus relaciones, siempre marcadas por una manera ¨²nica de hacer las cosas. Y una historia que se acaba el 12 de junio de 2024, con la muerte del mito.
El logo
Desde luego y al margen de todo lo acontecido, hay una cosa m¨¢s por la que se conoce a Jerry West, quiz¨¢ la m¨¢s famosa de todas: ser el logo de la NBA. Pero, ?es realmente West el que est¨¢ en la m¨ªtica imagen que acompa?a siempre a la mejor Liga del mundo? Oficialmente, esto nunca ha sido as¨ª, pero es una obviedad supina que se trata de su exacta fisonom¨ªa, delgada, tan caracter¨ªstica, lejos de los cuerpos atl¨¦ticos de hoy en d¨ªa pero capaz de rebotear de forma excepcional y ser un jugador total que dominaba todas las facetas del juego. Pero extraoficialmente, es obvio que se trata de West, que nunca ha reconocido ser ¨¦l ni tampoco ha recibido dinero por la misma, a pesar de recibir la imagen ingresos de 3 mil millones de d¨®lares anuales en licencias. La inteligencia mostrada por contempor¨¢neos como Pat Riley, que patent¨® la palabra tripitir (three peat) en los 80 e hizo clin clin caja cada vez que era utilizada en las d¨¦cadas siguientes, nunca interes¨® a un West que siempre ha huido de las preguntas sobre el logo.
La silueta de un jugador en color blanco y fondo azul y rojo (los colores de la bandera de los Estados Unidos) en ambos lados, junto la palabra ¡®NBA¡¯, es la se?a de identidad de una competici¨®n reconocible en los cinco continentes, a la altura de otras marcas como McDonald¡¯s o Coca Cola. Fue creada en 1969, a?o de las fat¨ªdicas Finales que colmaron la paciencia de su protagonista. Walter Keneddy, comisionado de la competici¨®n (no siempre estuvo David Stern), fue el promotor de la idea, pensando en la pujanza que manten¨ªa la NBA con la ABA y su creciente popularidad por aquel entonces. Ambas competiciones ten¨ªan un logo similar, y Keneddy le encarg¨® al publicista Alan Siegel la creaci¨®n de una nueva marca, algo que hizo inspir¨¢ndose en una foto de Jerry West en el All Star que era din¨¢mica, vertical y captaba la esencia del juego. El propio Siegel reconoci¨® que estaba inspirada en West, pero la NBA nunca lo confirm¨® expl¨ªcitamente, ni con Keneddy ni con los hombres que ocuparon posteriormente su cargo (Larry O¡¯Brein, David Stern y Adam Silver). De hecho en la ¨¦poca de Stern, el portavoz de la competici¨®n Tim Frank dijo eso de ¡°no hay constancia de que sea Jerry West¡±.
Siegel intent¨® explicar la negativa a reconocer la identidad de la silueta por parte de la NBA tiempo despu¨¦s: ¡°Quieren institucionalizarlo en lugar de individualizarlo. Se ha convertido en un s¨ªmbolo tan cl¨¢sico y ubicuo y en un punto focal de su identidad y su programa de licencias, que no quieren identificarlo con un solo jugador¡±. En estos tiempos tan dif¨ªciles, se lleg¨® a debatir dentro del conglomerado de la opini¨®n p¨²blica sobre si se deber¨ªa cambiar el logo para que Kobe Bryant lo ocupara, como homenaje p¨®stumo a su carrera y para solventar el incre¨ªble dolor que ha dejado su p¨¦rdida. Algo de lo que, sobra decirlo, nada ha querido saber West, muy interesado en Kobe e incluso llorando en directo ante su p¨¦rdida, pero sin mencionar nada de ese dibujo que representa su silueta.
Al final, qu¨¦ m¨¢s da. Entre todo lo contado, puede parecer que no hay un merecido reconocimiento a West, ni por parte de la NBA (otra vez el logo), ni de los Lakers, sobre todo en ese pasado con el Doctor Buss. Sin embargo, es puramente objetivo hablar de Jerry West como una de las personalidades baloncest¨ªsticas m¨¢s importantes de la historia. Como jugador, disput¨® 14 All-Star, estuvo en nueve Finales, fue campe¨®n y se retir¨® con m¨¢s de 25.000 puntos, teniendo su n¨²mero retirado en lo m¨¢s alto del F¨®rum primero y del Staples despu¨¦s, y entrando en el Hall of Fame. Como directivo, ha participado directa o indirectamente en ocho campeonatos (1980, 1982, 1985, 1987, 1988, 2000, 2015, 2017) con dos franquicias diferentes, ha pasado en total por cuatro y ha ganado dos veces el premio a Ejecutivo del A?o.
West (casi) nunca ha estado considerado, en las eternas e irrisorias discusiones contempor¨¢neas, como un top ten hist¨®rico, y a menudo pasa desapercibido para un aficionado medio que solo cuenta a Wilt Chamberlain y Bill Russell (m¨¢s por obligaci¨®n que por convencimiento) dentro de esa ¨¦poca tan lejana de nuestros ojos, hist¨®rica pero prehist¨®rica. Sin embargo, West fue un jugador espectacular, ¨²nico en su especie, y un personaje de absorbente an¨¢lisis, nervioso en su car¨¢cter y que lideraba predicando con el ejemplo. Un hombre marcado por su pasado y constructor del futuro. El inter¨¦s por su figura se demuestra en esa biograf¨ªa de Jonathan Coleman escrita en 2011 (West by West: My Charmed, Tormented Life) que se convirti¨® en un best seller en Estados Unidos, considerada la mejor historia de su vida y en la que el propio West revela haber sufrido depresi¨®n por los abusos de su padre.
Como directivo, jugador o entrenador, Jerry West ha sido valorado desde diferentes puntos de vista, pero cuenta con unanimidad a la hora de recibir una importancia may¨²scula dentro de la historia de la NBA. La leyenda fue, es y ser¨¢ siempre recordado como una de las figuras m¨¢s importantes que ha tenido la mejor Liga del mundo, al que le ha dedicado toda su vida y al que sigue ligado hoy que cumple 82 a?os. La competici¨®n, m¨¢s all¨¢ de todo lo acontecido, es imposible entender sin ¨¦l, al igual que un juego que transform¨® (con ayuda de otros) por completo, por mucho que al aficionado le (nos) cueste recordarlo. Todo eso y mucho ha sido, es y ser¨¢ un Jerry West que muere a los 86 a?os, pero deja tras de s¨ª un legado eterno. Genio, figura y logo.