El d¨ªa que Kobe cambi¨® la historia de Los ?ngeles Lakers
El 4 de junio del 2000, un Kobe de 21 a?os lider¨® a los Lakers a una remontada hist¨®rica en el s¨¦ptimo partido de las finales del Oeste ante los Blazers. La foto con Shaq, para el recuerdo.


Tras 98 partidos y tres cuartos, el Staples Center estaba mudo. El sue?o parec¨ªa evaporarse tras firmar el segundo mejor r¨¦cord de la historia de la franquicia y tener una ventaja de 3-1 en las finales de la Conferencia Oeste. Nadie sab¨ªa qu¨¦ hab¨ªa pasado, pero la realidad era que el ¨²ltimo cuarto empez¨® con una canasta de Steve Smith que dejaba a los angelinos con una desventaja de 15 puntos (58-73) que parec¨ªa insalvable. Sobre todo si tenemos en cuenta que estaban en el partido a falta de tres minutos para la conclusi¨®n del tercer periodo (53-59), antes de cortocircuitar y sumar un parcial en contra de 2-12 que les dejaba con la m¨¢xima diferencia del choque (55-71).?
Despu¨¦s de hacer todos los esfuerzos posibles, el anillo parec¨ªa inalcanzable. Ese, desde luego, era el gran objetivo y el sue?o de Jerry Buss, que adquiri¨® los Lakers en 1979 y les vio ganar 5 anillos con el Showtime de Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Pat Riley (entrenador en 4 de ellos). Sin embargo, la cosa no carburaba desde que en 1988 ganaran el ¨²ltimo. Volvieron a estar cerca en 1989 y en 1991, pero los Bad Boys y el incipiente dominio de Jordan lo impedir¨ªan. Desde entonces, nada. 11 a?os sin anillos y 9 sin Finales eran una espera demasiado larga para la franquicia m¨¢s glamurosa, carism¨¢tica y (casi) exitosa de la historia.?
El Doctor Buss, un hombre que vest¨ªa despreocupadamente y acostumbraba a llevar vaqueros y camisas que se alejaban del virtuosismo de la ciudad en la que viv¨ªa y del dinero que pose¨ªa, hizo el esfuerzo necesario. Con Jerry West como General Manager, los Lakers hab¨ªan conseguido formar un equipo con aires de grandeza y promesas de campeonato. La selecci¨®n de Bryant en el puesto n¨²mero 13 del draft por los Hornets y su inmediato traspaso a la ciudad de la luz a cambio y contra la voluntad de Vlade Divac pon¨ªan la primera piedra en el camino. La llegada de Shaquille O'Neal completaba la jugada maestra. Sin embargo, los resultados brillaban por su ausencia. La sociedad que formaron con Eddie Jones y Nick Van Exel (los Lakers tuvieron 4 All Stars en 1998) no dio sus frutos. El equipo, dirigido por aquel entonces por Del Harris, se estrell¨® contra los Jazz de Stockton y Malone (finalistas en las dos temporadas), en las semis de 1997 y las finales del Oeste del a?o siguiente; no tuvieron mayor suerte en 1999, ocasi¨®n en la que (de nuevo en semifinales) sus verdugos fueron los Spurs, campeones. El bochornoso balance cosechado en esas tres eliminatorias (12-1) se llev¨® por delante a un Del Harris que no volver¨ªa a dirigir a un equipo en la NBA (s¨ª estuvo como segundo) y oblig¨® a Buss y West a redirigir el proyecto.
Phil, Shaq y Kobe: la uni¨®n
No se comieron precisamente la cabeza. Fueron directamente y sin tapujos a por el mejor. Andarse con rodeos no merece la pena si tu objetivo es el anillo. Phil Jackson llegaba a unos Lakers desmadejados en 1999 para entrenar a una dupla formada por Shaquille O'Nela y Kobe Bryant. La intendencia, bien escogida por el Maestro Zen, ya no inclu¨ªa a Jones y Van Exel: Robert Horry, que lleg¨® a Los ?ngeles en 1996 tras los dos anillos ganados en los Rockets de Olajuwon, tendr¨ªa una importancia capital, al igual que Rick Fox, Brian Shaw o Derek Fisher. Adem¨¢s, el t¨¦cnico pidi¨® a Glenn Rice, un alero ex All Star, AC Green, que hab¨ªa sido integrante de los ¨²ltimos Lakers campeones, John Salley, al que ya entren¨® en Chicago y llevaba 3 a?os retirado o Ron Harper, el base de esos Bulls de Jordan y Pippen. Veteranos consolidados que ven¨ªan a ayudar, j¨®venes promesas y una estrella, Shaq, que ser¨ªa la piedra angular de un tri¨¢ngulo ofensivo que funcion¨® como la seda con la referencia en el poste que representaba el p¨ªvot.
"Creo que puedo ganar 3 ¨® 4 anillos", le dijo Jackson a Buss en su presentaci¨®n. El due?o se qued¨® sorprendido por su descaro y por las expectativas tan altas que pon¨ªa nada m¨¢s llegar a su nuevo hogar, pero el tiempo le dar¨ªa la raz¨®n al t¨¦cnico, que no par¨® de ganar en las tres temporadas posteriores. Su llegada signific¨® su uni¨®n con Shaquille O'Neal y Kobe Bryant, dos jugadores que est¨¢n intr¨ªnsecamente relacionados con la eterna (y eternizada) figura del t¨ªo Phil. Sobre todo el escolta, con el que tambi¨¦n estuvo en su segunda etapa (2005-2011) en Los ?ngeles. Kobe nunca gan¨® sin ¨¦l. Ni sin Derek Fisher. Un debate irrisorio si tenemos en cuenta que Jordan tampoco lo hizo sin Jackson o sin Pippen y que el propio t¨¦cnico logr¨® sus 11 anillos entrenando a tres (Jordan, Kobe y Shaq) de los mejores jugadores de la historia. Habladur¨ªas frecuentes a la hora de dar o quitar valor a unos y otros, pero que no esconden lo que en realidad han sido (y son) todos y cada uno de ellos: leyendas.
La temporada fue un aparente camino de rosas. R¨¦cord de 67-15, el segundo mejor de la historia de la franquicia despu¨¦s del 69-13 cosechado en la 1971-72, esa que le dio el anillo de campe¨®n a un Jerry West, logo de la NBA, que en ese momento lo observaba todo entre bambalinas. Ya por aquel entonces hubo choques entre Kobe y el resto del equipo. El escolta, m¨¢s individualista y cerrado en s¨ª mismo por aquella ¨¦poca, contrastaba con el jugador maduro que comparti¨® equipo con Pau Gasol a?os despu¨¦s. La ¨¦tica de trabajo y la introspecci¨®n de la que hac¨ªa gala la ya estrella de la Liga sorprend¨ªa a sus compa?eros. "Te preguntabas como hab¨ªa sido Kobe en su infancia. Ese era el problema. Kobe no hab¨ªa tenido infancia" lleg¨® a decir todo un cl¨¢sico como Rick Fox. Phil Jackson intent¨® corregir la actitud pasivo-agresiva de un baloncestista que ten¨ªa 21 a?os reci¨¦n cumplidos organizando un encuentro con Michael Jordan en Chicago, pero la cosa no sali¨® como esperaba: "Sabes que puedo patearte el culo cuando quiera", dijo entonces Bryant al espejo en el que se miraba.
De una forma u otra, tanto Kobe como Shaq dieron un paso adelante baloncest¨ªsticamente hablando. El escolta pas¨® de los 19,9 puntos por partido a los 22,5, su m¨¢ximo por aquel entonces. Redonde¨® sus estad¨ªsticas con 6,3 rebotes, 5 asistencias y 1,6 robos, tambi¨¦n topes personales. Y 1 tap¨®n por partido. Fue incluido en el Segundo Mejor Quinteto de la Temporada (bien podr¨ªa haber sido el primero) y en el Mejor Quinteto defensivo, convirti¨¦ndose en el m¨¢s joven de la historia en conseguir esta denominaci¨®n. Lo de O'Neal estuvo a otro nivel: 29,7+13,6+3,8 (con 3 tapones por partido). El p¨ªvot consigui¨® 63 dobles-dobles, lider¨® la Liga en tiros de campo (m¨¢s del 57%) y en anotaci¨®n (log¨® 9 partidos de m¨¢s de 40 puntos), fue segundo en rebotes (otros 9 por encima de los 20) y tercero en tapones. Cuaj¨®, adem¨¢s, la que probablemente sea la mejor actuaci¨®n individual de su carrera: 61 puntos y 23 rebotes contra los Clippers el 6 de marzo, d¨ªa de su cumplea?os. MVP de la temporada, del All Star y (algo que todav¨ªa no se sab¨ªa) de las Finales. Un triplete que anteriormente solo hab¨ªan conseguido Willis Reed y Michael Jordan (dos veces). Y los Lakers finalizaron con el mejor r¨¦cord de la NBA y el segundo mejor de su historia. La influencia de Phil Jackson estaba, y en esto no existen dudas, m¨¢s que demostrada.?
Un s¨¦ptimo partido en el que Kobe cambi¨® la historia
Jordan y Pippen, entre otros, dejaron claro que de nada val¨ªa ganar 73 partidos en temporada regular si luego no consegu¨ªan el anillo. Un palo para los Warriors en otro debate tan recurrente como disfuncional, ese en el que se comparan diferentes ¨¦pocas, dinast¨ªas o generaciones. Aunque el argumento no se ajusta del todo a la realidad, hay un hecho impensable si lo aplicamos a los Lakers 1999/00: el objetivo era el anillo. De nada val¨ªan el progreso de los jugadores, el dominio de O'Neal o la defensa de Bryant. Sobre todo si desperdiciabas una ventaja de 3-1 contra los Blazers en las finales del Oeste despu¨¦s de tener dos match balls. Y, si en el inicio del ¨²ltimo cuarto ibas 15 abajo, la situaci¨®n rozaba el desastre. En esos momentos, en el recientemente abierto Staples Center (se estren¨® esa misma campa?a) se respiraba miedo. Jack Nicholson apenas se levantaba a vociferar a un equipo que parec¨ªa estar a punto de caer en la misma piedra que las ¨²ltimas temporadas. M¨¢s cerca, a un paso de la gloria... pero fracasando al fin y al cabo.
Antes de la eliminatoria, los Lakers ya tuvieron que resolver otra situaci¨®n ignominiosa. En primera ronda se enfrentaron a los Sacramento Kings de Divac, Webber, Christie, Stojakovic y Chocolate Blanco Williams con Adelman en el banquillo. Despu¨¦s de ganar los dos primeros partidos, los angelinos se dejaron empatar en la ciudad de los cencerros y se la jugaron en un win or go home en el quinto encuentro (hasta 2003, en primera ronda se jug¨® al mejor de 5). "Si perdemos, es que no nos merecemos llegar a las Finales", dijo Jackson. Los Lakers despertaron a tiempo, vencieron de 27 con 32 puntos y 18 rebotes de O'Neal y avanzaron a segunda ronda, donde solo se dejaron un partido ante los Suns de Jason Kidd con un tiro ganador de Kobe en el segundo asalto incluido.?
La serie ante los Blazers ser¨ªa distinta. En Oreg¨®n hab¨ªan formado una plantilla temible que tambi¨¦n iba a por el anillo. Scottie Pippen, Rasheed Wallace, Damon Stoudamire, Steve Smith, Avrydas Sabonis, Bonzi Wells, Detlef Schrempf... "El mejor equipo que el dinero puede comprar", tal y como lo defini¨® Jackson, un hombre que utilizaba como nadie el juego psicol¨®gico, con el objetivo de caldear el ambiente antes de la eliminatoria. Muchos meses antes (en noviembre), Pippen, que luchar¨ªa por su s¨¦ptimo anillo contra su mentor, se burl¨® de los Lakers. Los Blazers hab¨ªan vencido a los angelinos en Portland por 15 puntos (el r¨¦cord en la regular season entre los dos equipos fue de 2-2) y el alero, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, se acerc¨® al Maestro Zen para mofarse: "Vuestro tri¨¢ngulo, m¨¢s que un tri¨¢ngulo parece un cuadrado", dijo.
Los Lakers vencieron en el primer partido y cayeron por 29 puntos en el segundo, pero ganaron los dos en Portland dejando la eliminatoria aparentemente encarrilada. Aparentemente. Las derrotas en el quinto y sexto partido dieron la victoria a los Blazers, que rozaban las Finales a falta de menos de 12 minutos para el final del s¨¦ptimo. Ah¨ª apareci¨® Kobe. Un jugador ¨²nico e irrepetible que hab¨ªa realizado hasta cuatro airballs contra los Jazz en 1997 en el quinto partido de las semifinales del Oeste en el que los Lakers fueron eliminados. Ah¨ª empez¨® su leyenda. Bryant lider¨® la remontada de los suyos dejando a Steve Smith, un hombre que hab¨ªa sido All Star en 1998 y ven¨ªa de promediar 15 puntos por partido en regular season y 18 en los seis partidos anteriores, en 2 tantos en el ¨²ltimo periodo, 0 si contamos los ¨²ltimos 11:40. Llevaba 17 antes de ese momento, pero fall¨® los otros 4 tiros que intent¨® y apenas volvi¨® a recibir el bal¨®n gracias en buena parte a la tan bien defendida l¨ªnea de pase de la joven promesa angelina.?
Con poco m¨¢s de 10 minutos para el final, Kobe realizaba un espectacular tap¨®n a Bonzi Wells con una gran ayuda defensiva. En la ofensiva, iniciada por el propio Bryant, todos los jugadores de los Lakers excepto O'Neal tocaron un bal¨®n que lleg¨® a Brian Shaw, que acert¨® un triple desde la esquina que pon¨ªa a los locales a 10 puntos. Hollywood so?aba con una nueva pel¨ªcula. Y la sensaci¨®n, amplificada por los continuos fallos de los Blazers en ataque, era que el final pod¨ªa llegar a ser feliz. Mike Dunleavy, que hab¨ªa entrenado a los Lakers de Magic que se colaron en las ¨²ltimas Finales, las de 1991 (las ¨²ltimas hasta entonces, iron¨ªas del destino), no encontraba soluciones ni acertaba a la hora de parar el partido. Ni de frenar a Bryant, que sum¨® 9 puntos, 3 rebotes, 1 asistencia y 1 tap¨®n en ese periodo, asumiendo el protagonismo que la defensa en zona de Portland y el trabajo de Sabonis hab¨ªan negado a O'Neal y siendo un aut¨¦ntico fil¨®n en los dos lados de la pista.
Los locales remaron hasta ponerse con una ventaja de 77-79, la primera en todo el ¨²ltimo cuarto a 2 minutos para el final. En ese punto, Scottie Pippen, que no se emparejaba con Bryant de forma natural, asumi¨® la defensa del escolta, que ya estaba absolutamente descontrolado. Los Blazers empataban a 79 antes de la aparici¨®n de la leyenda. Kobe anot¨® dos tiros libres que pon¨ªan 2 arriba a los Lakers. En la siguiente jugada, con Pippen, uno de los mejores defensores de per¨ªmetro (y de cualquier parte del campo) de la historia defendi¨¦ndole, anot¨® un tiro en suspensi¨®n que le daba 4 de ventaja a su equipo. Antes de eso, Rasheed Wallace, que finaliz¨® con 30 puntos, hab¨ªa fallado dos tiros libres. "Miedo. Tengo miedo", exclamaba un Andr¨¦s Montes que defini¨® esa derrota de los Blazers como una "para los anales". Era incre¨ªble como los temores de los locales pasaban a ser parte del sentimiento de los visitantes en cuesti¨®n de minutos. Despu¨¦s de poner a su equipo 4 arriba, Bryant fue el protagonista de una jugada para la historia. Crossover en el que, si observamos la imagen frontal, Pippen desaparece de la pantalla, pase arriba a O'Neal y alley oop consumado por el p¨ªvot, que anot¨®, al igual que su compa?ero, 9 puntos en el ¨²ltimo cuarto. La imagen del p¨ªvot corriendo y se?alando al cielo es de las m¨¢s famosas que ha habido nunca tanto para la NBA como para los Lakers. La remontada estaba consumada y, por mucho que los Blazers intentaron darle la vuelta a un marcador imposible, el partido ya lo ten¨ªan perdido. "La fiebre amarilla". As¨ª llamaba Andr¨¦s Montes a esos Lakers.
Kobe finaliz¨® el partido con 25 puntos, 11 rebotes, 7 asistencias y 4 tapones, siendo el l¨ªder de los suyos en todas esas categor¨ªas estad¨ªsticas. Nadie duda de que Shaq fue el jugador de ese equipo y el hombre m¨¢s dominante de la NBA por aquel entonces, pero tampoco se puede negar la influencia de Bryant. El p¨ªvot, maniatado por sus rivales, se qued¨® en 18 puntos y 9 rebotes en ese encuentro. En los dos ¨²ltimos partidos de la eliminatoria sum¨® solo (por ser poco para ¨¦l, no para cualquier otro ser humano) 17,5+10+5, n¨²meros que contrastan con un Kobe que apareci¨® cuando m¨¢s se le necesitaba: 29+6,5+6,5, con, atenci¨®n, 2 robos y 3,5 tapones. Casi nada para una segunda espada que, por mucho que estuviera a contraluz por los enormes focos (a nivel metaf¨®rico y literal) que acaparaba su compa?ero, promedi¨® 28,5 y 25,2 puntos en las temporadas regulares del segundo y el tercer anillo y 30 en la 2002/03, una de las mejores de su carrera, antes de bajar a los 24 en ese sainete de quiero y no puedo en la que hubo que compartir m¨¢s bal¨®n ante la aglomeraci¨®n de estrellas (Malone y Payton) que se juntaron en el proyecto fallido de la ¨²ltima temporada que comparti¨® el tr¨ªo Bryant-O?Neal-Jackson. Wade, Bosh, Kyrie, Love, el Shaq de los Heat, Parker y Gin¨®bili e incluso el actual Anthony Davis. Habr¨ªa que rebuscar mucho para discernir?qu¨¦ segunda espada ha tenido esa incidencia y esos n¨²meros. Qu¨¦ lugarteniente ha sido el mejor jugador de la Liga solo por detr¨¢s de su compa?ero de equipo (en determinados momentos), o incluso la mayor estrella de la Liga (en momentos m¨¢s concretos a¨²n).
Ese d¨ªa, Bryant cambi¨® la historia. Fue el primer paso hacia la primera gran dinast¨ªa del siglo XXI, la primera tambi¨¦n despu¨¦s de los Bulls de Jordan y la que concluir¨ªa con un three peet que ha sido el ¨²ltimo que ha visto la NBA. Ni los Het de LeBron, los Spurs de Duncan o los todopoderosos Warriors han sido capaces de ganar tres campeonatos consecutivos. Tampoco lo hicieron Kobe y Pau con la segunda camada de esos Lakers que, con dos anillos m¨¢s, completaron todos los dedos de una mano en apenas una d¨¦cada. Cinco anillos. Son los que gan¨® Kobe Bryant en su carrera. Lo m¨¢s importante de un curr¨ªculum legendario pero solo una peque?a parte del legado de uno de los hombres m¨¢s queridos y respetados del mundo del baloncesto y del deporte. Ya no est¨¢ entre nosotros, pero eso no impide que podamos seguir contando sus innumerables haza?as. En eso estamos.