Pel¨¦ hab¨ªa vaticinado un campe¨®n del mundo africano antes de final del siglo XX, pero ni de lejos...
La FIFA ha pedido por carta evitar ¡°las batallas ideol¨®gicas o pol¨ªticas¡± durante el Mundial...
¡°Clubes, jugadores... son conscientes de que viven en un mundo que sufre y que urge mejorar...¡±
No hay gloria que compense perderse los momentos buenos que nos quedan con los nuestros.
La Fundaci¨®n Athletic Club abri¨® su festival con el documental Finding Jack Charlton.
.. indirectamente, el f¨²tbol contribuy¨® a democratizar la escritura, cuando no a revolucionarla.
Queremos que todo siga igual a cuando nos enganchamos a esta cosa llamada f¨²tbol.
No s¨¦ si en el deporte se est¨¢ perdiendo ese supuesto esp¨ªritu con el que en teor¨ªa se cre¨®.
Futbolista se es siempre, como escritor, por m¨¢s que la actividad sea o no remunerada
Redmayne atent¨® contra la confianza de un compa?ero. Hablamos de ¨¦tica y el da?o es mucho mayor.
Ese riesgo siempre latente del descenso, del dejar de ser, es un ingrediente de nuestra pasi¨®n.
Apenas ha empezado a ser profesional y ya ha cambiado, para mejor, el mundo del f¨²tbol.
En el c¨¦sped siempre juegan dos equipos y la trascendencia del choque, es una obviedad, depende del rival.
Es necesario un tipo de jugador que, adem¨¢s de rendir individualmente, amalgame el grupo.
El estadio es un par¨¦ntesis de realidad, una ficci¨®n del estilo de la del cine o la literatura, refugios necesarios.
La identidad de los clubes emerge cuando se enfrentan a quienes entienden como antagonistas.
Me preocupa cuando los adultos tratan a los peque?os como si fueran jugadores profesionales.
He ah¨ª una historia universal: la del mayor que cuida del peque?o, de cuyo destino depende su propia felicidad.
En los pies de Allan Saint-Maximin el bal¨®n parece una bola met¨¢lica de petacos, vertiginosa e imprevisible.
Como la fuerza en el universo de Star Wars, el f¨²tbol es una herramienta capaz de sacar lo mejor o lo peor de las personas.
Los videojuegos, al fin y al cabo, no dejan de ser un tipo de narrativas, como las novelas y la radio.
La pel¨ªcula documental LFG (Let's Fucking Go) es un canto de guerra, un grito de ¨¢nimo entre ellas al que deber¨ªamos sumarnos tambi¨¦n los hombres.
En estos meses de estadios vac¨ªos en los que se escuchaba el golpear de la pelota, supongo que estos amantes del puro juego disfrutaron como nunca.
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