Un Tour de la manita
El Tour de Francia ya lleva cinco etapas disputadas. No cinco d¨ªas calcados, sino con ingredientes variados: lluvia, monta?a, llano, meta en alto, viento¡ Elementos que ofrecen m¨²ltiples posibilidades al ciclismo, pero de momento no ha pasado nada. Seguramente alguno de los ciclistas que se ha retirado por ca¨ªdas o que arrastran sus heridas por la ruta francesa no pensar¨¢ lo mismo, pero esos casos son intr¨ªnsecos a este deporte. Siempre hay ca¨ªdas y lesionados, con batalla o sin ella. Durante estos cinco d¨ªas se ha podido ver al pelot¨®n ralentizar una etapa por el peligro de la carretera resbaladiza, no moverse en un trazado monta?oso hasta el ¨²ltimo puerto, resolver un final en la cima de Orci¨¨res-Merlette con un esprint de 16 corredores, tirarse una jornada entera sin una sola fuga, defenderse ante el viento sin pensar que tambi¨¦n puede ser un aliado en estrategias al ataque¡ Unos comportamientos sostenidos por los c¨®digos internos que se mueven en el ciclismo, proteccionistas y conservadores. Esa filosof¨ªa de dejarlo todo para el d¨ªa o la semana siguiente. Queda mucho Tour.
Alguna de estas actitudes, como los riesgos de la lluvia inaugural, puede entenderse como l¨®gica si situamos la integridad del ciclista como prioridad. Igual que habr¨¢ explicaciones m¨¢s t¨¦cnicas para otras situaciones, como el rodillo del Jumbo en los Alpes o el peligro de un abanico. El problema no es un d¨ªa concreto, sino el conjunto. Este curso est¨¢ siendo dur¨ªsimo para todos los colectivos por la pandemia. Ya es un milagro que haya Tour. La amenaza sigue ah¨ª: a ver qu¨¦ pasa con los PCR del d¨ªa del descanso. El p¨²blico tiene hambre de competici¨®n entre tanto sufrimiento. Y lo que acumula en el Tour son ciclistas de la mano, guiados con la calculadora desde los coches de sus equipos. El deporte vive del espect¨¢culo. Convendr¨ªa recordarlo a cada pedalada. Y m¨¢s en tiempos de crisis.