Pikuniku
- PlataformaPC8NSW8
- DesarrolladorSectordub
- Lanzamiento24/01/2019
- TextoEspa?ol
- EditorDevolver Digital
Pikuniku, an¨¢lisis
Pikuniku, el nuevo indie de Devolver Digital, combina puzles y plataformeo con una est¨¦tica adorable y un argumento dist¨®pico, pero cargado de humor.
Devolver Digital se ha consolidado como la editora de referencia para los videojuegos indie por m¨²ltiples razones. En concreto, su ¨¦xito se cimenta en base a tres pilares fundamentales. Uno de ellos es la regularidad, puesto que la compa?¨ªa norteamericana acostumbra a publicar varios t¨ªtulos de renombre cada a?o. Su constancia y tino son admirables. Solo en 2018, y barriendo para casa, Devolver apadrin¨® obras tan destacadas como The Red Strings Club y GRIS, dos t¨ªtulos espa?oles que no han cesado de acaparar elogios y galardones. Un par de indies que, adem¨¢s, tambi¨¦n sirven para ejemplificar el segundo argumento que explica la buena fama de la empresa de Austin (Texas, EE UU): la calidad. El sello de Devolver es uno de los m¨¢s prestigiosos del panorama independiente por lanzar videojuegos de calado como Hotline Miami, Enter the Gungeon, The Talos Principle o los mencionados l¨ªneas ha. T¨ªtulos sobresalientes que refuerzan el valor de marca de la compa?¨ªa estadounidense.
No obstante, el elemento que de verdad explica el reconocimiento de Devolver entre desarrolladores, cr¨ªtica y p¨²blico es la diversidad. Al contrario que con editoras como Chucklefish, de las que siempre se espera un simulador de embelesador pixel-art, Devolver es una aut¨¦ntica caja de sorpresas. Poco o nada tienen que ver experiencias ludoficcionales como Minit, My Friend Pedro y Reigns. Lo que las conecta, el paralelismo entre ellas y todas las ya enumeradas, es Devolver. Hablamos de una compa?¨ªa capaz de ofrecer en un mismo a?o la hiperviolencia simiesca de Ape Out y los puzles m¨¢s adorables con Pikuniku, el t¨ªtulo que nos ata?e. La magia de Devolver y del propio Pikuniku radica, ante todo, en su capacidad para sorprender.
Una distop¨ªa repleta de color
La obra de Sectordub es, en principio, un videojuego de apariencia adorable que combina algunas l¨®gicas del metroidvania con las del rompecabezas. Y decimos ¡°en principio¡± porque, al contrario de lo que sus tr¨¢ilers e im¨¢genes puedan transmitir, Pikuniku es una distop¨ªa. Encantadora y divertida, s¨ª, pero una distop¨ªa al fin y al cabo. Encarnamos a un misterioso ser de color rojo y forma redondeada, Piku, que amanece tras una siesta de las que marcan ¨¦poca. Con apenas tiempo para quitarse unas lega?as casi fosilizadas, la simp¨¢tica criatura emprende su camino hacia alguna urbe cercana. Todo a su alrededor es jolgorio desmedido, alegr¨ªa inocente y tonos pastel. Al menos, a simple vista. No tardaremos en percatarnos de que la felicidad imperante no es m¨¢s que un envoltorio vistoso para el m¨¢s amargo de los caramelos.
En Pikuniku, nada es lo que parece. Hay mucho de orwelliano en su argumento, plagado de gui?os a obras como 1984, del propio George Orwell, y a otros autores emblem¨¢ticos del g¨¦nero dist¨®pico como Phillip K. Dick y Aldous Huxley. Quiz¨¢ no cuenta con la misma profundidad ni calado que las obras de los autores mencionados, pero la distop¨ªa protagonizada por Piku derrocha ingenio. Cualquiera familiarizado con su bibliograf¨ªa se percatar¨¢ de la conexi¨®n con tan solo leer la sinopsis de este indie. Una megacorporaci¨®n, Sunshine INC., monopoliza todos los ¨¢mbitos de la sociedad con la promesa de crear un mundo mejor y colmar los bolsillos de los habitantes de billetes. Evidentemente, su prop¨®sito est¨¢ lejos de ser altruista. Tampoco se limita a la aspiraci¨®n de obtener r¨¦dito econ¨®mico. Sunshine INC. trama algo. Los robots de esta empresa explotan hasta la saciedad los recursos naturales del lugar, dejando un rastro de r¨ªos secos, tierra est¨¦ril y bosques despoblados. Sunshine INC. oculta un ego¨ªsmo descontrolado, capaz de convertir cada pueblo en un yermo, bajo una m¨¢scara sonriente.
El papel del jugador, en la piel de Piku, no es otro que encabezar una revoluci¨®n. Dicho cometido pasa por rodar por las laderas y prestar nuestra ayuda a los ciudadanos resolviendo un amplio abanico de tareas, cuya complejidad va in crescendo conforme avanza el t¨ªtulo, para lograr que dejen de depender de Sunshine INC. y se liberen de su yugo. Son situaciones desternillantes, el punto fuerte del juego, en las que el humor impregna todo tipo de puzles. No obstante, rebosan significado y todas est¨¢n vinculadas con la trama dist¨®pica descrita. Por ejemplo, ser¨¢ habitual tener que inspirar a artistas de toda ¨ªndole para que recobren la inspiraci¨®n perdida por la monoton¨ªa que predomina desde la llegada de la avara empresa. Otro caso bastante expl¨ªcito es el de la ara?a a la que hay que patear para que recuerde que no necesita a ninguna empresa para construir un puente, pues puede hacerlo con su propia telara?a. A modo de ¨²ltimo ejemplo, hay un reto que consiste en batir a un robot en un desaf¨ªo de baile en el que se filtra la idea de que, por perfecta y precisa que sea la m¨¢quina, jam¨¢s gozar¨¢ de la creatividad de un ser vivo. Cada puzle resuelto contribuye, am¨¦n de a sacarnos una sonrisa, a que los personajes de Pikuniku sean un poco m¨¢s libres e independientes.
En la variedad est¨¢ el gusto
Tras varios p¨¢rrafos, queda claro que Pikuniku es un t¨ªtulo que concede mucho peso a lo narrativo, en el que la jugabilidad orbita en torno a lo argumental. As¨ª, los puzles est¨¢n conectados con la trama y contribuyen a reforzar el mensaje liberador que Sectordub pretende transmitir. Empero, al principio de esta cr¨ªtica hemos indicado que Pikuniku tambi¨¦n cuenta con cierto componente metroidvania. Este indie huye de la linealidad y apenas fuerza a seguir un camino concreto. Al contrario, el t¨ªtulo brinda cierta libertad al jugador para decidir si quiere volver a lugares ya visitados para descubrir nuevas zonas y secretos con las herramientas conseguidas. Y es que ayudar a los habitantes tiene premio, ya que el juego nos obsequia con una serie de accesorios, como por ejemplo unas m¨¢scaras, con las que acceder a nuevas partes del escenario. All¨ª aguardan todo tipo de trampas y rompecabezas que ampl¨ªan todav¨ªa m¨¢s el ya extenso cat¨¢logo de retos del que presume Pikuniku. En esos emplazamientos ocultos, adem¨¢s, puede haber monedas adicionales con las que comprar todo tipo de accesorios para el protagonista en la tienda.
En un juego cuya estructura es bastante similar a lo largo de toda la partida, agradecemos la notable variedad de sus puzles y lo mucho que da de s¨ª el escenario. Hay minijuegos de baile, batallas contra jefes e incluso desaf¨ªos deportivos, todos ellos interconectados por el tono c¨®mico que caracteriza a este indie. Asimismo, no hay un solo p¨ªxel en Pikuniku que no invite a escudri?arlo y a experimentar con las decenas de mecanismos y trampas que pueblan sus niveles. Sectordub no ha desarrollado una obra dif¨ªcil, pero s¨ª demanda que el jugador medite todas las posibles soluciones a los rompecabezas que propone. Y la respuesta a dichos enigmas nunca decepciona. El gran m¨¦rito de este indie es su pericia para huir de lo mon¨®tono y abrazar la sorpresa constante. Sin duda, Pikuniku se mantiene fresco durante toda la aventura, por lo que jam¨¢s resulta repetitivo. No es un t¨ªtulo precisamente largo, puesto que a duras penas supera la barrera de las tres horas, pero eso importa poco cuando cada minuto de juego tiene algo divertido que ofrecer.
Su cooperativo y faceta art¨ªstica, peque?os alicientes
Para aderezar un plato que ya de por s¨ª es bastante sabroso, Sectordub a?ade un modo cooperativo local que convierte a Switch en la plataforma ¨®ptima para disfrutar de la experiencia. La l¨®gica es la misma que en la aventura principal, con decenas de puertas, interruptores y ejercicios de ingenier¨ªa con los que interactuar, aunque especialmente pensados para dos jugadores. No son demasiados niveles y pueden completarse r¨¢pidamente, pero esta aproximaci¨®n cooperativa es cuanto menos interesante. A este cooperativo m¨¢s bien conservador hay que sumarle la posibilidad de echar unas canastas en una suerte de baloncesto con sand¨ªas bastante divertido. Es un minijuego que ya aparece en el transcurso de la partida principal, pero que gana muchos enteros en compa?¨ªa de alguien m¨¢s. En general, el cooperativo de Pikuniku se antoja un poco escaso, si bien hay que comprenderlo como un complemento, una guinda para una tarta que, aunque algo peque?a, deja saciado a cualquiera.
Conviene cerrar la cr¨ªtica haciendo hincapi¨¦ en una faceta t¨¦cnica, la de Pikuniku, especialmente atractiva y cuidada. Este indie apuesta por la sencillez y las formas redondeadas, casi como si de una serie infantil como Peppa Pig o Pocoy¨® se tratara. Por conectarla con otros videojuegos, su est¨¦tica tambi¨¦n recuerda a t¨ªtulos muy similares en lo visual como Patapon o, sobre todo, LocoRoco. Repleto de color, su ambientaci¨®n apuesta por entornos naturales, como bosques y cuevas, y m¨¢s bien peque?os, casi liliputienses, como las casas de los distintos personajes. Todos y cada uno de los peque?os espacios que vamos visitando en nuestro imparable avance bidimensional hacia la libertad derrochna personalidad, algo que consolida una banda sonora muy agradable y una excelsa traducci¨®n al castellano. Aspectos t¨¦cnicos como los reci¨¦n descritos definen a la perfecci¨®n los principales rasgos de todo Pikuniku: color, sencillez y originalidad. Y cari?o, much¨ªsimo cari?o.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del g¨¦nero. Est¨¢ bien cuidado a todos los niveles. C¨®mpralo.