El sustituto de Fabio Capello fue el alem¨¢n Josef ¡®Jupp¡¯ Heynckes. Ten¨ªa unos antecedentes como jugador todav¨ªa m¨¢s exitosos que los del italiano. Nacido en M?nchengladbach el 9 de mayo de 1945, hab¨ªa comenzado a jugar en el Gr¨¹n Weiss Holt en 1964 antes de fichar por el gran equipo de su localidad natal, el Borussia. Tras una estancia en el Hannover '96 hab¨ªa regresado al equipo de su pueblo donde se asent¨® como figura de primera categor¨ªa durante ocho a?os. Fue 39 veces internacional con Alemania y campe¨®n del mundo en 1974. Como entrenador hab¨ªa comenzado en su Borussia (1978-87) antes de pasar al Bayern de M¨²nich (1988-90). Actu¨® como entrenador de los leones de San Mam¨¦s (1992-94), regres¨® a su pa¨ªs (Eintracht de Francfort) y retorn¨® a Espa?a para hacerse cargo del Tenerife (1995-97). Ten¨ªa, por tanto, experiencia en el f¨²tbol espa?ol y buena imagen por la labor desarrollada en Bilbao y Tenerife.

Se dec¨ªa que era r¨ªgido y duro, pero d¨²ctil. En el Madrid no confirm¨® estas caracter¨ªsticas.Curiosamente, el t¨¦cnico alem¨¢n hered¨® la casa y el autom¨®vil que utilizaba el italiano en Madrid.

El fichaje de la temporada fue Christian Karembeu y no por el rendimiento que dar¨ªa en las filas blancas, sino por las circunstancias que rodearon su tard¨ªa incorporaci¨®n. Su palabra la hab¨ªa empe?ado el a?o anterior, pero las intromisiones irregulares del Bar?a y el deseo de la Sampdoria de no dejarle irse por las buenas crearon una expectaci¨®n inusitada. Gaspart lleg¨® a declarar en pleno mes de julio: ¡°Queremos perjudicar deportivamente al Madrid. Ni Henry ni Karembeu vestir¨¢n de blanco esta temporada¡±. Luego nadie se explicar¨ªa tanta lucha de despachos por un futbolista, honrado profesional, pero que no era ni mucho menos un crack. Por lo menos, en las negociaciones que se mantuvieron con su representante, Milan Calasan, se cerr¨® el fichaje de un prometedor juvenil de diecisiete a?os llamado Samuel Eto¡¯o. El defensa central que requer¨ªa Heynckes fue el bilba¨ªno Karanka. Se le cambi¨® por Alkorta, que se march¨® por problemas familiares, y Lasa y en principio no pareci¨® que se mejorase con el cambio. Adem¨¢s llegaron dos delanteros centros: el goleador Morientes, que hab¨ªa demostrado grandes cualidades en Zaragoza y Albacete, y Canabal, procedente del M¨¦rida, que no tendr¨ªa oportunidad de demostrar las condiciones que se le supon¨ªan dado el elevado coste de su traspaso, 800 millones de pesetas. Procedente del Flamengo brasile?o se incorpor¨® el delantero Savio, que hab¨ªa realizado estupendas actuaciones en la pretemporada espa?ola. Tal y como estaba previsto volvieron al equipo los cedidos Jaime y Dani.

Las gestiones con Thuram, Kohler, Negro y Naybet no llegaron a buen puerto dadas las exigencias econ¨®micas de sus clubes. Denilson y Henry quedaban como expectativas. Sobre el primero exist¨ªa una opci¨®n con la Portuguesa, aunque el precio era excesivo. Con el franc¨¦s se hab¨ªa llegado a firmar un contrato legal pero el joven jugador hab¨ªa renovado por el M¨®naco. El Real Madrid, seguro de sus derechos, denunci¨® el caso a la FIFA.

Adem¨¢s de Alkorta y Lasa se produjeron las bajas de Secretario, Garc¨ªa Calvo y Milla.

El grueso de la plantilla estaba formado por el equipo campe¨®n, el formado por Capello.

La pretemporada comenz¨® en Nyon el 24 de julio, al d¨ªa siguiente de la presentaci¨®n en un Bernab¨¦u con m¨²sica y fuegos artificiales para distracci¨®n de un p¨²blico multitudinario.

La tranquila poblaci¨®n helv¨¦tica empezaba a ser el lugar tradicional de la concentraci¨®n. Esta vez se jugaron pocos encuentros de compromiso y s¨®lo se sufri¨® una derrota ante el Flamengo de Savio en el torneo de Palma. El 26 de agosto tuvo lugar el XIX Trofeo Bernab¨¦u frente a la Portuguesa de Sao Paulo, contratada para saldar cuentas por el fichaje de Z¨¦ Roberto. Un gol de Canabal a los once minutos de juego dio la victoria al equipo blanco. En el equipo paulista jug¨® Rodrigo, cuyos derechos eran del Madrid, y pas¨® inadvertido.

Lorenzo Sanz comunic¨® el 2 de julio que convocar¨ªa elecciones aprovechando la Asamblea que tendr¨ªa lugar a primeros de septiembre. Reglamentariamente los socios acudir¨ªan a las urnas a finales de octubre, dependiendo la fecha del sorteo del calendario liguero. La reuni¨®n de la junta directiva celebrada ese d¨ªa fue dura, larga, tensa y llena de reproches, seg¨²n comunic¨® Antonio M¨¦ndez, portavoz de la misma. Ignacio Silva volvi¨® a plantear su incompatibilidad con Onieva y seg¨²n comentarios off the record diez de los doce directivos asistentes solicitaron a Sanz el cese de Onieva sin ser atendidos por el presidente. La crisis se extend¨ªa con manifestaciones de unos y otros en los medios de comunicaci¨®n. Sanz se march¨® al Caribe de vacaciones y sus hombres se acuchillaban a diario en peri¨®dicos y emisoras. Nada bueno pod¨ªa salir de ello para el club.

El 17 de julio dimiti¨® Silva. ¡°Me voy desencantado y harto. Me niego a firmar esos n¨²meros (se refer¨ªa a las cuentas del ejercicio anterior) porque no he tenido la oportunidad de discutirlos convenientemente¡±. En la carta dimisionaria que dej¨® en poder de Sanz expresaba que su marcha se deb¨ªa a que ¡°no quer¨ªa continuar con una situaci¨®n en la que los ¨²nicos favorecidos son todos aquellos que trabajan en contra de los leg¨ªtimos intereses del Real Madrid. A partir de ahora ning¨²n descerebrado podr¨¢ argumentar contra m¨ª intereses personales distintos a los del Real Madrid¡±.

Una semana m¨¢s tarde tambi¨¦n presentaba su dimisi¨®n el vicepresidente Juan Palacios Serrano: ¡°No estoy de acuerdo con Juan Onieva. No tengo problemas con Sanz; me parece un buen presidente y es mi amigo, pero no estoy de acuerdo con algunas cosas¡­En dos ocasiones he pedido la dimisi¨®n de Juan Onieva, quien cuenta, como es sabido, con el total apoyo de Sanz¡±. Quedaba claro que la presencia del tesorero Onieva en la Junta era el detonante fundamental de la crisis, al que algunas voces acusaban, extravagantemente, de ser un submarino de Florentino P¨¦rez dentro de la directiva. Juan Antonio Onieva, desde el primer momento, hab¨ªa entregado a Sanz una carta de dimisi¨®n con la fecha en blanco para que el presidente la utilizase cuando lo creyera oportuno. Por fin, el 4 de octubre se fij¨® como fecha de las elecciones. No hubo m¨¢s candidato presidencial que Lorenzo Sanz y por tanto fue proclamado por la Junta Electoral presidente del club por un periodo de cuatro a?os.

La trayectoria en el Campeonato de Liga fue irregular. Hubo tropiezos inesperados en casa donde se perdieron 17 puntos y actuaciones decepcionantes en las salidas, obteniendo s¨®lo cinco victorias de los diecinueve encuentros disputados. El equipo no respond¨ªa a las expectativas despertadas y el p¨²blico asistente al Bernab¨¦u se mostr¨® primero desconcertado, luego cr¨ªtico y por ¨²ltimo enfadado con sus hombres, que frecuentaban una discoteca llamada Barnon, acu?¨¢ndose en t¨¦rminos peyorativos el apelativo de Quinta del Ferrari.

La situaci¨®n lleg¨® a tal extremo que el ¨ªdolo de los aficionados, Ra¨²l Gonz¨¢lez, tuvo que convocar una rueda de prensa para dar explicaciones exculpatorias de su actuaci¨®n. Fue en la tarde-noche del 10 de marzo. Ra¨²l, humilde y tranquilo, ante decenas de periodistas, micr¨®fonos y c¨¢maras, pidi¨® disculpas p¨²blicas a los medios de comunicaci¨®n, a Heynckes y a los aficionados por su comportamiento reciente: ¡°Pido perd¨®n a Heynckes por los malos gestos realizados cuando fui sustituido. Uno de mis errores fue jugar con molestias, pero lo hice porque no concibo mi vida sin el f¨²tbol. Es bueno saber d¨®nde est¨¢n los errores y aprender. Quiero que todo vuelva a la normalidad¡±. Su gesto le recuperaba el afecto de todos.

Al final se consigui¨® la cuarta plaza porque tambi¨¦n hubo tropiezos inesperados de otros equipos. Dicho puesto no daba acceso a la Champions League, que quedaba a expensas del desenlace de la final de Amsterdam. La Liga se adelant¨® en su ¨²ltima jornada al viernes 15 de mayo para que el Real Madrid pudiera preparar mejor su choque con la Juventus. Ello fue motivo para que las plumas antimadridistas criticasen el hecho, olvidando que en situaciones an¨¢logas la Federaci¨®n tambi¨¦n hab¨ªa tomado medidas similares.

En la Copa se produjo una de las grandes sorpresas del a?o. Liberado el club blanco de las primeras eliminatorias, como todos los clubes participantes en competiciones europeas, se incorpor¨® al sorteo en octavos de final. El 13 de enero, un equipo compuesto mayoritariamente de suplentes se enfrent¨® en Mendizorroza al Deportivo Alav¨¦s, entonces en Segunda Divisi¨®n. Los vitorianos consiguieron una m¨ªnima victoria (1-0) a base de coraje y un gran despliegue f¨ªsico. Ocho d¨ªas despu¨¦s Heynckes aline¨® en el Bernab¨¦u al equipo titular para resolver la eliminatoria. Ante la sorpresa general el Alav¨¦s se adelant¨® a los ocho minutos de juego con un gol de Pedro Riesco. La reacci¨®n madridista fue t¨ªmida, imprecisa e insuficiente. Entre el repudio de los espectadores al juego desplegado por los jugadores merengues, los goles de Roberto Carlos y Suker no fueron suficientes para seguir en la competici¨®n.

En medio de un pesimismo generalizado se fueron superando las diversas fases de la Champions. Por vez primera participaban los subcampeones de los ocho campeonatos m¨¢s importantes de Europa. Hubo dos eliminatorias previas para dejar en veinticuatro el n¨²mero de participantes que fueron agrupados en seis liguillas de cuatro equipos cada una. El Real Madrid se vio libre de las primeras eliminatorias en las que tom¨® parte el Bar?a como subcampe¨®n espa?ol derrotando a duras penas al Skonto de Riga.

En la primera liguilla el Madrid qued¨® encuadrado en el Grupo D con los representantes de Portugal, Noruega y Grecia. Se inici¨® la competici¨®n con desahogado triunfo en Madrid ante el Rosenborg de Trondheim (4-1). Una vez m¨¢s se derrot¨® al Oporto en Das Antas (0-2) antes de golear al Panathinaikos en Chamart¨ªn (5-1). Las dudas y vacilaciones de la Liga no se mostraban en el torneo europeo. Se consigui¨® un valioso y dif¨ªcil empate en el Ol¨ªmpico de Atenas (0-0), pero el viaje en plena ¨¦poca invernal a Noruega result¨® un fracaso. Las condiciones climatol¨®gicas no eran favorables pero la derrota (2-0) se produjo con un p¨¦simo juego madridista. La clasificaci¨®n estaba casi asegurada pero quedaba la posibilidad de quedar apeados del torneo si no se consegu¨ªa la victoria en el ¨²ltimo partido frente al Oporto y los noruegos venc¨ªan en Atenas. S¨®lo el primer clasificado del grupo ten¨ªa acceso seguro a los cuartos de final, aunque tambi¨¦n pasar¨ªan los dos mejores segundos. La duda qued¨® resuelta sobre el c¨¦sped de Chamart¨ªn el d¨ªa 10 de diciembre. 4-0 fue el resultado frente a los lusos en noche de gran juego y acierto goleador de Hierro (dos), Roberto Carlos y Davor Suker.

Tras la pausa invernal vinieron los duelos con el Bayer Leverkusen. El partido de ida se prepar¨® con las l¨®gicas medidas de precauci¨®n. Alemania siempre ha representado un obst¨¢culo de primer nivel. Partido serio y a veces agobiante por la presi¨®n de los jugadores germanos que marcaron en la primera parte. El reci¨¦n incorporado Karembeu consigui¨® el empate en jugada individual espectacular que desgraciadamente no prodig¨® durante su etapa en el equipo.

El encuentro de vuelta no tuvo color. La superioridad blanca se tradujo en la consecuci¨®n de tres goles. Nuevamente Karembeu, Morientes y Hierro de penalti fueron los goleadores de aquella noche.

En semifinales se produjo un nuevo duelo hispano-germano. Esta vez el adversario era el vigente campe¨®n, el Borussia de Dortmund que entrenaba el italiano Nevio Scala. El Bernab¨¦u se llen¨® para ver la primera parte de la semifinal, pero estuvo marcado por un desagradable incidente que se?al¨® las carencias organizativas del club.

Un grupo de espectadores situados en el Fondo Sur derribaron la porter¨ªa al colgarse de la valla de protecci¨®n a la que estaban sujetos los cables que tensan las redes de la misma. El asistente comunica al ¨¢rbitro la anomal¨ªa y el encuentro debe retrasar su inicio.

Una veintena de operarios intenta arreglar el desaguisado con medios tercermundistas. El tiempo pasa mientras los jugadores han retornado a los vestuarios y el p¨²blico, en comportamiento ejemplar, espera el desenlace y reprueba la actuaci¨®n de los gamberros. Una hora m¨¢s tarde, en esa noche del 1 de abril, aparece una nueva porter¨ªa tra¨ªda desde la Ciudad Deportiva. Con un retraso de 75 minutos el bal¨®n comienza, por fin, a rodar.

Morientes y el sorprendente Karembeu marcaron la diferencia. El neocaledonio demostraba que su fichaje era decisivo en la competici¨®n internacional aunque en los campeonatos nacionales hab¨ªa aportado muy poco.

Las sanciones de la UEFA fueron muy duras. Se un¨ªa la voracidad recaudatoria de la instituci¨®n con el deseo ejemplificador para que situaciones de esa ¨ªndole no se reprodujesen. Por lo menos tuvieron el suficiente esp¨ªritu deportivo para no tener en cuenta la impugnaci¨®n del resultado que present¨® el club alem¨¢n.

Dos semanas despu¨¦s se lograba el acceso a la final empatando sin goles en el Westfalenstadion. Fue un encuentro duro y muy serio, con pocas oportunidades de gol y gran esfuerzo f¨ªsico de todos. La alegr¨ªa ante el pitido final fue inmensa entre jugadores, t¨¦cnicos y directivos, pero sobre todo en los seguidores blancos que ve¨ªan la posibilidad largo tiempo acariciada de conseguir la anhelada S¨¦ptima.

La final estaba programada el 20 de mayo en el Amsterdam Arena. Hubo intentos de cambiar el escenario por considerarlo insuficiente para acoger a las dos hinchadas de los finalistas. El nuevo coliseo holand¨¦s s¨®lo dispon¨ªa de 52.000 localidades y la demanda superaba ampliamente dicha cifra. Fue un problema la adjudicaci¨®n de las entradas.

Seg¨²n datos de la UEFA se vendieron 48.500 lo que indica que el m¨¢ximo organismo futbol¨ªstico europeo se reserv¨® 3.500 para sus compromisos y el estadio present¨® huecos en sus localidades. A pesar de un pesimismo generalizado, dada la marcha del club en los torneos espa?oles y del poder¨ªo de la Juventus, alentaba en el fondo de cada madridista la ilusi¨®n del triunfo en el torneo que durante los primeros a?os hab¨ªa sido monopolio del Real Madrid.

La ma?ana del encuentro, la ciudad holandesa era un hervidero de banderas, gorros, bufandas y toda clase de objetos distintivos de madridistas y juventinos. Hubo una sana alegr¨ªa sin incidentes dignos de menci¨®n.

Por la tarde, largos proleg¨®menos en el estadio, con entretenimiento musical, con Los del R¨ªo y su Macarena, para soportar distendidamente la nerviosa espera del inicio del encuentro. Expectaci¨®n enorme, c¨¢nticos y exposici¨®n entusiasta de distintivos bianconeri y madridistas cuando los jugadores irrumpen en el cuidado terreno de juego. El Real Madrid, mediante sorteo, ha sido considerado como visitante mientras el equipo juventino act¨²a como local.

El partido se desarrolla desde su inicio con grandes precauciones defensivas por ambos lados. Hay temor al contrario y nadie quiere arriesgar por lo que el juego no tiene brillantez. Los primeros compases no auguraban nada bueno entre la seguridad t¨¢ctica de los italianos y la falta de rapidez e imaginaci¨®n espa?ola.

De pronto todo cambi¨®. Tal vez fuese el ca?o de Ra¨²l a Torricelli lo que inspir¨® confianza a las huestes merengues. La sociedad Zidane-Del Piero se vio superada por las intervenciones acertad¨ªsimas de Hierro, Sanch¨ªs y Redondo. Panucci, Karembeu y Seedorf no terminaban de superarse pero Suker y Mijatovic daban se?ales de vida y la balanza se inclinaba hacia el platillo blanco cuando lleg¨® el reposo.

En la continuaci¨®n m¨¢s de lo mismo. Extraordinaria fue la actuaci¨®n de la vieja guardia madridista, contagiando a sus compa?eros el esp¨ªritu de los triunfadores. Y, a los 66 minutos, el gol de la victoria. Panucci centra desde su banda y aunque Ra¨²l no llega al bal¨®n, aparece Roberto Carlos que env¨ªa un duro disparo, tal vez desviado del marco, que al tropezar en Iuliano llega a poder de Mijatovic. El montenegrino, con serenidad, burla a Peruzzi y deposita el regalo en el marco juventino. Gol que premiaba el esfuerzo y la fe de los mejores.

M¨¢s de 20 minutos por delante repletos de faltas, interrupciones, cambios en ambos bandos, amagos de ataque blanquinegros cortados de ra¨ªz por un Fernando Hierro convertido en coloso, alg¨²n susto para Peruzzi y siempre la incertidumbre y los nervios de una ventaja m¨ªnima. Por fin el pitido final del desacertado Helmut Krug y la gran apoteosis, multiplicada por mil cuando Sanch¨ªs recibi¨® el trofeo de las grandes orejas, entregado por Lennart Johansson, y con sus compa?eros lo pase¨® triunfalmente por el Amsterdam Arena. La S¨¦ptima se conquistaba 32 a?os despu¨¦s.

S¨®lo Ra¨²l, Redondo y Seedorf participaron en los once encuentros de la competici¨®n. El resto de participantes en el resonante triunfo fueron Hierro (10), Morientes (10), Sanch¨ªs (10), Jaime (9), Roberto Carlos (9), MIjatovic (8), Panucci (8), Amavisca (7), Suker (7), Ca?izares (6), V¨ªctor (6), Illgner (5), Karanka (5), Karembeu (5), Z¨¦ Roberto (4), , Guti (2), Sanz (2), Savio (2), Chendo (1) y Dani (1).

El recibimiento en Madrid fue grandioso, aunque el regreso de muchos expedicionarios estuvo marcado por la tremenda desorganizaci¨®n del aeropuerto de Schipol, mientras m¨¢s de 200.000 personas festejaban el extraordinario ¨¦xito en la plaza de la Cibeles.

Madrid se ech¨® a la calle para recibir a sus h¨¦roes. Kil¨®metros de desfile triunfal entre Barajas y Cibeles para finalizar la fiesta en el Bernab¨¦u, donde un Lorenzo Sanz radiante prometi¨®: ¡°Esto no va a quedar aqu¨ª, porque ahora vamos a por la Octava¡±.

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La trayectoria de Lorenzo Sanz en el Real Madrid

Cap¨ªtulo 1: Ram¨®n Mendoza se marcha ahogado por la econom¨ªa.

Cap¨ªtulo 2: La lujosa renovaci¨®n de Sanz devuelve la ilusi¨®n al madridismo

Cap¨ªtulo 3: Fabio Capello lider¨® el primer proyecto de Lorenzo Sanz

Cap¨ªtulo 4: La ansiada S¨¦ptima Copa de Europa lleg¨® con Lorenzo Sanz

Cap¨ªtulo 5: El Madrid conquista en Tokio su segunda Copa Intercontinental.

Cap¨ªtulo 6: La Octava lleg¨® en la primera final espa?ola de la historia

Cap¨ªtulo 7: Lorenzo Sanz pierde las elecciones con Florentino P¨¦rez