Reggie Miller, Larry Bird, el odio a Jordan y la idea que tumb¨® Shaq

¡°En los otros 49 estados es baloncesto, pero esto es INDIANA¡±. As¨ª rezaba una enorme pancarta del Bankers Life Fieldhouse, el estadio en el que los Pacers jugaban desde el 6 de noviembre de 1999, cuando dejaron atr¨¢s el Market Square Arena ocupado por la franquicia durante un cuarto de siglo para ser uno de los primeros equipos que iniciaba la estela de pabellones que son mucho m¨¢s que pabellones. Curiosamente, sus rivales en esas Finales del 2000, los Lakers, hab¨ªan hecho lo mismo, dejando atr¨¢s el lujoso F¨®rum para llevar a otro nivel el deseo de Jerry Buss de iniciar una nueva era, manteniendo la costumbre que hab¨ªa teletransportado a los angelinos a lo m¨¢s alto: la de forjar celebrities en la pista a base de acumularlas en las gradas, capitalizar la vida social de la ciudad y convertirse en una instituci¨®n tambi¨¦n en cuanto a magn¨ªficas construcciones que envolv¨ªan a la franquicia en un aura de luz y glorias pasadas que quer¨ªan convertirse en presentes.

La grandilocuencia del Staples contrastaba con la nueva edificaci¨®n erigida en Indian¨¢polis, pero solo por estar llena de la far¨¢ndula t¨ªpica de Los ?ngeles. Los Pacers se encontraban en una ciudad que pose¨ªa un gran patrimonio cultural, arraigo en el deporte y una tradici¨®n conservadora, muy unida a una diversidad racial menor que en otras partes del pa¨ªs y que ten¨ªa a casi un 70% de poblaci¨®n blanca. La pol¨ªtica tambi¨¦n cambi¨® en 1999, cuando el candidato dem¨®crata Bart Peterson derrotaba a Sue Anne Gilroy acabando con 32 a?os de gobierno republicano, que hab¨ªa representado durante mucho tiempo una ideolog¨ªa inherente a la ciudad que durante los 90 fue considerada una de las metr¨®polis m¨¢s continuistas y moderadas del pa¨ªs. Ese a?o se convirti¨®, por lo tanto, en uno clave de la historia reciente de la capital del estado de Indiana, cuyo equipo de baloncesto quer¨ªa ver cumplidas las promesas de cambio con la consecuci¨®n de un anillo esquivo que se hab¨ªa escurrido de entre sus manos, bien por coincidir generacionalmente con Michael Jordan y todo lo que le acompa?¨® en una Conferencia Este extremadamente competitiva (al contrario que estos ¨²ltimos a?os) o, simplemente, por no tener la calidad suficiente para ganar. Algo que, por mucho que los Bulls de los 90 intentaran demostrar lo contrario, ni era f¨¢cil ni lo hab¨ªa sido nunca antes.

La historia de los Pacers se remonta a sus a?os en la ABA, donde llegaron a tocar la gloria antes de dar el salto a una NBA en la que no hicieron m¨¢s que experimentar dificultades hasta la llegada de un h¨¦roe para la ciudad como lo fue Reggie Miller, en 1987. Antes del cambio, hab¨ªan conseguido tres campeonatos de la ABA en cinco Finales con un mito en los banquillos como Slick Leonard, que no pudo repetir los ¨¦xitos en la mejor Liga del mundo, donde la franquicia solo pudo llegar a playoffs en dos de los siguientes 13 a?os, con dos derrotas en primera ronda y un parcial de 5-1 que contrastaba con su historial en esa otra competici¨®n, en la que pasaron sus primeros a?os de existencia. Miller llegaba en el puesto n¨²mero 1 del draft, y dos a?os despu¨¦s promedi¨® 24,6 puntos por partido y un 41% en triples, siendo All Star y liderando a los Pacers a los playoffs. Y todo, con m¨¢s de 4 lanzamientos de tres intentados por duelo, un avance evolutivo totalmente in¨¦dito en ese momento, donde los hombres altos y el mid range marcaban un estilo de juego revolucionario en los 80 y m¨¢s defensivo en los 90, pero sin ser el triple un arma que se utilizara con demasiada frecuencia m¨¢s all¨¢ de ese imaginativo escolta graduado en Historia en la Universisdad de California.

Rodeando a Miller: los Pacers, candidatos

A los Pacers les cost¨® explotar, aunque lo hicieron en el momento justo. En 1990 cayeron ante los Pistons, futuros campeones, en primera ronda, algo que repitieron ininterrumpidamente cuatro a?os consecutivos, y sin dar el paso hacia delante con Bob Hill en los banquillos, un hombre que posteriormente liderar¨ªa a los Magic a las Finales venciendo en finales de Conferencia precisamente a los Pacers. En 1991, los Celtics se impusieron a Indiana por un ajustado 3-2 y ganando el ¨²ltimo partido por 124-121. En esa serie, Miller destac¨® con casi 22 puntos por partido y un 42% en triples ante Larry Bird, un hombre que tiempo despu¨¦s ser¨ªa clave en su carrera deportiva. Boston volvi¨® a eliminarles en 1992, a?o en el que Detlef Schrempf lograr¨ªa su segundo premio consecutivo a Mejor Sexto Hombre antes de ascender a la titularidad el curso siguiente, que se sald¨® con la en¨¦sima eliminaci¨®n en primera ronda, esta vez ante los Knicks, y el despido de Bob Hill.

Al banquillo llegar¨ªa Larry Brown, un n¨®mada que nunca hab¨ªa pasado m¨¢s de cuatro temporadas en el mismo equipo, algo que ven¨ªa de hacer en los Spurs con David Robinson y que repetir¨ªa con los Pacers antes de dar el salto a los Sixers, donde se encontr¨® con Allen Iverson y rompi¨® la tradici¨®n, permaneciendo seis a?os en dicha franquicia. Los equipos de Brown se caracterizaban por ser muy correosos, fuertes en defensa y extremadamente competitivos, algo en lo que se convirti¨® esa plantilla. El General Manager Donnie Walsh dej¨® escapar a Schrempf rumbo a los Sonics, donde se uni¨® a Gary Payton, Shawn Kempt y George Karl para llegar a las Finales de 1996. Un cambio inicialmente criticado pero que dio al equipo, que recibi¨® a Derrick McKey, un impulso m¨¢s que necesitado.

Con Brown, los Pacers cambiaron su estilo de juego. Pasaron a ser la quinta peor defensa del Este a ser la quinta mejor, tuvieron el octavo mejor defensive rating de la franquicia y disminuyeron su producci¨®n ofensiva y, sobre todo, el uso del triple. En 1990, hab¨ªa sido el tercer equipo que m¨¢s lanzamientos de tres hab¨ªa intentado; en 1991, el octavo; en 1992 de nuevo el tercero y en 1993 cayeron al puesto n¨²mero 13. Todo se modific¨® con un nuevo estilo en el que primaba la parte defensiva y buscaba menos riesgos y m¨¢s seguridad en ataque. Los Pacers pasaron a ser el 26? equipo que m¨¢s triples intentaba de la competici¨®n, el cuarto por la cola. Eso s¨ª, eran el que mejor porcentaje ten¨ªa desde la l¨ªnea: casi un 37%, liderando la NBA en ese apartado estad¨ªstico. Es decir, menos riesgos y m¨¢s beneficios, un lema ligado al estilo Brown, que en su primera temporada lider¨® a los Pacers a las 47 victorias (r¨¦cord de la franquicia) pasando de la primera ronda, algo que no hac¨ªan desde los tiempos de la ABA. Eliminaron en primera ronda a los Magic de Shaquille O¡¯Neal y Penny Hardaway (3-0) y en semifinales a los mejores Hawks de la historia (hasta la llegada de Mike Budenholzer), esos liderados por Lenny Wilkens que hab¨ªan quedado primeros del Este (57-25) con 18,5 puntos y un 44% en triples de Miller.

El sue?o choc¨® con los Knicks de Riley, esa versi¨®n sucia y desvergonzada de lo que antes hab¨ªan sido los Bad Boys en Detroit y que ven¨ªa de ganar en una serie llena de pol¨¦mica a los Bulls sin Jordan en semifinales. All¨ª, Miller tuvo tuvo su gran momento de gloria, el primero que hizo a los analistas considerarle parte de la ¨¦lite de la Liga. En el quinto partido anot¨® 39 puntos, 25 de ellos en el ¨²ltimo cuarto, consiguiendo los Pacers la victoria (93-86) y adelant¨¢ndose en una eliminatoria que no pudieron rematar, siendo finalmente remontados. Pero el escolta puso su sello y se gan¨® un puesto para el equipo nacional que gan¨® el Mundial de Canad¨¢ en 1994 y se mantuvo con el combinado estadounidense hasta ese Dream Team 2.0 que se hizo con el oro ol¨ªmpico en Atlanta en 1996. Entre medias, en 1995, Reggie tuvo el que probablemente sea su instante m¨¢s famoso en la NBA, cuando se veng¨® de los Knicks en una serie en la que les endos¨® 29 puntos en el Madison en el s¨¦ptimo y definitivo duelo. Antes, en el primero, Brown hab¨ªa pedido tiempo muerto con 18,7 segundos para el final y los neoyorquinos ganando de seis (105-99). Miller anot¨® entonces 9 puntos en 8 segundos y los Pacers se adelantaron en la serie. ¡°Nadie, ni yo mismo, pensaba en poder lograr la victoria¡±, reconoci¨® su entrenador poco despu¨¦s. De nuevo, los Pacers se quedaron en las finales del Este, donde perdieron en siete partidos contra los Magic a pesar de los 26 puntos con un 45% en triples de Miller, que hab¨ªa tenido su mayor momento de gloria, ese m¨¢s visitado que ninguno en la plataforma de Youtube hasta que lleg¨® el Tracy McGrady acompa?ado de sus 13 puntos en poco m¨¢s de 30 segundos.

Larry Bird y Michael Jordan

Brown calc¨® en la 1995-96 las 52 victorias del a?o anterior, pero los Pacers no volver¨ªan a estar tan cerca de las Finales con ¨¦l y el t¨¦cnico se march¨® tras cuajar la primera temporada sin playoffs desde 1989, en parte por culpa de las lesiones que provocaron que Rick Smits se perdiera 30 partidos, Mark Jackson, un base imaginativo y un excelente defensor que aterriz¨® en Indiana en 1994 (con una breve estancia en Denver entre medias), 52, el ya mencionado Derrick McKey 32 y Jalen Rose, otros 16. Su salida ven¨ªa compensada con la llegada de un Larry Bird cuya eterna (y eternizada) figura llegaba a los Pacers para aceptar su primer y ¨²nico trabajo de entrenador, una desgracia para el baloncesto si tenemos en cuenta que demostr¨® el mismo talento en la pista, en los despachos y en los banquillos. No en vano, es la ¨²nica persona en la historia de la NBA en ser nombrado Rookie del A?o, MVP de la temporada regular, MVP de las finales, MVP del All-Star Game, Entrenador del A?o, y Ejecutivo del A?o. Bird no solo fue el responsable junto a Magic Johnson de revitalizar una NBA moribunda en los 80, tambi¨¦n tiene un legado que ha trascendido fronteras, es el ¨²ltimo gran h¨¦roe de unos Celtics que, desde entonces, han ganado dos anillos, uno en 2008 y otro en 2024, siendo los vigentes campeones tras una espera eterna que lleg¨® a su fin hace unos meses. Bird fue despu¨¦s una referencia en Indiana, donde consigui¨® el t¨ªtulo a Mejor Entrenador en su primera temporada (1997-1998) y el de Mejor Ejecutivo en 2012, cuando construy¨® desde las oficinas esa plantilla que junt¨® a Paul George, Roy Hibber, David West y compa?¨ªa que constituy¨® uno de los pocos frentes desafiantes que LeBron tuvo en su largo dominio en el Este, ocho Finales de la NBA consecutivas incluidas.

Los Pacers llegaron a las finales del Este en la primera temporada de Bird, que apadrin¨® a Miller como si de un ahijado se tratase. Hay a?os luz entre ambos, pero la anomal¨ªa que supon¨ªa el arma que catapult¨® a ambos a la fama, el triple, provocaba que sus destinos fueran indivisibles. El club 50-40-90 lo inauguraron ellos, primero el alero y despu¨¦s el escolta, y a Bird siempre se le ha considerado un gran triplista, m¨¢s por los concursos que por el juego, donde era un arma irrisoria dentro de un estilo en el que su uso brillaba por su ausencia, lo que no quita que el l¨ªder de los Celtics destacara en ella. El legendario ex jugador se hac¨ªa cargo de una franquicia ya veterana, con la que se hab¨ªa enfrentado como profesional en su mayor parte, con un Miller que con 32 a?os seguir¨ªa produciendo (19,5 puntos y un 43% en triples) y armas dispares que le permitir¨ªan desarrollar un juego propio y volver a construir lo que originariamente fueron esos Pacers: uno de los mejores juegos exteriores de la Liga, una amenaza constante en el triple inopinada para la ¨¦poca y cierta debilidad interior que poco importaba para enfrentarse a los Bulls, con los que se jugaron las Finales en ese primer a?o, pero que fue muy importante (desde el punto de vista negativo) en las que s¨ª disputaron en el 2000, contra los Lakers.

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El proyecto, obligado por edad al cortoplacismo, fue a por todas desde el inicio, con 58 victorias en esa primera temporada de Bird, r¨¦cord de la franquicia, y finales del Este ante Jordan, esa nombre que en la NBA significa todo y cuyo mayor enemigo personal fuera de los Bulls (dentro fue Jerry Krause) fue Reggie Miller. Famosa es su pelea en 1993, donde llegaron a los pu?etazos en mitad de un partido, como tambi¨¦n sus declaraciones cruzadas, intercambios de golpes constantes e inacabables pullas y discusiones. Miller ni pretendi¨® ser ni fue un jugador con un nivel (ni siquiera) cercano al de Jordan, como tampoco parte de la ¨¦lite de una NBA cuyo Olimpo est¨¢ reservado para solo unos pocos. Pero tampoco se arred¨® nunca ante su n¨¦mesis, con la que multiplicaba su habitual trash talk e intentaba desarrollar al m¨¢ximo esas habilidades que le permitieron estar entre los 16 y los 24,6 puntos durante 14 temporadas consecutivas, siendo la referencia de la burgues¨ªa de la Liga y el l¨ªder de un equipo que, y esto es innegable, roz¨® el anillo y fue candidato constante en una ¨¦poca en la que ganar era, ante la aglomeraci¨®n de aspirantes, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa.

La serie fue impresionante, ganando ambos equipos todos sus partidos de casa y llevando los Pacers a los Bulls hasta la extenuaci¨®n, forzando un s¨¦ptimo a pesar de los 8 solitarios puntos de Miller en el sexto y desmadejando a Jordan en buena parte de ese definitivo encuentro, en el que (a pesar de todo) consigui¨® 28 puntos, 9 rebotes y 8 asistencias pero lanz¨® con un 36% en tiros y fall¨® 5 de sus 15 lanzamientos desde la personal. Eso s¨ª, los Bulls sobrevivieron y volaron hacia su sexto anillo con 31,6 puntos del escolta en esa serie, que culmin¨® The Last Dance ante los Jazz. Adem¨¢s, Jordan se encarg¨® de la defensa de Miller durante el ¨²ltimo cuarto y le dej¨® en 0 puntos y solo 1 tiro intentado. Miller no jug¨® mal durante la eliminatoria (22,7 puntos y m¨¢s del 40% en triples), pero en ella se constat¨® lo que todo el mundo siempre ha sabido: que estaba a a?os luz de ese hombre al que odiaba. Y al que guarda un rencor que ni los a?os han permitido desaparecer, tal y como indican sus recientes declaraciones y el pu?etazo que parece que le dar¨ªa en caso de encontrarse con ¨¦l.

Los Lakers y el final del proyecto

Tras caer inopinadamente contra los Knicks en unas nuevas finales del Este en 1999, los Pacers tuvieron su ¨²ltima gran oportunidad en el 2000. La sensaci¨®n de que era la ocasi¨®n definitiva se amplificaba con la edad de los integrantes del equipo, el tercero m¨¢s veterano de la NBA (30,4 de media) y de su l¨ªder, Miller, que se iba ya a los 34 a?os. Eso no le impidi¨® disputar su ¨²ltimo All Star junto a Dale Davis, que vivir¨ªa su ¨²ltima temporada en Indiana antes de irse a los Blazers en ese precipitado traspaso del proyecto con m¨¢s prisas del momento, y liderar a los Pacers a las 56 victorias, el mejor r¨¦cord del Este. Bird hab¨ªa cogido lo mejor de Brown en defensa y se hab¨ªa ido al ataque ofensivo y con predominancia exterior, consiguiendo juntar ambas zonas de juego y convirtiendo al equipo en la sexta mejor defensa del Este y el segundo mejor ataque, con los lanzamientos de tres de nuevo disparados: eran los cuartos que m¨¢s intentaban, 18,1, el doble que antes de la llegada de Brown, algo que da buena cuenta de la evoluci¨®n que ya viv¨ªa la NBA por aquel entonces.

Los Pacers eran la representaci¨®n m¨¢xima del tirador cl¨¢sico, con el mejor porcentaje de la NBA en triples (casi el 40%), el mejor tambi¨¦n en tiros libres (81%) y el s¨¦ptimo en tiros de campo (46%). Y los m¨¢ximos favoritos del Este, en plena reconstrucci¨®n tras la salida de Jordan. Los Knicks no parec¨ªan capaces de repetir el ¨¦xito del a?o anterior y cayeron en las finales de Conferencia ante Indiana, que por fin se quit¨® la tortura china de esa ronda, su techo hasta ese momento, y avanz¨® a las primeras Finales de su historia solo unos meses despu¨¦s de estrenar el ya mencionado Bankers Life Fieldhouse. Tampoco los Pistons, que acababan de perder a Grant Hill; plantillas con poca coacci¨®n como Sixers y Nets tendr¨ªan su momento en los a?os venideros, y franquicias como los Bucks de Ray Allen y George Karl o los Raptors de Vince Carter (y Lenny Wilkens) no estaban ni cerca del nivel de los rivales que los Bulls ten¨ªan en los 90. Ni de los propios Bulls, claro.

Las Finales so?adas fueron tambi¨¦n unas en las que el favoritismo de los Lakers era desmedido, sobre todo ante la ausencia de un hombre interior capaz de frenar a O¡¯Neal. Marck Jackson, Jalen Rose y Reggie Miller formaban la mayor amenaza exterior de la competici¨®n, pero nadie pod¨ªa parar al p¨ªvot, defendido por un Rick Smits que med¨ªa 8 cent¨ªmetros m¨¢s que su rival pero pesaba 30 kilos (tirando por bajo) menos. Su resitencia, unida a la ayuda de Dale Davis y Austin Croshere, fue poca cosa para un hombre que se encontraba en el mejor momento de su carrera y que domin¨® los tableros como quiso ante la ausencia de rebote rival. Davis era el l¨ªder en esta faceta estad¨ªstica con 9,9, mientras que Shaq se iba a los 13,7. El siguiente de los Pacers en este apartado era Croshere... con 6,4. Y solo tres jugadores pasaban de los cinco. Poca cosa para mucha mole.

Los promedios de Shaq fueron de otra era, superiores incluso a los conseguidos por Jordan en los 90: 38 puntos, 16,7 rebotes, 2,3 asistencias, 1 robo y 2,7 tapones, con un 61% en tiros de campo. Los Pacers lo intentaron todo en la serie, pero los angelinos sobrevivieron a la lesi¨®n de Bryant en el segundo duelo, con ese pie que Jalen Rose puso debajo de su pista de aterrizaje cuando este finalizaba el movimiento correspondiente a un tiro en suspensi¨®n, un feo gesto que reconoci¨® hecho adrede a?os despu¨¦s. Y tambi¨¦n, en ese mismo duelo, al bochorno de O¡¯Neal desde la personal, cuando fall¨® 21 tiros libres, r¨¦cord de la NBA y de las Finales. Y de todo; la serie fue de 18 de 39, llevando Bird hasta el extremo el hack a Shaq, con Dale Davis y Sam Perkins (otro de los interiores) eliminados por faltas y Smits, Miller y Croshere con 5, 4 y 4 respectivamente. Y aun as¨ª, Shaq hizo 40 puntos y 24 rebotes (43+19 en el primer duelo) y los Lakers ganaron de siete, algo que da buena muestra de la diferencia real entre los dos equipos.

Todo se resolvi¨® en el cuarto asalto, cuando los Pacers eliminaron a Shaq (y sus 36 puntos y 21 rebotes...) por faltas en la pr¨®rroga (algo que podr¨ªan haber hecho antes si Rick Smits hubiera estado en pista...), pero con Bryant, que se perdi¨® el tercer partido pero regres¨® en el cuarto, sentenciando en la pr¨®rroga con 8 puntos, 28 en total. Los Lakers se dejaron llevar en un cuarto encuentro bochornoso en el que perdieron de 33 antes de sentenciar en el Staples, con 41+12 de O¡¯Neal y 26+12 de Bryant. La fiebre amarilla saltaba de pronto y consumaba el primer anillo de una nueva era, y su retorno a lo m¨¢s alto desde 1988. Los Pacers, desmadejados, nada pudieron hacer, y vieron como esa idea basada en m¨¢s triples que nadie y en torno a Reggie Miller, naufragaba en el ultracompetitivo Este de los 90 y chocaba definitivamente con O¡¯Neal.

El final de los Pacers de Miller

El proyecto se fue deshaciendo poco a poco. Bird no volvi¨® al banquillo, aunque en 2004 regres¨® a los Pacers para ocupar el cargo de Presidente de Operaciones, que abandon¨® en 2012, recuper¨® en 2013 y al que dijo adi¨®s definitvamente en 2017. Miller, que en el primer duelo de esas Finales, muy molesto por Kobe y las constantes ayudas de los Lakers, se qued¨® en 1 de 16 en tiros, acab¨® anotando 21, 33, 35, 25 y 25 puntos en los cinco partidos siguientes, cuajando una gran serie. Estuvo activo cinco a?os m¨¢s, en las que dej¨® de ser el l¨ªder estad¨ªstico de una franquicia de la que segu¨ªa siendo la referencia moral, espiritual y, sobre todo, cultural. A¨²n les dio tiempo a los Pacers a llegar a las finales del Este una vez m¨¢s, en 2004, cayendo ante los Pistons y con un Miller que se solap¨® entre generaciones y era uno m¨¢s en ese equipo que junt¨® a Ron Artest (Mejor Defensor) o Jermanie O¡¯Neal y que gan¨® 61 partidos con Rick Carlisle, otrora asistente del ataque de Larry Bird, en los banquillos.

Un a?o despu¨¦s, la plantilla llegaba desdibujada a playoffs tras la sanci¨®n correspondiente a la infame pelea del Palace, en la que hubo pelea hasta con un sector de los aficionados y que involucr¨® a Pacers y Pistons con Artest de protagonista. Miller se resisti¨® a la retirada en primera ronda, donde los de Indiana sobrevivieron a Boston en el s¨¦ptimo partido y fuera de casa. En el sexto partido de las semifinales, precisamente ante Detroit, anot¨® un triple (c¨®mo no) dentro de los ¨²ltimos minutos de partido. La ovaci¨®n que le dio el Bankers Life Fieldhouse incluy¨¦ndose en ¨¦sta su ex entrenador Larry Brown y los jugadores del equipo visitante, al que por entonces dirig¨ªa, unida a las l¨¢grimas en los ojos de algunos aficionados, daban buena cuenta del referente que se iba para la franquicia y para la ciudad, que no ha vuelto a tener la misma conexi¨®n con nadie. Hubo, eso s¨ª, un amago con Paul George... y ya sabemos c¨®mo acab¨® aquello.

Miller se retir¨® en 2005 tras una carrera profesional que inclu¨ªa 18 a?os, 5 All Stars, tres selecciones para el Tercer Mejor Quinteto, un oro ol¨ªmpico, otro mundial y ser como el m¨¢ximo triplista de la historia, un r¨¦cord superado a?os despu¨¦s por Ray Allen y con el que posteriormente se hizo, l¨®gica mediante, un mago como Stephen Curry. Y con seis tiros al palo, claro. Cuatro de ellos en finales del Este y uno en las de la NBA. Tres de esas series fueron resueltas en siete partidos y las otras tres en seis. Las m¨¢s dolorosas, las que fueron de 1998 al 2000: la primera por ser ante Jordan, ese archienemigo que Miller siempre tuvo; las segundas, por partir como favoritos. Y la ¨²ltima de ellas ante Shaq, ese hombre ante el que tuvieron que hincar la rodilla. El legado de los Pacers es haber sido pioneros en una idea de juego, que sin estar basada en los triples se val¨ªa de ellos m¨¢s que nadie, que domina la competici¨®n hoy en d¨ªa. El de Miller por otra parte va m¨¢s all¨¢ del juego en s¨ª... y quiz¨¢, solo quiz¨¢, su verdadera huella en el baloncesto es haberse convertido, sin tener el talento de las grandes estrellas hist¨®ricas, en una referencia cultural dentro de una de las 30 franquicias de la NBA. Algo que, ya se sabe, no es nada f¨¢cil.

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