Manolo Santana, el n¨²mero uno
Ha muerto Manolo Santana, pero su legado sigue vivo, cada vez m¨¢s. Los grandes campeones nunca mueren del todo, porque quedan para siempre las im¨¢genes de sus gestas, sus nombres inscritos en los trofeos y en la historia, el recuerdo y la admiraci¨®n de su deporte y de su pa¨ªs. Los grandes campeones nunca mueren de todo, y mucho menos cuando han sido los primeros, un referente y un espejo, pioneros, porque en esos casos el legado sigue vivo en cada uno de los que han venido despu¨¦s. La herencia de Supermanolo son los diez tenistas espa?oles que ganaron un Grand Slam despu¨¦s de que ¨¦l abriera esa puerta, pero tambi¨¦n todos aquellos que lo intentaron, o simplemente aquellos otros que empu?aron una raqueta y so?aron. ¡°Gracias por marcar el camino¡±, le dijo este s¨¢bado Rafa Nadal en un cari?oso mensaje, cuando conoci¨® la triste noticia de su adi¨®s. De n¨²mero uno a n¨²mero uno. Si Santana no hubiera sido Santana, seguramente Nadal no hubiera sido Nadal, el m¨¢s grande. Ni Orantes, ni Arantxa, ni Bruguera, ni Conchita, ni Ferrero, ni Moy¨¢, ni Costa, ni Muguruza¡ Espa?a ha sido un pa¨ªs de grandes tenistas, lo sigue siendo, desde que Manolo meti¨® el primer servicio.
Santana conquist¨® Roland Garros, dos veces; y el US Open, que se jugaba sobre hierba; y Wimbledon, con una camiseta del Real Madrid; y disput¨® dos finales de Copa Davis, que le dieron una enorme popularidad; y no gan¨® el Open de Australia, porque no lo jug¨®. Manolo protagoniz¨® sus gestas en los a?os 60, cuando un pu?ado de deportistas, con cuentagotas, daban luz a una Espa?a gris. Manolo Santana fue un pionero en el tenis, como antes lo hab¨ªa sido Federico Mart¨ªn Bahamontes en el ciclismo, o despu¨¦s lo fueron Paco Fern¨¢ndez Ochoa, Severiano Ballesteros y ?ngel Nieto en el esqu¨ª, el golf y el motociclismo. Hab¨ªa tan pocos campeones, que toda la carga de una bandera ca¨ªa sobre sus espaldas. Pero aquellos oasis brotados por generaci¨®n espont¨¢nea dieron mayores frutos con el tiempo. Y el mejor reconocimiento que se les puede hacer a todos ellos es el agradecimiento y el recuerdo por lo que fueron, y por lo que somos ahora. Gracias, Manolo. Gracias, leyenda. N¨²mero uno.