?Preparados! ?Listos! ?Fiiirmen!
En 1968, el Real Madrid renov¨® en una misma ma?ana a siete jugadores y al entrenador: Mu?oz, Gento, Araquistain, Amancio, Pirri, Calpe, Vel¨¢zquez y Grosso.
Ahora que hay tanto l¨ªo con las renovaciones de Lucas V¨¢zquez, Modric y Sergio Ramos, he recordado una foto de 1968 que me facilit¨® no hace mucho Ernesto Calpe, hermano de uno de los protagonistas.
Mu?oz, entrenador del Real Madrid, en la cabecera. A su derecha Gento (¨²nico que se atrevi¨® a ir sin chaqueta y corbata) y a su izquierda Araquistain, los m¨¢s antiguos en el club. A la derecha de Gento, Amancio, el siguiente en veteran¨ªa, y a la derecha de ¨¦l, Pirri y Calpe. A la izquierda de Araquistain, Vel¨¢zquez y Grosso. Se dir¨ªa que hasta la colocaci¨®n est¨¢ compuesta respetando las jerarqu¨ªas.
Los ocho terminaban contrato ese a?o, los ocho renovaron en una misma ma?ana. La mand¨¦ la foto a Pirri, no la recordaba. Tan poca importancia le daban a las renovaciones entonces.
-Primero, que hab¨ªa derecho de retenci¨®n, as¨ª que acabado el contrato, el club te pod¨ªa renovar si quer¨ªa con s¨®lo subirte el contrato el diez por ciento. Pero no hac¨ªa ni falta. Todos est¨¢bamos contentos, el club se portaba y a nadie se le ocurr¨ªa quejarse.
De hecho, con frecuencia el contrato era mejorado sobre la marcha si el jugador rend¨ªa m¨¢s de lo esperado.
Aquel 1968 dio lugar a esa foto especial porque coincidieron muchos y con ella el club hizo la portada de su Bolet¨ªn del Real Madrid del mes de mayo. La acompa?aba con un lac¨®nico ¡®Sin comentarios¡¯. Ni en la portada ni en toda la revista hab¨ªa otra alusi¨®n; s¨®lo se pretend¨ªa enviar un s¨®lido mensaje de estabilidad.
La din¨¢mica era la misma cada a?o: a todos los que se quer¨ªa renovar contrato les citaban la misma ma?ana en la antesala del despacho de Raimundo Saporta. Sol¨ªa ser hacia los finales de la Liga, y antes de empezar la Copa, cuando ya estaba claro lo que hab¨ªa dado de s¨ª cada jugador.
No hab¨ªa agentes ni nada que se le pareciera. Pasaban de uno en uno y ninguno estaba ni diez minutos:
-Vamos a ver¡ Usted ten¨ªa tanto. Le vamos a dar cuanto. ?Est¨¢ bien?
-Por supuesto, Don Raimundo.
Despu¨¦s, unas preguntas de cortes¨ªa de ¡®Don Raimundo¡¯, sobre la pensi¨®n (los solteros viv¨ªan en pensi¨®n, algo que hoy no concebir¨ªamos), sobre la familia, y un apret¨®n de manos. Rar¨ªsimo era el que rezongaba algo. Una vez Pach¨ªn se quej¨® de lo que le ofrec¨ªan y no firm¨®, para sorpresa de ¡®Don Raimundo¡¯. Acudi¨® a Di St¨¦fano, que inst¨® por ¨¦l y le concedieron lo que ped¨ªa, pero qued¨® marcado como rebelde.
Los contratos eran por tres a?os, salvo si el jugador hab¨ªa cumplido ya los 30 en cuyo caso se les renovaba de a?o en a?o. A los que no iban a renovar se les llamaba otro d¨ªa. Si hab¨ªan ¡®sido buenos¡¯ se les trataba con delicadeza y se les suger¨ªan destinos.
Cobraban por tres partidas: la ficha, diferente seg¨²n el jugador, un sueldo lineal con peque?a mejora para los casados m¨¢s un plus por cada hijo, y las primas. El sueldo equival¨ªa al de un jefe medio de una gran empresa. Las fichas no eran mejores que las que pagaban el Bar?a, el Atl¨¦tico o incluso el Zaragoza a sus Magn¨ªficos. La diferencia la marcaban las primas. El Madrid ganaba mucho (la Liga casi cada a?o) y pasaba eliminatorias de la Copa de Europa, as¨ª que esa partida era grande. Cobraban prima s¨®lo los que jugaban, tanto por victoria fuera, la mitad por empate fuera o victoria en casa. Prima doble ante tres grandes que el club fijaba al comienzo de la Liga y un ¡°malillo¡± que fijaban los jugadores. El portero suplente cobraba media prima, igual que los lesionados hasta que tuvieran el alta.
Esa partida crec¨ªa con los amistosos. La Copa de Europa ocupaba menos fechas hab¨ªa muchas para amistosos internacionales, no s¨®lo en verano. El Madrid les pagaba ¡®a peseta el d¨®lar¡¯. Si el club cobraba 20.000 d¨®lares, a cada jugador tocaban 20.000 pesetas. Di St¨¦fano sugiri¨® cobrar s¨®lo si ganaban, pero con un plus por cada gol de diferencia. Eso pareci¨® una idea feliz a Bernab¨¦u y as¨ª se hizo.
El club les aconsejaba inversiones. Y a los que aceptaban les mov¨ªa el dinero. Manol¨ªn Bueno fue uno de ellos. Cuando se fue, el club le inform¨® que ten¨ªa en C¨¢diz una casa con varios pisos y unas naves. Respaldo para el resto de su vida.
A los que decid¨ªan retirarse en el club se les pagaba el sueldo un a?o m¨¢s, para que no tuvieran que tocar sus ahorros desde el primer d¨ªa.
(Bernab¨¦u contaba que al poco de ser presidente encontr¨® a un exjugador del Madrid mendigando en El Tubo de Zaragoza. De ah¨ª tanta preocupaci¨®n).
As¨ª de contentos firmaban a toque de corneta.
Un modelo entre autoritario y paternalista inconcebible hoy. Otros tiempos, otras costumbres.