La Sud¨¢frica m¨¢s all black
Hubo un tiempo en que los Springboks eran un s¨ªmbolo del Apartheid, de la segregaci¨®n m¨¢s extrema¡ Ahora son el s¨ªmbolo de la unidad de un pa¨ªs que sufre, que pasa por graves problemas sociales y econ¨®micos, y que encuentra en el rugby una inyecci¨®n de esperanza. La selecci¨®n de Sud¨¢frica les presta el ejemplo para afrontar ese duro camino. La imagen del Mundial de Jap¨®n es la de Siya Kolisi, el primer capit¨¢n negro de los Bokkes, recibiendo la Copa Webb Ellis como tricampeones del planeta. Una foto hist¨®rica. Kolisi luce el n¨²mero 6 en la camiseta, el mismo que vest¨ªa Nelson Mandela cuando entreg¨® el trofeo a Fran?ois Pienaar en el t¨ªtulo de 1995. Mandela, ese l¨ªder que supo perdonar a sus verdugos, hab¨ªa encomendado a su capit¨¢n la dif¨ªcil misi¨®n de llevar la paz a su pueblo a trav¨¦s del rugby. Pienaar estaba este s¨¢bado en la grada del Estadio de Yokohama, donde aplaudi¨® a rabiar los ensayos decisivos de Makazole Mapimpi y Cheslin Kolbe, ambos de raza negra, integrados en el equipo a trav¨¦s de unas cuotas que han dado resultado. Deportivo y social.
Sud¨¢frica ya hab¨ªa ganado otros dos Mundiales, en 1995 y 2007, en ambas ocasiones sin lograr ensayos. En esta final segu¨ªa el mismo gui¨®n, aferrada a su pateador Handr¨¦ Pollard y a su rugby total, m¨¢s total que nunca, hasta que Mapimpi rompi¨® la tradici¨®n. Los africanos sorprendieron a la Inglaterra de Eddie Jones y Owen Farrell cuando demostraron, desde el inicio, que ese grupo gran¨ªtico y percutor tambi¨¦n sabe jugar con alegr¨ªa a la mano. Los Springboks sumaron su tercer t¨ªtulo porque quer¨ªan ganar, y porque necesitaban ganar. No es la primera vez que sucede. La historia del deporte coloca as¨ª a Sud¨¢frica a la altura de Nueva Zelanda, al mismo nivel que los m¨ªticos All Blacks, justo con las herramientas que siempre utilizaron los oce¨¢nicos. Con la integraci¨®n racial y con un rugby diverso. Multicolor.