25 a?os de Thief: The Dark Project, el padre del sigilo inmersivo

Empezamos diciembre cerrando la especie de ¡°trilog¨ªa¡± de entradas que el repaso a los destacados de 1998 nos ha permitido dedicar a los or¨ªgenes del sigilo en tres dimensiones. En febrero hablamos de Tenchu: Stealth Assassins; en septiembre, de Metal Gear Solid; y hoy nos toca comentar el m¨¢s avanzado de ellos. No solo porque, a diferencia de sus compa?eros ¡ªadecuados a las capacidades de PlayStation¡ª, Thief: The Dark Project pudo aprovechar el margen extra que daba programar para PC en un tiempo de r¨¢pida evoluci¨®n tecnol¨®gica; tambi¨¦n porque fue dise?ado por nada menos que Looking Glass Studios, uno de los nombres m¨¢s importantes de los noventa a la hora de explorar nuevas posibilidades del medio. Un estudio de trayectoria fugaz, pero tan esencial que los ecos de sus obras siguen llegando hasta nuestros d¨ªas.

Porque puede que Metal Gear haya pasado a la historia como la saga de infiltraci¨®n m¨¢s popular, y el impacto de Solid es innegable incluso saliendo de su g¨¦nero. Pero cada vez que aprovechamos las herramientas de un buen simulador inmersivo como Deus Ex, vigilamos el medidor de luminosidad que indica si los enemigos ven a Sam Fisher en Splinter Cell, nos movemos con el coraz¨®n en un pu?o por miedo a alertar a las criaturas de un Amnesia, o disfrutamos de sus sucesores espirituales modernos, los geniales Dishonored de Arkane, estamos recorriendo un camino pavimentado por este cl¨¢sico de Looking Glass. As¨ª que aprovechando que alcanza su vigesimoquinto aniversario, vamos a rendirle el tributo que merece. No fue quiz¨¢ el primero, y desde luego no fue el m¨¢s vendido, pero s¨ª sigue siendo uno de los mejores.

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Buscando la iluminaci¨®n en la oscuridad

Decir en el ¨²ltimo mes de 2023 que un juego de 1998 a¨²n es digno de ser contado entre las grandes referencias de un g¨¦nero puede sonar a bravuconada. La clase de exageraci¨®n que lleva impl¨ªcita concesiones como obviar que aspectos como los gr¨¢ficos o la inteligencia artificial son de una ¨¦poca que sencillamente no puede competir con la actual. Y m¨¢s si tenemos en cuenta que The Dark Project no siempre demuestra la pureza de concepto que s¨ª caracterizan a otros ilustres pioneros de sus propias tendencias como Tetris, Super Mario Bros. o el primer DOOM. Durante gran parte del desarrollo, en Looking Glass ni siquiera ten¨ªan claro qu¨¦ clase de juego estaban haciendo, y el resultado final todav¨ªa delata esos titubeos.

Es algo incluso m¨¢s apreciable en la versi¨®n original que en la revisi¨®n, Thief Gold, que la ha relevado desde su estreno en 1999. Es la que tiene m¨¢s niveles, y la ¨²nica que se vende desde que el juego se uni¨® a las plataformas digitales modernas. Lo que tiene su dosis de iron¨ªa sabiendo que la parte de ¡°The Dark Project¡± precede a la de ¡°Thief¡±, y que las misiones a?adidas ¡ªo las ampliaciones de las existentes¡ª surgieron de un contexto donde el estudio hab¨ªa recibido algunas cr¨ªticas por los ocasionales tramos de exploraci¨®n con enemigos sobrenaturales que perd¨ªan de vista el sigilo para convertirlo en una suerte de Tomb Raider en primera persona. Gold no rehuy¨® de esa faceta, pero s¨ª reforz¨® la otra con sus a?adidos, creando una experiencia un poco m¨¢s en consonancia con la ya entonces avanzada secuela (The Metal Age).

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A mediados de los noventa, Looking Glass contaba con algunas de las mentes m¨¢s brillantes de la industria en sus filas. Estudiantes universitarios de tecnolog¨ªa que se hab¨ªan dedicado al desarrollo de videojuegos por vocaci¨®n y ya hab¨ªan dise?ado obras tan trascendentales para el mundo de rol y los simuladores inmersivos como Ultima Underworld (1992) y System Shock (1994). Pero poco de eso allan¨® el camino para Thief, al menos de inicio. En su origen, The Dark Project fue un proyecto ¡ªvalga la redundancia¡ª promovido por Ken Levine, creativo en la actualidad m¨¢s conocido por BioShock que se hab¨ªa incorporado al equipo tras el lanzamiento de System Shock y plant¨® las semillas de un juego al principio conocido como Dark Camelot.

Como su nombre sugiere, Dark Camelot pretend¨ªa ser una subversi¨®n de las leyendas art¨²ricas, con combates a espada como Ultima y una interacci¨®n m¨¢s din¨¢mica que System Shock, pero no cuaj¨® en algo que convenciese al equipo: la acci¨®n era torpe, y lo seguir¨ªa siendo en The Dark Project cuando el jugador decidiese empu?ar su espada contra alguno de los enemigos que merodeaban los niveles. Pero, ?y si no hubiese que luchar? ?Y si el protagonista no fuese un caballero, sino un ladr¨®n capaz de deslizarse entre soldados gracias al refugio que proporcionaban las sombras? A Levine le gust¨® la idea propuesta por uno de los dise?adores y, aunque mucho antes de completarse el desarrollo abandonar¨ªa Looking Glass para cofundar Irrational Games (desde donde crear¨ªa System Shock 2 en colaboraci¨®n con sus viejos compa?eros), tuvo tiempo a participar en la reorientaci¨®n hacia lo que alg¨²n d¨ªa ser¨ªa Thief.

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El juego abandon¨® la tem¨¢tica art¨²rica, aunque no por completo ¡ªvestigios del concepto inicial, como caballeros con armadura medieval y tumbas antiguas, eran constantes¡ª, y adopt¨® un tono m¨¢s de cine de negro, as¨ª como elementos de steampunk como los que m¨¢s tarde tambi¨¦n integrar¨ªa Dishonored en su Inglaterra victoriana. Thief se negar¨ªa a poner nombre propio a su mundo, ambientando las misiones en una ciudad llamada literalmente ¡°La Ciudad¡±; pero las ra¨ªces eran evidentes incluso si el resultado final acab¨® siendo muy ecl¨¦ctico: entre caballeros, zombis y fantasmas, los jugadores tambi¨¦n encontraban dinosaurios y otras criaturas en la vasta red de cavernas que se extend¨ªa bajo la urbanizaci¨®n. Pero funcionaba. Porque eran los noventa, y porque la atm¨®sfera de cada misi¨®n era excepcional, a un nivel contra el que pocos contempor¨¢neos pod¨ªan medirse de t¨² a t¨².

En una ¨¦poca como la actual, en la que el alto rango din¨¢mico (HDR) se utiliza tantas veces como reclamo para ensalzar las posibilidades de nuevos juegos y pantallas, es si cabe m¨¢s revelador regresar a 1998 y comprobar c¨®mo The Dark Project hac¨ªa mejor uso de los contrastes que infinidad de juegos posteriores, dentro o fuera de su g¨¦nero. Por supuesto, no por tener mejor tecnolog¨ªa que ellos, sino por la dedicaci¨®n a integrar la oscuridad como parte de la ambientaci¨®n y la jugabilidad. Por el talento de dise?adores y artistas que, una vez entendido el nuevo cometido, estudiaron c¨®mo usar la iluminaci¨®n, la arquitectura y la composici¨®n para lograr resultados que a¨²n hoy convencen y sumergen en su mundo. Que invitan a correr de sombra en sombra para evitar las miradas, pero que tambi¨¦n crean ansiedad incluso cando no hay enemigos a la vista, especialmente tras sumar el magistral uso del sonido.

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Sigilo de otra generaci¨®n

Aunque Levine pudor dejar el concepto inicial, fue Greg LoPiccolo el que empuj¨® Thief hacia esa capacidad inmersiva que lo defini¨® a su estreno. Bajista de una banda de rock en los ochenta, LoPiccolo entr¨® en la ¨®rbita de Looking Glass para componer la m¨²sica de System Shock y acab¨® al frente de The Dark Project para dedicar sus esfuerzos a crear un espacio sonoro realista y envolvente. Una simulaci¨®n que permitiese al jugador detectar con exactitud la direcci¨®n y cercan¨ªa de cada personaje en base a di¨¢logos o pasos; pero que tambi¨¦n actuase a la inversa, delatando la presencia del jugador a la inteligencia artificial. Huelga decir que la idea de enemigos reaccionando al sonido no era nueva: Metal Gear ya hab¨ªa dedicado un bot¨®n a golpear paredes para atraer la atenci¨®n de los soldados; pero Thief la llev¨® mucho, mucho m¨¢s all¨¢.

En esencia, cada nivel estaba formado por dos capas: la visual, con pol¨ªgonos, texturas, colisiones...; y la sonora, apilada sobre la primera para gestionar el origen, volumen y propagaci¨®n de cada sonido en funci¨®n de los materiales del suelo, la intensidad de los pasos, golpes y voces, el tama?o de cada estancia o la amortiguaci¨®n de obst¨¢culos como muros y puertas. En otras palabras, las se?ales auditivas no eran simples interruptores que activaban reacciones, sino un componente ¡°f¨ªsico¡± que se mov¨ªa y rebotaba por el entorno como si fuese un personaje m¨¢s. Jugar con auriculares, si bien no necesario, transformaba el juego, haciendo al jugador part¨ªcipe de una experiencia sonora envolvente. Los silbidos de los guardias, los crujidos de las antorchas, los chismorreos de los empleados de una mansi¨®n, el eco en los grandes panteones subterr¨¢neos... La sensaci¨®n de estar en un espacio real era total.

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Dada su posici¨®n como l¨ªder de proyecto, LoPiccolo no se encarg¨® de la banda sonora; fue otro miembro de su antigua banda, Eric Brosius, el asignado a la composici¨®n de m¨²sica atmosf¨¦rica que acaparaba la importancia justa para acentuar esa tensi¨®n. No se entromet¨ªa en la claridad sonora, pero sab¨ªa acompa?ar a los efectos, las sospechas de guardas con varias fases de alerta en base a los est¨ªmulos visuales o sonoros, y los pensamientos de Garret, ladr¨®n protagonista que reaccionaba con chascarrillos y comentarios para reforzar el progreso o dirigir la atenci¨®n del jugador hacia cosas que este pod¨ªa pasar por alto. Una de las pocas concesiones que en Looking Glass consideraron necesarias para un juego que, por lo dem¨¢s, pudo prescindir de un indicador de alerta como el de Tenchu o de un radar en pantalla como el de Metal Gear porque el sonido hac¨ªa ese trabajo sin depender de la interfaz.

Es una de las razones por las que no deber¨ªa ser descabellado asegurar que The Dark Project (o, por extensi¨®n, Thief Gold) sigue siendo mejor que muchos juegos de sigilo modernos. De nuevo, la tecnolog¨ªa que us¨® Looking Glass en el a?o 1998 sigue disponible ahora, y con mejoras; lo que falta es esa disposici¨®n a usarla para envolver de forma natural al jugador. Para dejarle progresar no siguiendo las indicaciones de un minimapa virtual, ni localizando enemigos a trav¨¦s de alguna variaci¨®n de rayos X, sino usando lo mismo que el personaje puede ver y o¨ªr en el entorno. Una peque?a gema en la parte inferior de la pantalla indicaba la luz proyectada sobre Garret, invisible al jugador dada la perspectiva en primera persona; pero a partir de ah¨ª, ambos depend¨ªan de mapas dibujados, sin indicador de posici¨®n exacto y a veces incompletos, adem¨¢s de una br¨²jula para conocer la direcci¨®n relativa.

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Aunque el juego tuviese criaturas sobrenaturales y magos lanzando hechizos, Garret era un ladr¨®n de habilidades humanas, limitado a sus herramientas, ingenio y discreci¨®n. Y en su piel, el jugador deb¨ªa ser atento e inquisitivo. Moverse por niveles amplios y ramificados, a menudo laber¨ªnticos, con varios pisos y un desarrollo no lineal. Escuchar conversaciones ajenas y leer documentos como libros, cartas o notas era esencial para entender el argumento, introducido en secuencias, pero ampliado durante las propias misiones, a veces incluso con cambio de objetivos mediada la exploraci¨®n. Una misi¨®n, por ejemplo, requer¨ªa entrar a una prisi¨®n para extraer a un recluso, pero este mor¨ªa en su celda y el jugador despu¨¦s deb¨ªa buscar y abrir una caja fuerte con un documento en otra punta del edificio antes de huir. En otra, la acci¨®n empezaba en la calle, siguiendo a dos individuos que hab¨ªan intentado asesinar a Garret para luego cobrarse venganza robando al noble que los hab¨ªa contratado.

A veces hab¨ªa m¨¢s de una ruta posible para entrar en una mansi¨®n u otra fortaleza; y ya dentro, la meta rara vez consist¨ªa en ¡°llega al final y roba el objeto X¡± porque o bien no hab¨ªa un ¡°final¡± propiamente dicho, o hab¨ªa varios objetivos, o el ¨¦xito de la misi¨®n tambi¨¦n implicaba acumular bot¨ªn a trav¨¦s de saqueos menores. Pilas de monedas, joyas, candelabros de oro, c¨¢lices ornamentados... Pieza a pieza, la suma sub¨ªa hasta alcanzar el m¨ªnimo establecido por la misi¨®n o el nivel de dificultad: fans de GoldenEye, en Looking Glass optaron por un selector de dificultad que aumentaba los objetivos en vez de simplemente la dureza o inteligencia de los enemigos. Pero el esfuerzo extra, al menos cuando se trataba del saqueo, no era solo un requisito y ten¨ªa un impacto directo en la siguiente misi¨®n: las ganancias pod¨ªan ser reinvertidas en una tienda desde la que comprar pociones o diferentes tipos de flechas.

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Asentando el simulador inmersivo

Justo ah¨ª, en los tipos de flechas, es donde el ADN de Looking Glass m¨¢s se hac¨ªa notar, puesto que The Dark Project marc¨® el inicio de su propia saga, pero tambi¨¦n actu¨® como especie de eslab¨®n intermedio entre System Shock y System Shock 2. Como parte de la misma cadena que luego tambi¨¦n llev¨® hacia Deus Ex y otros juegos construidos a partir de la capacidad para improvisar y encontrar soluciones propias a trav¨¦s de la interacci¨®n entre mec¨¢nicas. Sin elementos roleros y con combate de presencia anecd¨®tica, Thief no era quiz¨¢ tan vers¨¢til como algunos de sus compa?eros, pero ya estableci¨® un molde flexible, donde los jugadores pod¨ªan revisitar una y otra vez los mismos niveles encontrando nuevas estrategias viables.

Los enfrentamientos a espada pod¨ªan servir como medida desesperada en caso de ser pillados, pero los guardas ya alertados pod¨ªan ser dejados atr¨¢s con bombas de luz, y los desprevenidos eran mucho m¨¢s vulnerables al impacto de las flechas. A veces, eso s¨ª, los requisitos pasaban por no asesinar a nadie ¡ªen la dificultad m¨¢s alta¡ª, as¨ª que la porra siempre era la mejor aliada de Garret. Un golpe trasero antes de ser detectado era suficiente para noquearlos, y luego sus cuerpos pod¨ªan ser agarrados para dejarlos fuera de la vista de otros en patrulla. Aunque los m¨¢s sigilosos ni siquiera ten¨ªan que recurrir a los noqueos: gracias al intrincado dise?o de niveles, y herramientas como las flechas de agua, los jugadores pod¨ªan refugiarse en esquinas, sombras, o incluso crear nuevas zonas de oscuridad gracias a la iluminaci¨®n din¨¢mica.

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Lo mismo ocurr¨ªa con el sonido, que no solo serv¨ªa para que el jugador detectase a los soldados y viceversa: tambi¨¦n era una herramienta m¨¢s del repertorio sujeta a manipulaci¨®n. Por ejemplo, Garret pod¨ªa disparar flechas que emit¨ªan silbidos para atraer la mirada de enemigos hacia sitios espec¨ªficos, o lanzar objetos del entorno, como vasijas de menos valor que las robadas, para alejar la atenci¨®n de su posici¨®n. El hecho de que superficies como madera o m¨¢rmol hiciesen mucho m¨¢s ruido que la hierba o las alfombras tambi¨¦n pod¨ªa jugar tanto en contra como a favor, como al corretear por un pasillo para hacer salir a un guarda de una habitaci¨®n mientras el jugador pulsaba la tecla para agacharse y lo rodeaba por otra puerta. Incluso hab¨ªa flechas de musgo, ¨²tiles para generar peque?as zonas de tr¨¢nsito silencioso en niveles donde el dise?o era m¨¢s cerrado y daba menos margen para moverse.

Y hablando de madera, otro de los tipos de flechas esenciales eran aquellas que llevaban una cuerda atada y pod¨ªan ser disparadas para tenderla desde las alturas y escalar por ella. Su uso era bastante m¨¢s contextual que el de otras flechas por razones obvias, y en algunos casos funcionaban como el procedimiento obvio para progresar, fuese elev¨¢ndose hacia un balc¨®n para evitar una entrada vigilada, fuese emergiendo desde una cueva con repisas demasiado altas para subir de un salto ¡ªel juego tambi¨¦n ten¨ªa su componente plataformero, c¨®mo no¡ª o fuese descolg¨¢ndose para hacer ¡°rapel¡± por un hueco sin escaleras. Pero en otros casos, su utilidad no era tan aparente o necesaria, permitiendo encaramarse hacia pisos superiores evitando rodeos si el jugador estaba atento, pero no penalizando a aquellos que pasaban por alto los objetos o techos de madera estrat¨¦gicamente colocados por los dise?adores.

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Era una herramienta que casaba de forma simult¨¢nea con las misiones de infiltraci¨®n y los niveles con monstruos o animales como ara?as gigantes. Una herencia de Dark Camelot que no encajaba tanto con la propuesta de sigilo m¨¢s puro del Thief ambientado en mansiones; aunque, a cambio, serv¨ªa para redoblar en el componente de terror y creaba oportunidades para usar otros objetos, como las minas explosivas o los frascos de agua bendita con los que ba?ar flechas para derrotar de forma permanente a los zombis. Un aspecto al que ya entonces era m¨¢s f¨¢cil poner pegas, pero surgido de una preocupaci¨®n natural: entre 1997 y 1998, a?os en los que tom¨® forma, no hab¨ªa t¨ªtulos exclusivamente dedicados a la infiltraci¨®n en 3D de ¨¦xito contrastado, jugable o comercial. El citado GoldenEye sirvi¨® como peque?a introducci¨®n, pero segu¨ªa siendo un shooter antes que un juego de sigilo.

Looking Glass tuvo que abrirse camino en terreno desconocido, y esa clase de experimentaci¨®n casi siempre conlleva alg¨²n altibajo. No obstante, 25 a?os despu¨¦s de su estreno, es incuestionable que los altos de The Dark Project son m¨¢s numerosos e importantes que los bajos. Por eso la saga sigui¨® adelante, a pesar de que un ¨¦xito tan masivo como el de GoldenEye o Metal Gear Solid eludi¨® al estudio ¡ªalgo tambi¨¦n aplicable a System Shock a pesar de su trascendencia¡ª y acab¨® con ¨¦l cerrado un par de a?os despu¨¦s. Y por eso hemos visto infinidad de juegos que han tomado prestadas ideas, mec¨¢nicas y ambientes. De Thief, o de los deudores que actuaron como intermediarios para hacerlas llegar a las siguientes generaciones. Algunas veces con m¨¢s ventas y renombre; pero pocas, si alguna, con la misma capacidad para establecer en tiempo real los cimientos de un nuevo g¨¦nero.

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