El curioso caso de 'Carioco'
Manolo Delgado, portero de la selecci¨®n de waterpolo de 1974 a 1984, tuvo que abandonar su deporte porque en un partido le rompieron el cristalino.
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Semanas antes de volar hacia Los ?ngeles, la Selecci¨®n espa?ola de waterpolo se fue de gira por Holanda. Despu¨¦s de quedar cuarta en los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² (1980) y de conseguir la primera medalla de la historia, el bronce en el Europeo de Roma (1983), las expectativas para los Juegos de 1984 eran m¨¢ximas. "Est¨¢bamos ya en el meollo. Hab¨ªamos podido ganar a Italia, Hungr¨ªa y Yugoslavia. ?ramos candidatos a medalla", explica Manolo Delgado, padre de Adri¨¤, actual jugador de la Selecci¨®n.
Pero el ¨²ltimo arrebato de un partido intrascendente ante Ruman¨ªa cambi¨® el destino. Delgado, portero "valiente", como relata su ex compa?ero Jordi Sans, sali¨® a cortar un contraataque. Se abalanz¨® sobre un jugador rumano para evitar que lanzase. Pero cuando emergi¨®, asustado por la estrategia agresiva que populariz¨® Delgado, solt¨® el bal¨®n y, de manera fortuita, uno de sus dedos impact¨® violentamente en el ojo izquierdo del meta. "Nos asustamos de su grito. Nos dimos cuenta de que era algo grave", insiste Sans.
Gracias a las gestiones de su mujer, al llegar a Barcelona visit¨® la cl¨ªnica del doctor Barraquer. Las noticias fueron descorazonadoras. A Delgado le diagnosticaron una luxaci¨®n del cristalino que le imped¨ªa practicar deportes de contacto. El portero, a sus 29 a?os, colg¨® el gorro. "Estaba entre los tres mejores del mundo", cuenta Sans. "Es de los m¨¢s grandes que ha habido, una leyenda. Ten¨ªa mucha envergadura y era un felino, adem¨¢s de ser entra?able y simp¨¢tico, de aquellos que hacen equipo siempre", rememora Enric Bertran, presidente de la Federaci¨® Catalana y jugador de aquella ¨¦poca.

D¨ªas despu¨¦s, antes de partir a Los ?ngeles, los jugadores organizaron un ¨¢gape de despedida en el que homenajearon a Delgado, el coraz¨®n de aquel equipo. Incluso pidieron a la RFEN (Real Federaci¨®n Espa?ola de Nataci¨®n) que le dejara viajar porque era parte importante del grupo. Por segundos Juegos seguidos, Espa?a repiti¨® el cuarto puesto. "Manolo, a t¨² lado, ayer, hoy y siempre", le escribi¨® despu¨¦s Estiarte, recuerdo que a¨²n guarda como oro en pa?o en su casa de l'Eixample barcelon¨¦s.
Una infancia en R¨ªo y un viaje en barco accidentado
Manolo Delgado, apodado 'Carioco', perdi¨® as¨ª una gran oportunidad despu¨¦s de una vida de pel¨ªcula, m¨¢s propia de principios de siglo que de mediados. Una historia en blanco y negro. Aunque su padre era andaluz y su madre de la Barceloneta, Delgado naci¨® en R¨ªo de Janeiro en 1955. La familia busco libertad en medio de la represi¨®n franquista. "Mi padre naci¨® en ?cija y siempre fue muy libre. No le gustaba la rotundidad de la dictadura. Conoci¨® a mi madre en el barrio de la Barceloneta. ?l trabajaba en el tranv¨ªa. La ¨²ltima parada estaba cerca de casa de mi madre. Se vieron y all¨ª empez¨® todo. En 1953 se casaron".
Uno de los porteros referentes del waterpolo espa?ol creci¨® jugando a f¨²tbol descalzo en la playa de Copacabana de R¨ªo, donde recuerda una infancia "de las que se ven en la televisi¨®n". "Viv¨ªamos pr¨®ximos a la favela de Rocinha y de Ipanema (la zona conocida como Leblon) y me pasaba todo el d¨ªa en la calle. Un aprendizaje duro", rememora. Con nueve a?os, la medicina se cruz¨® por primera vez en su vida para cambiar su rumbo.

"Sufr¨ª dos hernias inguinales y me tuvieron que operar. La medicina en Brasil no estaba muy avanzada as¨ª que cog¨ª un barco y me vine a Barcelona con mi madre. Tardamos 15 d¨ªas en llegar", explica. En ese barco vivi¨® una aventura que, vista su destreza posterior en el agua, le otorga a¨²n m¨¢s m¨¦rito. "Estaba jugando en el barco con otros ni?os y me lanzaron a la piscina. Los camareros me tuvieron que sacar, casi me ahogo, no sab¨ªa nadar", relata. Una lucha por sobrevivir que fue la que le ense?¨® a mantenerse a flote.
¡°Viv¨ªamos en una casa junto al paseo Juan de Borb¨®n en la que hab¨ªa ocho o diez familiares. Tuve un t¨ªo que hab¨ªa sido portero en los a?os 40 del Barceloneta, mi padrino tambi¨¦n defendi¨® la meta, y recuerdo un primo que lleg¨® a ganar la Traves¨ªa del Puerto de Barcelona. Mi familia me llev¨® a la playa de Sant Sebasti¨¤ y me tiraba al mar, cerca de las boyas. Ten¨ªa que volver solo. As¨ª aprend¨ª a nadar¡±, explica Delgado, que a los 12 a?os ya se apunt¨® al CN Barceloneta (antes de que se fusionara con el Atl¨¨tic) y empez¨® a jugar a waterpolo. ¡°Un d¨ªa falt¨® el portero. El entrenador me puso y ah¨ª me qued¨¦¡±.
Carisma y testigo de la profesionalizaci¨®n del waterpolo
Autodidacta, Delgado aprendi¨® fij¨¢ndose en ?scar Periche, portero de la selecci¨®n cubana. En 1974 debut¨® con la selecci¨®n en B¨¦rgamo: "Yo jugaba para disfrutar, era todo amateur, no hab¨ªa apoyos. Entren¨¢bamos por las noches. Luego ve¨ªas a los de la Europa del Este y no pod¨ªas competir con ellos. Eran armarios. Pero, poco a poco, empezamos a sacar buenos e inteligentes nadadores". En aquella ¨¦poca, los porteros desafiaban el reglamento. Delgado tambi¨¦n dej¨® huella de la locura bajo la meta espa?ola.
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"Recientemente falleci¨® Francisco Castillo, portero que era de mi a?o. En un partido del Mundial de Belgrado ante Italia, en un contraataque, puso la porter¨ªa boca abajo y no le metieron gol. Aquello cambi¨® el reglamento", explica. ?l, en cambio, optaba por "utilizar mi pie para quitarle el bal¨®n a los rivales cuando ven¨ªan nadando¡ Ciertamente, a los mejores del mundo se lo hice al menos una vez". Un Delgado que utilizaba cualquier treta, respetando al rival, para ganar. "Era muy competitivo", recuerda Betran.
Carioco vivi¨® un waterpolo de cambios, de rivalidad entre barrios, en el que el Barceloneta destron¨® por primera vez a un CN Barcelona invencible. "Hab¨ªa mucha igualdad, casi todo se jugaba en Barcelona", explica. "En 1980, Delgado se fue al Montju?c y la gente de la Barceloneta no se lo tom¨® bien. Ten¨ªan una piscina enfrente el Hospital del Mar (donde hab¨ªan operado a Carioco de las hernias), aquello era una caldera. Cuando regres¨® a jugar con el Montju?c, el ambiente fue impresionante", recuerda Sans.

"Era otra ¨¦poca. Todo estaba m¨¢s igualado y el ambiente en la piscinas era muy bonito", explica Bertran. Delgado nunca valor¨® los premios. "Casi no guardo ni medallas, me quedo con los compa?eros", una reflexi¨®n que le acerca mucho a Jes¨²s Roll¨¢n, el mejor portero que ha habido en Espa?a. "Sus cualidades eran innatas, ten¨ªa una facilidad para este deporte, era r¨¢pido e intuitivo. Era feliz jugando. No le presionaba nadie. Le daba igual jugar contra un equipo a nivel nacional que un h¨²ngaro. Y como persona era Don Jes¨²s. Le ped¨ªas algo y ya lo ten¨ªas. Un encanto", rememora.
Carioco, que intent¨® volver a jugar a?os despu¨¦s con unas gafas especiales y que sigui¨® como entrenador, disfruta ahora viendo jugar a Adri¨¤ como antes lo hac¨ªa con su otro hijo ?lex. Aquel ni?o que jugaba a f¨²tbol descalzo en el R¨ªo de Janeiro que vibraba con los Mundiales de Pel¨¦ acab¨® siendo uno de los referentes en la porter¨ªa de la Selecci¨®n espa?ola de waterpolo. Curioso caso el suyo.