Un gafe hist¨®rico: Grant Hill, el hombre que pudo ser Jordan
Con un talento innato, Grant Hill fue una estrella que aspir¨® a heredar el trono de Jordan, pero las lesiones se cruzaron en su camino y arruinaron su carrera.
¡°?Y si...?¡±. Es una de las frases m¨¢s utilizadas en el deporte y, evidentemente, tambi¨¦n en la NBA. Los condicionantes nunca han servido para mucho m¨¢s que para debatir, pero de eso vive una Liga plagada de constantes historias por contar, con una ingente cantidad de discurso y narrativa; y un auge, el de las redes sociales, que ha puesto esa pr¨¢ctica en boga de forma casi constante, permanente. Pas¨® con Jordan, todos esos rivales a los que se enfrent¨® y a los que no, pero tambi¨¦n antes o despu¨¦s: con el auge de George Mikan y la primera gran dinast¨ªa de la historia de la mejor Liga del mundo, el dominio de los Celtics de Bill Russell y el martirio de Jerry West, los olvidados 70 carentes de inter¨¦s en plena lucha con la ABA pero llenos de cosas interesantes o unos 80 en los que se empez¨® a construir la competici¨®n tal y como la conocemos hoy en d¨ªa, con Jerry Buss alimentando la rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird, mientras que David Stern se hac¨ªa due?o de la instituci¨®n y pionero de su exitoso aperturismo.
Dentro de esa narrativa est¨¢n los condicionantes; y en uno muy repetido encontramos a un hombre que pudo haber sido mucho, pero que se qued¨® por el camino del Olimpo, reservado para la perdurabilidad, la perseverancia y la pericia. Gran Hill llegaba a la NBA en 1994 dispuesto a comerse el mundo tras ganar la NCAA en 1991 y 1992. Fue con la Universidad de Duke, a la que aterriz¨® tras deso¨ªr los deseos de su madre, que quer¨ªa que fuera a Georgetown, y de su padre, que quer¨ªa mandarle a North Carolina para que siguiera los pasos de un Jordan al que pronto estar¨ªa llamado a sustituir. All¨ª coincidi¨® con Bobby Hurley y con el vilipendiado Christian Laettner, que convirti¨® el tiro ganador del segundo campeonato y lleg¨® a la NBA con una proyecci¨®n incluso mayor que la que luego tendr¨ªa su compa?ero (y el oro ol¨ªmpico en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona), pero que tuvo una carrera infinitamente peor que la suya.
Laettner fue elegido en la tercera posici¨®n del draft de 1992, la misma que la de Hill, que lleg¨® dos a?os despu¨¦s. Durante su carrera universitaria, el prometedor alero se convirti¨® en el primer jugador en la historia de la ACC (Atlantic Coast Conference) en conseguir m¨¢s de 1.900 puntos, 700 rebotes, 400 asistencias, 200 robos de bal¨®n y 100 tapones. Adem¨¢s, consigui¨® el premio a Mejor Defensor de la NCAA en 1993 y promedi¨® 14.9 puntos, 6 rebotes y 3.6 asistencias en 129 partidos con Duke. Su dorsal 33 fue retirado por los Blue Devils, siendo el octavo jugador en la historia de la universidad en recibir tal honor. Un curr¨ªculum lo suficientemente extenso como para que unos Detroit Pistons en horas bajas apostaran por ¨¦l. Tras la disoluci¨®n de los Bad Boys, la franquicia nadaba en un mar de dudas y ven¨ªa de conseguir solo 20 victorias en la 1993-94, con lo que pusieron todas sus esperanzas en un hombre que llegaba dispuesto a comerse el mundo.
Llamando a las puertas
La carrera de Grant Hill tiene dos caras bien diferenciadas: una primera parte de su carrera en la que iba camino de comerse el mundo y una segunda, marcada por la desgracia de unas lesiones que ya nunca le abandonaron. El alero se fue en su primera temporada a 19,9 puntos, 6,4 rebotes, 5 asistencias y 1,8 robos de bal¨®n, con casi 1 tap¨®n por noche. Disput¨® hasta 70 encuentros, ayudando a su equipo a conseguido ocho victorias m¨¢s que el a?o anterior y consiguiendo varios hitos con tan solo 22 a?os. Fue el primer rookie de los Pistons desde Isiah Thimas en superar los 1.000 puntos y pronto se vio que el vac¨ªo dejado por Jordan, retirado en 1993 por primera vez, pod¨ªa ser ocupado por un jugador con brazos largos, que destacaba en los dos lados de la pista, reboteaba y pasaba de forma excelente y era un s¨®lido anotador. Hill gan¨® el Rookie del A?o y fue el m¨¢s votado para el All Star en su primera temporada, algo in¨¦dito en la Liga y que repiti¨® en su segunda temporada, ya con Jordan (que regres¨® en 1995) en liza y los Bulls volando a ese 72-10 solo superado por los Warriors en la 2015-16.
En su segunda temporada, Hill super¨® la barrera de los 20 puntos (20,2), sum¨® 9,8 rebotes y casi 7 asistencias, liderando a su equipo a playoffs por primera vez desde hac¨ªa tres a?os, cuando Chuck Daly segu¨ªa en activo en los banquillos. La llegada de Doug Collins (s¨ª, el que entren¨® a Jordan en los Bulls antes de la llegada de Phil Jackson) permiti¨® al equipo crecer y conseguir 46 victorias, que se transformaron en 54 al a?o siguiente, con 21,4+9+7,3 de un alero que ya por esa ¨¦poca estaba llamado a sustituir a un Jordan que, con 35 a?os y con ya p¨²blicas discrepancias con la directiva, Jerry Krause a la cabeza, atisbaba su final. En esa temporada, Hill fue tercero en la votaci¨®n para el MVP por detr¨¢s de Karl Malone y Michael Jordan, logr¨® 36 dobles-dobles y 13 triples-dobles, liderando la Liga en este apartado por segundo curso consecutivo, adem¨¢s de acabar en el Mejor Quinteto de la temporada.
Fue la primera parte de la carrera de un jugador ¨²nico, que regalaba highlights, se hizo con el p¨²blico del ya demolido Palace of Auburn Hills, posteaba de manera excelente y cumpl¨ªa en defensa. En esos a?os, fue un asiduo al All Star (que disput¨® hasta en siete ocasiones), y a los mejores quinteros de la temporada, adem¨¢s de participar en ese Dream Team 2.0 que gan¨® el oro en Atlanta, en 1996. Los Pistons disputaron los playoffs en dos ocasiones m¨¢s (1999 y 2000), y en esa ¨²ltima campa?a Hill tuvo sus ¨²ltimos grandes promedios, con 25,8 puntos, 6,6 rebotes y 5,2 asistencias. Ya sin Jordan en activo (regres¨® en 2001 por ¨²ltima vez), era, junto a otras j¨®venes estrellas como Vince Carter y Kobe Bryant, el elegido para ocupar un trono en el que se acabar¨ªa sentando una Mamba Negra que acab¨® siendo la sombra que m¨¢s se ha acercado, por juego y n¨²mero de anillos, a la eterna (y eternizada) figura de His Airness. Un trono que luego y hoy ocupa LeBron James, que fue el que realmente le ha discutido su lugar en lo m¨¢s alto del Olimpo, siendo ya para muchos considerado el mejor jugador de todos los tiempos. Pero eso es otra historia y deber¨¢ ser contada en otra ocasi¨®n.
El calvario
El 3 de agosto, Hill era traspasado a Orlando Magic por Chucky Atkins y Ben Wallace. Fue una decisi¨®n tomada por Joe Dumars desde los despachos, que como miembro de los Bad Boys y viendo el estancamiento de la franquicia quiso dar un nuevo aire al equipo cambiando de f¨®rmula y trayendo de Florida a un p¨ªvot que se convertir¨ªa, junto a m¨¢s piezas, en la piedra angular del campeonato del 2004. Ese a?o, Hill lo vio desde la grada, ya que no disput¨® ni un solo encuentro tras sufrir una grav¨ªsima lesi¨®n en un tobillo maltrecho que solo le hab¨ªa permitido disputar 4, 14 y 29 partidos en los tres a?os anteriores, como su exequipo se hac¨ªa con el anillo. La pareja temible que iba a formar con Tracy McGrady y el proyecto dirigido por un por entonces prometedor (c¨®mo han cambiado las cosas) y joven entrenador Doc Rivers se qued¨® en nada. Incluso se intent¨® que Tim Duncan, que se lleg¨® a montar en un avi¨®n camino de Orlando, se uniera a un tridente que promet¨ªa mucho y se qued¨® con las solitarias haza?as anotadoras de un McGrady que se hizo un hueco en la Liga.
Ni rastro hubo esas tres temporadas de ese alero que en los Pistons lleg¨® a jugar de ala-p¨ªvot, que recordaba a Scottie Pippen y se convirti¨® en uno de los tres ¨²nicos jugadores, junto a (ojo) Wilt Charmberlain y Elgin Baylor, que lider¨® en puntos, rebotes y asistencias a su equipo en m¨²ltiples temporadas. Y lo peor estaba por llegar: en marzo de 2003, se le fractur¨® el tobillo para realinearlo con el tal¨®n, pero el jugador empez¨® a tener m¨¢s de 40 grados de fiebre y convulsiones. Tuvo que ingresar en urgencias, donde fue v¨ªctima de varios espasmos y necesit¨® un injerto de piel de su propio brazo para coser la herida, llegando los m¨¦dicos a temer por su vida. Con 30 a?os, la estrella hab¨ªa dejado de serlo, y en el momento en el que deb¨ªa estar liderando la competici¨®n se replante¨® incluso la retirada, algo impensable cuatro a?os antes para un hombre destinado a dominar el mundo.
La 2004-05 fue la ¨²ltima temporada en la que se vio al Hill de anta?o. Disput¨® 67 encuentros, m¨¢s que en las tres temporadas anteriores combinadas, se fue a 19,7 puntos, 4,7 rebotes y 3,3 asistencias y disput¨® el All Star (de titular) por ¨²ltima vez en su carrera, llegando a anotar 39 puntos con un 75% en tiros de campo en una victoria ante los Clippers. En la 2005-06, el gafe que le persegu¨ªa volvi¨® a hacer su aparici¨®n, y solo jug¨® 21 encuentros. Tras operarse de una hernia, afirm¨® que si ten¨ªa que volver a pasar por el quir¨®fano, se retirar¨ªa. La Liga, con incipientes estrellas como LeBron James y Dwayne Wade, alg¨²n vestigio todav¨ªa de Shaq y las proezas anotadoras de Kobe, hab¨ªa olvidado a ese hombre que tiempo atr¨¢s, se hab¨ªa postulado como un jugador hist¨®rico. Tras hacer rehabilitaci¨®n con especialistas de Vancouver antes de la 2006-07, asegur¨® haber recuperado la movilidad en el tobillo y pudo jugar de nuevo, aunque siendo una sombra de lo que en su d¨ªa fue y promediando apenas 14,4 puntos por partido coincidiendo con un hombre llamado a dominar los cielos, Dwight Howard.
?Y si...?
En eso, por desgracia, se qued¨® la carrera de Grant Hill. Como le pas¨® a Bill Walton entre finales de los 70 y principios de los 80, el alero siempre se quedar¨¢ con ese condicionante. A¨²n tuvo tiempo de disputar cinco temporadas en Phoenix, ya alejado de las lesiones y como veterano de lujo, disputando, entre 2008 y 2011, 82 (por primera vez en su carrera), 81 y 80 partidos. Fue parte de la plantilla que, con Steve Nash a la cabeza y Alvin Gentry en el banquillo, disput¨® las finales del Oeste de 2010, cediendo por 4-2 ante los Lakers de Kobe en el que fue el ¨²ltimo vestigio de los Suns del Seven Seconds or Less. Fue la ¨²nica vez que Hill husme¨® ligeramente con el anillo, un balance muy pobre para un hombre de su extraordinaria categor¨ªa y que fue, durante algunos a?os, una de las referencias de la mejor Liga del mundo. En los Suns nunca se baj¨® de los 10 puntos por partido y acab¨® su carrera en la 2012-13 en los Clippers, disputando 29 solitarios partidos y retir¨¢ndose con 40 a?os y 18 temporada (19 si contamos la que se qued¨® en blanco) en sus espaldas, algo meritorio teniendo en cuenta las lesiones sufridas.
Una historia de idas y venidas, de intentos frustrados y b¨²squeda incesante de una salvaci¨®n conseguida solo a medias. Tras su retirada, Hill ha estado involucrado en varios proyectos, el m¨¢s importante de ellos el ¨²ltimo, cuando sustituy¨® al hist¨®rico Jerry Colanguelo en los mandos del USA Basketball, y siendo el hacedor de los ¨¦xitos del combinado estadounidense desde entonces, incluido el oro en Par¨ªs con un LeBron de casi 40 a?os a los mandos. Hill, claro, tambi¨¦n fue incluido en el Hall of Fame en 2018. Como muchos otros jugadores, la antigua estrella tambi¨¦n ha ejercido de comentarista tras su retirada y ha estado presente en varios eventos deportivos, tanto en la NBA como en la NCAA. Con 52 a?os, sus tiempos en activo quedan cada vez m¨¢s lejos, pero sigue siendo una figura cada vez m¨¢s importante, de hecho casi imprescindible, para el organigrama del baloncesto estadounidense y su gesti¨®n interna, tanto en los grandes torneos como a niveles m¨¢s bajos.
Hill ser¨¢ siempre recordado por ese tremendo condicionante, el de no ser lo que pudo haber sido, pero tambi¨¦n por el formidable baloncesto que practic¨® durante la primera parte de su carrera, en la que perteneci¨®, de manera absolutamente leg¨ªtima, a la ¨¦lite de la NBA. Muy respetado dentro del mundo del baloncesto (gan¨® en tres ocasiones el premio a Jugador M¨¢s Deportivo) sus aportaciones fueron reconocidas con su inclusi¨®n en el Hall of Fame de 2018, un premio justo a una carrera a la que siempre le perseguir¨¢ ese y si... De una forma u otra y como ya hemos dicho, de los condicionantes no se vive y la historia ya est¨¢ escrita. Y eso no quita que Hill fuera una de las grandes promesas de una Liga que no espera a nadie ni le esper¨® a ¨¦l. Un jugador fant¨¢stico que vivi¨® la mala suerte y el calvario de las lesiones, pero cuya capacidad de superaci¨®n permiti¨® que tuviera una carrera longeva y que dejara su huella en una competici¨®n que quiso y no consigui¨® conquistar. Esa es la historia de Grant Hill, un hombre gafado que pudo, o eso quisimos creer, convertirse en la referencia de la NBA. Y eso, ya se sabe, es decir mucho.
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