Howard y los Magic 2008-09: Van Gundy y el sue?o de Superman
Stan Van Gundy construy¨® un proyecto en torno a Dwight Howard que permiti¨® al p¨ªvot dominar la NBA y a los Magic, que jugaban muy bien, so?ar con el anillo.
Pocos equipos derrotados en las Finales dan para hablar tanto como los Magic del 2009. De esa plantilla, entrenada por Stan Van Gundy y liderada por Dwight Howard, se pueden decir muchas cosas, casi todas buenas. Un estilo de juego que requiere un an¨¢lisis baloncest¨ªstico profundo, entrenado por un hombre de mente brillante y liderada por otro que, a pesar de los muchos defectos que se le han atribuido en la ¨²ltima d¨¦cada, era por aquel entonces uno de los mejores jugadores de una competici¨®n que no espera a nadie. Tambi¨¦n en esos jugadores hay historias de superaci¨®n, que tanto arraigo tienen en una NBA que vio frustrado el sue?o de enfrentar en unas Finales a LeBron James y Kobe Bryant, el a?o que m¨¢s cerca estuvo de ocurrir semejante hecho. Nunca (o casi nunca) en todo el siglo XXI la influencia t¨¢ctica de un entrenador ha sido tan grande en una serie de playoffs como lo fue en esa final del Este en la que los Cavaliers con un r¨¦cord de 66-16 (el mejor de la NBA por delante del 65-17 de los Lakers) cedieron ante el empuje de la ciudad de Orlando, que so?¨® con el anillo por segunda vez en la historia.
La anterior, en 1995, hab¨ªa tenido a Shaquille O?Neal de protagonista. Acompa?ado de un equipo que inclu¨ªa a Penny Hardaway, Horace Grant, Nick Anderson, Brian Shaw o Dennis Scott, los Magic se colaron en las Finales tras imponerse a los Bulls de un reci¨¦n retornado Jordan en semifinales, a los Pacers en finales del Este y a los Rockets del nunca subestimes el coraz¨®n de un campe¨®n en una eliminatoria, la que decide el campeonato, en la que Olajuwon se encarg¨® de bajar a Shaq dela nube. Desde entonces, la ciudad de Orlando no volvi¨® a experimentar un ¨¦xito semejante y la marcha de O'Neal un a?o despu¨¦s rumbo a los Lakers dio pie a una era que pudo ser y no fue, juntando a Tracy McGrady y Grant Hill pero sin poder disfrutar de este ¨²ltimo, que promet¨ªa dominar la NBA pero disput¨® 4, 14 y 29 partidos las tres siguientes temporadas, en las que arrastr¨® diversas lesiones. La idea tambi¨¦n fue traer a Tim Duncan (han le¨ªdo bien) en el 2000 en un proyecto frustrado que bien podr¨ªa haber cambiado la historia, pero que finalmente no se llev¨® a cabo. Esos a?os sirvieron para dar a conocer a Doc Rivers como t¨¦cnico (premio a Mejor Entrenador en el 2000) y elevar a McGrady en la ¨¦lite tras promediar 26,8, 25,6, 32,1 y 28 puntos por partido en las cuatro temporadas que pas¨® con el equipo.
En la ¨²ltima de esas campa?as Doc Rivers fue destituido tras un mal inicio (1-10) que ya no se pudo remediar. El mal r¨¦cord cosechado (21-61) propici¨® el traspaso de McGrady a los Rockets y el inicio de una nueva era, la de un Dwight Howard que llegaba en el n¨²mero 1 del draft 2004 y se iba a 12 puntos y 10 rebotes por partido en su primera temporada. El impacto del p¨ªvot fue inmediato, y a pesar de no llevarse el Rookie del A?o (fue para Okafor), se convirti¨® en el jugador m¨¢s joven de la historia en promediar doble-doble, tambi¨¦n el m¨¢s precoz en llegar a los 10 rebotes por partido en una sola campa?a y en conseguir 20 en un duelo. Mimbres que invitaban al optimismo a pesar del r¨¦cord (36-46), id¨¦ntico al de la 2005-06, esta vez con Brian Hill en el banquillo, el mismo con el que hab¨ªan llegado a las Finales casi una d¨¦cada antes. Esta vez, la suerte le ser¨ªa esquiva, que si bien clasific¨® a los Magic para los playoffs en su segunda temporada (40-42) y Howard jug¨® su primer All Star con ¨¦l (17,6+12,3 de promedio), el sweep recibido en primera ronda por los Pistons (con 15+15 de Howard) hizo que la franquicia se moviera en otra direcci¨®n buscando el mentor ideal para el p¨ªvot y el hombre perfecto para hacer crecer al proyecto. Y lo encontraron, desde luego...
Un hermano mayor a la sombra del peque?o
Un hombre bajito, rechoncho y pasado de peso ser¨ªa el elegido para semejante misi¨®n. Stan Van Gundy llegaba en el verano de 2007 a Orlando tras m¨¢s de un a?o parado despu¨¦s de salir de los Miami Heat por la puerta de atr¨¢s. El mayor de los Van Gundy se encontraba, tras algunos desmanes pero tambi¨¦n cierto brillo, ante su gran oportunidad. Estrella del instituto, nunca se llev¨® bien con su hermano Jeff, hoy analista de la TNT. Ambos eran hijos de Bill, un hombre ligado al baloncesto, en su caso de formaci¨®n, que les llevaba los partidos cuando eran peque?os y les ped¨ªa un informe del equipo rival. Siempre menos trabajador que su hermano, Jeff busc¨® atajos para llegar a la cima, y la suerte le sonri¨® cuando un salvoconducto de su padre le abri¨® la puerta a un banquillo muy bien situado de Rochester, donde dur¨® un a?o antes de que Rick Pitino le reclutara en Providence. All¨ª conoci¨® a un cazador de talentos como Stu Jackson, con el que trab¨® una amistad que tuvo su recompensa. Stu se fue a la NBA en 1987 como asistente de Pitino en los Knicks, heredando los mandos de la m¨ªtica franquicia en 1989 y llev¨¢ndose consigo a Jeff, que se mantuvo a?os despu¨¦s, con la llegada de Pat Riley.
Tras firmar el contrato m¨¢s caro de un entrenador en la historia de la NBA, Jeff resisti¨® al lado del creador del Showtime e ignor¨® a Stu Jackson cuando le ofreci¨® acompa?arle a la Universidad de Wisconsin, pensando que as¨ª se cobrar¨ªa el favor. Jeff, que vio su gran oportunidad a la sombra de Riley, declin¨® y ofreci¨® a Stan en su lugar, aprovechando para hacer un favor a un hermano con el que la rivalidad era mutua. Cuando los Vancouver Grizzlies llegaron a la NBA llamaron a Jackson y Stan se qued¨® a cargo de la Universidad de Wisconsin, aunque fue despedido al a?o siguiente dentro de un urgente plan de recortes que el centro acomet¨ªa por aquel entonces... pero su hermano le rescatar¨ªa una segunda vez, quedando por encima y provocando que se tuviera que tragar su orgullo.
Fue en 1995 cuando Riley renunciaba v¨ªa fax al ¨²ltimo a?o de su muy suculento contrato y puso rumbo a Florida para entrenar a los Heat de Alonzo Mourning. Quiso llevarse de nuevo a Jeff, pero nada mover¨ªa al menor de los Van Gundy de la Gran Manzana. Los Knicks ayudaron prohibi¨¦ndole romper su contrato, pero el t¨¦cnico vio la oportunidad de su vida y la cogi¨® sin pesta?ear entrenando a los Knicks. Eso s¨ª, Riley no era Stu Jackson y hab¨ªa que quedar bien con ¨¦l, por lo que fue a visitarle a su granja de Greenwich, Connecticut, y convenci¨® a su eterna (y eternizada) figura para que acogiera a un Stan que pronto se gan¨® su confianza. De nuevo era un favor de su odiado hermano lo que daba una oportunidad al entrenador, esta vez en la NBA. Casi nada. Los duelos familiares se trasladaron a las pistas y hubo alguna que otra discusi¨®n que aument¨® el celo de Stan, que siempre pens¨® que sus padres apoyaban m¨¢s a su otro hijo. De una forma u otra, el tes¨®n, la nobleza y el trabajo, dentro de una bien medida discreci¨®n, permitieron al hermano mayor beber de la fuente de la sabidur¨ªa de Riley durante ocho largos a?os, un doctorado como pocos que acab¨® con Riley diciendo adi¨®s durante la pretemporada del curso baloncest¨ªstico 2003-04, dejando tras de s¨ª el legado de los mejores Heat de siempre que, sin embargo, se quedaron sin el ansiado anillo que el legendario entrenador les quer¨ªa dar en los despachos.
A pesar de empezar con una plaga de lesiones que condujeron a un 0-7 inicial, Van Gundy enderez¨® la situaci¨®n apoyado por Riley y en su primera campa?a finaliz¨® con un r¨¦cord de 42-40, con un Wade que ya apuntaba maneras, un gran Lamar Odom y un bloque joven y prometedor que elimin¨® a los Hornets en primera ronda y forz¨® seis partidos a los ¨²ltimos Pacers competitivos de Reggie Miller, que claudicar¨ªan en las finales del Este ante los Pistons de Larry Brown, a la postre ganadores. Stan consigui¨® convertirse en un entrenador capaz de ajustar sobre la marcha y penalizar al rival, pero la exigencia de un aspirante, traspaso de O'Neal mediante, le lleg¨® justo el curso siguiente, demasiado pronto. 59-23, primer t¨¦cnico de los Heat en dirigir el All Star y, con lesi¨®n de Wade incluida, derrota en el s¨¦ptimo partido de las finales del Este ante Detroit. Y si Odom ya hab¨ªa salido en el traspaso/se¨ªsmo de Shaq, dejando claro que hab¨ªa ido a Miami por Riley y no por ¨¦l, fueron las cr¨ªticas constantes de O'Neal las que hicieron mella en un car¨¢cter emocional que siempre sufri¨® mucho la derrota.
En el campus previo a la 2005-06, Riley, que hab¨ªa tra¨ªdo a James Posey, Antoine Walker y Gary Payton en verano, empez¨® a presentarse a los entrenamientos diciendo que quer¨ªa una mayor implicaci¨®n. Su intrusismo en el trabajo de Stan era cada vez m¨¢s obvio, mientras que Shaq sufrir¨ªa una lesi¨®n que llevar¨ªa al equipo a una mala din¨¢mica de inicio. Van Gundy dimiti¨® tras una derrota con pr¨®rroga ante los Wizards y Riley dijo sentirlo mucho antes de dejar de disimular y bajar al banquillo para ganar su quinto campeonato con un equipo hecho a su medida. "Era un maldito agon¨ªas. Siempre estaba preocupado por lo que Riley le hab¨ªa dicho. Se preocupaba por todo. Se preocupaba demasiado. Y lo hac¨ªa porque le importaba. Pero me volv¨ªa loco. En el fondo me daba pena", dijo Shaq sobre Stan tiempo despu¨¦s. Al p¨ªvot, demasiado acostumbrado a la m¨ªstica personalidad de Phil Jackson, no le gust¨® Van Gundy, pero tampoco Riley y sus exigencias. Eso s¨ª, conquist¨® el cuarto anillo de su carrera. Por otro lado, todo tiene su parte buena y la experiencia fue aleccionadora para Stan, que sinti¨® la gratificadora liberaci¨®n de la pesada carga que le acompa?aba, sobre todo en el lado emocional.
Los Magic 2008-09
La renuncia de Billy Donovan, entrenador universitario que casi una d¨¦cada despu¨¦s dar¨ªa el salto a la NBA con los Thunder y que incluso rompi¨® un contrato ya firmado para seguir en la universidad, dio una oportunidad de oro a un Van Gundy que ya hab¨ªa rechazado a Pacers y Kings. All¨ª, lejos del intervencionismo de Riley, Stan dio una oda al baloncesto. Ya en su primera temporada lider¨® a los Magic a un r¨¦cord de 52-30, superando las 50 victorias por primera vez desde 1996 y con Howard explotando definitivamente: 20,7 puntos y 14,2 rebotes por partido, liderando la Liga en este apartado estad¨ªstico, sumando a ello 2 tapones, disputando su segundo All Star consecutivo y consiguiendo 69 dobles-dobles en 82 partidos. En primera ronda, los Magic eliminaban a los Raptors con 22,6 puntos y m¨¢s de 18 rebotes del p¨ªvot (con 3,8 tapones) y pasaban a semifinales tambi¨¦n por primera vez desde 1996. All¨ª les eliminaron esa versi¨®n de los Bad Boys 2.0 que eran los Pistons, que jugaron la ¨²ltima de seis finales del Este consecutivas esa campa?a. La semilla estaba sembrada.
El a?o siguiente fue el de la consagraci¨®n: 59-23, segundo mejor r¨¦cord de la historia de la franquicia con Howard como m¨¢ximo taponador y reboteador de la temporada. La lesi¨®n de hombro Tony Battie en la 2007-08, un ala-p¨ªvot fuerte de cintura para abajo y laborioso que Brian Hill quiso utilizar como a Horace Grant en los 90, propici¨® que Van Gundy le diera un papel subalterno esa campa?a, realizando por el camino su mayor aportaci¨®n t¨¢ctica a ese equipo y a este deporte: la del cuatro abierto. Una misi¨®n excepcionalmente cumplida por un Rashard Lewis que se fue a 17,7 puntos esa temporada, con un 40% en triples y su selecci¨®n para el All Star, al que fue junto a Howard y un Jameer Nelson que cuaj¨® el mejor baloncesto de su carrera (16,7 puntos, 5,4 asistencias y un 45% en triples) antes de lesionarse a principio de febrero. Esto solo propici¨® que el sistema de tiradores rodeando a Howard fuera al extremo, saltando Courtney Lee a la titularidad en su a?o rookie. El base, menos creativo, se entreg¨® al lanzamiento, acompa?ando a Rafer Alston (escolta) y a un Haedo Turkoglu que actuaba de playmaker y se encargaba de cerrar partidos con una habilidad inusitada para el clutch time. JJ Reddick, Michael Pietrus o Marcin Gortat completaban una plantilla joven y vigorosa, la sexta que menos puntos recib¨ªa de la Liga. Adem¨¢s, los Magic fueron s¨¦ptimos en porcentaje de triples, terceros en rebotes, sextos en tapones y octavos en tiros de dos. Y todo ello, con el mejor deffensive rating de la NBA.
Los Magic eliminaron a los Sixers en primera ronda con 24 puntos y 16 rebotes de un Howard que fue suspendido en el sexto encuentro, que los Magic sacaron adelante sin ¨¦l. A los Celtics sin Garnett se impusieron en siete, el ¨²ltimo de ellos en el Garden y con un promedio de 16+17 del p¨ªvot. Y a los mejores Cavaliers de siempre, esos que contaron con el primer MVP de LeBron y un r¨¦cord de 66-16, que estaban destinados a jugarse el anillo con los Lakers, les ganaron 4-2, con 26 puntos y 13 rebotes de Howard, que endos¨® un 40+14 en el ¨²ltimo de esos choques en los que Orlando certificaba su regreso a las Finales m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s.
Esa serie fue la cima t¨¢ctica de Van Gundy, a la que ni LeBron ni Mike Brown, entrenador de los de Ohio, encontraron respuesta. El haberse despachado de Riley, su intrusismo y su poder permiti¨® al t¨¦cnico desarrollarse a su antojo y crear un estilo ¨²nico, menos influenciado por otros que el de su hermano. LeBron promedio 38,5 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias, pero estuvo excesivamente aislado por la asfixiante defensa de los Magic, que le dejaron asumir todo el juego sin pudor y le permitieron repartir muchos pases, pero no por ello involucrar a sus compa?eros. Solo un triple suyo en el segundo partido sobre la bocina impidi¨® que la serie no acabara mucho antes. Orlando se exhibi¨® en el tercer partido tras ganar el primero, y aguant¨® las embestidas de la urgencia del cuarto, resuelto en la pr¨®rroga, para asegurarse el match ball de un sexto en el que sentenciaron ante su p¨²blico. Turkoglu promedi¨® 17+6+7 con un 40% en triples, Lewis a 18+6 con un 48% (?!) en triples, Alston a 12,5 con un 38% y Pietrus, desde el banquillo, a casi 14 con un espectacular 47%. Nunca (o casi nunca) en el siglo XXI un entrenador tuvo tanta influencia en una eliminatoria. Stan Van Gundy se coron¨® con ella.
Evidentemente, los Lakers no eran los Cavs, Phil Jackson no era Mike Brown y Kobe Bryant, por aquel entonces, no era LeBron James. Los angelinos vencieron, pero los Magic mostraron una inopinada resistencia que no se ve en el global de la serie (4-1). 40+8+8 para Kobe en un primer partido sin historia, pr¨®rroga y alivio para los angelinos en el segundo y victoria de los Magic en el tercero con otra oda a baloncesto en la que batieron el r¨¦cord de las Finales en porcentaje en tiros de campo en la primera mitad (75%) y en todo el partido (62), y teniendo a cinco jugadores con 18 o m¨¢s puntos. Y aun as¨ª, los Lakers solo perdieron de cuatro, lo cual es revelador en lo que se refiere a la diferencia entre ambos equipos. Orlando mandaba en el cuarto encuentro 87-82 a falta de menos de un minuto y 87-84 a falta de un pu?ado de segundos. Un tiro que se qued¨® corto de Lewis pudo sentenciar, al igual que un Howard que vio como la horma de su zapato, los tiros libres, le imped¨ªan dar una ventaja de cuatro o cinco puntos a los locales tras una inteligente falta de Kobe. El p¨ªvot consigui¨® 16 puntos, 21 rebotes y 9 tapones en ese partido, r¨¦cord de las Finales, pero un triple de Fisher mandaba el partido a la pr¨®rroga y otro del mismo protagonista en la pr¨®rroga sentenciaba una eliminatoria en la que ni el retorno de Jameer Nelson sirvi¨® a los Magic, que claudicaban en el quinto un sue?o que pudo ser y no fue, pero que llenaba de promesas el futuro de Howard e hinchaba el orgullo y la reputaci¨®n de Stan Van Gundy.
Un final amargo
Siempre dio la sensaci¨®n de que a esos Magic les llegaron demasiado pronto las Finales. Al a?o siguiente los n¨²meros de Howard se resintieron ligeramente (18,3+13,2) tras las llegadas de gente como Vince Carter, Matt Barnes o Jason Williams, que permitieron a los analistas ponerle al equipo una etiqueta de aspirante que no ten¨ªan el a?o anterior. Sin embargo, las salidas, especialmente la de Turkoglu, mermaron el plan original de Van Gundy, que tuvo que ceder ante un Carter que amasaba mucho bal¨®n y manejar dos egos complicados (Barnes y Williams), quit¨¢ndole protagonismo adem¨¢s a Nelson con la aparici¨®n de Chocolate Blanco. Calcaron el r¨¦cord (59-23), pero el juego no flu¨ªa de la misma manera y los Celtics, que ven¨ªan de eliminar a los Cavaliers en semifinales, acabaron con ellos en seis partidos incluso con la ventaja de campo en contra.
No volvieron a estar tan cerca y el divorcio entre Van Gundy y Howard se hizo evidente en los a?os posteriores. La relaci¨®n se erosionaba y empeoraba tras la eliminaci¨®n en primera ronda ante los Hawks en la 2010-11 que certificaba que hab¨ªa que darle otra vuelta al proyecto. Reforzar a ese p¨ªvot que estaba alargando demasiado su car¨¢cter infantil y que no disimulaba a la hora de parodiar a su t¨¦cnico durante los partidos con otras piezas. Pero la situaci¨®n era ya insalvable, lo que se hizo evidente con una inc¨®moda rueda de prensa en la que Van Gundy fue preguntado por su continuidad. Howard hizo su aparici¨®n en mitad de la entrevista y la incomodidad del t¨¦cnico, al que le doli¨® m¨¢s la traici¨®n del p¨ªvot, su jugador fetiche, que la de O'Neal, se hizo evidente.
Los Magic dejaron ir a Van Gundy temiendo que Howard se fuera, cosa que finalmente hizo. El p¨ªvot todav¨ªa intenta resarcirse de esa decisi¨®n, en la que emul¨® a Shaq (Finales con los Magic y marcha a los Lakers) llegando a Hollywood pero chocando con un Kobe Bryant que no estaba para chiquilladas. Fue el principio del fin para un jugador cuya ¨²nica versi¨®n dominante fue con Stan y ahora, busca la redenci¨®n all¨ª donde empez¨® a perderlo todo, en Los ?ngeles. Tambi¨¦n en Orlando se vio la mejor versi¨®n de un entrenador que se fue con mejor balance que cualquier otro en la historia de la franquicia (259-135, un 65,7% de victorias) y cinco temporadas de playoffs, siendo adem¨¢s hacedor de un nuevo estilo dentro de una Liga en la que ya por aquel entonces era muy dif¨ªcil crear nada: ese juego coral y abnegado, no l¨ªrico pero s¨ª profundamente ideol¨®gico, con preferencia por un hombre alto dominante y usando mucho el triple y un estilo defensivo que, en este caso s¨ª, es herencia directa de un Riley que podr¨ªa haberse portado mejor con ¨¦l pero del que aprendi¨® mucho. No es para menos.
Desde entonces, los Magic no volvieron a los playoffs hasta el a?o pasado con Steve Clifford de entrenador, un hombre que aprendi¨® de Stan Van Gundy siendo su segundo en aquellos a?os acompa?ados de ¨¦xitos y que antes de volver a Orlando pas¨® por los Hornets. Howard fue de sainete en sainete, perdiendo fuelle y gan¨¢ndose enemigos hasta ahora, donde ya est¨¢ parcialmente reconciliado con el p¨²blico. Y Stan cuaj¨® un gran primer a?o con los Pistons en 2016 (primeros playoffs en desde el 2009), pero tuvo un error muy extendido hoy en d¨ªa de juntar despachos y banquillo y no pudo convertir a Drummond en Howard (hay a?os luz entre ambos) antes de que el proyecto fracasara. Sin embargo, nadie debe olvidarse de la oda al baloncesto que los Magic de la 2008-09 realizaron en una campa?a formidable, probablemente la mejor de su historia. Con un Van Gundy que se coron¨® en el banquillo y un p¨ªvot que llamaba a las puertas de una competici¨®n que no espera a nadie y que no le esper¨® tampoco a ¨¦l. El sue?o de un entrenador a la sombra de su hermano y de Superman, un hombre con muchas aptitudes, a veces pocas actitudes y cuya kriptonita, a la larga, acab¨® siendo ¨¦l mismo. Un final algo amargo pero un proyecto que siempre quedar¨¢ en el recuerdo y que practicaba, y esto hay que decirlo, un formidable baloncesto.