La leyenda del Rey
LeBron pone el broche de oro a una carrera de leyenda superando a Kareem y reivindica su derecho a estar en lo m¨¢s alto del Olimpo.

LeBron James se levant¨® de la cama a primera hora del 8 de julio de 2010 sabiendo que se iba. La decisi¨®n estaba tomada tras una noche de perros en la que apenas pudo pegar ojo y muchas semanas de deliberaci¨®n personal que no le hab¨ªan permitido elegir su futuro hasta ¨²ltima hora. Ese d¨ªa, su vida cambiar¨ªa para siempre, iniciando primero una ca¨ªda a los infiernos y despu¨¦s una redenci¨®n eternamente postergada, cuando encontr¨® la paz en el lugar que abandon¨® para escribir una de las historias m¨¢s incre¨ªbles la NBA ha presenciado en su larga existencia. La narrativa nunca tuvo tanta importancia como tras aquel anuncio, que supuso una gesti¨®n de imagen p¨¦sima emitida en ESPN y organizada por el entorno de LeBron y el comentarista Jim Gray. Jam¨¢s hubo una repercusi¨®n tan grande ni una corriente tan contraria a la marcha de un jugador de un equipo, de su equipo. Ese que hab¨ªa puesto en el mapa desde su llegada en 2003 a la mejor Liga del mundo y que hab¨ªa elevado nada menos que a sus primeras Finales tras una de las mayores exhibiciones de la historia de los playoffs. Una que se sald¨® con 48 puntos, incluidos los 25 ¨²ltimos de los Cavaliers entre el ¨²ltimo cuarto y las dos pr¨®rrogas del quinto partido de las finales del Este ante los Pistons, en 2007, y que supuso el final anticipado de una serie resuelta en el sexto y con la que una franquicia peque?a, de mercado diminuto, se colocaba a tan solo cuatro victorias del anillo... si bien los Spurs se encargaron de que no consiguiera ninguna (4-0).
En Akron, nadie se acord¨® de semejante gesta, ni de los dos MVPs conquistados en 2009 y 2010 o del compromiso social que James hab¨ªa tenido con una ciudad con la que estaba vinculado desde su nacimiento y posteriormente el instituto, cuando cop¨® la portada de Sports Illustrated y dio el salto a la NBA sin pasar por la Universidad. Tampoco de los r¨¦cords de 66 y 62 victorias, los mejores de la competici¨®n y de la historia de la franquicia, que el equipo hab¨ªa conseguido en las dos ¨²ltimas temporadas. Alguno, t¨ªmidamente, se acord¨® de las palabras que Tim Duncan dirigi¨® a un Rey todav¨ªa sin corona tras la eliminaci¨®n de 2007: ¡°Alg¨²n d¨ªa, esta Liga ser¨¢ tuya¡±. Claro que, de nada val¨ªa que se convirtiera en el due?o lejos de una franquicia en la que hab¨ªa dejado un legado que le convert¨ªa, ya a esas alturas, en el mejor jugador de la historia de la misma, y un sinf¨ªn de r¨¦cords sin parang¨®n que nadie tendr¨ªa en cuenta. Para los aficionados de la NBA y, sobre todo, de los Cavs, lo ¨²nico que dejaba LeBron en la que hab¨ªa sido su casa durante la totalidad de su vida era una ristra de promesas incumplidas y muchos sentimientos negativos que tomaron forma en una palabra que le perseguir¨ªa en cada una de las visitas a Cleveland en los siguientes a?os: traici¨®n.
No hubo manera de aplacar la opa hostil que estaba por venir. El programa The Decision, historia pura de la televisi¨®n norteamericana, congreg¨® a una media de casi 10 millones de personas y el momento en el que LeBron pronunci¨® esa criticada frase de ¡°llevar mi talento a South Beach¡± tuvo a 13,1 millones de espectadores pegados al televisor. Ni siquiera la decisi¨®n de donar seis millones de d¨®lares a causas ben¨¦ficas, como si el entorno de la estrella ya esperara semejante reacci¨®n en cadena, amortigu¨® el golpe. Desde entonces, LeBron se convirti¨® en el jugador m¨¢s odiado del planeta, algo que se prolong¨® de manera neta y completa las dos siguientes temporadas, hasta ese anillo de 2012 que empez¨® a aplacar los ¨¢nimos de la misma condici¨®n humana contra la que El Rey ha luchado durante ya m¨¢s de una d¨¦cada. E incluso ahora, 4 anillos y 9 Finales despu¨¦s (10 en total), hay un sector, cada vez m¨¢s minoritario, que sigue recordando el sainete de su decisi¨®n y reproch¨¢ndole toda esa horda de argumentos que parec¨ªa que iban a acompa?arle casi hasta la eternidad. Al jugador que no aparece en partidos importantes, que parece un robot o que solo sabe penetrar, se uni¨® entonces eso de que se tiene que ir a superequipos para ganar el anillo o necesita estrellas que le saquen las casta?as del fuego. Todo eso ha sido repetido hasta la saciedad durante 10 a?os y no ha pasado a la historia para unos aficionados a la NBA siempre empe?ados, de nuevo como seres humanos, en recordar lo peor antes de lo mejor y dar una importancia a?adida a los errores (si es que lo fueron) y no a los aciertos. El deporte, al final, es como la vida misma.
Las Finales de 2011 supusieron una de las demostraciones m¨¢s grandiosas de esa condici¨®n inherente al aficionado, con una alegr¨ªa desbordada por el fracaso del h¨¦roe ca¨ªdo, por mucho que nunca llegara a ser h¨¦roe por unanimidad pero que s¨ª contara con la misma para la animadversi¨®n que se gener¨® en su contra. Apenas 17,8 puntos, 7,2 rebotes y 6,8 asistencias en seis partidos, con derrota ante los Mavs (4-2). En esa serie, LeBron jug¨® m¨¢s de 43 minutos de media y apenas intent¨® 15 tiros por noche, qued¨¢ndose en 8 ignominiosos puntos en la derrota en el cuarto asalto. El anillo so?ado de Dirk Nowitzki (26 puntos por partido en esas Finales) fue la prolongaci¨®n de la agon¨ªa de LeBron, que cedi¨® de manera clara y rotunda el protagonismo a un extraordinario Dwayne Wade (26,5+7+5,2) y desapareci¨® del mapa. Precisamente a Wade le intent¨® reclutar para los Cavs antes de su marcha, al igual que a Chris Bosh, Trevor Ariza o Ray Allen. Todos le respondieron lo mismo: quer¨ªan jugar con ¨¦l, pero no en Ohio. Como si la franquicia estuviera apestada y el fracaso fuera inherente a su asociaci¨®n con LeBron. La 2010-11 fue una temporada llena de pitadas en pistas rivales, especialmente en su antigua casa, que se asegur¨® el lleno absoluto para abuchear a la que fue su mayor referencia. La filtraci¨®n de que hab¨ªa subido al despacho de Pat Riley junto a Wade para pedirle que bajara al banquillo y destituyera a Erik Spoelstra no mejor¨® su reputaci¨®n, y la propia estrella aprendi¨® a aceptar una negativa cuando el mandam¨¢s de los Heat le despidi¨® elegantemente de su lugar de trabajo junto a su compa?ero.
El camino hacia el trono
Si algo ha conseguido LeBron m¨¢s all¨¢ de 4 anillos, es luchar contra la opini¨®n p¨²blica, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras. Voltear eso con todo en contra ha sido nada menos que un milagro para un jugador que ha pasado de ser odiado a querido, pero que todav¨ªa genera el primer sentimiento hoy de una manera superior a la que se proyectaba el segundo hace 10 a?os. Con el cambio de Ohio a Florida, LeBron dio inicio a la era de los jugadores empoderados, llegando su influencia en la competici¨®n a cotas que ning¨²n otro personalismo ha tenido y consiguiendo que esas estrellas que antes eran mera mercanc¨ªa para los directivos ahora sean capaces de forzar traspasos, conseguir mejores contratos o influir en los convenios colectivos y en los acuerdos televisivos; incluso de pararla propia Liga, algo que se amag¨® con hacer de manera muy n¨ªtida en la burbuja de Orlando y con la lucha racial, que tambi¨¦n lidera LeBron, como m¨²sica de fondo y motivo principal de ese boicot que amenaz¨® con convertirse en cancelaci¨®n y que acab¨® siendo un aviso. No fue lo ¨²nico que empez¨® LeBron en 2010, ya que tambi¨¦n form¨® el primer (y de momento el ¨²nico) superequipo que se origin¨® ¨²nica y exclusivamente por los jugadores. Otra vez m¨¢s, un signo de empoderamiento que organizaron Wade, Bosh y el de Akron, tres agentes libres que se unieron en un mismo destino para formar una de las mejores plantillas, barba por barba, de la historia de la NBA. A¨²n hubo alg¨²n periodista que se aventur¨® a decir que ser¨ªan capaces de acabar la regular season con un r¨¦cord de 82-0. Ya se sabe: nada m¨¢s lejos de la realidad.
La batalla mental a la que LeBron hizo frente entonces est¨¢ injustamente infravalorada. Con un comportamiento casi siempre intachable fuera de las canchas (y de los despachos de Riley), el jugador no tuvo que hacer frente exclusivamente al hecho de haberse convertido casi en un genocida de cara al exterior, sino a tener que hacerlo solo. Su pareja, Savannah, se qued¨® en Akron con sus ni?os, algo que decidieron de mutuo acuerdo tras observar el ambiente t¨®xico originado por su salida. Los deseos de impedir que esos s¨®rdidos sentimientos se colaran en casa, se trasladasen a los hijos e hicieran mella en el n¨²cleo familiar motivaron una decisi¨®n muy meditada y, a la larga, acertada. Ambos siguen compartiendo su vida hoy en d¨ªa y su primog¨¦nito, Bronny, aspira a coincidir en la NBA con su padre, que con 38 a?os y en su 20? temporada en la NBA, parece no querer retirarse nunca. Bryce Maximus y la peque?a Zhuri comparten el tr¨ªo procedente de un matrimonio que no fue tal hasta tres a?os despu¨¦s de su llegada a Miami, cuando las aguas se hab¨ªan calmado y LeBron ya disfrutaba del segundo anillo en sus vitrinas. En ese tiempo, James no renunci¨® a sus ra¨ªces, y levant¨® una fundaci¨®n en Akron que lleva su nombre y que se encargaba de cubrir las necesidades de los ni?os sin recursos, con una supervisi¨®n del jugador que se mantuvo diaria incluso en la distancia.

LeBron se reconcili¨® parcialmente con el aficionado medio con el sexto partido de las finales del Este de 2012. Los Celtics, que propiciaron su salida en 2010 antes de tiempo, volv¨ªan a cruzarse en su camino con un Rondo que se encontraba en el mejor momento de su carrera y un Garnett rejuvenecido a pesar de contar con 36 a?os. El orgullo verde, ante su ¨²ltima oportunidad de conquistar un anillo que lograron en 2008 pero no consiguieron reeditar, hizo gala de su pundonor y transform¨® un 2-0 en un 2-3, con match-ball en un Garden a rebosar en el que hasta entonces, y en esos playoffs, hab¨ªan disputado nueve partidos, cayendo tan solo en uno. LeBron escap¨® entonces de su pesadilla, salv¨® un proyecto que amenazaba con tambalearse y a un Spoelstra que sin ese partido podr¨ªa no ser hoy entrenador de la NBA: 45 puntos, 15 rebotes, 5 asistencias y exhibici¨®n hist¨®rica con master class incluida desde la media distancia. Y 31+12 en el s¨¦ptimo partido, acabando con la tortura que dec¨ªa que no aparec¨ªa en los momentos importantes y poniendo la directa al primer anillo de su carrera. Uno que volvi¨® a conquistar al a?o siguiente, con colaboraci¨®n directa de Ray Allen, el h¨¦roe inesperado que represent¨® la en¨¦sima estrella que fichaban los Heat, una frase con connotaci¨®n negativa para sus haters pero que se ajustaba, como tantas otras cosas, a los par¨¢metros de la Liga. El triple del escolta salv¨® el trono del Rey en el sexto encuentro y acab¨® con el sue?o de los Spurs (con 37 puntos de LeBron en el s¨¦ptimo), que se vengaron al a?o siguiente en lo que supuso la despedida de la estrella de la franquicia que se lo hab¨ªa dado todo rumbo a casa, el lugar al que se lo hab¨ªa dado todo. Todo, menos el anillo.
En 2014, LeBron regres¨® a los Cavaliers, pero su reconciliaci¨®n hab¨ªa empezado mucho antes. Tras el primer anillo, muchos aficionados empezaron a disminuir un griter¨ªo que nunca termin¨® de desaparecer pero que contaba con cada vez menos adeptos en el Rocket Mortgage FieldHouse. Muchos se empezaron a preguntar entonces si LeBron volver¨ªa al lugar que le vio nacer y al que acud¨ªa cada verano para ejercitarse en el gimnasio dejando atr¨¢s las atractivas playas de South Beach para pasar tiempo en su hogar, en una peque?a secci¨®n de apartamentos al oeste de Akron en la que su entrada a cualquier tienda no provocaba un corrillo. All¨ª, James segu¨ªa siendo el hijo de Gloria y los vecinos de toda la vida le saludaban con una normalidad meridiana. Pronto, se empez¨® a especular sobre una posible vuelta que templ¨® los ¨¢nimos, como si sus antiguos seguidores vieran cada a?o que pasaba como uno menos para que la estrella regresara. En Cleveland se empezaban a ver pancartas pidiendo su regreso, y los gui?os de LeBron gustaron a los aficionados. Especialmente cuando el espont¨¢neo James Blair salt¨® a la cancha en una visita de Miami durante una noche de marzo. Con el joven retenido por la seguridad del edificio, la estrella pidi¨® encontrarse a solar con ¨¦l y le present¨® a sus millones de seguidores en Twitter: ¡°That?s my guy¡±, escribi¨®.
LeBron anunci¨® su retorno a los Cavs despu¨¦s de las Finales de 2014, en las que fue apeado por esa quintaesencia de juego colaborativo de los Spurs. Fue a trav¨¦s de una carta de Sports Illustrated del periodista Lee Jenkins, que fue el cronista encargado de materializar el n¨²mero especial de Sporstman of the Year 2012, que agrad¨® a LeBron hasta el punto de elegirle para anunciar su vuelta, en la que fue la mayor primicia deportiva que daba el medio digital. ¡°I¡¯m Coming Home¡±, rezaba el texto. LeBron volv¨ªa a casa despu¨¦s de salirse del contrato firmado en 2010 gracias a una cl¨¢usula que le hac¨ªa libre en 2014 o 2015 a elecci¨®n propia. Pat Riley pens¨® que quer¨ªa una redistribuci¨®n de su salario, pero el silencio del alero dio pistas al mandam¨¢s, que ni haciendo gala de su extraordinario poder de convicci¨®n pudo retenerle. Su salida no ejerci¨® la misma animadversi¨®n en Florida, en la que todos le agradecieron su estancia excepto el propio Riley, que asegur¨® que hab¨ªa tomado ¡°la peor decisi¨®n de su carrera¡±. Ni su eterna (y eternizada) figura pudo hacer que LeBron cambiara de opini¨®n. La estrella mand¨® sutilmente a su agente, Rich Paul, a que mantuviera conversaciones con otras franquicias (Rockets, Bulls, Lakers y Suns) pero siempre con la vista puesta en Ohio. James estuvo callado y quiso mantener a su familia al margen, una regla no escrita que Riley se salt¨® al decir p¨²blicamente que esperaba una hija. Entre unas cosas y otras, el alboroto se solucion¨® con el traslado a su nuevo hogar, que era tambi¨¦n el original, dejando tras de s¨ª un nuevo legado inconmensurable que inclu¨ªa 4 Finales, 2 anillos y 2 MVPs, adem¨¢s de la mejor versi¨®n defensiva de su carrera, por obra y gracia del genio Spoelstra.
El retorno del hijo pr¨®digo
La llegada de LeBron a los Cavs vino acompa?ada de mucho morbo e innumerables movimientos. El ya apodado Rey se reencontr¨® con Dan Gilbert, que en 2010 hab¨ªa escrito The Letter, una carta muy pol¨¦mica que David Stern sancion¨® con 100.00 d¨®lares y que sirvi¨® como respuesta a The Decision. Due?o de los Cavs desde 2005, dijo aquello de que LeBron y ¨¦l tuvieron ¡°cinco buenos a?os y una mala noche¡± y sus reuniones con la estrella fueron fruct¨ªferas de cara a su retorno, con ambos entonando el mea culpa y empezando una nueva era. David Griffin, reci¨¦n nombrado General Manager, mand¨® a dos n¨²meros uno del draft (Anthony Bennet y Andrew Wiggins) camino de Minnesota para fichar a Kevin Love, adem¨¢s de despedir a Mike Brown, entrenador en la primera etapa de LeBron en Cleveland, y fichar a David Blatt. Y luego, veteranos de lujo y una cantidad ingente de tiradores para crear un sistema monopolizado en ataque por James, que abr¨ªa el bal¨®n o buscaba a un interior para rematar la jugada. Adem¨¢s del desconcertante y talentoso Kyrie Irving y el recientemente fichado Kevin Love, por la franquicia pasaron durante esos a?os Shawn Marion, Kendrick Perkins, J.R Smith, Iman Shumpert, Tristan Thompson (uno de los pocos que ya estaba), Mo Willians, Dahntay Jones, su inseparable James Jones (mismos anillos y mismas Finales que LeBron), el ef¨ªmero Dion Waiters, Matthew Dellavedova o incluso Deron Williams. Todos ellos compartieron vestuario con un hombre que acab¨® bien con algunos y peor con otros y que vio como la plantilla variaba en parte pero la base, personificada en su figura, permanec¨ªa inamovible.

La salida de Blatt para que Tyronn Lue se hiciera cargo del equipo permiti¨® que se volvieran a alzar las voces que segu¨ªan rechazando a LeBron, de nuevo por el control y el empoderamiento que representaba. Esto se uni¨® al nuevo te¨®rico superequipo que hab¨ªa formado y que lleg¨® a otras 4 Finales consecutivas. El tremendo esfuerzo de 2015 (35,8+13,3+8,8 ante los Warriors) y el anillo de 2016, esa promesa por fin cumplida que llev¨® a la franquicia al campeonato por primera vez en su historia, acallaron cr¨ªticas y aumentaron una leyenda ya de una dimensi¨®n objetivamente enorme y que hab¨ªa alcanzado cotas que parec¨ªan inimaginables, incluido el remontar por primera vez un 3-1 en unas Finales... y ante un equipo que hab¨ªa conseguido 73 victorias en regular season, claro. Tanto monta monta tanto, Kevin Durant se llev¨® cr¨ªticas parecidas a las suyas cuando cambi¨® Oklahoma por Golden State, divorcio con Russell Westbroook incluido. Las mismas que para los Warriors, que tuvieron que fichar al alero para ganar 2 anillos que antes hab¨ªa sido solo 1 y con lesiones de Irving y Love mediantes. Debates irrirorios y forofos aparte, LeBron pas¨® en Ohio 4 a?os m¨¢s, se convirti¨® en un h¨¦roe, gan¨® el anillo infinitamente pospuesto y cerr¨® el c¨ªrculo que hab¨ªa iniciado en 2010, cuando puso rumbo a Florida sin, seg¨²n Zach Lowe, querer abandonar Cleveland. Tan solo, dec¨ªa el periodista, quer¨ªa ganar de una vez por todas. Algo que consigui¨® con su marcha y, para alegr¨ªa suya y fastidio de sus haters, tambi¨¦n en su regreso.
El 8 de junio de 2018, LeBron disput¨® su segundo ¨²ltimo partido con los Cavaliers. Fue el cuarto asalto de las Finales, tras una de las mayores exhibiciones individuales que se han visto jam¨¢s en playoffs (34+9,1+9 de promedio) en la que luch¨® contra viento y marea, liderando a un equipo desmadejado y sin brillo, con un Kyrie traspasado el a?o anterior, un Kevin Love en horas bajas y la irregular aportaci¨®n de veteranos como George Hill, Kyle Korver o Jos¨¦ Manuel Calder¨®n. Fue el a?o de los traspasos de Dwayne Wade, Derrick Rose o Isaiah Thomas a mitad de temporada y de una plantilla sin brillo en la que ni J.R Smith (y su liada en las Finales) o Tristan Thompson tuvieron presencia. En esa ocasi¨®n, Akron no tuvo nada que reprocharle a LeBron, que con 4:03 para la conclusi¨®n salud¨® a su recambio, Cedi Osman, y felicit¨®, por este orden, a Draymond Green, Kevin Durant, Andre Iguodala, Klay Thompson y Stephen Curry (el quinteto de la muerte) antes de sentarse en el banquillo en medio de una ovaci¨®n, sin paliativos ni excepciones, del Rocket Mortgage FieldHouse. LeBron pon¨ªa punto y final con los deberes hechos y la conciencia tranquila, consciente m¨¢s que nunca en esa segunda etapa de que ganar anillos era extremadamente dif¨ªcil (todas las Finales fueron contra los Warriors), pero que su esfuerzo hab¨ªa valido para poner en las vitrinas del mercado m¨¢s peque?o, el regalo m¨¢s grande. LeBron se desped¨ªa consiguiendo, de una vez por todas, el premio m¨¢s fruct¨ªfero y mitigador del mundo: la redenci¨®n.
La joya de la corona: cuarto t¨ªtulo y Kareem
A eso de las 2:19 de la ma?ana (hora espa?ola) del 2 de julio de 2018 el mapa de la NBA se transform¨® completamente. La historia de la Liga abr¨ªa, de hecho, un cap¨ªtulo nuevo con la uni¨®n de uno de los mejores de siempre, LeBron James, con uno de sus grandes bastiones, Los Angeles Lakers. Lo anunci¨® el periodista Adrian Wojnarowski, c¨®mo no, al que hab¨ªa informado Klutch Sports Group, la agencia de un LeBron que acababa de hablar con el general manager de los Cavaliers, Koby Altman (que sustituy¨® a David Griffin en 2017) justo despu¨¦s de que otra llamada hubiera confirmado la noticia en las oficinas de los Lakers. La estrella firm¨® un contrato por cuatro a?os a raz¨®n de 154 millones de d¨®lares, el m¨¢ximo que le pod¨ªa ofrecer la entidad californiana, que intent¨® por todos los medios hacerse con los servicios del mejor jugador del mundo. La noticia no fue del todo sorpresiva, pues LeBron ya hab¨ªa hecho gui?os al fichaje, Rich Paul mediante: ten¨ªa negocios en Hollywood, su mujer ve¨ªa con muy buenos ojos la mudanza y su hijo Bronny seguir¨ªa su prometedora carrera en el baloncesto en la Costa Oeste. LeBron se iba de los Cavaliers (que no de Ohio, donde continuar¨ªa su enorme labor social con la herida de 2010 cicatrizada), uno de los mercados m¨¢s peque?os de la NBA, para recalar en los Lakers, el m¨¢s grande, y volver a poner en el mapa a una franquicia que sufr¨ªa una crisis pantagru¨¦lica y que no pisaba playoffs desde 2013.
Los Lakers volvieron a ser la comidilla diaria, pero los cinco a?os sin playoffs aumentaron a seis, un fracaso para un jugador que disput¨® menos partidos que nunca (55) por una lesi¨®n en la ingle y experiment¨® esa otra cara de la Liga, una que nunca le hab¨ªa tocado y que algunos consideraron normales con 34 a?os y despu¨¦s de una 2017-18 en la que, en Akron, fue l¨ªder de la competici¨®n en minutos por partido (36,9), que aumentaron en playoffs (41,9) y en las Finales (44,7). La mala temporada se llev¨® por delante a Luke Walton, que nunca gust¨® a eso que se llama el entorno de LeBron. Pero no fue el ¨²nico que dijo adi¨®s; Magic Johnson, responsable de la llegada del Rey a Los Angeles tras una fruct¨ªfera reuni¨®n organizada en casa de la estrella, se desped¨ªa hablando de pu?aladas por la espalda y dejaba un legado como directivo diametralmente opuesto al que tiene como jugador y que, m¨¢s all¨¢ del fichaje de LeBron (que no es poco), est¨¢ lleno de errores y horrores. Jeannie Buss, que hab¨ªa ganado su Juego de Tronos particular a sus hermanos en 2017, no intercedi¨® en el despido de Walton, su protegido, y dej¨® mover los hilos a un Rob Pelinka que consigui¨® lo que siempre se le resisti¨® a Magic, con filtraciones incluidas que desdibujaron al sector joven de Lakers y acabaron siendo su tumba: fichar a Anthony Davis.

Compartiendo vestuario con una nueva estrella (lo que gener¨® algunas cr¨ªticas, para variar), LeBron llev¨® a los Lakers al primer puesto del Oeste despu¨¦s de una d¨¦cada. Tambi¨¦n a las primeras Finales y al primer anillo desde entonces. Era el cuarto que ganaba la estrella, que los ha conquistado con tres equipos diferentes, algo que antes solo hab¨ªan hecho John Salley y Robert Horry y que junto al propio James consigui¨® tambi¨¦n su compa?ero entonces, Danny Green. Y el MVP de las Finales, el cuarto de su carrera. Lo hizo en el a?o del coronavirus, liderando la causa favorable a la reanudaci¨®n. Fue el a?o de la muerte de David Stern o Jerry Sloan, dos referencias, cada uno a su nivel, de la NBA. El de la muerte de George Floyd y la lucha contra Trump y a favor de la justicia racial (dos conceptos que van unidos), una reivindicaci¨®n que tambi¨¦n ha liderado y en la que se ha convertido en voz y conciencia. Y el de la muerte de Kobe Bryant, claro, ese ¨ªdolo para toda una generaci¨®n (o dos) de aficionados al baloncesto y que ha supuesto un mazazo casi imposible de medir para el mundo de la NBA en general y la ciudad de Los Angeles en particular. Sin intentar llenar un vac¨ªo que corresponde a una figura de dimensiones inabarcables, LeBron se ha centrado en seguir su propio camino, construir su legado y dedic¨¢rselo a la Mamba, presente de manera constante en la ropa del equipo, las declaraciones de la plantilla y los honores rendidos de forma clara y n¨ªtida durante toda una temporada que fue la suya.
Tres a?os despu¨¦s de todo eso, ha llegado la joya de la corona: Kareem Abdul-Jabbar. No estuvo acompa?ada del gran nivel del equipo, que cay¨® presa de las lesiones y el calendario condensado al a?o siguiente, se perdi¨® totalmente en la 2021-22 y lucha por encontrar su sitio en la 2022-23. Pero, en todo ese embrollo, LeBron ha conseguido un r¨¦cord que se pensaba imbatible: convertirse en el m¨¢ximo anotador de la historia de la NBA. Los 38.387 puntos de Kareem parec¨ªan un techo demasiado alto al que era imposible llegar, pero el jugador de Akron se ha empe?ado en convertir en posible cosas que son dif¨ªciles incluso de imaginar. Promedi¨® 25 puntos el a?o posterior al anillo y m¨¢s de 30 el curso pasado, una cifra que tambi¨¦n sobrepasa en la presente temporada, la 20? de su carrera con 38 a?os, llevando ya m¨¢s tiempo en la NBA que fuera de ella. Nadie ha jugado a ese nivel a esa edad ni ha demostrado semejante ambici¨®n. El r¨¦cord ha llegado por pura insistencia, por una lucha incesante contra la l¨®gica. Porque s¨ª. El tope, el argumento definitivo contra los haters y en sus ganas interminables de ganar la batalla al tiempo. Una marca que le define como jugador, le completa, le redondea, le permite reclamar su corona y su trono. El r¨¦cord de todos los r¨¦cords.
?El GOAT?
El anillo conquistado reabri¨® el debate, ya totalmente leg¨ªtimo de forma un¨¢nime (o as¨ª deber¨ªa ser) una vez superado un Kareem que tambi¨¦n tiene derecho a estar en el mismo, pero al que se descarta de forma injusta e inconsciente al haber disfrutado de sus mejores a?os cuando el aperturismo televisivo de la NBA no era el actual. Tambi¨¦n en la figura del legendario p¨ªvot vemos similitudes con LeBron. Kareem ten¨ªa un discurso pol¨ªtico, era fr¨ªo con los aficionados, borde con la prensa, se convirti¨® al Islam... Es otra de las conquistas de LeBron, que con su bien elegido discurso y el enorme cuidado de su imagen p¨²blica, ha conseguido que lo que antes era una figura contracultural (la de Kareem) sea hoy una totalmente cultural y que vemos de forma repetida en otros jugadores de la competici¨®n. En la parte deportiva, LeBron ha igualado a Jabbar en All Stars (19), otro hito extraordinario del que Kobe Bryant (18) se qued¨® cerca. Y no parece que vaya a igualarle en MVPs de la temporada (con 6 tiene el r¨¦cord). Pero s¨ª le ha superado en puntos. Otra vez: el r¨¦cord de todos los r¨¦cords.
Y en la otra gran discusi¨®n: ?Jordan o LeBron? Para muchos, el Rey ya mira a His Airness a los ojos, pero en otros sectores para nada minoritarios mencionar siquiera la comparaci¨®n es poco m¨¢s que un aut¨¦ntico sacrilegio. Lo que est¨¢ claro es que el jugador de los Lakers se ha ganado el derecho leg¨ªtimo a participar en el debate, de la misma forma que antes lo hizo Kobe Bryant. Y si bien la Mamba se qued¨® atr¨¢s, parece que LeBron puede avanzar y que realmente se cuestione el liderato hist¨®rico de Jordan, pr¨¢cticamente inalterable desde su retirada. James ha anotado m¨¢s puntos, ha atrapado m¨¢s rebotes y ha repartido m¨¢s asistencias que el ex de los Bulls, tiene todos los r¨¦cords posibles e imaginables en playoffs y en las Finales, y ha llegado a dicha ronda hasta en 10 ocasiones, r¨¦cords que ni Jordan consigui¨® y que pertenecen casi a la prehistoria de la Liga. Pero si BillRussell y sus Celtics conformaron una dinast¨ªa, LeBron en s¨ª mismo es la dinast¨ªa. LeBron ha llegado a m¨¢s Finales que 27 franquicias de la NBA y suma ya 4 anillos, superando en la clasificaci¨®n hist¨®rica a un grande como Larry Bird, igualando a Shaquille y coloc¨¢ndose a tan solo uno de Kobe y Duncan, los dominadores de la generaci¨®n anterior. Hay qui¨¦n dice que las 6 Finales sin derrota que disput¨® Jordan le dejan por encima, que fue m¨¢s decisivo en sus campeonatos... pero al final, la vara de medir y los argumentos var¨ªan dependiendo a qui¨¦n le preguntes. Algo que es, por cierto, una caracter¨ªstica inherente a la mejor Liga del mundo: el debate constante.
LeBron se convirti¨® en los playoffs de 2020 en el jugador que m¨¢s partidos ha disputado, y es el que m¨¢s puntos y minutos acumula en la lucha por el anillo, siendo superado tan solo por Magic en asistencias. En las Finales promedia 28,2 puntos, por detr¨¢s de los 33,6 de Jordan (y por detr¨¢s tambi¨¦n del l¨ªder Rick Barry, Jerry West, Kevin Durant y Shaquille O¡¯Neal), pero completa sus actuaciones con 10,1 rebotes y 7,8 asistencias. Tambi¨¦n se ha unido a Jordan como el ¨²nico jugador de la historia en sumar, al menos, 4 MVPs de la temporada (5 de His Airness) y de las Finales (6). Adem¨¢s, LeBron es el l¨ªder absoluto de triples-dobles en las Finales (con 11) y el segundo en los playoffs (a dos de Magic) y ha creado su propio legado despu¨¦s de triunfar en las playas de South Beach, dar a los Cavs el primer anillo en 52 a?os de existencia y levant¨® a la franquicia m¨¢s ganadora de la historia (empatada con los Celtics) de su mayor crisis (seis a?os sin playoffs) para darle su 17? t¨ªtulo y coronarse, una vez m¨¢s, como el Rey del mundo con tan solo un a?o de ausencia de las Finales. Ya se sabe, si compartes equipo con la estrella tienes muchas posibilidades de disputar la ronda en la que se decide el campeonato.
M¨¢s all¨¢ de un Jordan con el que habr¨¢ que compararle cuando se retire, la capacidad que ha tenido LeBron para voltear la mism¨ªsima opini¨®n p¨²blica en una d¨¦cada es lo que le hace tan especial. De ser el jugador m¨¢s odiado del planeta y tener una legi¨®n de fans contrarios a su persona, ha pasado a ser considerado, m¨¢s a rega?adientes o no, uno de los mejores jugadores de siempre, algo que es de manera objetiva. En dos meses, LeBron cumple 36 a?os y est¨¢ en una franquicia que puede seguir optando al anillo si hace los movimientos correctos en el mercado. Y sigue su camino al Olimpo, a lo m¨¢s alto, sin pausa, avanzando lenta pero inexorablemente, luchando contra todo y contra todos, contra s¨ª mismo y cualquier cosa que se le haya puesto por delante en cualquier lugar de una NBA que, un a?o despu¨¦s, vuelve a ser suya. Quiz¨¢, solo quiz¨¢, el mayor error fue pensar que se hab¨ªa ido cuando en realidad siempre ha estado aqu¨ª. Quiz¨¢, solo quiz¨¢, su mayor virtud consiste en mantenerse firme ante la marejada de cr¨ªticas y perseguir con ah¨ªnco y una obsesi¨®n despiadada un objetivo concreto. Lo que no es una posibilidad y s¨ª una certeza, es que estamos hablando de un hombre que ha sido, es y ser¨¢, parte intr¨ªnseca de la historia de la NBA. Solo falta por saber c¨®mo acabar¨¢ uno de los relatos m¨¢s apasionantes que jam¨¢s hemos presenciado. Uno que, por cierto, parece no tener fin. Eso s¨ª, LeBron tiene claro cu¨¢l quiere que sea el final, y la frase que pronunci¨® en Las Vegas en julio de 2014 para referirse al inicio de su segunda etapa con los Cavaliers, vale tambi¨¦n para cerrar estas l¨ªneas: ¡°No s¨¦ si todo esto es un cuento de hadas. Pero ojal¨¢ termine como esos cuentos terminan¡±.