De modelo de Armani a Padrino de la NBA: el ¨¦xito eterno de Pat Riley
Las Finales 2020 concentran buena parte del hist¨®rico legado de un Pat Riley que tiene nueve anillos: los Lakers en los que es un mito, su complicada relaci¨®n con LeBron James...
Una palabra se ha repetido constantemente en las ¨²ltimas semanas al hablar del milagro de Miami Heat, la primera franquicia que puede ser campeona desde el seed 5 de su Conferencia y un equipo con botas de combate que ha pasado en una temporada de no jugar playoffs a ventilar en las eliminatorias al ogro durante toda la temporada (Bucks) y al favorito emergente (Celtics) del Este. Una palabra: cultura. Quentin Richardson, que jug¨® all¨ª hace una d¨¦cada, asegura que si no tienes dentro ¡°eso que hay que tener¡± para jugar en los Heat, la experiencia puede ser un tormento: ¡°Te rompen, te hacen odiar el baloncesto¡±. Por eso seguramente Bam Adebayo, la roca de 23 a?os que vivi¨® en una caravana y es el nuevo referente espiritual de la franquicia (y all star en febrero, en Chicago), citaba estos d¨ªas a su presidente para referirse a la forma en la que ¨¦l y sus compa?eros estaban devorando el camino hacia el trono del Este: ¡°No todo el mundo tiene lo que hay que tener para jugar en Miami Heat. Pero todos los que est¨¢n ahora en este equipo lo tienen¡±.
Su presidente es Pat Riley, cuya obstinaci¨®n en mantener esa cultura ha hecho que en el entorno de la NBA se llame, medio en broma medio en serio, la familia (as¨ª, en castellano) al equipo del sur de Florida: ¨¦l lleva desde 1995 a bordo, contratado por la familia Arison, propietario desde la fundaci¨®n en 1988. Riley se llev¨® de Nueva York a Tim Donovan para llevar las relaciones p¨²blicas, y all¨ª sigue. El general manager Andy Elisburg (el experto en cuestiones de arquitectura contractual y salary cap) lleva en los Heat desde aquel ya lejano 1988; Chet Kammerer (el descubridor de tantas joyas en una franquicia que es finalista sin ning¨²n top 8 del draft) lleg¨® en 1996. Un a?o antes, en 1995, fue contratado como coordinador de v¨ªdeo Erik Spoelstra, el entrenador desde 2008. Cultura: la familia.
Zach Lowe (ESPN), en un art¨ªculo sobre el improbable ascenso (por vertiginoso) de estos Heat, apuntaba hacia el valor que tienen entre los jugadores de la NBA esa funcionalidad intachable y esa resistencia a los volantazos efectistas de la estructura que dirige Riley. Como un im¨¢n, Jimmy Butler (un perfil ideal para esa cultura y para el libreto de Spoelstra) se sinti¨® atra¨ªdo por esa narrativa desde que comparti¨® vestuario con Dwyane Wade en Chicago. ?Y por qu¨¦ no Miami Heat? Le dijo varias veces a su agente cuando hablaban de su futuro. Esa pregunta, ?y por qu¨¦ no Miami Heat?, es la que algunos creen que est¨¢ anidando en la cabeza de Giannis Antetokounmpo. Pero mientras montaban un proyecto y un plan econ¨®mico para atraer al coloso griego, los Heat se han adelantado a cualquier previsi¨®n y se han metido en las Finales. Los Heat de Butler, de Adebayo, de Tyler Herro, del eterno Andre Iguodala (que ha ca¨ªdo de pie despu¨¦s de un a?o muy complicado), de Goran Dragic, desde luego de Erik Spoelstra¡ y siempre de Pat Riley.
Riley naci¨® (1945) en Nueva York. Y eso ha ido siempre impreso en su car¨¢cter, incluso cuando era una de las personificaciones m¨¢s obvias de la buena vida californiana en los a?os 80. Tiene 75 a?os y lleva 25 en los Heat. Un tercio de su vida. A las puertas de otras Finales de la NBA, su figura se alarga (un eterno ganador) sobre el equipo para el que es much¨ªsimo m¨¢s que un exentrenador, Los Angeles Lakers. Las cosas de la vida.
Riley lleva, en realidad, m¨¢s de medio siglo atado al mundo del baloncesto: en 1961 ya peleaba con Lew Alcindor (despu¨¦s el Kareem Abdul-Jabbar al que entren¨®) en los tremendos duelos neoyorquinos de instituto; en 1966 fue all american con Kentucky, en 1972 campe¨®n (era un alero suplente de trabajo sucio e instinto defensivo) con los Lakers de Jerry West y Wilt Chamberlain, y a partir de 1982 se estableci¨® como una de las figuras claves para entender la historia y la evoluci¨®n de la NBA: cinco veces campe¨®n como entrenador entre 1982 y 2006 (cuatro con los Lakers, una con los Heat) y dos como ejecutivo (en 2012 y 2013). Si se a?ade el t¨ªtulo de 1980 como asistente de Paul Westhead son nueve anillos en todos los estratos de la vida NBA, de las pistas a los despachos.
Despu¨¦s de ser campe¨®n con los Lakers de 1972, Riley jug¨® una ¨²ltima temporada en Phoenix Suns (1975-76) antes de retirarse. Durante meses, se dej¨® crecer el pelo y viaj¨® de playa en playa con una actitud existencialista que le apart¨® del mundillo NBA tanto que descubri¨® con pena que ni siquiera le dejaban entrar como VIP en los partidos de los Lakers cuando quiso regresar al entorno del equipo. Entonces, con un pie fuera para siempre del mundo del baloncesto, surgi¨® la oportunidad de trabajar en las narraciones de los partidos de su exequipo como analista.
Y despu¨¦s, no mucho despu¨¦s, Jack Mckinney tuvo el desgraciado accidente de bicicleta que casi le cuesta la vida y que borr¨® su nombre de los grandes titulares de la dorada historia de los Lakers.
Las piezas de domin¨® fueron cayendo, de drama en drama, para que Riley pasara en cinco a?os de analista medi¨¢tico a entrenador del Showtime que impulsaba Magic Johnson. Cuando el legendario Jerry Buss se hizo con los Lakers, su primera opci¨®n para la temporada 1979-80 era Jerry Tarkarian, que hab¨ªa llevado a la Final Four a la Universidad de Las Vegas. Pero el flirte¨® acab¨® cuando el agente de uno de los entrenadores de moda, Victor Weiss, apareci¨® muerto, con dos disparos en la cabeza, dentro de un Rolls Royce en un aparcamiento de Beverly Hills. Con la mafia de por medio en un caso que la polic¨ªa de Los ?ngeles nunca resolvi¨®, los Lakers se giraron hacia Jack McKinney, un tipo con poco glamour pero un excelente entrenador y una gran persona que fue, aunque no siempre se le reconoce como tal, el verdadero padre del Showtime. ?l puso el equipo al servicio de Magic y aceler¨® el estilo de juego. Pero despu¨¦s de un buen inicio de temporada (9-4) sufri¨® un terrible y dif¨ªcil de explicar accidente de bicicleta. Iba a jugar al tenis con su ¨²nico ayudante, un Paul Westhead que ocup¨® su puesto mientras ¨¦l transitaba a duras penas del coma inducido a las inacabables semanas de terapia y rehabilitaci¨®n.
Westhead, para sorpresa de muchos, eligi¨® como ayudante (entonces solo hab¨ªa uno) a Pat Riley. Los Lakers ganaron el t¨ªtulo en 1980 exprimiendo el estilo McKinney, pero patinaron despu¨¦s en cuanto Westhead trat¨® de encorsetar y llenar de sistemas el juego de ataque. Con solo seis partidos de la temporada 1981-82 disputados, Magic dej¨® claro que prefer¨ªa cambiar de equipo a seguir con un Westhead que fue fulminado de forma casi instant¨¢nea. Buss quiso que Jerry West volviera a entrenar al equipo, pero el logo de la NBA no ten¨ªa ninguna gana. El plan B era ascender a Pat Riley y ponerle al m¨ªtico West como un ayudante¡ que se lav¨® pronto las manos.
El Showtime y la patente del threepeat
Riley gan¨® cuatro anillos con los angelinos, entre 1982 y 1988, y obr¨® la perfecci¨®n del estilo que empez¨® siendo solo el sue?o de un Mckinney injustamente difuminado en la historia de la franquicia. En aquella primera temporada 1981-82 cogi¨® a un equipo deca¨ªdo y lo transform¨® por completo: 57 victorias, 8-0 en los playoffs del Oeste y t¨ªtulo conquistado ante los Sixers, como dos a?os antes con ¨¦l como asistente. En los Lakers, Riley se convirti¨® pr¨¢cticamente en una divinidad hollywoodiense, con su pelo engominado y los trajes que le vend¨ªa su amigo Giorgio Armani, para el que lleg¨® a hacer de modelo.
Mientras la NBA inventaba una regla para que no dirigiera todos los a?os al Oeste en el All Star, Riley public¨® libros, se convirti¨® en un obseso del trabajo duro y el perfeccionismo enfermizo y patent¨® el t¨¦rmino threepeat (ganar tres t¨ªtulos seguidos). Los Lakers ganaron en 1987, una de las mejores temporadas de la historia de la NBA, y repitieron en 1988. Pero no tripitieron, y su cuarto t¨ªtulo como entrenador tuvo esperar casi dos d¨¦cadas. Hasta 2006 y hasta los Heat de Dwyane Wade y Shaquille O¡¯Neal.
Una de las claves de la longevidad y la relevancia de Pat Riley es que cambi¨® el glamour y el espect¨¢culo de los Lakers de los a?os 80 por el m¨²sculo y el cemento de la Conferencia Este de los 90, primero con los Knicks y despu¨¦s con los Heat. Hizo equipos de hierro que lucharon a muerte con los Bulls de Michael Jordan y perdi¨® la oportunidad de hacer historia en la Gran Manzana cuando los Rockets de Hakeem Olajuwon remontaron un 2-3 en la Final de 1994 a sus Knicks. Un a?o despu¨¦s, y con solo un fr¨ªo fax como anuncio, cambi¨® Nueva York por Miami, un agrio asunto que acab¨® con los Knicks denunciando por tampering (contactos ilegales mientras ten¨ªa todav¨ªa contrato) y con los Heat dando por ¨¦l una primera ronda de draft y un mill¨®n de d¨®lares. La inversi¨®n fue un chollo, desde luego.
Los Heat ten¨ªan solo siete a?os en aquel 1995. Riley asumi¨® plenos poderes, en el banquillo y los despachos. Y desde entonces ha habido pocas franquicias m¨¢s estables, exitosas y funcionales en la liga. Son hechos: esta va ser su sexta Final en las ¨²ltimas 15 temporadas, m¨¢s que las cinco de Warriors y Cavaliers. Busca el cuarto t¨ªtulo seis a?os despu¨¦s de ver c¨®mo se romp¨ªa el archifamoso big three que Riley consigui¨® forjar casi contra la l¨®gica: LeBron James, Dwyane Wade (al que ¨¦l hab¨ªa draftado) y Chris Bosh (campeones en 2012 y 2013). El carisma del mandam¨¢s dej¨® anonadado a LeBron, que no dejaba de mirar, en la primera reuni¨®n que tuvieron, el saquito abierto sobre la mesa en el que asomaban, sin m¨¢s explicaci¨®n, todos los anillos de campe¨®n de Riley. Un tesoro. Cuatro a?os despu¨¦s (2010-2014), LeBron regres¨® a Cleveland Cavaliers en un adi¨®s amargo tras el que acab¨® llegando a sus o¨ªdos que Riley se hab¨ªa referido al movimiento como ¡°el mayor error de LeBron en su carrera¡±. La relaci¨®n de LeBron con los Heat y Pat Riley es desde entonces distante. Como m¨ªnimo.
As¨ª que Riley ahora se reencuentra con una parte gigantesca de su hist¨®rico pasado: los Lakers, sus Lakers, y LeBron James, el jugador al que sac¨® de su despacho elegantemente cuando este y Wade le sugirieron, en la dif¨ªcil temporada 2010-11, que despidiera a Spoelstra y dirigiera ¨¦l al equipo. Lo mismo que hab¨ªa hecho en la temporada 2005-06, despu¨¦s de acordar con Stan Van Gundy la salida de este para hacerse ¨¦l con el equipo de Wade y Shaquille. La segunda vez, como en 1982, en la que cogi¨® a un equipo iniciada una temporada y lo llev¨® al t¨ªtulo de campe¨®n.
Riley, al que muchos llaman el Padrino de la NBA, est¨¢ en el Hall of Fame dese 2008. All¨ª cerr¨® su discurso con una cita de Bruce Springteen, al que idolatra. Da charlas motivacionales por no menos de 50.000 d¨®lares y, claro, tiene nueve anillos de la NBA (como jugador, asistente, entrenador y ejecutivo), tres premios de Entrenador del A?o, nueve designaciones como entrenador de All Star Game y hasta su n¨²mero 42 retirado por los Wildcats de Kentucky, la universidad en la que ha pescado en los ¨²ltimos a?os a Bam Adebayo y Tyler Herro. Ese es su nuevo legado, la improbable pareja de h¨¦roes j¨®venes de los Heat, una franquicia que es un eterno retorno al ¨¦xito a partir de la direcci¨®n y la cultura (la familia) de Pat Riley, uno de los personajes m¨¢s importantes de la historia de la NBA y uno cuya sombra se alarga por cada rinc¨®n de estas Finales 2020. Como ha pasado tant¨ªsimas otras veces.