A las puertas de la expansi¨®n
Con Seattle y Las Vegas como favoritas, la NBA consume plazos en ruta hacia un nuevo formato con dos franquicias m¨¢s.


La expansi¨®n de la NBA est¨¢ ah¨ª, se est¨¢ convirtiendo en un soniquete, un horizonte hacia el que se cabalga pero al que parece que nunca se llega. Se llegar¨¢. Adam Silver lo ha dicho todo lo claro que se puede decir ya que no puede decirlo todo lo claro que en realidad lo debe tener a estas alturas. Un destino ¡°invariable¡± y una ¡°progresi¨®n natural¡± para la liga en palabras de un comisionado cuya hoja de ruta ha tenido siempre un orden claro: el nuevo convenio colectivo, los nuevos derechos televisivos y despu¨¦s, entonces y solo entonces s¨ª, la expansi¨®n.
Lo primero, el nuevo marco laboral que rija la relaci¨®n franquicias-jugadores (empleadores-empleados) se acord¨® sin dramas ni conflictos p¨²blicos. As¨ª ha sido siempre en una etapa con Silver al frente (desde 2014) en la que la NBA se ha convertido en una balsa de aceite en lo que se refiere a las relaciones entre sus actores principales. Sobre todo, en comparaci¨®n con tiempos pasados. La bonanza econ¨®mica (ahora mismo perpetua y a prueba incluso de pandemias) ha endulzado los ¨¢nimos. Tambi¨¦n los equilibrios de Silver, que con una mano contenta a los propietarios y con la otra hace que los jugadores se sientan casi m¨¢s socios que trabajadores. Unas veces para bien¡ y otras no tanto.
Los contratos televisivos est¨¢n en camino. Ya se sabe, la madre del cordero, la gallina de los huevos de oro y el fundamento de la excelencia econ¨®mica (una burbuja que no para de inflarse) en la que vive, al galope, la NBA. Que, aunque ahora no lo parezca, conoci¨® tiempos mucho m¨¢s oscuros. Los contratos televisivos sustentan de forma troncal los beneficios de franquicias (propietarios) y (a trav¨¦s de los ingresos relacionados con el baloncesto: BRI) jugadores, ya que esas cantidades inciden de forma decisiva en el salary cap, el dinero del que dispone cada equipo para los salarios anuales de su plantilla.
El valor medio de las franquicias ya supera los 3.000 millones de d¨®lares. Y el de los salarios de los jugadores ronda los 9. Nadie quiere tocar esa din¨¢mica y por eso el ¨²ltimo convenio se cerr¨® sin sangre y con muchos acuerdos que parece dif¨ªcil que se hubieran pactado si cualquier cuenta no se acabara traduciendo, como pasa ahora, en mucho dinero para todos.
La NBA pas¨® con su anterior acuerdo televisivo a triplicar sus ingresos anuales por este concepto. Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) aceptaron pagar 24.000 millones por un tramo de nueve a?os (2016-2025) que est¨¢ a punto de concluir. En marzo la NBA empezar¨¢ a negociar con estos mismos socios, que tienen derecho preferencial. Pero se abre un nuevo tablero de juego, con otros nombres y otras formas de consumir y manejar el producto. De todo ello se quiere salir (se saldr¨¢) con otro acuerdo r¨¦cord para otros nueve a?os. Se lleg¨® a hablar de que la liga aspira a llegar a 75.000 millones. Parece dif¨ªcil que sea tanto, pero ser¨¢ mucho, much¨ªsimo. Y est¨¢ tan claro que esa proyecci¨®n influye en las ¨²ltimas ventas de franquicias (en sus alt¨ªsimos precios y en el inter¨¦s por hacerse con ellas) y ha hecho que en el convenio se establezcan unas subidas del cap que nunca pasen del 10% anual, con prorrateos que eviten lo que pas¨® en 2016. Entonces, ese tope salt¨® en un a?o de 70 a 94 millones (marcha ya por 136), un impulso hacia el h¨ªperespacio que provoc¨® tal distorsi¨®n del mercado que siguieron veranos de m¨¢s tiento por parte de las franquicias y, por lo tanto, menos poder negociador de los jugadores. Eso, tener demasiado dinero, tambi¨¦n se ha tenido que regular. Por algo es.
Despu¨¦s de la televisi¨®n, la expansi¨®n
Despu¨¦s de ese acuerdo, que vendr¨¢ y se celebrar¨¢ como un ¨¦xito masivo al que ya se le han ido poniendo andamios (impactos televisivos como el play in y el In Season Tournament, las nuevas normas para controlar los descansos no justificados de los jugadores¡), se hablar¨¢ de la expansi¨®n. P¨²blicamente, porque entre bastidores las aguas ya se est¨¢n moviendo. Lo confirma el periodista Mike Vorkunov, que dibuja en The Athletic un panorama de preguerra, contactos entre grupos inversores, grandes bancos, empresarios que saben que tienen que amasar hoy las ventajas que ser¨¢n definitivas ma?ana.
Poner una franquicia NBA en marcha a partir de la (aparente) nada no es algo que se haga en dos ma?anas. Es una estrategia que anticipa pero tambi¨¦n transforma, ya lo est¨¢ haciendo, el futuro de la NBA. Y que parece una certeza por una serie de razones que tienen que ver con la citada paz social que dibuja un escenario limpio de obst¨¢culos; el volumen de talento que permite pensar que el producto no se resentir¨¢ (las plantillas se alargan cada vez m¨¢s con m¨¢s jugadores ¨²tiles); el empuje de grandes mercados y lugares que son considerados ciudades de baloncesto y la explosi¨®n de inter¨¦s (como hecho generador de contenidos 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana) de la NBA. Y por el dinero, claro, sobre todo por el dinero.
Hay mucho dinero. La NBA super¨® en el curso 2021-22 los 10.000 millones de ingresos por primera vez (recordemos: est¨¢ en 2.700 al a?o solo en unos contratos de televisi¨®n que podr¨ªan irse en dos veranos a m¨¢s del doble). Y habr¨¢ m¨¢s. Eso hace que halcones del mundo de los negocios tengan la vista puesta en los movimientos de Adam Silver. Y tambi¨¦n que los actuales propietarios (un n¨²cleo ¨²ltimamente convulso: cambios en Suns, Bucks, Mavericks, Hornets¡) aflojen los prejuicios contra esa matem¨¢tica b¨¢sica que dice que con dos equipos m¨¢s (de eso se habla) habr¨¢ que repartir la tarta en 32 porciones y no en las 30 actuales.
?Es eso un problema? S¨ª. Pero se cuenta con generar tanto que el porcentaje ser¨¢ jugoso en todo caso. Y, claro, habr¨¢ un pico no precisamente peque?o para cada equipo (propietario) cuando lleguen los dos nuevos inquilinos. La subasta por hacerse con esos dos equipos puede alcanzar cifras tambi¨¦n hist¨®ricas. Hace un par de a?os el periodista Brian Windhorst (ESPN) habl¨® de unos 2.500 millones. Ya entonces dijo Silver que esa cantidad estaba muy por debajo de la que se podr¨ªa alcanzar. Eso hoy es obvio: no se bajar¨¢ de los 3.000 millones, seguramente se pase de los 4.000 y algunos creen que se pueden poner los 5.000 encima de la mesa sin que suene a delirio. Esa cantidad, la que sea, habr¨¢ que multiplicarla por dos y dividirla entre treinta. Y eso es lo que, de entrada, se llevar¨¢ cada propietario por permitir que lo que es de 30 pase a ser, a partir de entonces, de 32.
El proceso para la expansi¨®n es m¨¢s o menos ese: la NBA abrir¨¢ un periodo en el que permitir¨¢ que se hagan ofertas. Por eso saldr¨¢n nombres m¨¢s all¨¢ de los que tiene todo el mundo en la cabeza, Las Vegas y Seattle. Porque realmente habr¨¢ otras ciudades interesadas y porque a la propia liga le conviene que la puja dispare sus decibelios. Tambi¨¦n le sirve para separar la paja del trigo. Se entender¨¢ que el que no ponga de inicio muchos billetes encima de la mesa, no ir¨¢ en serio. Se alentar¨¢ que suban las apuesta y tal vez se descubra que hay opciones mejores que las que se consideraban darlings a priori. En la expansi¨®n de finales de las ochenta (luego iremos con ella) se pensaba a?adir dos equipos y acabaron llegando a la NBA cuatro. Las candidaturas eran demasiado s¨®lidas como para obviarlas.
?Los plazos? La ¨²ltima vez que se a?adi¨® un equipo fue en 2004: Charlotte Bobcats, hoy Charlotte Hornets. Solo pasaron dos a?os desde que los Hornets originales (luego Pelicans) se fueron a Nueva Orleans (2002). Ese mismo verano se abri¨® el proceso, en diciembre ya hab¨ªa ganador (un grupo liderado por Robert Johnson), en enero de 2023 se ten¨ªa el OK (asunto crucial) del resto de los propietarios; en junio el equipo ten¨ªa nombre y un a?o despu¨¦s, en junio de 2004, realiz¨® su draft de expansi¨®n. En la temporada 2004-05 ya estaba en las pistas. Esto, en todo caso, no es lo normal. Entonces se aprovech¨® la inercia del cambio y se aceler¨® para evitar problemas legales con el traslado a Nueva Orleans y la salida de Carolina del Norte. Los cuatro equipos que llegaron en los ochenta lo hicieron tras un proceso que dur¨® tres o cuatro a?os, seg¨²n el caso. Los dos de los noventa, en dos a?os y medio. As¨ª que la cosa no est¨¢ realmente pr¨®xima. Quiz¨¢ s¨ª la oficialidad de la expansi¨®n, no todav¨ªa que veamos una liga con m¨¢s de 30 equipos compitiendo. Pero llegar¨¢.
El draft de expansi¨®n, la forma de poner jugadores en un equipo que todav¨ªa no los tiene, es una de las cosas que m¨¢s curiosidad provoca en este proceso que la NBA no vive desde hace casi dos d¨¦cadas. Entonces, para alimentar el roster de los Bobcats, se realiz¨® un draft espec¨ªfico un 22 de junio, dos d¨ªas antes del convencional. Y se establecieron estas normas (habr¨¢ otras cuando toque, pero estas son las ¨²ltimas que hemos visto en la NBA): los Bobcats ten¨ªan que escoger un m¨ªnimo de 14 jugadores y un m¨¢ximo de 29 de entre los que ten¨ªan contrato o fueran agentes libres restringidos (estos pasar¨ªan a negociar con ellos sus contratos en situaci¨®n de agentes libres no restringidos). Los agentes libres sin ataduras (no restringidos) quedaban fuera de este proceso. Solo pod¨ªan elegir un jugador de cada una de las dem¨¢s franquicias, nunca m¨¢s de uno de la misma plantilla. Cada uno de los otros 29 equipos pod¨ªa proteger a ocho jugadores que ser¨ªan intocables y no podr¨ªan ser seleccionados por los Bobcats. Si alguno no ten¨ªa ocho con contratos en vigor (o agentes libres restringidos) al final de la temporada, ten¨ªan la obligaci¨®n de dejar al menos uno liberado, seleccionable. Adem¨¢s, todos pod¨ªan entablar negociaciones con los Bobcats sobre a qui¨¦n cog¨ªan o a qui¨¦n no con rondas de draft, dinero u otros jugadores implicados.
Las Vegas, Seattle... y tambi¨¦n otras opciones
Todo el mundo, m¨¢s o menos, da por hecho que las nuevas franquicias ser¨¢n para Seattle y Las Vegas. Ambas llevan tiempo movi¨¦ndose en esa carrera de posiciones a la que otros puede que lleguen demasiado tarde¡ o desde demasiado atr¨¢s. Seattle es una vieja cuenta pendiente de la NBA desde un asunto sucio en el que influyeron (siempre es as¨ª) problemas con el pabell¨®n y movimientos en la sombra del grupo que se acab¨® llevando a los hist¨®ricos Supersonics a Oklahoma City, convertidos en Thunder. Seattle es el principal mercado de Estados Unidos sin franquicia NBA, ya estuvo a punto de regresar a trav¨¦s de la compra de Sacramento Kings (en 2013) y tiene un pabell¨®n (el de las Storm de la WNBA) perfectamente listo para su uso como instalaci¨®n NBA. En ese recinto tiene mano, adem¨¢s, el grupo inversor (Oak View Group) que tambi¨¦n mueve los hilos de la candidatura de Las Vegas.
Las Vegas se ha convertido en el epicentro de los movimientos del deporte estadounidense: han llegado la F¨®rmula 1, la NFL (incluida la Super Bowl 2024), la WNBA (con much¨ªsimo ¨¦xito: las Aces llevan all¨ª seis a?os y han ganado dos t¨ªtulos), la NHL, est¨¢ en camino (aprobado) la MLB¡ Innegable como hecho de negocio, su relaci¨®n con la NBA se alarga a la Summer League, las concentraciones de la selecci¨®n de Estados Unidos, eventos y el equipo Ignite de la G League¡ el citado Oak View Group, que quita y pone mucho en estos ¨²ltimos movimientos en la sombra, tienen compradas 27 hect¨¢reas para hacer un nuevo pabell¨®n que puede estar listo en 2026, un timing que encaja con los pasos ejecutivo que va dando la NBA. Seg¨²n el periodista Tashan Reed (The Athletic), ese pabell¨®n se har¨¢ con una inversi¨®n privada de m¨¢s de mil millones y formar¨¢ parte de un casino/resort que va a costar m¨¢s de 10.000 y que podr¨ªa ser otro paso en esa relaci¨®n cada vez menos disimulada y m¨¢s ¨ªntima de la NBA con un universo, el de las apuestas y el juego, que hace no tanto era anatema. Adem¨¢s, en el proyecto de tren de alta velocidad que unir¨¢ la ciudad con Los ?ngeles est¨¢ metido Wes Edens¡ que ahora es copropietario de los Bucks. Hasta LeBron James ha hablado de lo apetecible que ser¨ªa entrar en un nuevo equipo ubicado en Las Vegas. Y LeBron no solo tiene mucho dinero: tambi¨¦n est¨¢ involucrado en el Fenway Sports Group que controla el Liverpool, Boston Red Sox o Pittsburgh Penguins.
El asunto parece claro, y de hecho Adam Silver se refiri¨® en julio a Las Vegas como ¡°la franquicia 31 de la NBA¡± en relaci¨®n a la cada vez m¨¢s intensa relaci¨®n entre la Liga y una ciudad que no tiene equipo... todav¨ªa. Pero hay m¨¢s: Ciudad de M¨¦xico tiene el atractivo de la globalidad y la expansi¨®n internacional, unos horarios ajustados a los estadounidenses y un equipo de la G League (Capitanes) que dobla en asistencia de p¨²blico a cualquier otro de la Liga de Desarrollo.
Y hay m¨¢s: Vancouver (que ya tuvo a los Grizzlies) y Montreal, la ciudad m¨¢s poblada de Canad¨¢ despu¨¦s de Toronto, donde los Raptors son un ¨¦xito rotundo, comparten con la candidatura mexicana el atractivo del toque internacional sin salir de Norteam¨¦rica. San Diego es un mercado que no puede permitirse tener solo, en deporte profesional, su equipo de la MLB (Padres). Ahora est¨¢ sin nada en NFL, NHL, MLS y una NBA donde acogi¨® a Rockets (antes de irse a Houston) y Clippers (en tr¨¢nsito hacia Los ?ngeles). Louisville tiene el encanto de Kentucky, esa regi¨®n donde el baloncesto universitario es una religi¨®n y es, adem¨¢s, una vieja candidata que ya tent¨® en el pasado a Grizzlies (fue finalista con Vancouver), Cavaliers, Braves, Rockets¡ Kentucky tambi¨¦n tuvo al equipo (Colonels) que m¨¢s partido gan¨® en la historia de la ABA. Es tierra de baloncesto. Kansas City (donde jugaron los Kings) o Pittsburgh son otros cl¨¢sicos de este tipo de art¨ªculos¡ cuyas opciones parecen realmente escasas. Al menos, hasta que empiece la puja.
En todo caso, la expansi¨®n se har¨¢. Parece absolutamente inevitable. Y Adam Silver, m¨¢s all¨¢ de la conveniencia del asunto y un timing que parece perfectamente preparado, tiene raz¨®n en una cosa: es un proceso natural en la NBA. Que no naci¨®, aunque lo parezca porque lleva mucho con este formato, con sus treinta equipos divididos en dos Conferencias sim¨¦tricas (quince y quince). La Liga comenz¨® en 1946 como BAA (Basketball Association of America) y con once equipos. Sum¨® en 1948 a la NBL (National Basketball League) y pas¨® a llamarse NBA, dentro de un tramo de veinte a?os (1946-66) en el que oscil¨® entre un pico de 17 equipos y un valle de ocho (en la temporada 1947-48 y entre 1955-61). Por entonces, el negocio no era ni mucho menos tan boyante. Entre 1966 y 1980 se articul¨® la NBA moderna, con la llegada de once equipos, el n¨²cleo de los que ahora tenemos en competici¨®n (en el inicio de 1946 estaban, por cierto, Knicks, Celtics y los Warriors afincados en Philadelphia: fueron el primer campe¨®n).
En 1966 lleg¨® Chicago Bulls, en 1967 San Diego Rockets y Seattle Supersonics, en 1968 Phoenix Suns y Milwuakee Bucks. En 1970 Buffalo Braves (hoy Clippers), Cleveland Cavaliers y Portland Trail Blazers. En 1974 se cre¨® New Orleans Jazz (en (Utah desde 1979) y en 1976 se produjo la fusi¨®n (absorci¨®n, en realidad) con la ABA, de la que saltaron a la NBA cuatro supervivientes (los citados Colonels se quedaron a las puertas): San Antonio Spurs, New York Nets, Indiana Pacers y Denver Nuggets. En 1980, finalmente, se crearon los Mavericks en Dallas.
Durante ocho a?os (1980-88) la NBA tuvo 23 equipos. En 1988 llegaron Charlotte Hornets y Miami Heat, en 1989 (misma expansi¨®n dividida en dos fases) Minnesota Timberwolves y Orlando Magic. A esos 27 se unieron en 1995 Toronto Raptors y los Grizzlies que comenzaron en Vancouver y se mudaron despu¨¦s a Memphis, en 2001. En 2004, finalmente, lleg¨® la franquicia n¨²mero 30 en la ¨²ltima expansi¨®n (por ahora): Charlotte Bobcats. Esa es la clave: por ahora¡
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