Seattle Supersonics: Homenaje y reflexi車n
Este era un art赤culo pendiente, casi una deuda moral que no puede esperar m芍s ahora que la temporada esta en marcha y que los viejos Sonics no aparecen por ning迆n lado cuando uno repasa las clasificaciones. No s車lo eso. Las formas en las que se se produjo el traslado de la franquicia (o parte de ella, despojada de su historia y su tradici車n) es adem芍s una excusa perfecta para hacer una reflexi車n, ahora que el modelo americano sobrevuela el baloncesto europeo. Porque es una muestra de que el modelo NBA, impecable en tantos aspectos de su estructura organizativa, tambi谷n tiene sus agujeros negros y sus contradicciones. Es un sistema con fallas, imperfecto como todos. El caso de los Supersonics lo demuestra m芍s all芍 de las dificultades inherentes que acarrear赤a la exportaci車n de modelos. El caso, por cierto, es tan complejo que tambi谷n tiene moraleja para los que son especialmente cr赤ticos con el sistema norteamericano, empezando por aquellos que no quieren ver que el esp赤ritu de un aficionado es el mismo al margen del lado del Atl芍ntico en el que se encuentre.
Los Sonics han sido un referente en la NBA y sus seguidores se extienden por todo el mundo. Mi generaci車n abri車 la brecha con las primeras retransmisiones en Espa?a. Algunos se hicieron de los Celtics y muchos nos hicimos de los Lakers. Pero tambi谷n hubo quien entreg車 su coraz車n a aquellos Sonics que viv赤an los tiempos de Dale Ellis, Xavier McDaniel, Tom Chambers# Despu谷s se engancharon muchos m芍s en los tiempos del Sonic Boom: Shawn Kemp, Gary Payton, Schrempf, Hawkins# con George Karl en el banquillo, aquellos grandes Sonics acumularon en los 90 aficionados y 谷xitos (temporadas con balances de 63 y 64 victorias) y tambi谷n decepciones, como las eliminaciones en primera ronda ante Nuggets y Lakers o las finales del 96 en las que sufrieron (como Stockton y Malone) a los grandes ladrones de ilusiones de la 谷poca, los Bulls de Michael Jordan.
Todos los amantes de la gran liga conocen, en fin, la tradici車n e historia de los Sonics, de Lenny Wilkens a Spencer Haywood, de Bill Russell a Paul Silas, de Dennis Johnson y Jack Sikma a Nate McMillan# los Sonics que tienen el 迆nico t赤tulo (1979) que ha logrado el deporte profesional en la ciudad de Seattle (adem芍s de las Storm), los que batieron r谷cords de antig邦edad en una misma ciudad ( 41 a?os desde su nacimiento en 1967, un per赤odo de permanencia que s車lo han alcanzado seis franquicias en los grandes deportes americanos) y sellaron rivalidades de 谷poca, como ante los Blazers, cuyas luchas parec赤an cerca de reanimarse antes de que volara de la ciudad de la lluvia el prometedor (por fin y de la mano de Sam Presti) proyecto que deb赤a plantar cara a largo plazo a Oden y compa?赤a: Durant, Green, Westbrook# un plan en firme para una franquicia que viv赤a a?os duros y que no merec赤a despedirse con una temporada de 20 victorias. Y menos de la forma en que se produjo el adi車s. Con dolor, con traiciones, con injusticias, con mentiras. Con premeditaci車n y alevos赤a. Sin apenas h谷roes y con demasiados villanos en una ciudad que perd赤a un s赤mbolo, un eje vertebrador, un sentimiento vestido de verde, blanco y oro.
Breve historia de una muerte anunciada
La ca赤da de los Supersonics se puede resumir con una hoja de ruta abreviada, en un peque?o recorrido por los qu谷s y los qui谷nes. Bajo la permisiva mirada (y casi el compadreo) de David Stern, Clay Bennet se hizo con el mando de la franquicia, ahora ya no queda ninguna duda, con el 迆nico fin de facilitar primero y acelerar despu谷s la mudanza a Oklahoma City, donde ya compiten esos Thunder de horrendo logo. Bennett, no en vano, es natural de Oklahoma, as赤 que ese fue siempre su proyecto cuando su Professional Basketball Club LLC se hizo con los Sonics tras pagar 350 millones de d車lares a otro de los grandes se?alados ahora en la ciudad de la lluvia: Howard Schultz, propietario de Starbucks, que pas車 de h谷roe local al hacerse con el equipo a villano cuando se deshizo de 谷l casi como un ni?o cansado de su juguete. Cuando Schultz se cans車 de jugar a ser Mark Cuban comenz車 el fin de los Sonics, precipitado luego por los intereses de casi todos.
El plan estaba bien encaminado desde que Oklahoma City se gan車 el coraz車n de Stern cuando acogi車 con gran 谷xito de p迆blico a los Hornets durante su ausencia de Nueva Orleans tras la desgracia del Katrina. La posibilidad de que los Hornets se mudaran definitivamente qued車 completamente aparcada gracias a la gran imagen que Nueva Orleans ofreci車 en su All-Star Weekend. Stern y Bennett conflu赤an ya en intereses y la ruta fue f芍cil de perfilar. El empresario pidi車 a la ciudad de Seattle que sufragara una nueva reforma del Key Arena y present車 adem芍s (con buena vista en virtud de sus intenciones) un presupuesto inicial totalmente inflado. Las autoridades de la ciudad y del estado de Washington no alcanzaron acuerdo alguno y aceptaron por parte de Bennett un pago de 45 millones de d車lares con otros 30 apalabrados si la ciudad soluciona la cuesti車n de la remodelaci車n del Key Area antes de 2009 y no tiene una franquicia NBA en 2013. As赤 se perd赤a el derecho de contar con el equipo durante las dos temporadas que cubr赤a el arrendamiento del pabell車n. Bennett calculaba en 60 millones las p谷rdidas de esa espera que consideraba innecesaria toda vez que ten赤a la posibilidad de pagar y acelerar el trasvase. Oklahoma celebraba un acontecimiento que esperaba para 2010 mientras las autoridades de Seattle cog赤an el dinero y miraban para otro lado, sin reparar en todo lo que aporta y genera (directa e indirectamente) la franquicia. Un valor que conoc赤an bien tras una relaci車n de cuatro d谷cadas. Oklahoma City parec赤a tenerlo sorprendentemente m芍s claro e invirti車 121 millones en adecuar su Ford Center#
As赤 que los entes p迆blicos de Seattle (con su alcalde Greg Nickels a la cabeza) han quedado como un ente obtuso incapaz de variar el rumbo de las negociaciones o de velar por los intereses de sus ciudadanos. David Stern ha demostrado que sus intereses alcanzan terrenos oscuros y que van m芍s all芍 de la obviedad de que la NBA no es una organizaci車n ben谷fica sino un negocio. Uno, por cierto, con un funcionamiento ejemplar en muchas cosas pero tambi谷n con aristas venenosas. Schultz ahora es mal visto en Seattle despu谷s de convertirse en icono de 谷xito con Starbucks y Bennett representa al cuatrero que, adem芍s, ha llorado l芍grimas de cocodrilo durante las negociaciones y ha tratado de quedar como un santurr車n tras acceder a que Seattle se quedara con el nombre de los Supersonics y los legendarios colores verde y oro, santo y se?a del pasado de la franquicia y quiz芍 tambi谷n de su todav赤a improbable futuro# Un Bennett que trat車 de convencer a todos de que las obras del pabell車n deb赤an tener financiaci車n p迆blica (igual que las realizadas apenas 14 a?os antes) sin recordar que Abe Pollin, sin ir m芍s lejos, financi車 con 200 millones de d車lares la habilitaci車n del Verizon Center de Washington para sus Wizards. Un pabell車n, adem芍s, que es ejemplo del efecto dinamizador que puede significar para la zona de la ciudad en la que se ubica.
Un futuro en verde y oro
Porque la NBA volver芍 a Seattle. ?Seguro? En principio todos parec赤an afirmarlo rotundamente. Pero no hay nada firmado y la ciudad tiene motivos para dudar de la palabra de casi todos los implicados. Stern ha afirmado que con un pabell車n remodelado se buscar赤a la forma de devolver la liga a Seattle ?Son esas sus verdaderas intenciones? Cuesta creer que el comisionado dar芍 prioridad a una expansi車n con las miras puestas en Seattle toda vez que sus actuales esfuerzos apuntan m芍s a Europa. Adem芍s, no hay demasiado 芍nimo entre el resto de propietarios en dividir todav赤a m芍s el pastel y en romper la actual simetr赤a de 30 equipos. Charlotte tuvo una nueva franquicia meses despu谷s de perfilar el proyecto de su nuevo pabell車n. Pero entonces la liga ten赤a 29 equipos y la econom赤a no pasaba por tiempos de apreturas. Los intentos de Schultz por su propia v赤a jur赤dica tampoco tienen pintar de llegar demasiado lejos. La ciudad, por su parte, se asegura con los acuerdos firmados un margen de maniobra en lo econ車mico para afrontar las obras del Key Arena. Pero prefiere esperar al proyecto de la nueva franquicia en vez de dar pasos en firme para propiciarlo ?planes esbozados? Ninguno a la vista.
Las esperanzas de muchos aficionados viajan ahora en las palabras de una leyenda de la franquicia, Gary Payton, que prometi車 que la NBA estar赤a de vuelta en Seattle con 2011 como fecha l赤mite. Los que desconf赤an de la v赤a de la expansi車n, esperan movimientos en franquicias con problemas (Memphis Grizzlies) o tradicionales rumores de mudanza (Los Angeles Clippers). Mientras tanto, Stern ha perdido una ciudad hasta ahora clave en su mapa baloncest赤stico y que ocupa el puesto 12 en el ranking de mercado de Estados Unidos. Una ciudad con un 芍rea metropolitana de m芍s de 3 millones de habitantes que ve como su franquicia se traslada a otra que supera de forma raspada el mill車n. Aspecto llamativo salvo que se atienda a precedentes como los que suponen los traspasos de Vancouver a Memphis o de Charlotte a Nueva Orleans. El p迆blico de Seattle, adem芍s, ha sido fiel incluso en los malos tiempos, lo que contrasta con situaciones como la de Nueva Orleans, donde los Hornets de la pasada temporada tuvieron problemas para comenzar a llenar su pabell車n incluso cuando ya se hab赤an establecido como uno de los mejores equipos de la liga.
El hecho es que Seattle ha perdido uno de sus referentes, quiz芍 su gran s赤mbolo junto a la Aguja Espacial, el gran rasgo de su skyline, s車lo seis a?os m芍s antigua que el equipo que tom車 su nombre del jet supers車nico que nunca se lleg車 a construir para competir con el Concorde. La NBA es lo que es por su leyenda, por sus referentes. Y resulta duro ver c車mo se deshace de uno de ellos de forma tan injusta. OKC merec赤a seguramente una franquicia. M芍s de 18000 personas siguieron cada partido en el exilio de los Hornets, y los abonos para la primera temporada de los Thunder volaron a velocidad#.supers車nica (perd車n por el chiste f芍cil). Pero ni Seattle merec赤a perder a su equipo ni los amantes de la NBA merec赤amos perder a los Sonics.
Las formas, el fondo y las circunstancias, adem芍s, hacen que todo el mundo del baloncesto deba prestar atenci車n a casos como este. En la NBA y en Europa. Conocemos los males de nuestros modelos, as赤 que conviene analizar tambi谷n los de los dem芍s y valorar con qu谷 cosas de ellos es bueno quedarse. Mientras, veremos el crecimiento de Durant y sus j車venes secuaces en los Thunder, que pudieron ser Wind, Marshalls, Barons. Bison, Energy# ?Acaso importa algo? Deber赤a importar, al menos#