17-06-2010: Pau Gasol y las coordenadas de la gran leyenda
Los Lakers nunca hab¨ªan ganado un s¨¦ptimo partido en unas Finales a los Lakers hasta que lo lograron con Kobe como MVP y Gasol como factor determinante.
El 17 de junio de 2010, el Staples Center de Los ?ngeles era el centro del universo del deporte mundial. Se jug¨® un partido de baloncesto, solamente, para el que quiera verlo as¨ª. Pero verlo as¨ª significar¨ªa, b¨¢sicamente, no haber estado mirando aquel d¨ªa, en el instante de la detonaci¨®n. No haber vivido lo que en realidad fue una experiencia drenante, la noche en la que las Finales de la NBA, que hab¨ªan sido un thriller asfixiante hasta ese momento, se metieron de lleno en el fango del terror ag¨®nico. En una obra de arte dolorosa, un partido agotador hasta a trav¨¦s de las televisiones, los Lakers ganaron a los Celtics 83-79. Aguantaron un segundo m¨¢s en pie, dieron apenas un paso m¨¢s en esa danza macabra, el ejercicio de supervivencia con palos y piedras de dos equipos reventados, que hab¨ªan consumido todas sus vidas en una serie a siete partidos extendida a lo largo de dos semanas (3-17 de junio). La Final de los muertos vivientes.
Cuando a nadie le quedaban fuerzas y se llegaba al punto en el que ganar¨ªa uno porque uno ten¨ªa que ganar, los Lakers encontraron el comod¨ªn definitivo rebuscando en unos bolsillos aparantemente vac¨ªos. Ganaron. En el Staples Center m¨¢s rugiente que jam¨¢s se vio, o eso afirman todos los que estuvieron all¨ª. En un ambiente tan can¨ªbal o m¨¢s, y no sol¨ªa ser esa la norma, que el que se hab¨ªa vivido en el tramo del Garden de Boston, donde los Celtics hab¨ªan convertido un 2-1 en un 2-3 que dejaba a los Lakers, cuando todav¨ªa se jugaba por el t¨ªtulo en formato 2-3-2, a un mal d¨ªa, un simple patinazo y adi¨®s, de repetir la pesadilla de 2008, de volver a perder contra el enemigo m¨¢s ¨ªntimo. Su n¨¦mesis.
?C¨®mo ganaron los Lakers? As¨ª, por imposible que parezca: con un 32% horrendo en tiros de campo (27 de 83, la mayor¨ªa lanzamientos que ni andaban cerca de parecer canastas). Con solo cuatro triples anotados (4/20) y ¨²nicamente dos jugadores sumando en ese apartado: dos Derek Fisher, dos Metta World Peace (antes Ron Artest). Algo, claro, inimaginable en el baloncesto de hoy. Con doce tiros libres fallados (25/37). Y con las mismas asistencias que p¨¦rdidas (11). Con una desventaja de 13 puntos en el minuto cuatro del tercer cuarto, lo que parec¨ªa un abismo en un partido de tan pocos puntos, de tantos golpes. ?Pero, ganaron? S¨ª. Con un 53-40 en rebotes que incluy¨® un definitivo (DE-FI-NI-TI-VO) 23-8 en capturas de ataque. Con un ejercicio de fe y resistencia f¨ªsica emocionante. Con trazas de h¨¦roe imposible de Metta, incluido su triple horriblemente mal seleccionado a falta de un minuto (puso el 79-73, el crack definitivo en la coraza hasta entonces, aparentemente, indestructible de los Celtics). Y con un partido absolutamente poderoso de Pau Gasol. Es imposible desembocar en la retirada de su n¨²mero 16 en los Lakers, en el 7 de marzo de 2023, sin hacer parada en ese 17/6/2010. No hay guion que imagine a los Lakers ganando ese partido sin ¨¦l. Y no hay forma de entender su despliegue, su descomunal esfuerzo, sin revisar su viaje desde que fich¨® por los angelinos el 1 de febrero de 2008. La competitividad de Kobe Bryant, la exigencia casi il¨®gica de Phil Jackson. Y las cr¨ªticas (?Gasoft, ha dicho alguien m¨¢s por ah¨ª?) tras la derrota en 2008 y el paso por la histri¨®nica trituradora de Kevin Garnett.
Gasol acab¨® el partido con 19 puntos y 18 rebotes, 9 de ellos de ataque (cinco ya en un horrible primer cuarto de su equipo: 14-23). Tambi¨¦n aport¨® 4 asistencias (recuerdo: de 11 totales de su equipo) y dos tapones. Firm¨® un 6/16 en tiros que fue malo, pero nada horrible comparado con el 6/24 de Kobe Bryant, que se burl¨® al acabar el sexto partido (una paliza: 89-67) de la misma presi¨®n que casi lo sepulta dos d¨ªas despu¨¦s. Como todos, Kobe apret¨® los dientes y, finalmente, hizo lo que hab¨ªa que hacer. Sufrir, meter tiros libres, coger rebotes: acab¨® en 23+15. Pau sostuvo, durante algunos minutos, un mundo oro y p¨²rpura sobre sus hombros. La tradici¨®n de una rivalidad hist¨®rica, ¨²nica. El desenlace del drama. En tres minutos cruciales (del 7:30 al 10:30 del ¨²ltimo cuarto, el rush final) meti¨® 7 de los 8 puntos de su equipo, que no era capaz de quitarse de encima a unos Celtics medio muertos pero rabiosos. Tuvo ah¨ª la mu?eca firme (5/6 desde la l¨ªnea de personal). En el ¨²ltimo cuarto anot¨® 9 puntos y cogi¨® 6 rebotes. Lo cerr¨® con un +8, la cifra m¨¢s alta de su equipo. Y con su segundo anillo, un lacito a la narrativa de la gran venganza. El MVP, con justicia si se mira toda la serie, fue Kobe. Pero Pau fue un factor determinante, demoledor, gigantesco. El 16, su 16, empez¨® esa noche a elevarse hacia el techo del Staples. Ahora, en el hoy Crypto.com Arena, ese viaje culmina.
La mayor rivalidad de la historia de la NBA
Desde luego, hay algo de viaje del h¨¦roe, de trayecto completado, en que el gran hito de Pau en su carrera en la NBA fuera en una noche de cuchillos largos y en un partido en el que fue mucho m¨¢s alba?il que poeta, m¨¢s guerrero que arquitecto. El Pau completo, el jugador capaz de todo, en su estilo o en el que dicte la batalla. Muy distanciado del jugador que sali¨® de Memphis con un 0-12 en tres pasos por playoffs. El que hab¨ªa ganado su primer partido de eliminatorias con los Lakers (20 de abril de 2008) con una exhibici¨®n portentosa en un 128-114 contra Denver Nuggets: 36 puntos (14/20 en tiros, 8/8 en tiros libres), 16 rebotes, 8 asistencias, 3 tapones. Uno de los ¨²nicos quince 36+16+8 de toda la historia de los playoffs. Ah¨ª, claro, Kobe se frotaba las manos. Eso era lo que necesitaba para GANAR. Para superar (una obsesi¨®n) a Shaquille O¡¯Neal, al que finalmente dej¨® atr¨¢s con Pau a su lado: cinco anillos para ¨¦l, cuatro para Shaq. 2-1 si se descuentan los tres que ganaron juntos. La nueva narrativa, la definitiva, del ¨²ltimo Kobe.
Pero nada, claro, comparable al sabor que deja ganar a Boston Celtics. A borrar el verde, al menos por una noche, y sigue siendo la ¨²ltima Final entre ambos hasta hoy, de la cima de una rivalidad que est¨¢ en los huesos de la NBA, del deporte y la cultura estadounidenses. Van 372 partidos con, ahora, un 208-164 para los Celtics. Es un 165-133 en regular season y, ay, un 43-31 en Finales. Doce en total, 9-3 verde. Con divisi¨®n cronol¨®gica clara: los Celtics ganaron las ocho primeras, los Lakers han ganado tres de las cuatro ¨²ltimas. Incluida la de 2010, la de Kobe y Pau. Los Lakers-Celtics son un tomo de la historia del deporte mundial: del fallo de Frank Selvy al MVP amargo de Jerry West; el Memorial Day Massacre, el partido del calor (heat game), el junior sky hook de Magic Johnson, el robo de Gerald Henderson a James Worthy, la evoluci¨®n del big three de los Celtics de Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish a Paul Pierce, Ray Allen y Kevin Garnett; la redenci¨®n tras derrotas muy dolorosas de los dos mayores ¨ªdolos que ha tenido la afici¨®n de los Lakers, Magic Johnson y Kobe Bryant¡ Colisiones que hunden sus ra¨ªces en la prehistoria del baloncesto e hilan una tradici¨®n que, seguramente, salv¨® la NBA. O, como m¨ªnimo, la convirti¨® en la competici¨®n extraordinaria con la que convivimos ahora. En ese escenario, con todo eso en juego, se elev¨® Pau Gasol en su versi¨®n definitiva.
Hasta aquel 17/06/2010, los Lakers nunca, jam¨¢s, hab¨ªan ganado un s¨¦ptimo partido a los Celtics. Si las Finales de 1985 son esenciales en su historia porque marc¨® su primer triunfo total contra el ogro del Este despu¨¦s de ocho patinazos (siete entre 1959 y 1969, una tortura), las de 2010 quedan como inolvidables porque salt¨® por los aires ese maleficio de los s¨¦ptimos partidos: 4-3 para los Celtics en 1962, 1966, 1969 y 1984.
En un juego de espejos entre dos momentos cruciales en la tradici¨®n laker, la Final de 2010 veng¨® la derrota de 2009 como la de 1985 hab¨ªa exorcizado la de 1984: terrible, extremadamente dolorosa. Entonces, hace ya 39 a?os, se jug¨® una de las mejores Finales de siempre, una que fue en realidad mucho m¨¢s que eso: The Showdown¡¯84, el primer Lakers-Celtics por el anillo desde 1969, el primer Magic Johnson-Larry Bird con un t¨ªtulo en juego desde la legendaria final universitaria de 1979, cuando Magic y sus Spartans pudieron con Bird y sus Sycamores en lo que por entonces fue la madre de todos los partidos en el baloncesto estadounidense. Otros tiempos.
Esa revancha de Bird en 1984 se desencaden¨® en medio de una tensi¨®n irrespirable y un tono f¨ªsico literalmente brutal, la guerra total (all out war) declarada por ML Carr, el reserva de los Celtics que fue golpeado en el sexto partido con una lata de cerveza lanzada desde la grada del Forum y que hab¨ªa cerrado el cuarto con un robo y un mate al final de la pr¨®rroga despu¨¦s de que Cedric Maxwell se burlara de James Worthy haciendo gestos de asfixia cuando el alero de los Lakers acud¨ªa encogido a la l¨ªnea de personal. Era el mensaje de los Celtics a su presa: la presi¨®n os est¨¢ ahogando. Os est¨¢is rajando.
Y hubo mucho de eso. Incluso sin factor cancha (62 victorias los verdes, 54 los angelinos), las opciones de los Lakers fueron tan reales y los errores tan groseros que se fueron de vacaciones derrotados y en pleno trauma. Con la sensaci¨®n de que jam¨¢s podr¨ªan con esos Celtics capaces de los ejercicios de escapismo m¨¢s insospechados. Ni siquiera teniendo en su bando a un Magic que fue apodado Tragic por sus fallos en momentos decisivos de la serie. Los Lakers se pusieron 0-1 y pudieron salir 0-2 del Garden, pero perdieron un segundo partido en el que a falta de 18 segundos ganaban 111-113 y ten¨ªan posesi¨®n. Primero se hicieron un l¨ªo para cruzar su campo y Gerald Henderson rob¨® un pase fofo de Worthy y empat¨® con una bandeja. Despu¨¦s, y con tiempo para anotar tras tiempo muerto, Magic Johnson tuvo un cruce de cables incomprensible y agot¨® los ¨²ltimos ocho segundos sin hacer literalmente nada. En la pr¨®rroga, los Celtics prevalecieron (124-121). En el cuarto partido, y despu¨¦s de ganar el tercero, los Lakers volvieron a pifiarla y a perder en la pr¨®rroga (125-129), esta vez tras llegar al ¨²ltimo minuto del tiempo reglamentario con cinco puntos de ventaja. Magic (Tragic) le dio un pase a Robert Parish cuando buscaba a Worthy en el poste. Y, para colmo, tambi¨¦n fall¨® dos tiros libres trascendentales.
En ese cuarto partido, los Celtics no solo salvaron otra vez el pellejo por los pelos. Tambi¨¦n consiguieron el vuelco emocional que necesitaban y llevaron las Finales a su terreno a partir de una brutal falta de Kevin McHale a Kurt Rambis cuando este se dispon¨ªa a machacar en un contrataque supers¨®nico de los Lakers. Hubo tangana y la tensi¨®n se dispar¨® hasta el extremo: exactamente lo que necesitaban los Celtics tras su debacle del tercer partido y antes de volver al Garden, que recibi¨® a los Lakers con 36 grados en el infame Heat Game. El recordado duelo del calor en el que un ¨¢rbitro no pudo dirigir la segunda parte y Kareem tuvo que recibir ox¨ªgeno extra durante los tiempos muertos. El drama crec¨ªa, los estadounidenses no apartaban los ojos de la televisi¨®n y el t¨ªtulo se resolvi¨® en un s¨¦ptimo partido en el que el Garden no hab¨ªa solucionado del todo sus problemas de refrigeraci¨®n (33 grados esta vez) y los Celtics casi (solo casi) dejaron escapar 14 puntos de ventaja en un ¨²ltimo cuarto en el que unos Lakers furiosos remaron hasta ponerse a tres.
En aquel verano de 1984 y despu¨¦s de una derrota terrible ante el peor rival posible, a los Lakers se los llevaban los demonios. Pat Riley, en uno de los momentos cruciales de una carrera formidable, consigui¨® convertir aquella amargura en carburante. Los Lakers derrotaron a los Celtics en las Finales de 1985 y 1987, el fin del gran trauma y el alivio para Jerry Buss, el legendario propietario que afirm¨® que por fin hab¨ªa desaparecido ¡°la frase m¨¢s odiosa de nuestro idioma: que los Lakers no son capaces de derrotar a los Celtics¡±.
El reencuentro de 1985 abri¨® con una perfecta extensi¨®n de la pesadilla del a?o anterior para unos Lakers diminutos: 148-114 en el m¨ªtico Memorial Day Massacre, una paliza de leyenda y la mayor diferencia hasta entonces en un partido de Finales entre dos rivales que parec¨ªan destinados al mismo desenlace de siempre¡ hasta que, esa vez s¨ª, los Lakers demostraron que la herida de 1984 les hab¨ªa hecho m¨¢s fuertes. M¨¢s duros, retorcidos. Un tiro sobre la bocina de Dennis Johnson decidi¨® el cuarto partido y coloc¨® un 2-2 que fue el ¨²ltimo aliento del campe¨®n. Los Lakers tuvieron pulso firme en el quinto partido, en el que Magic (esta vez s¨ª), Kareem (MVP de la Final con 38 a?os) y Michael Cooper abortaron la remontada rival, y sellaron el t¨ªtulo en el sexto. El primero que lograban ante su eterno rival y la primera vez en la que un equipo visitante se coronaba en el Boston Garden.
En crecida, los Lakers ganaron de nuevo el duelo directo en 1987. En una de las mejores versiones de su historia (65 victorias) y con un Kareem que cumpli¨® 40 a?os durante los playoffs y ya hab¨ªa pasado a un segundo plano en un ataque lanzado por los pases supers¨®nicos de Magic a Byron Scott y James Worthy. Como siempre, los Celtics dieron la cara y alcanzaron su l¨ªmite en un cuarto partido al que se lleg¨®, en el rugiente Garden, con 2-1 para el visitante: ventajas verdes de hasta 16 puntos y ejercicio de supervivencia de unos Lakers que consiguieron llegar con vida a una de las jugadas m¨¢s m¨ªticas de la historia de los playoffs. Magic Johnson, MVP de una Final en la que rindi¨® a un nivel formidable (ni rastro de Tragic) recibi¨® la bola con 105-106 y en la izquierda del ataque, se qued¨® tras un bloqueo con Kevin McHale y avanz¨® hacia la zona, desde donde anot¨® ante los brazos inacabables del ala-p¨ªvot y la ayuda de Parish un gancho que silenci¨® el Garden y acab¨® valiendo el 3-1 porque Bird fall¨® despu¨¦s un triple que podr¨ªa haber anotado con los ojos cerrados. Aquel tiro de Magic, suspendido en el cielo del pabell¨®n en el que se hab¨ªa fundido tres a?os antes, recibi¨® el nombre de Junior Sky Hook, su versi¨®n mini del gancho del cielo (sky hook) de Kareem Abdul-Jabbar.
De Frank Selvy a Jerry West: los a?os de la maldici¨®n
Aquellas Finales de 1985 y 1987, precuela de la cosmolog¨ªa de 2010, corrigieron el pleno de los Celtics en duelos directos, una ventaja que lleg¨® a ser hegem¨®nica (8-0) porque, antes de esos a?os del Showtime, los Lakers hab¨ªan sido incapaces de imponerse durante la gran dinast¨ªa de los Celtics, un tramo que arranc¨® con la llegada en 1950 de Red Auerbach y Bob Cousy y despeg¨® en el verano de 1956, cuando aterrizaron Tom Heinshon y, claro, Bill Russell. En la temporada 1956-57 ganaron el primero de sus once anillos en trece a?os, siete de ellos sellados contra los Lakers. Uno con la franquicia todav¨ªa en Minnesota (4-0 en 1959) y seis ya en California, donde los Lakers tardaron doce a?os (de 1960 a 1972) en proclamarse campeones¡ cuando ya se hab¨ªa retirado Bill Russell, el muro insalvable.
Despu¨¦s de su derrota en 1959, todav¨ªa en Minnesota y ya con Elgin Baylor en sus filas, los Lakers pudieron matar la maldici¨®n en el primer duelo desde el traslado a Los ?ngeles, en 1962: 4-3 para los Celtics, que ganaron el s¨¦ptimo (110-107) despu¨¦s de que Frank Selvy (que acababa de anotar dos canastas) fallara a cuatro metros del aro un tiro franco que habr¨ªa cambiado la historia en el Garden. Elgin Baylor hab¨ªa anotado 61 puntos en el quinto partido... pero pudieron m¨¢s los 40 rebotes en el s¨¦ptimo de Russell, que cogi¨® en toda la Final 189 (27 de media).
Pero Selvy fall¨®, y las derrotas se apilaron (1963, 65, 66, 68). Un camino de guijarros hasta la Final de 1969, el 7-0, seguramente la m¨¢s terrible para los Lakers con permiso de la que vendr¨ªa en 1984. Los Celtics alargaron su dinast¨ªa de forma improbable con Bill Russell haciendo doblete entrenador-jugador. En 1968, los Lakers hab¨ªan perdido en la pr¨®rroga en el quinto, con 2-2 en el Garden, y el sexto en el Forum. Un a?o despu¨¦s, el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, firmaron una de las mayores pifias de la historia de las Finales. Muy favoritos contra unos Celtics ya casi sin fuerzas, y con el big three Jerry West-Elgin Baylor-Wilt Chamberlain, cayeron 3-4 despu¨¦s de estar 2-0 y 3-2. Un desastre antol¨®gico.
Fue el primer a?o en el que se dio el MVP de las Finales, y el ¨²nico hasta hoy en el que el ganador estaba en el bando derrotado: Jerry West, que promedi¨® 38 puntos y m¨¢s de 7 asistencias y jug¨® dos formidables partidos (53 y 41 puntos) hasta que Bill Russell orden¨® dobles marcajes contra ¨¦l a partir del tercero. En el cuarto de la serie, los Celtics salvaron (89-88) la vida con una canasta milagrosa de Jones despu¨¦s de que se pitara de forma muy pol¨¦mica que Elgin Baylor hab¨ªa pisado fuera del campo con los Lakers por delante (87-88) y siete segundos por jugar. En el s¨¦ptimo partido (106-108), Don Nelson tambi¨¦n anot¨® otro tiro que parec¨ªa destinado a quedar en nada y sell¨® una sorpresa descomunal. Y el desastre de unos Lakers consumidos por su propia maldici¨®n y por la osad¨ªa del entonces propietario, Jack Kent Cooke, que coloc¨® miles de globos en el techo del Forum y reparti¨® flyers con las instrucciones sobre c¨®mo ser¨ªa la celebraci¨®n. Ese documento circul¨® por el vestuario visitante antes del partido, ya con West enfadad¨ªsimo con Cooke desde que hab¨ªa salido a calentar y hab¨ªa visto los globos en el techo del pabell¨®n. No hab¨ªa, cre¨ªa, necesidad de tentar demasiado a la suerte. Y menos si eras un equipo que, se volvi¨® a demostrar, no ten¨ªa ninguna en cuanto aparec¨ªa enfrente un coloso verde que acab¨® etapa ah¨ª, en el dorado Forum y con 11 t¨ªtulos en 13 a?os.