Los Silna: 800 millones de la NBA sin tener nada que ver con la NBA
Reconocido habitualmente como el mejor acuerdo de toda la historia del deporte profesional estadounidense, un pacto por un equipo de la ABA acab¨® haciendo de oro a dos hermanos.


No es una historia muy conocida, lo cual es extra?o si se considera que habla de, seguramente, el mejor acuerdo jam¨¢s firmado en la historia del deporte profesional estadounidense. Y tal vez, mundial. De uno que convirti¨® un mill¨®n de d¨®lares en 800 millones, con trazas del gran sue?o americano, gracias a la NBA¡ pero sin tener que ver, en realidad, con la NBA. Uno que se fragu¨® en 1976 y se resolvi¨® en 2014. Treinta ocho a?os y esos 800 millones despu¨¦s.
Es la historia de los Silna, Ozzie (falleci¨® en 2016 con 83 a?os) y Daniel (tiene 78). Dos hermanos cuya familia emigr¨®, a trav¨¦s de Palestina, de Letonia a Estados Unidos, la tierra de las oportunidades y todo lo dem¨¢s, en los a?os treinta. En Nueva Jersey, el padre de los Silna puso en marcha un modesto negocio textil que acab¨® siendo un imperio de rapid¨ªsimo crecimiento, ya en sesenta, cuando se convirti¨® en pionero en la facturaci¨®n de poli¨¦ster.
Los Silna cogieron un mill¨®n de ese dinero y se buscaron la vida para meterse en el mundo del baloncesto profesional. Intentaron comprar Detroit Pistons, en la NBA, pero su oferta se qued¨® corta. As¨ª que se volvieron a la ABA (American Basketball Association, 1967-76), aquel experimento contracultural que fue un desastre de gesti¨®n empresarial y un agujero negro que absorb¨ªa inversiones pero que, en lo deportivo, sigue rodeado de un aura de romanticismo y libertad. Porque, adem¨¢s, en muchas cosas adelant¨® el futuro de la NBA mucho m¨¢s que la propia, y mucho m¨¢s r¨ªgida, NBA de entonces: tiro de tres puntos, juego m¨¢s ofensivo y vistoso, foco en las estrellas, espect¨¢culo en los tiempos muertos y el descanso y el inolvidable bal¨®n tricolor con los colores de Estados Unidos (rojo, azul, blanco) que fue introducido, en realidad, por una raz¨®n muy mundana. El legendario George Mikan, el primer gran p¨ªvot dominador del baloncesto profesional estadounidense, fue elegido como comisionado para dar legitimidad a la ABA. Y opt¨® por dejar atr¨¢s el bal¨®n marr¨®n tradicional casi como una venganza personal: ten¨ªa problemas de vista y casi no lo ve¨ªa en sus tiempos de jugador. Ese nuevo dise?o fue un ¨¦xito masivo que, as¨ª era todo en esos despachos, la ABA apenas capitaliz¨® por una mala gesti¨®n de la patente.
Los Silna, a la fuerza ahorcan, se volvieron hacia la ABA y se hicieron, por su mill¨®n, con Carolina Cougars, el equipo que hab¨ªa sido Houston Mavericks y que convirtieron en Spirits of St Louis. Uniformes coloridos y un logo inolvidable con el aeroplano que pas¨® a dar nombre a la fraquicia (Spirit of Louis) y que fue el primero que, en 1927, cruz¨® el Atl¨¢ntico (Nueva York-Par¨ªs) sin escalas. Lo pilotaba Charles Lindbergh, que no era de St Louis. Ni el avi¨®n se construy¨® all¨ª ni despeg¨® desde all¨ª. Pero de all¨ª eran los empresarios que financiaron la epopeya, y el que paga manda.
Aquel equipo tuvo en Missouri una vida muy corta (1974-76) pero, como todo en la ABA, tambi¨¦n muy intensa. Pasaron por sus filas Marvin Barnes (apodado Malas Noticias, lo que explica casi todo), Moses Malone, Maurice Lucas, Caldwell Jones¡ en su primera temporada (1974-75), firm¨® una de las mayores gestas de la historia del baloncesto profesional estadounidense cuando elimin¨® (4-1) a New York Nets, vigente campe¨®n que hab¨ªa ganado 26 partidos m¨¢s que ellos, les hab¨ªa dominado 11-0 en fase regular y ten¨ªa en sus filas a Julius Erving. Un hito que no tuvo continuidad en la 1975-76, en la que el bajo rendimiento del equipo dej¨® las gradas del St Louis Arena, con capacidad para 18.000 aficionados, b¨¢sicamente vac¨ªas: unas 1.000 personas en los partidos de cierto nombre, alrededor de 500 en los de andar por casa.
El final, pasaba constantemente en la ABA, era inevitable. En el habitual dilema entre cierre y traslado, los Silna hab¨ªan elegido la segunda opci¨®n, con viaje a Salt Lake City para convertirse en Utah Rookies. Era el paso l¨®gico tras intentar la fusi¨®n con Utah Stars, equipo que desapareci¨® antes de cerrar el acuerdo y del que lo Silna pescaron a Moses Malone. En 1976, sin embargo, el largo y tortuoso camino hacia el merger se complet¨®. Las Ligas se unieron, b¨¢sicamente una absorci¨®n por parte de una NBA que solo quiso a cuatro equipos de la que agonizaba: Indiana Pacers, Denver Nuggets, San Antonio Spurs y New York Nets. Quedaban otras tres franquicias ABA en pie, a duras penas. Una, Virginia Squires, cerr¨® antes de poder aprovecharse del acuerdo. Kentucky Colonels acept¨® unos 3,3 millones de d¨®lares para quitarse de en medio. Pero los Silna ni pesta?earon. Y mientras sus jugadores saltaban a la NBA (Marvin Barnes se llev¨® 350.000 d¨®lares de Detroit Pistons, Moses Malone 300.000 de Buffalo Braves¡), ellos siguieron negociando por su cuenta, testarudos y con la sensaci¨®n de que iba a pasar algo grande de lo que ten¨ªan derecho a tener su pellizco.
Finalmente, en junio de 1976, los cuatro que s¨ª saltaban a la nueva gran Liga (Pacers, Nets, Spurs, Nuggets), necesitaban quitarse de encima a los Silna, as¨ª que acordaron con ellos un pago inicial de 2,2 millones de d¨®lares¡ y una participaci¨®n de una s¨¦ptima parte de los derechos televisivos de esas cuatro franquicias a partir de entonces y en perpetuidad, ¡°hasta que la NBA o las Ligas que la suceda sigan existiendo¡±. El abogado de los Silna, Donald Schupak, argument¨® que los siete equipos que quedaban vivos cuando acab¨® la ¨²ltima temporada de la ABA se merec¨ªan la misma parte de ese nuevo pastel. As¨ª que uno de los siete pedazos era para sus representados, los ¨²nicos que ni hab¨ªan cerrado como empresa ni hab¨ªan alcanzado otro tipo de acuerdo. Schupak, adem¨¢s, se asegur¨® para ¨¦l el 10% de todas esas cantidades a pagar.
Los Silna tendr¨ªan desde entonces una cantidad cercana al 2% (en torno al 1,74) del total anual de los contratos televisivos de la NBA. Adem¨¢s, se aseguraron de que su porcentaje se calculaba sobre un m¨¢ximo de 28 franquicias, as¨ª que cuando la NBA se expandi¨® a 30 equipos si mordisco no disminuy¨®. Schupak, en el ¨²ltimo golpe maestro, fue lo suficientemente ambiguo en la forma de definir esos derechos de televisi¨®n para asegurarse de que los avances tecnol¨®gicos y la llegada de un nuevo mundo en las retransmisiones no permitieran a los pagadores encontrar gateras por las que escapar de un acuerdo vitalicio.
En la temporada 1980-81, los Silna apenas se llevaron 521.749 d¨®lares. Pero a partir de ah¨ª, la NBA empez¨® a ganar popularidad y aceler¨® hacia su edad de oro. De la crisis de finales de los setenta a los dorados ochenta, con Magic Johnson y Larry Bird asfaltando el camino para la llegada de Michael Jordan, el hombre que llev¨® definitivamente a la NBA a la estratosfera. Los acuerdos (NBA, CBS¡) empezaron a multiplicar su valor, la Liga dispar¨® sus ingresos y aparecieron nuevos socios televisivos (TNT, TBS¡). Entre los 80 y los 90, el ingreso anual de los Silna pas¨® a ser de unos 4,4 millones al a?o. Entre 1999 y 2002, de unos 12,5 millones anuales. Entre 2003 y 2006 se puso en 15,6 y en la temporada 2010-11 ya estaba en 17,5. Para 2014, cada uno de los cuatro supervivientes de la ABA (Nuggets, Spurs, Nets, Pacers) ten¨ªa que poner 5 millones al a?o para compensar a los hermanos, que hab¨ªan dejado de gestionar los Spirits 38 a?os antes y no hab¨ªan tenido ninguna participaci¨®n activa m¨¢s en la NBA.
A medida que los ingresos aumentaban y en la NBA eran conscientes del error que se hab¨ªa cometido, se buscaron f¨®rmulas creativas para romper el acuerdo con los Silna. En los ochenta se les ofreci¨® una compensaci¨®n de 6 millones, que rechazaron. Cuando Tom Benson pas¨® a controlar New Orleans Hornets en 2012 y anunci¨® el cambio de nombre de la franquicia, la NBA tante¨® la opci¨®n de negociar algo que pusiera a los Spirits en Luisiana a cambiar de romper un acuerdo que, una vez m¨¢s, sigui¨® en pie. Y los Hornets pasaron a ser Pelicans.
Cuando lleg¨® el apret¨®n de manos final, en 2014, los cuatro ex de la ABA acordaron pagar a los hermanos Silna 500 millones de d¨®lares a cambio de la desaparici¨®n de ese dolor de muelas llamado St Louis Basketball Club L.P. Como se estima que hasta ese a?o, 2014, ya hab¨ªan ingresado unos 300 millones en total, se acabaron llevando 800 gracia a aquella compra, por uno, de un equipo que era cualquier cosa menos rentable en 1974. Donald Schupak, por su parte, tambi¨¦n sac¨® tajada a lo grande. Su 10% (dejaba un 45% para cada hermano) le hab¨ªa acabado reportando unos 80 millones de d¨®lares a lo largo de los a?os. Y la NBA respir¨®, por fin, despu¨¦s de quitarse un problema eterno de encima. El valor de los derechos de televisi¨®n estaba dispar¨¢ndose, lo que explica ese deseo por llegar a un acuerdo incluso a costa de que cuatro franquicias pagaran 500 millones. En 2015, se acord¨® el nuevo y actual contrato (2016-2025) con Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) que ha hecho de oro a la Liga: 24.000 millones por esos nueve a?os. Casi 2.700 millones anuales que la NBA aspira a dejar muy atr¨¢s en el pr¨®ximo contrato, que ya se empieza a negociar para otro tramo de nueve a?os por el que la NBA quiere intentar llegar a los 75.000 millones de d¨®lares. Cifras con las que, es obvio a la vista de los acuerdos que firmaban, ni so?aban en los tiempos del merger con la ABA, en 1976.