El desastre post Michael Jordan: los Bulls, un equipo a la deriva
Los Bulls se quedan sin playoffs y sin play-in. Han disputado la fase final tan solo 11 veces desde la retirada de Jordan. La crisis se acent¨²a a pesar de LaVine.
Cuando Michael Jordan anot¨® un tiro en suspensi¨®n ante Byron Russell en el sexto partido de las finales de 1998, pocos pod¨ªan imaginar lo que estaba por venir. En algo m¨¢s de dos d¨¦cadas, los Bulls han ca¨ªdo en picado hasta convertirse en uno de los peores equipos de la competici¨®n, han sido relegados a la indecencia de una Liga que no espera a nadie y que les ha obligado a estar, por culpa de su historia, permanentemente se?alados, comparados con esos a?os de luz y gloria que les dio Jordan, pero sin estar cerca siquiera de acercarse a ellos. Los ceses de Gar Forman y Joh Paxson el a?o pasado fueron el principio de una reconstrucci¨®n eternamente postergada, una que ha dejado a sus espaldas a?os de desprop¨®sito y fails acompa?ados de una innegable mala suerte, pero tambi¨¦n de decisiones que han pasado de ser cuestionables a, directamente, nefastas.
La intenci¨®n era que Arturas Karsinovas, ex del Bar?a y gran conocedor del baloncesto norteamericano, empiece de cero un proyecto que tiene una plantilla con mimbres pero muy mal dirigida hasta el a?o pasado, otro desm¨¢n m¨¢s dentro de los eternos errores que ha tenido una franquicia que desde 1998 ha estado 11 veces en playoffs de 23 temporadas posibles. Evidentemente, era dif¨ªcil igualar el curr¨ªculum de los 90, que inclu¨ªa nueve temporadas consecutivas en playoffs, ocho por encima de las 50 victorias, cinco por encima de las 60, un 72-10 y seis anillos de campe¨®n. Un legado inigualable e indivisuble de la figura de Jordan ese genio elegido en el draft de 1984 y que marc¨® un antes y un despu¨¦s en la historia del baloncesto. A ¨¦l no le eligi¨® Jerry Krause, que aterriz¨® en la franquicia un a?o m¨¢ss tarde tras una breve etapa nueve a?os antes, y que s¨ª adquiri¨® a Scottie Pippen o Phil Jackson. Al igual que a Horace Grant, Ron Harper, Toni Kukoc o Dennis Rodman, figuras que llegaron bajo el mandato de un directivo al que se le reconoci¨® menos de lo merecido y cuya egolatr¨ªa era mayor de la recomendable. Con tanta culpa de los ¨¦xitos como del fin de la dinast¨ªa, que forz¨® junto a Jerry Reinsdorf, due?o de la franquicia, Krause pas¨® a la historia como una de las mentes m¨¢s brillantes del deporte estadunidense, pero tambi¨¦n como alguien incapaz de reconstruir un proyecto que, por otra parte, nadie habr¨ªa podido llevar gasta d¨®nde lo llev¨® Jordan... aunque tampoco hundirlo a tanta profundidad.
"No se qu¨¦ pensar¨ªa Mike de todo esto". Fueron las palabras de Ron Harper, en mitad de la 1998-99, el a?o I post Jordan. El base fue uno de los pocos integrantes que se mantuvo en el equipo tras la marcha de su referencia, que puso rumbo a la retirada, oficializada en enero al mismo tiempo que el primer lockout de la historia, junto a? Scottie Pippen, que se iba a los Rockets, y Phil Jackson, sentenciado incluso antes de que diera inicio la temporada y que puso rumbo, junto a su esposa June, a su refugio en Montana, del que saldr¨ªa un a?o despu¨¦s para entrenar a los Lakers a pesar de jurar y perjurar que nunca volver¨ªa a un banquillo. Lo curioso de la frase del base es que se podr¨ªa seguir pronunciando m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, cuando los Bulls siguen siendo una sombra de lo que en su d¨ªa fueron. Ese a?o, en 50 partidos, consiguieron un r¨¦cord de 13-37, un 25% de victorias. En la 2018-19, ¨²ltima sin coronavirus, se quedaron en 22-60, un 27%. Desde luego, no parece que hayan mejorado mucho las cosas.
Dentro de un an¨¢lisis m¨¢s profundo, es injusto decir que los Bulls sean ahora lo mismo que fueron en esos primeros a?os en los que perdieron a Jordan, cuando sumaron tras el a?o del lockout dos temporadas de 17 y 15 victorias respectivamente. La recuperaci¨®n de una vieja gloria como Bill Cartwright, que lleg¨® al banquillo en mitad de la 2001-02 en sustituci¨®n de un Tim Floyd al que le toc¨® la peor parte del pastel (entrenador desde que se fue Jordan hasta entonces) despu¨¦s de estar en esa comentada boda de la hija de Krause, en el que todos fueron invitados menos Jackson y su esposa. Cartwright no pudo levantar la deriva y Krause acabar¨ªa dimitiendo en 2003, dejando tras de s¨ª dos premios a Ejecutivo del A?o, seis campeonatos, una enemistad profunda con sus ex jugadores y con Phil Jackson, otrora su amigo, y una de esas frases que son parte de la historia de la NBA y que definen la idea que ten¨ªa el directivo: "Los entrenadores y los jugadores no ganan campeonatos. Las organizaciones, s¨ª".
Krause, que se merecer¨ªa su propia historia y que tampoco tiene por qu¨¦ ser el malo de la pel¨ªcula (aunque s¨ª lo es en el documental The Last Dance, a buen seguro), aleg¨® problemas derivados de su permanente obesidad para retirarse, pero la realidad es que su sue?o de convertir a los Bulls en un equipo joven y atl¨¦tico que pod¨ªa ganar m¨¢s all¨¢ de Jordan no estuvo ni cerca de cumplirse. Eso s¨ª, m¨¢s all¨¢ del fiasco de Eddy Curry, jugadore seleccionados en el draft o adquiridos durante ese tiempo, como Elton Brand, Brad Miller, Ron Artest o Tyson Chandler, acabaron teniendo buenas carreras y disputando el All Star. Su marcha fue suplida con otra cara conocida que, al igual que Cartwright, fue parte del primer triplete de los Bulls y tuvo su momento de gloria con el triple ganado ren el sexto partido de las Finales de 1993 ante los Suns: John Paxson.
Levantarse para volver a caer: Paxon, Forman y Derrick Rose
El ex jugador y nuevo directivo no dej¨® que Cartwright, su ex compa?ero, tuviera un recorrido especialmente largo en los Bulls. Tras un inicio de 4-10, le ces¨® del cargo, iniciando un sainete que finaliz¨® con la contrataci¨®n de Scott Skiles, un ex jugador que ya hab¨ªa llevado a los Suns de Jason Kidd a playoffs y que en su etapa como profesional hab¨ªa batido el r¨¦cord de asistenciass (30), que todav¨ªa perduda, el 30 de diciembre de 1990, cuando era jugador de los Magic. Con Skiles y algunos mimbres, se consigui¨® llegar a playoffs en tres temporadas consecutivas, logrando en la 2006-07 un balance de 49-33, el mejor de la franquicia desde 1998. Un porcentaje de casi el 60% de victorias en un equipo que inclu¨ªa a Ben Gordon, Luol Deng, Kirk Hinrich, Andres Nocioni o Ben Wallace, que hab¨ªa llegado procedente de esa ¨²ltima versi¨®n de los Pistons competitivos que ha visto la NBA. Chicago pas¨® a semifinales tras endosar un sweep a los Heat de Shaq y Pat Riley, un equipo que era una sombra del que hab¨ªa ganado el t¨ªtulo un a?o antes, en primera ronda; y dar¨ªan guerra ante los propios Pistons en semifinales antes de caer derrotados (4-2).
Tras el culebr¨®n representado por Kobe Bryant ese verano, con el que los Bulls incluso se sentaron a negociar tras en descontento de este con unos Lakers que no levantaban cabeza desde la marcha de Shaquille O'Neal en 2004, Skiles fue cesado tras un mal inicio que acab¨® en una temporada horrenda, de 33-49. Pero, como no hay mal que por bien no venga, el n¨²mero 1 del draft vino acompa?ando al mal r¨¦cord y Derrick Rose aterrizaba en la franquicia para empezar una nueva era, que llevar¨ªa a Chicago a siete temporadas consecutivas de playoffs y a representar al ¨²nico equipo competitivo que ha habido en la ciudad desde que Jordan la abandon¨® f¨ªsica y, sobre todo, espiritualmente. Al fin y al cabo, el "qu¨¦ pensar¨¢ Mike de todo esto" entonado por Harper 10 a?os antes poco importa si tenemos en cuenta que el compromiso del escolta con el lugar que le vio convertirse en leyenda ha sido irrisorio, y el mito puso primero rumbo a la capital (con los Wizards) y luego a su Carolina Natal, dando la espalda a Illinois, donde incluso cerr¨® su restaurante, y amasando una fortuna en los Hornets de unos 1.900 millones de d¨®lares, superior a la del todav¨ªa due?o de los Bulls, el ya mencionado Reinsdorf (1.600).
Era inevitable comparar a Rose con Jordan, sobre todo despu¨¦s de que este consiguiera superar la decena de puntos en todos y cada uno de sus primeros 45 partidos, algo que nadie consegu¨ªa desde su antecesor en la franquicia que estaba llamado a dominar. Las malas artes de Vinnie del Negro permitieron a los Bulls llegar a los playoffs en dos temporadas consecutivas con r¨¦cords id¨¦nticos (41-41) antes de que este se marchara a hacer de entrenador catapulta (para lo ¨²nico que ha servido) a los Clippers, dejando hueco a Tom Thibodeau, que llegaba de ser asistente en los Celtics a las ¨®rdenes de Doc Rivers. All¨ª fue uno de los responsables de la creaci¨®n de uno de los mayores entramados defensivos de la historia de la NBA, ese que desmadej¨® a Kobe Bryant en las Finales de 2008, temporada en la que el big three de Boston dej¨® a sus rivales con el peor porcentaje en tiros de campo y el mayor promedio de p¨¦rdidas de siempre. Tom Thibodeau es un entrenador t¨¢ctico, trabajador, no especialmente cercano y con un talento menor como primero que como segundo, algo que certific¨® de manera difinitiva en su etapa, de muchas sombras y casi ninguna luz, en los Wolves. Fue el responsable de descubir al adimensional y polifac¨¦tico Jimmy Butler y entren¨® a los mejores Bulls en 20 a?os... pero su utilidad en el asiento de atr¨¢s, ese que te permite estirar las piernas con comodidad y que ocupaba en esos Celtics que no volvieron a las Finales sin ¨¦l, siempre fue mayor.
El optimismo les dur¨® a los Bulls lo que dur¨® Derrick Rose. En la 2010-11, la primera de Thibodeau y la tercera del base, se fue a 25 puntos, 4,1 rebotes y 7,7 asistencias, consiguiendo ser MVP de la temporada, ¨²nico jugador de la franquicia en lograrlo desde Jordan, el m¨¢s joven de la historia y con un r¨¦cord para Chicago de 62-20, el mejor que hab¨ªa visto la ciudad desde (otra vez) la 1997-98. Con Carlos Boozer, Joakim Noah y compa?¨ªa, avanzaron hasta finales del Este, su tope en una d¨¦cada y donde se estrellaron con el reci¨¦n estrenado big three de los Heat, que iba camino de las Finales, que perder¨ªan ante los Mavericks. El optimismo era creciente tras una temporada hist¨®rica, motivada por otro cambio en la franquicia dos a?os antes, en 2009, cuando John Paxson hab¨ªa sido ascendido a Vicepresidente Ejecutivo, ascendiendo en el proceso a Gar Forman, ya vinculado a la franquicia como General Manager.
Los Bulls firmaron una extensi¨®n a Rose de cinco a?os por 98 millones de d¨®lares ocupando el jugador el 30% del espacio salarial del equipo y dando lugar a la Derrick Rose Rule y siendo responsable por tanto de cambios estructurales que aum+entaban su leyenda demasiado pronto. Tras otra gran temporada, m¨¢s floja que la anterior (21,8+7,9) y con muchos problemas de lesiones (se perdi¨® 37 de los 66 partidos correspondientes al segundo lockout de la historia), el base ca¨ªa en el primer partido de los playoffs ante los Sixers (y 23 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias...). Un palo tremendo que dejaba a la ciudad en estado de shock, les har¨ªa caer eliminados en esa primera ronda ante los Sixers (4-2, a pesar de ser primeros del Este y candidatos al t¨ªtulo). Al a?o siguiente avanzar¨ªan a semifinales con un meritorio 45-37 que lograron sin su estrella, en el dique seco toda la campa?a antes de jugar solo 10 partidos en la 2013-14, con otra primera ronda.
Hasta ah¨ª llegaron los Bulls, por mucho que Gar Forman consiguiera firmar a Pau Gasol (18,5+11,8, con 2 tapones) y Nikola Mirotic llegara v¨ªa draft, ya sin Boozer en el equipo. La gran temporada del espa?ol dentro de un equipo compensado que ten¨ªa a un cada vez mejor Butler y a un Rose que disput¨® 51 partidos con 17,7 puntos de media, permiti¨® a la franquicia ser competitiva por ¨²ltima vez y llegar a semifinales de Conferencia, donde un tiro ganador de Rose les pon¨ªa 2-1 arriba antes de que otro, de LeBron, pusiera el empate en una serie en la que los Bulls, sin Gasol en el cuarto y quinto duelo, ya ni estaban ni se les esperaba. El proyecto, bien cimentado, con bases incipientes y buenos jugadores y que acab¨® con Thibodeau por encima del 60% de victorias en cinco temporadas, nunca alcanz¨® su te¨®rico techo por una lesi¨®n que, de no producirse, podr¨ªa haber cambiado mucho las cosas una d¨¦cada despu¨¦s de Jordan y en lo que habr¨ªa sido una digna (incluso muy buena) reconstrucci¨®n. Pero, como no puede ser de otro modo, estamos para contar lo que pas¨® y no lo que podr¨ªa haber pasado.
En las ¨²ltimas temporadas, los desprop¨®sitos han vuelto a marcar a la franquicia. La insistencia con Fred Hoiberg, un buen tipo que no supo trasladar sus conocimientos universitarios a una Liga que no es la NCAA (y que est¨¢ en plena competencia con ella), termin¨® a inicios de su cuarto a?o, en el que llevaba 5 victorias en 24 partidos. Antes de eso, 42, 41 y 27 encuentros ganados en tres temporadas con una sola participaci¨®n en playoffs, esa que incluy¨® viejas glorias cono Dwayne Wade o Rajon Rondo en el ¨²ltimo a?o de Butler y que se puso 0-2 tras dos victorias en el Garden antes de hundirse en los cuatro partidos siguientes.Y otra vez, ese "qu¨¦ pensar¨ªa Mike de todo esto" que podemos aplicar tanto a 1999 como a 2020, a?o en el que los descalabros de Jim Boylen, la ¨²ltima e inentendible apuesta de la franquicia, eran protagonistas en una competici¨®n en la que ya nadie se toma en serio a una franquicia que en su d¨ªa conquist¨® el mundo.
La llegada del ya mencionado Karsinovas permiti¨® acabar fugazmente con una nefasta era en los despachos y con Boylen, que ha pasado de ser cuestionado a ser incluso catalogado como "el peor entrenador de la NBA". Sus problemas con Zach LaVine, que hace dos a?os ya destac¨® (23,7+4,5+4,5) y en el ¨²ltimo no fue All Star (25,5+4,8+4,2 con un 38% en triples) por estar en los Bulls y todo lo que eso conllevaba, eran p¨²blicos y notorios, y su despido era solo cuesti¨®n de tiempo. Karsinovas no ha tenido problemas en deshacerse de dos hombres que en casi dos d¨¦cadas han hecho de todo menos crear una cultura y no los tuvo tampoco para echar a Boylen; ni en acabar con nadie que impida el desarrollo de una plantilla que, liderada por Lavine y mimbres como Coby White o Lauri Markannen, deber¨ªa estar luchando por los playoffs en una Conferencia Este donde no es dif¨ªcil conseguirlos.
Ese deber¨ªa se qued¨® en nada este a?o. La llegada de Billy Donovan promet¨ªa, y el fichaje de Nikola Vucevic daba, a priori, un impulso al equipo para alcanzar, ya no los playoffs, sino el play-in. El fracaso es rotundo cuando ni siquiera han conseguido quedar d¨¦cimos y se han visto remontados por unos Wizards que, por muy bien que hayan acabado la temporada, ven¨ªan de muy atr¨¢s. Y, entre todo eso, los Bulls han sido el noveno equipo que menos anota, el tercero que menos balones roba, el cuarto que peor tapona, tienen un net rating negativo y un r¨¦cord de 11-14 desde que Vucevic hizo su aparici¨®n, algo que da buena muestra de que las cosas no han ido precisamente como se pensaba en un inicio.
Desde que Jordan lleg¨® a la NBA hasta que disput¨® su ¨²ltimo partido con los Bulls, estos consiquieron un r¨¦cord de 748-398, inluida su segunda temporada, en la que solo disput¨® 18 partidos, la 1993-94, en la que estaba retirado o la siguiente, en la que lleg¨® al final. En total, un 65% de victorias solo en temporada regular, pisando los playoffs en todas ellas y ganando seis anillos, adem¨¢s de avanzar a las finales del Este otras dos veces, y a las semifinales en tres m¨¢s. Desde 1999 hasta ahora, la franquicia tiene un balance de 810-999, un 45% de victorias, con 12 ausencias de playoffs y solo ocho r¨¦cords positivos. Y con la derrota n¨²mero 1000 a la vuelta de la esquina, algo que se puede hacer efectivo en las dos ¨²ltimas jornada de Liga. Desde luego, Karsinovas tiene trabajo por delante y parece que su primer paso, deshaci¨¦ndose entre acusaciones de racismo de esa mala gesti¨®n, y dejando a Forman fuera tras 22 a?os en la franquicia, y a Paxson relegado a la consejer¨ªa de direcci¨®n deporrtiva, donde su influencia se reducir¨¢ menos de lo que ha muchos les gustar¨ªa, ha sido el correcto. El resto, tendr¨¢ que esperar para ser reconstruido en una franquicia que sigue intentando salir de esa alargada (alargad¨ªsima) sombra que les lleva dos d¨¦cadas persiguiento: la de Michael Jordan.