Tribulaciones de un madridista
Uno cree conocer a sus amigos. Esas personas con las que has crecido, con las que has pasado por toda clase de momentos. Hasta que llega ese d¨ªa en el que uno de ellos te dice que se casa y que la boda es el s¨¢bado de la final de la Champions. Y de pronto ese amigo se convierte en un total extra?o para ti. Un desconocido. ?C¨®mo alguien, en su sano juicio, alguien con el que compartes un c¨®digo, una serie de valores, de principios, puede mirar el calendario y no respetar el fin de semana sagrado de la Champions League?
Estoy hundido. Adem¨¢s los novios amenazan con no poner pantallas durante la boda. Y yo soy testigo. No s¨¦ bien qu¨¦ clase de poder me otorga eso, pero pienso ejercerlo hasta sus ¨²ltimas consecuencias. A lo mejor escribo una carta al Vaticano, que para algo tenemos un papa argentino. ?l lo entender¨¢. Tampoco descarto encadenarme a un ¨¢rbol en se?al de protesta o interrumpir desnudo el banquete como esos espont¨¢neos que saltan al campo para hacer alguna reivindicaci¨®n con una pancarta. Pero aqu¨ª no acaban mis desgracias. Por supuesto que no. Porque esta semana, si el Real Madrid logra vencer en Belgrado al Bar?a en la Final Four, improbable pero no imposible, tambi¨¦n podr¨ªa perderme la final de la Euroliga. Porque s¨ª, lo han adivinado, tengo otra boda. Este caso, adem¨¢s, es especialmente sangrante porque, por primera vez en a?os, la Euroliga ha decidido pasar la final del domingo al s¨¢bado. Sin consultarme. ?Por qu¨¦? Para amargarme la existencia. No busquen m¨¢s motivos. As¨ª que podr¨ªa darse la situaci¨®n de haberme tragado todos los partidos de la Euroliga y todos los partidos de la Copa de Europa, y perderme las dos finales. Huelga decir que las ver¨¦, caiga quien caiga, por lo civil o por lo criminal, pero ya no dependo de m¨ª. Como esos equipos que luchan por la permanencia, ya no tengo el pleno control de mi devenir. Ya dependo de las televisiones de otros, del internet de extra?os. Estoy expuesto. Solo de imaginar teniendo que verlo por el m¨®vil, con retrasos, escuchando los gritos desde la casa de al lado, luchando por encontrar cobertura, me mareo. El d¨ªa m¨¢s importante del a?o en manos de otros.
No tengo ya bastantes preocupaciones con Salah, con los laterales del Liverpool y con Mirotic que ahora tambi¨¦n vivo agobiado por las prestaciones del WiFi de una bodega en La Rioja alavesa. Y luego dicen que ser del Madrid es f¨¢cil. Mi amigo el que se casa es del D¨¦por. Me volvi¨® a hacer el centenariazo, veinte a?os despu¨¦s.