Cazar con seguridad
Noviembre, mes donde en casi todos los puntos de nuestra geograf¨ªa ya se escucha el sonido de las caracolas, dando el pistoletazo de salida de monter¨ªas y ganchos
Noviembre, mes donde en casi todos los puntos de nuestra geograf¨ªa ya se escucha el sonido de las caracolas, dando el pistoletazo de salida de monter¨ªas y ganchos. Las ladras laten nuestros montes mientras el oto?o va decorando el m¨¢s bonito escenario de todo el a?o.
Nos encontramos en plena temporada de caza y pasamos mucho m¨¢s tiempo, por fortuna, en el campo. Cuando decidimos salir al campo a disfrutar de nuestra pasi¨®n, la caza, no dudamos en meter dentro de nuestra mochila o morral cada una de las cosas que vamos a necesitar para poder aprovechar la jornada que tenemos por delante. Pero ojo, hay que cazar con seguridad.
B¨¢sicamente porque para ir de caza se necesitan armas, es prioritario adoptar todas las precauciones posibles, no perder la atenci¨®n y ser consciente en cada momento del artefacto que se tiene entre las manos. Adem¨¢s del m¨¢ximo respeto al entorno donde se practique la cacer¨ªa y llevar siempre la ropa adecuada a la ¨¦poca del a?o, es importante tener en cuenta otros consejos durante la jornada
Fundamental entonces, desde la ropa que debemos utilizar o el arma, dependiendo de qu¨¦ modalidad vayamos a practicar, de las condiciones atmosf¨¦ricas... hasta el rico taco que nos ayudar¨¢ a recuperar las energ¨ªas perdidas.
Sin embargo, un punto importante, lo dejamos al azar. Es harto evidente que la caza es imprevisible, pero nuestra seguridad, no. Pocos son los que a d¨ªa de hoy siguen acompa?ando sus jornadas con un equipo que proteja su salud: la auditiva, con unos cascos que protejan nuestros o¨ªdos de la detonaci¨®n de las armas; unas gafas homologadas para proteger nuestros ojos de un perdig¨®n perdido o, simplemente, una prenda reflectante para poder ser vistos con facilidad.
Pero no solo est¨¢ en juego nuestra seguridad. Por ende, debemos tomar mil y una precauci¨®n por los da?os que podamos provocar a terceros: un disparo mal dado, una ca¨ªda accidental que accione nuestra arma, un perro que aparezca de repente pudiendo provocar un fatal final para ¨¦l, para un compa?ero o para otra persona que se encuentre en el campo. Por ese motivo, toda precauci¨®n es poca.
El seguro de nuestra arma, siempre, siempre debe estar puesto. Imprescindible en caza en mano o al salto por riesgo a tropiezos, etc.
En monter¨ªas, no moverse del puesto hasta que nos recoja el postor ?por favor! De esta forma, evitaremos accidentes que, como todos los a?os, ya vienen siendo, por desgracia, noticias muy tristes, y que en alg¨²n caso se podr¨ªan haber evitado si hubiese primado, por encima de todo, el sentido com¨²n.
Por mucha prudencia que queramos tener no estamos libres de que ocurra un fatal accidente.
C¨®mo en todas las actividades que entra?an alg¨²n riesgo para nosotros o terceros es muy importante tener un buen seguro que nos pueda cubrir en el caso, nunca deseado, de tener un accidente.
Pero si entre todos ponemos nuestros sentidos para que no tengamos que volver a leer titulares con los que se nos encoge el alma, habremos dado un paso agigantado.
Por favor, sentido com¨²n.
La seguridad debe ser la prioridad absoluta.
Me despido con un ¡°trocito¡± el gran legado del maestro Delibes.
¡°La caza es un esparcimiento fundamentalmente din¨¢mico. El morral hay que sudarlo. La cacer¨ªa se monta sobre madrugones inclementes, ¨¢speras caminatas, comidas fr¨ªas en una naturaleza inh¨®spita, lluvias y escarchas despiadadas¡ Pero hay algo que compensa al cazador de tantas contrariedades. Una pieza en perspectiva basta para que toda molestia se disipe y se produzca en el cazador una profunda remoci¨®n ps¨ªquica¡±. Miguel Delibes.
?Salud y buena caza!