"Fuenteovejuna, todos a una"
Esta semana, varias Asociaciones y Federaciones del sector, han anunciado movilizaciones en Madrid, para poner voz al colectivo cazador, ganader¨ªa, agricultura y en general, el mundo rural.
Entender la caza no es ardua tarea, ya que puede ser tratada desde numerosos puntos de vista (dependiendo eso s¨ª, de los ojos con que se mire).
Pero he de reconocer que parte importante de la situaci¨®n en que se encuentra la caza es responsabilidad nuestra y solo nuestra, de los cazadores, ya que hemos demostrado una absoluta inoperancia a la hora de mostrar al resto de la sociedad en qu¨¦ consiste y qu¨¦ beneficios tiene para el ecosistema y, por tanto, para la sociedad.
Esta semana, varias Asociaciones y Federaciones del sector, han anunciado movilizaciones en Madrid, para poner voz al colectivo cazador, ganader¨ªa, agricultura y en general, el mundo rural. Y una vez m¨¢s, somos nosotros los que, desde dentro, sin ser capaces de ponernos de acuerdo, damos una imagen que degrada a todo el colectivo cazador. Hasta tres concentraciones hay planificadas. Tres y hay prevista una cuarta.
Independientemente que un cazador o ganadero de Galicia, por ejemplo, no se va a desplazar hasta tres veces a Madrid, si no somos capaces de aunar todos nuestros empe?os ?Qu¨¦ pensar¨¢n los detractores de la caza? Se?ores, se lo estamos poniendo demasiado f¨¢cil.
Esto va continuar permitiendo que, un determinado colectivo de personas, sigan vilipendiando a la caza y a los cazadores de forma descarada, construyendo una imagen completamente artera de la actividad y a los que la practicamos.
Bajo mi humilde punto de vista debemos unirnos, todos, porque la importancia de la caza tiene que quedar demostrada, y si no hay una buena organizaci¨®n desde el propio sector, va a ser imposible hacer saber a los detractores que la caza reside en su vertiente ecol¨®gica y aqu¨ª, pese a que a muchos les pueda doler, la raz¨®n est¨¢ de nuestro lado. Y es que la caza es mucho m¨¢s que ese disparo que pone fin a la vida de un animal, ese ¡°pum¡± que ocurre en una fracci¨®n de segundo y por el que se nos juzga (e insulta). Un instante que, cuanto m¨¢s se conoce de la caza, m¨¢s irrelevante se vuelve.
Y no es sencillo explicar que cazar no es solo ese "pum"; cazar es el tiempo que dedicamos a mejorar nuestros cotos. Unas mejoras que, por supuesto benefician a las especies cineg¨¦ticas pero que tambi¨¦n, de forma directa o indirecta, al resto de especies, al ecosistema y por extensi¨®n a toda la sociedad, ya que al final somos los custodios de ese patrimonio natural, el nuestro. Tan es as¨ª que, en la mayor¨ªa del territorio de nuestro pa¨ªs, la gesti¨®n cineg¨¦tica es la ¨²nica gesti¨®n que se realiza en el medio rural y natural.
Esas labores de mejora engloban muchas acciones que, por desgracia, no ven; ya sea temporada de caza o no: ponemos bebederos, comederos, recuperamos ba?as, balsas de agua, realizamos siembras, desbroces, limpiamos el monte, hacemos y mantenemos cortafuegos, velamos por la salud de las especies.
Nos preocupamos negociando con agricultores para retrasar la cosecha y evitar que caigan pollos, corcinos, o se destruyan nidos, que no se coseche por la noche y caigan muchos animales cegados por la luz, que se dejen ciertas franjas sin cosechar para que sirvan de refugio y alimento a la fauna, o que se retrase la recogida de la paja entre otras innumerables acciones. Y todo esto financiado con el dinero de los cazadores y no de las arcas del Estado como suele suceder con el resto de actuaciones de conservaci¨®n.
Pero aqu¨ª no acaba nuestra actividad. El cazador est¨¢ los doce meses en el campo. Durante la temporada, adem¨¢s de seguir realizando las anteriores tareas, nos encargamos de colaborar con la vigilancia de los campos y montes, con guardas que complementan el trabajo de la Guardia Civil y los Agentes Forestales, y que, de nuevo, corren a cargo de nuestros bolsillos. Naturalmente el dinero no es lo m¨¢s importante, pero no debe olvidarse que la caza, contribuye a la sociedad sin costarle un solo euro.
Cuando practicamos lo que m¨¢s nos gusta, cazar, lo hacemos cumpliendo la legislaci¨®n nacional y auton¨®mica, una orden de vedas y un plan de ordenaci¨®n de los recursos cineg¨¦ticos, elaborado por un t¨¦cnico y validado por la administraci¨®n.
Todo ello buscando un aprovechamiento sostenible de esos recursos. ?Qu¨¦ obtenemos con esto? Logramos unas poblaciones animales sanas acordes con la capacidad de carga del medio, evitando desequilibrios que afecten a la flora, a los cultivos, y a otras especies animales, salvajes o dom¨¦sticas, que puedan derivar en la aparici¨®n de enfermedades, algunas peligrosas para el ser humano (v¨¦ase el caso de las famosas cabras de Guadarrama). Por ende, la conclusi¨®n no es otra que la caza es necesaria.
?Se puede mejorar? Por supuesto, todo es susceptible de mejorar, pero a lo que no podemos desdoblar es al argumento mendaz de la ¡°Naturaleza es muy sabia y se regula sola¡±. Y es que, si bien es cierto que la Naturaleza tiende al equilibrio, eso no significa que ese nuevo estado de equilibrio vaya a ser tan positivo como el que, con la ayuda humana, podr¨ªa obtenerse. Se corre el riesgo de ir perdiendo especies, o incluso ecosistemas, en ese camino. Es nuestro deber y obligaci¨®n. Nuestra responsabilidad.
Varias concentraciones de protesta en contra de la nueva ley de bienestar animal, la prohibici¨®n de la caza del lobo, etc., no van a ayudar en un pa¨ªs donde la hipocres¨ªa es deporte nacional y en este sin sentido, estamos los primeros. As¨ª, cuando se habla de cazar dentro de un espacio protegido, nos echamos las manos a la cabeza sin darnos cuenta de lo que conseguimos: obligar a un guarda a abatir un animal, en lugar de que ese mismo guarda acompa?e a un cazador, le se?ale de forma inequ¨ªvoca el animal concreto que tiene que abatir, lo abata e ingrese un dinero para seguir reinvirtiendo en la conservaci¨®n de ese espacio. Eso s¨ª, se nos volver¨¢ a hinchar el pecho diciendo que no se caza. De este modo, restamos soluciones y sumamos problemas (y que conste que soy de letras).
Y podr¨ªamos seguir hablando de especies invasoras, de la amenaza de la Peste Porcina Africana, de la p¨¦rdida de biodiversidad por culpa de las presiones animalistas, del aprovechamiento de la carne de caza y sus beneficios frente al sistema alimentario actual, del impacto econ¨®mico y social de la actividad como parte del desarrollo rural, de c¨®mo determinadas entidades quieren aprovecharse de la caza y los cazadores vendiendo la imagen de la caza como deporte, de los derechos de los cazadores, de la ineficacia de los supuestos m¨¦todos alternativos para el control de determinadas especies, o ?c¨®mo no! del supuesto maltrato al que sometemos a nuestros perros (argumento desmentido por los datos del SEPRONA y en el estudio realizado por la Fundaci¨®n Afinity).
En definitiva, esa falsa imagen de la caza responde a los intereses de una parte del animalismo que hay que recordar no tiene nada que ver con el ecologismo ni la conservaci¨®n. Por esto, se?ores, tenemos que estar m¨¢s unidos que nunca.
Es innegable que la caza es mejorable, pero no por ello prescindible. Y si todos los cazadores lo gritamos fuerte y juntos, seguro que hacemos mucho m¨¢s ruido.
?Salud y buena caza!
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