Qu¨¦ hacer cuando tu voz interior te dice: ?hazlo!
Marca tu propio camino, no recorras el de otros. Ser fiel a uno mismo no te convertir¨¢ en ganador autom¨¢ticamente, pero s¨ª te har¨¢ capaz de todo.
Qu¨¦ hacer cuando surge esa vocecita interior que te dice: ?hazlo! Pues sencillamente, hacerlo. Todos tenemos una voz interior. No es una intervenci¨®n divina. Ni siquiera un don o una capacidad extrasensorial reservada para unos pocos. Siempre hay una voz. Solo que muchas veces el ruido, las costumbres, la norma no escrita, la vor¨¢gine de la competici¨®n (o del d¨ªa a d¨ªa para cualquier mortal), la difumina entre otros mil est¨ªmulos.
Esa voz interior es una extensi¨®n de nuestra esencia. Se encarga de poner el foco si en alg¨²n momento surge la duda, la pregunta, la dificultad, el obst¨¢culo. De poner negro sobre blanco y recordarte qui¨¦n eres y qu¨¦ has venido a hacer. Qui¨¦n eres y c¨®mo lo has venido a hacer.
Ser fiel a uno mismo no es tarea f¨¢cil. Mantenerse fiel a uno mismo a lo largo del tiempo menos a¨²n. Eso es algo que distingue a los grandes deportistas. Porque solo quien hace las cosas diferentes, marca su propio camino y no recorre el de otros. Jon Rahm es uno de esos deportistas que lo consigue con una facilidad pasmosa. Ser fiel a uno mismo no te convierte en ganador autom¨¢ticamente, pero ser fiel a ti mismo s¨ª te hace capaz de todo (con la preparaci¨®n y potencial adecuados). Y ¨¦l lo est¨¢. Es y ser¨¢ capaz, pese a que Dustin Johnson se llev¨® la preciada chaqueta verde.
Rahm tiene 26 a?os, 10 a?os menos que Johnson, y su porte es una mezcla perfecta entre confianza y honestidad. Una honestidad brutal que se hace evidente cuando lo escuchas analizar cada jornada sin edulcorar su rendimiento, sus resultados: para bien y para mal. Jon Rahm no es un jugador convencional. Sabe volar sin despegar los pies del suelo. Capaz de firmar golpes ¡®imposibles¡¯ (no puedo dejar de mirar en bucle el hoyo en uno con tripe rebote en el agua), y de no encontrar palabras cuando le preguntan sobre el fin de semana y compartir de forma abierta y sincera: ¡°Es que no me ha entrado ni una¡±.
Pero si algo ha sacado Rahm de este in¨¦dito oto?al Masters de Augusta, es saber que puede. Saber tambi¨¦n que existen circunstancias que pueden jugar en su contra (viento, agua, barro¡), pero saber que puede.
¡°S¨¦ que soy capaz de hacer lo que est¨¢ haciendo Dustin y no es que yo est¨¦ por encima de nadie¡±, a?ad¨ªa en unas declaraciones a medios. Muchas son las lecciones que ha aprendido Rahm en esta edici¨®n, y otras tantas las que ¨¦l nos ha dejado.
Como que escuchar esa voz interior es clave para que Rahm recorra su camino y no el de la norma, aunque no lo haya convertido en ganador. Solo es cuesti¨®n de tiempo. ?l conoce sus capacidades y est¨¢ determinado a ser el jugador que es y no otro: "Voy a ser fiel a lo que siento y a lo que tengo en mente. Si hay que pegar un golpe que no sea lo convencional, lo har¨¦, si es lo que creo y me siento capaz de hacer en ese momento, sin dejarme condicionar por la norma".
Existen deportistas que siguen las reglas y ganan, y otros que las cambian y hacen historia. No me refiero a dinamitar las normas, sino a seguir un camino ¨²nico: el propio. Para ello, respetar la propia esencia es condici¨®n sine qua non.
En golf, el swing, ese movimiento que hace que parezca f¨¢cil lo que para nada lo es, es la clave. Una acci¨®n en la que todo el cuerpo se pone de acuerdo para un fin -y que es imposible repetir-. Cada jugador, en cada golpe, encuentra el suyo. El swing es algo ¨²nico, no se puede ense?ar o aprender. Es como un ADN. Una cadena de elementos que define a cada jugador.
Algo que la pel¨ªcula ¡®La leyenda de Bagger Vance¡¯ explica muy bien en varias escenas. En una de ellas, en concreto:
¡°Dentro de cada uno de nosotros hay un verdadero y aut¨¦ntico swing. Algo con lo que nacemos, algo que es nuestro y solo nuestro, algo que no se puede ense?ar o aprender y debemos mantenerlo vivo. Con el paso del tiempo, el mundo puede robarnos ese swing y que quede enterrado bajo nuestros ¡®podr¨ªa¡¯, ¡®habr¨ªa¡¯, ¡®deber¨ªa¡¯.. Hay incluso quien llega a olvidar cu¨¢l era su swing¡±.
Para encontrar su swing, Rahm nos ha dejado m¨¢s pistas esta semana: ¨¦l mismo explic¨® a los medios que su swing ya no era el mismo. Consciente de que estaba pensando mucho en la posici¨®n de sus manos, casi tanto como para robarle toda su atenci¨®n, ¡®afloj¨®¡¯. Fluy¨®. Dej¨® sentir el swing con todo el cuerpo sin pensar qu¨¦ hac¨ªan sus manos. Un movimiento ¡®coral¡¯ guiado m¨¢s por la mente y sus sensaciones, que por la posici¨®n t¨¦cnica de sus manos.
Para aprender a conectar con ese ADN que nos distingue, debemos aprender a reconectar cuerpo y mente, algo que podemos cultivar dedicando 3 minutos diarios de pr¨¢ctica con estos 8 consejos.
Conectar con nuestra esencia tiene m¨¢s de peque?o ¡®gesto¡¯ que de gran ¡®gesta¡¯. Ser fieles a nuestra esencia es, por defecto, un contrato firmado a largo plazo y al que el deportista, como Rahm, se debe d¨ªa tras d¨ªa.
Ya lo dijo Arist¨®teles: ¡°Somos lo que hacemos cada d¨ªa, de modo que la excelencia no es un acto, sino un h¨¢bito¡±.