Las aventuras de Manol¨ªn Bueno
Eterno suplente de Gento en el Madrid, en el Sevilla vivi¨® episodios incre¨ªbles.
Manol¨ªn Bueno estuvo desde los 19 a?os hasta los 31 como suplente de Gento en el Madrid. Parad¨®jicamente, salieron ambos a un tiempo, en el verano de 1971, tras la final de Recopa perdida ante el Chelsea. Fich¨® por el Sevilla, donde su padre hab¨ªa sido portero en la posguerra. All¨ª iba a vivir episodios inimaginables. ?l, que, salvo unos pocos meses con Fleitas Solich, no hab¨ªa tenido en el Madrid m¨¢s entrenador que Miguel Mu?oz, se encontr¨® las mayores sorpresas.
El primero fue Dan Georgiadis, un griego exc¨¦ntrico. Ten¨ªa una visi¨®n m¨¢s humanista que deportiva del f¨²tbol. Desde?aba la preparaci¨®n f¨ªsica y aspiraba a culturizar a sus jugadores. Ten¨ªan que aprender a distinguir entre capiteles d¨®ricos, j¨®nicos y corintios, llevaban un vadem¨¦cum en el que anotar reflexiones y exponerlas en voz alta¡ Los entrenamientos de campo eran de lo m¨¢s original. Les met¨ªa a todos en una porter¨ªa, a moverse y hacer posturas, y cuando tocaba el silbato ten¨ªan que quedar todos hier¨¢ticos y reflexionar sobre el por qu¨¦ de su postura.
Manol¨ªn Bueno estuvo desde los 19 a?os hasta los 31 como suplente de Gento en el Madrid. Parad¨®jicamente, salieron ambos a un tiempo, en el verano de 1971, tras la final de Recopa perdida ante el Chelsea. Fich¨® por el Sevilla, donde su padre hab¨ªa sido portero en la posguerra. All¨ª iba a vivir episodios inimaginables. ?l, que, salvo unos pocos meses con Fleitas Solich, no hab¨ªa tenido en el Madrid m¨¢s entrenador que Miguel Mu?oz, se encontr¨® las mayores sorpresas.
El primero fue Dan Georgiadis, un griego exc¨¦ntrico. Ten¨ªa una visi¨®n m¨¢s humanista que deportiva del f¨²tbol. Desde?aba la preparaci¨®n f¨ªsica y aspiraba a culturizar a sus jugadores. Ten¨ªan que aprender a distinguir entre capiteles d¨®ricos, j¨®nicos y corintios, llevaban un vadem¨¦cum en el que anotar reflexiones y exponerlas en voz alta¡ Los entrenamientos de campo eran de lo m¨¢s original. Les met¨ªa a todos en una porter¨ªa, a moverse y hacer posturas, y cuando tocaba el silbato ten¨ªan que quedar todos hier¨¢ticos y reflexionar sobre el por qu¨¦ de su postura.
En la ¨²ltima jornada de la primera vuelta, el Madrid visit¨® al Sevilla, entonces s¨¦ptimo. La v¨ªspera, Georgiadis pregunt¨® a Manol¨ªn Bueno ante todos si ve¨ªa apropiado marcar a Vel¨¢zquez con Lora. Bueno dijo que por supuesto. Georgiadis repuso: ¡°No. No jugar¨¢ Lora. Vel¨¢zquez es un hombre especial y cuando se vea sin marcaje se afligir¨¢ y jugar¨¢ mal¡±. Vel¨¢zquez marc¨® a los cinco minutos y, tras otros 10 de exhibici¨®n, Lora salt¨® al campo por Lebr¨®n. Gan¨® el Madrid 0-2 y aquello dej¨® muy tocado a Georgiadis.
Dur¨® hasta la jornada 23. Las Palmas visit¨® al Sevilla. Georgiadis anunci¨® la T¨¢ctica del Embudo. Pint¨® dos curvas que part¨ªan de la confluencia de la l¨ªnea de medio campo con las bandas; se iban acercando hasta que al llegar al ¨¢rea se convert¨ªan en dos rectas paralelas que converg¨ªan en la meta. Hab¨ªa que jugar por ah¨ª, nada de bandas. Todo por el embudo, hasta empujar la pelota al gol. Las Palmas gan¨® 0-2.
"Ped¨ª no jugar"
Le echaron. Le sucedi¨® Vic Buckingham, devoto del Madrid de Di St¨¦fano y Puskas. Todo lo que quer¨ªa era que Manol¨ªn Bueno le contara haza?as de ellos dos. En los entrenamientos se sentaban en la grada y le ped¨ªa que le contara m¨¢s y m¨¢s cosas mientras el grupo daba vueltas al campo. ¡°Los compa?eros me miraban, me hac¨ªan gestos, y lo le dec¨ªa: ¡®M¨ªster, que esos llevan ya mucho tiempo ah¨ª¡¯. Tocaba el pito, les hac¨ªa dar vueltas para el otro lado y segu¨ªa pregunt¨¢ndome cosas¡±.
El Sevilla baj¨®. Fue en la ¨²ltima jornada, justamente en el Bernab¨¦u, donde el Madrid cant¨® el alir¨®n. ¡°Yo le ped¨ª a Buckinham no jugar y accedi¨®¡±.
En Segunda, el Sevilla empez¨® con Arza, el gran jugador de la historia del club. Un entrenador m¨¢s convencional, al estilo de Mu?oz. Pero la urgencia por subir hizo que a mitad de temporada le sustituyera Salvador Artigas, un M¨ªster L¨¢tigo: ¡°Entren¨¢bamos en el campo del Alcal¨¢ de Guadaira. Hab¨ªa que correr por los pinares hasta Utrera, regateando pinos. Ida y vuelta. Yo iba para los 33 a?os ya y nunca fui un tit¨¢n, lo m¨ªo era el bal¨®n, que apenas lo ve¨ªamos. Aquel a?o viv¨ª lo peor de mi carrera: la muerte de Berruezo en Pasar¨®n. A m¨ª me toc¨® sacarle la lengua de la boca. ?l ya hab¨ªa tenido alg¨²n desmayo y nos avisaron de que si le pasaba de nuevo hab¨ªa que sacarle la lengua de la boca¡±.
Un d¨ªa se sali¨® de los pinares a la carretera, junto a Superpaco. All¨ª andaba un panadero con su borrico. Se lo alquilaron, se montaron en ¨¦l y as¨ª aparecieron en el campo, donde los dem¨¢s se mataban a hacer abdominales. Ah¨ª acab¨® su estancia el Sevilla. Se fue a matar el gusanillo en el Bal¨®n de C¨¢diz hasta los 35. Luego Enrique Mateos, otro ex del Madrid, le cogi¨® de segundo entrenador. Juntos subieron al C¨¢diz a Primera.
All¨ª sigue, feliz, en C¨¢diz, donde se le puede encontrar cada ma?ana en el Bar La Escalerilla, junto al Carranza, donde se cri¨® de ni?o, pues su padre fue conserje y encargado del campo y la familia viv¨ªa en ¨¦l.