Los fantasmas del Bar?a convierten la copa m¨¢s linda en un bochorno hist¨®rico
Un gol que es una radiograf¨ªa. El cuarto tanto del Liverpool explica la insolvencia de un Bar?a pat¨¦tico en Anfield. El gol m¨¢s lamentable que uno recuerda desde que tiene uso de raz¨®n en unas semifinales de la Copa de Europa. Ni un solo jugador mirando al bal¨®n en un c¨®rner, un despiste impropio de profesionales. El saque de esquina raso al ¨¢rea peque?a y Origi, solo, la empuja a la red. Pat¨¦tico es poco. La radiograf¨ªa de una noche de peleles, probablemente la m¨¢s negra en la historia reciente del FC Barcelona.
Anfield, un templo que ahuyenta. Fue resonar el You¡¯ll never walk alone liderado por The Kop, y el Barcelona salt¨® como un flan al m¨ªtico estadio ingl¨¦s. Sin Firmino ni Salah, pero con toda la pasi¨®n que transmite Jurgen Klopp, el Liverpool marc¨® pronto y crey¨® en la remontada, supo tocar las teclas de un sue?o desde las paradas de Alisson y la entrada triunfal de Wijnaldum en el partido. Pero en Liverpool al Bar?a se le escondieron sus duendes, Ter Stegen y Messi, y se le aparecieron los fantasmas de Roma y todos sus demonios hist¨®ricos.
La intensidad gan¨® al miedo. No es f¨¢cil encontrar las claves de semejante estropicio. Es cierto que el Liverpool fue mejor en los dos partidos y que esta vez tuvo el tino que le falt¨® en el Camp Nou, pero no lo es menos que era impensable ver una versi¨®n tan menor del equipo azulgrana, miedoso primero, fall¨®n despu¨¦s y acabando apocado hasta l¨ªmites insospechados. Un equipo que no aprende de sus errores y que ya deber¨ªa haber comprendido lo dif¨ªcil que es ganar esta competici¨®n. Un Bar?a acomplejado que no estar¨¢ en la final del Metropolitano.
La leyenda de God¨ªn. Dif¨ªcil no emocionarse con una despedida a la altura de un central de ¨¦poca. El Atl¨¦tico y LaLiga pierden a un referente, a un futbolista capaz de dejarse el alma, el coraz¨®n y los dientes por un escudo. El club que respeta a sus leyendas en su adi¨®s tambi¨¦n se agranda. Las comparaciones nunca fueron m¨¢s odiosas. Su salida no es menor. En poco tiempo se han marchado Fernando Torres, Gabi y, ahora, el uruguayo. Buenos jugadores hay en el mercado, pero l¨ªderes de vestuario capaces de transmitir un legado, muy pocos. Tan sinceras como parad¨®jicas las l¨¢grimas de Griezmann y Simeone. Sin sus estratosf¨¦ricos sueldos, el Atl¨¦tico no necesitar¨ªa cambiar su defensa en pleno este verano. Admitir la marcha de God¨ªn y vender a Lucas Hern¨¢ndez en el mismo mercado tiene explicaci¨®n, pero poco sentido.