El Madrid, otra vez en la era del color
La primera vez que o¨ª o escuch¨¦ hablar sobre el salto entre los ¨¦xitos del Madrid del pasado (no tan recientes) y los del Madrid de hoy fue cuando la final de Basilea. De all¨ª sal¨ªan miles de cul¨¦s, felices. Por primera vez, el Bar?a ganaba una Copa de Europa (o as¨ª) en color. Para entonces, se supon¨ªa que las del Madrid eran en blanco y negro, se les adjudicaba un siniestro aroma como a campo de concentraci¨®n. (As¨ª me las defini¨® un viejo amigo cul¨¦). El Madrid ganaba en blanco y negro por Franco, por un designio cutre que establec¨ªa el destino manifiesto de un grupo favorecido, se?alado como destinatario de no s¨¦ qu¨¦ privilegios. Cuando Franco, por cierto, en Europa era un indeseable.
Ahora resulta que el Madrid juega su tercera final del Mundial consecutiva. Gan¨® las dos anteriores. Ya no cuela sostener que todo ¨¦xito madridista es asociable a privilegios que un viejo, rancio, y por tantos legos a?orado Estado arbitrario otorgar¨ªa en su tiempo al club que lleva el nombre de la capital del pa¨ªs. No es eso. Lo que anima al Madrid, incluso en un d¨ªa que se presenta menor, como hoy, es la simple y pura obsesi¨®n de hacer las cosas bien. Quiz¨¢ sea la presi¨®n de llevar encima el nombre de la capital del Estado. O el viento de cola que provocan los ¨¦xitos de los Di St¨¦fano, Puskas y Gento, que estos chicos de ahora quiz¨¢ no sepan qui¨¦nes fueran, pero s¨ª les perciben en la turbulencia ambiental.
Es el Madrid, que siempre vuelve. De esta expresi¨®n alguien ha hecho solfa, pero es que eso es lo que hay. Llevo much¨ªsimos a?os mirando al Madrid, y siempre est¨¢ listo para emplazarse en el centro de la escena, listo para lo que haya menester. Ahora resulta que el rival no es el campe¨®n de Ocean¨ªa, el Wellington de Nueva Zelanda, ni el de ?frica, el Esperanze de T¨²nez, ni el de Sudam¨¦rica, el River. Todas esas vallas ha ido saltando el hoy rival del Madrid. Lo que llega ahora es la final que hay. El rival del Madrid parece menor, pero donde est¨¢ el Madrid podr¨ªan haber estado Bayern, Bar?a o Atleti y no estuvieron. Lo que el Madrid tiene y otros no es la perpetua obsesi¨®n por carburar a tope.