Alonso tambi¨¦n gana en Sebring
Compiti¨® sin errores en un trazado dif¨ªcil de noche y en el que lleg¨® a llover, pero el Toyota 8 aprovech¨® un error de Pechito L¨®pez. Sus compa?eros Buemi y Nakajima, impecables.
Mirada al frente, apenas se ve nada, un abismo negro con una luz cegadora y un par de puntos rojos a lo lejos que en un instante est¨¢n a cent¨ªmetros. Llega la curva y pasa al coche de delante cuando el Toyota n¨²mero 8 se convierte en una atracci¨®n de feria, arriba, abajo, dos, tres veces, el circuito zarandea sin compasi¨®n la obra de arte de la ingenier¨ªa japonesa, un bache, otro m¨¢s, hasta cuatro seguidos y el cuerpo de Fernando Alonso se ve envuelto en una sucesi¨®n de peque?os golpes contra distintas partes del interior del coche. En ese momento echa de menos alguna de las protecciones que llevan otros pilotos en la espalda o los brazos. Sin tiempo para sentir el dolor por delante sorprende la aparici¨®n de dos BMW M8 luchando contra un Ford GT, frenos al rojo, los coches que se deslizan, Alonso que los evita por mil¨ªmetros. As¨ª varias veces tambi¨¦n con Porsche, Ferrari o Corvette.
El espa?ol pilota con calma, viajando r¨¢pido por las antiguas pistas de aterrizaje de Sebring, pensando en la ventaja que tiene, sintiendo las curvas, el asfalto, el viento o el calor que va tornando en fr¨ªo en la noche como un violinista siente su instrumento o un pintor cada una de las pinceladas de un cuadro. Arte. Bailar con estos coches en un circuito como este, sin apenas luz y rodeado de coches que parecen una manada de lobos es tambi¨¦n arte. En la evitable tentaci¨°n del error. F¨¢cil, muy f¨¢cil es cometer un fallo, pero es precisamente eso lo ¨²nico que debe evitar. Fernando se sube al coche cuando faltan dos horas y diecinueve minutos para el final, con una vuelta de ventaja sobre su gran rival, sus compa?eros del otro Toyota, el n¨²mero siete y la peligrosa sensaci¨®n de tener la carrera ganada cuando a¨²n falta mucho para terminar. Despu¨¦s de decenas de adelantamientos y calcular la manera de ir contra su naturaleza, ese instinto que le empuja a volar en cada vuelta, deja su coche con dos vueltas de ventaja cuando a falta de cincuenta minutos es el turno de Nakajima y...
Pero antes de todo eso lleg¨® el momento decisivo, ese en el que Jos¨¦ Mar¨ªa ¡®Pechito¡¯ L¨®pez comete un error y la victoria que parec¨ªa del coche n¨²mero 8 se convierte en casi segura. Recordemos que tras una gran vuelta de Alonso el d¨ªa anterior sal¨ªa desde la pole, en este caso es Buemi el que comenz¨® la carrera con el argentino como rival, salida sin incidentes y en las primeras vueltas el suizo consigue unos cuatro segundos de diferencia. Hora y media despu¨¦s es el turno de Alonso que pronto sube a los ocho segundos y llegar¨¢ hasta los catorce cuando el coche 17 de Orudzhev se estrella contra las protecciones. Coche de seguridad y la ventaja queda en nada. El cielo empieza a oscurecer con nubes negras en el horizonte, pero la lluvia llegar¨ªa despu¨¦s. Fernando reporta falta de agarre en el coche, pero finalmente deja su puesto a Nakajima con casi siete segundos de ventaja. Nuevo incidente, Maldonado, s¨ª el gran Pastor, tambi¨¦n se choca y la ventaja del coche 8 llega a los 16 segundos. Sin embargo en la batalla entre Conway, que ha cogido el 7, y el japon¨¦s el brit¨¢nico sale victorioso y la ventaja llega a quedarse en menos de un segundo en alg¨²n momento. Alonso cena en el comedor de los pilotos viendo la escena y habla con sus seres queridos por tel¨¦fono. Tranquilidad.
Cambio de pilotos: Buemi y Pechito, el suizo empieza a sacar ventaja, hasta los cuatro segundos cuando el argentino comete su error, el error. Al doblar a un Aston Martin, tocan los coches y el soporte donde va el cap¨® trasero, la parte trasera del Toyota queda da?ada, entra al pit la?e, los mec¨¢nicos rodean el coche, pero para cuando lo arreglan sale con dos vueltas perdidas. Buemi se dedica a mantener esa ventaja, aunque hay un par de peque?as salidas de pista que sospechan la herida que nunca llega. Es cuando a falta de 2:19 horas Alonso se pone al volante, poco antes lo hab¨ªa hecho Kobayashi en el otro coche. El asturiano compite tranquilo, vuela bajo con el salvavidas puesto. Y hab¨ªamos dejado el coche a Nakajima. El nip¨®n se encarga de los ¨²ltimos minutos, de llevar el coche de vuelta a casa ya cuando el d¨ªa se convierte en el siguiente.
Antes la lluvia que hab¨ªa comprado su entrada, para a?adir posibilidades de error a la estad¨ªstica. Otro accidente, un safety car. Pero nada. Agua, solo moja. Victoria. Toyota 8, Alonso, Nakajima y Buemi. El asturiano logra su segunda victoria de la temporada en dos carreras, en Estados Unidos, en dos circuitos de leyenda como Daytona y Sebring, con dos coches distintos. Sonr¨ªe. Felicidad. Mientras, en la otra parte del mundo se escuchan, en la lejan¨ªa los ruidos del pasado... Mirada, al frente.