An¨¢lisis de Otxo, el hijo ileg¨ªtimo de Hotline Miami, Max Payne y The Binding of Isaac

Todo el mundo conoce Hotline Miami. Hasta tu padre, ese que no ha tocado un mando en su vida. Puede que tu progenitor no sepa de videojuegos, pero seguro que le gustan las pel¨ªculas de Keanu Reeves, el cine de acci¨®n o mejor a¨²n, ambas cosas. Siendo as¨ª habr¨¢ visto la saga John Wick y su apote¨®sica cuarta entrega. Recordar¨¢ ese plano secuencia de vista cenital en el que ve¨ªamos al protagonista entrando en una casa y desatando una nueva masacre.

Si le suena ese plano, entonces cuenta como si tambi¨¦n conociera Hotline Miami, el juego en el que se bas¨® la escena y de cuyo ¨¦xito han nacido decenas de arcades cl¨®nicos con un propuesta similar. Y quiz¨¢s el mejor de todos ellos sea el que hoy nos ocupa, Otxo. Porque hablar de Otxo sin mencionar Hotline Miami es como abordar la Biblia sin pronunciar el nombre de Dios.

Este indie desarrollado por Lateralis Heavy Industries bien podr¨ªa pasar por un spin off de la saga de Devolver. Tiene el mismo esqueleto, la misma f¨®rmula, y simplemente se dedica a a?adir algunas opciones que a todos se nos pasaron por la cabeza al ponernos la m¨¢scara de pollo. ?Y si en vez de morir de un golpe tuvi¨¦ramos una barra de vida? ?Y si hubiera un medidor de combos? ?Qu¨¦ tal si a?adi¨¦ramos bullet time y jefes gigantes?

Pero sin duda, el cambio m¨¢s grande est¨¢ en el dise?o de sus niveles. Las distintas salas que atravesamos no est¨¢n pensadas al detalle, sino que se generan de manera procedural. Cambian de una partida a otra y sacrifican parte de su calidad a costa de ser infinitas. O dicho de otro modo, Otxo tambi¨¦n es un roguelike, como mezclar Hotline Miami con The Binding of Isaac.

A base de sumar todos estos peque?os grandes cambios el juego acaba encontrando su propia personalidad. No es tan prueba y error como aquel en el que se inspira. No se basa en memorizar la coreograf¨ªa adecuada y repetirla hasta ejecutarla de manera perfecta. Tampoco es tan r¨¢pido y dif¨ªcil ni su respawn tan breve y adictivo. Esos ingredientes est¨¢n, pero en diferentes cantidades. Mismo aspecto, diferente gameplay.

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Aqu¨ª la barra de vida y el medidor de combos premian pensar menos y atacar m¨¢s. No hay tanto ingenio detr¨¢s de sus niveles y lo que importa no es tanto la precisi¨®n como evitar quedarse quieto. Su bullet time reitera que a ning¨²n juego le sienta mal la c¨¢mara lenta y pone en manos de dominarla que nuestra experiencia sea m¨¢s o menos asequible y m¨¢s o menos espectacular. Nosotros seguimos prefiriendo la experiencia original, pero al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar: Otxo tambi¨¦n divierte, engancha y resulta un arcade estupendo.

Si le sum¨¢is una banda sonora de lo m¨¢s ca?era y particular (en perfecta consonancia con lo cr¨ªptico de su historia y lo macabro de su lore) seguro que entender¨¦is porque Otxo ha terminado por ser el producto derivado de Hotline Miami m¨¢s fascinante desde Midnight Animal, aquel mod pseudo oficial que acab¨® en tragedia. ?Si es que hasta el mism¨ªsimo Spencer Yan ha colaborado en su desarrollo!

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Su est¨¦tica en blanco y negro no nos ha terminado de convencer y confesamos haber tenido nuestros m¨¢s y nuestros menos con la sensibilidad y el sistema de apuntado, pero el verdadero problema que le encontramos a Otxo es que su apuesta por el g¨¦nero roguelike no es tan solvente como cabr¨ªa esperar. Apenas notamos variedad entre sus salas y la progresi¨®n es nula, pues la mayor¨ªa de habilidades pasivas sirven de poco y las runs no dependen de nuestras mejoras sino de de la semilla que toca.

?De qu¨¦ sirve tener niveles infinitos cuando en las 5 horas que lleva darle una primera vuelta ya lo habremos visto todo? En The Binding of Isaac por ejemplo siempre hab¨ªa algo nuevo por desbloquear y descubrir. Exist¨ªan un mont¨®n de modificadores que lo pon¨ªan todo patas arriba de una partida a otra, por no hablar de la cantidad y calidad de sus builds. Otxo se acaba volviendo repetitivo y su dise?o pone en valor el de Hotline Miami, cuyos puzles rebosaban un nivel de ingenio y desaf¨ªo imposible de alcanzar con fases procedurales.

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