Nintendo, Rare y la fiebre de los karts durante los 64 (y 32) bits

Con ya m¨¢s de 35 millones de copias vendidas, el fen¨®meno de Mario Kart 8 Deluxe es uno de los m¨¢s llamativos incluso en el marco de una consola como Switch, acostumbrada a batir marcas de forma constante. Pese a tratarse de un juego heredado de Wii U ¡ªdonde tambi¨¦n logr¨® grandes cifras dentro de sus m¨¢s limitadas posibilidades¡ª, Deluxe se mantiene por encima de todas las novedades y evidencia hasta qu¨¦ punto su f¨®rmula se ha convertido en una instituci¨®n que ha trascendido por completo a su condici¨®n original de spin-off. Mario Kart es capaz de eclipsar al propio Mario en su ¨¢mbito natural, el plataformeo, y su legado tambi¨¦n incluye la capacidad de espolear un g¨¦nero con m¨¢s titanes.

El remake de Crash Team Racing es otro destacado de la generaci¨®n que termina y Team Sonic Racing, pese a no convencer tanto como los precedentes All-Stars, tambi¨¦n goz¨® de la clase de ¨¦xito que pr¨¢cticamente garantiza la continuidad de la serie. Con el fontanero o sin ¨¦l, los juegos de karts son un valor importante, aunque hubo un tiempo en el que se prodigaban m¨¢s. Una generaci¨®n en la que eran inescapables, y en la que dieron sus pasos m¨¢s importantes. Y justo a esa generaci¨®n, la de 32/64 bits, nos retrotraeremos hoy. Para tratar no solo la base sentada por Nintendo, sino tambi¨¦n el papel de su aliada Rare para tanto evolucionar (Diddy Kong Racing) como contribuir al desgaste?(Mickey's Speedway USA) de la f¨®rmula.

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Los or¨ªgenes: de Super a 64

Por supuesto, no podemos lanzarnos de golpe a la primera generaci¨®n 3D sin remontarnos antes al origen y explosi¨®n inicial de Mario Kart, que tuvo lugar precisamente cuando Nintendo experiment¨® para lograr algo lo m¨¢s parecido posible a las tres dimensiones con el limitado hardware 16 bits de SNES. Su segunda consola de sobremesa lleg¨® al mercado japon¨¦s en noviembre de 1990 acompa?ada por F-Zero, juego de carreras futuristas que evidenciaba el potencial del Modo 7. Esta t¨¦cnica, revolucionaria para la ¨¦poca, consist¨ªa en escalar y rotar la textura que hac¨ªa las veces de terreno para crear ilusi¨®n de profundidad. Fue la misma tecnolog¨ªa que sustent¨® el vuelo libre de Pilotwings apenas un mes m¨¢s tarde, y con la que un peque?o equipo de Nintendo sigui¨® trabajando para crear un t¨ªtulo m¨¢s desenfadado, que priorizase la diversi¨®n de conducir sobre el realismo o la velocidad.

Este juego inicialmente no ten¨ªa ni karts ni al propio Mario entre sus conductores, pero el prototipo fue evolucionando y variando a medida que surg¨ªan nuevas ideas. Conducir karts reales fue una de esas experiencias reveladoras que cambiaron el proyecto, y el equipo se auto forz¨® a realizar las labores de testeo en modo un jugador ¡ªpese a considerar el multijugador a pantalla partida como el principal¡ª para asegurarse de que los cimientos jugables eran robustos incluso jugando en solitario. Luego vinieron los ¨ªtems, objetos para acelerar o atacar que daban ventajas a los rezagados, y un modo batalla para centrarse en el aspecto competitivo al margen de las carreras. El resto, como se suele decir, es historia.

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Y es una historia que sigue con Super Mario Kart ¡ªestrenado durante el verano de 1992¡ª vendiendo 8.76 millones de copias, lo que le convirti¨® en el cuarto juego m¨¢s exitoso de SNES. Un triunfo incontestable, y a la vez un simple punto de partida. Porque mientras otros ya tomaban nota de aquel primer intento (Sega lanz¨® Sonic Drift para Game Gear en 1994), Nintendo se puso a trabajar en una secuela que no tuviese que recurrir a trucos de perspectiva para simular las tres dimensiones, ni pagase las limitaciones de un control digital a la hora de tomar las curvas o parase en un tope de dos jugadores simult¨¢neos disputando cada carrera o batalla.

Su venidera consola, Nintendo 64, permit¨ªa corregir de un plumazo todo ello gracias a la mayor capacidad computacional, la implementaci¨®n del stick anal¨®gico y la inclusi¨®n de cuatro puertos para mando de serie, ventajas clave sobre Saturn y PlayStation ¡ªya a la venta durante su gestaci¨®n¡ª que Nintendo quer¨ªa aprovechar desde el lanzamiento. Sin embargo, los nuevos desaf¨ªos planteados por el desarrollo 3D y la necesidad de centrar sus recursos para clavar el trascendental Super Mario 64 se saldaron con un retraso: Mario Kart 64 no llegar¨ªa a las tiendas japonesas hasta finales de 1996, medio a?o despu¨¦s del estreno de la consola. En Am¨¦rica y Europa toc¨® esperar a 1997, pero tampoco tard¨® mucho en recuperar el tiempo perdido.

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Una nueva forma de competir

A su estreno, el juego no impresion¨® a todos por igual y algunos se?alaron la escasa evoluci¨®n de la premisa respecto a los d¨ªas de SNES. Los pilotos y los ¨ªtems, de hecho, siguieron siendo sprites, pero a cambio el estudio pudo incrementar considerablemente el n¨²mero de objetos simult¨¢neos en los circuitos y permitir el ansiado multijugador a cuatro con un rendimiento fluido. Adem¨¢s, pese a la naturaleza 2D de los corredores, el control s¨ª dio uso pleno al stick anal¨®gico, que permit¨ªa controlar con mayor precisi¨®n los cambios de direcci¨®n y vino de la mano de unos mejorados sistemas de colisiones y derrapes, con caricaturescas onomatopeyas que cambiaban de color a medida que carg¨¢bamos el mini-turbo.

Por su parte, m¨¢s all¨¢ de algunos elementos decorativos todav¨ªa bidimensionales, los circuitos dieron un salto completo a las tres dimensiones, ofreciendo trazados mucho m¨¢s elaborados que su antecesor. Las pistas planas dieron paso a pendientes, cambios de altura, puentes, rampas y recorridos que se replegaban sobre s¨ª mismos. La selecci¨®n, si bien m¨¢s peque?a en n¨²meros brutos, present¨® 16 circuitos completamente diferentes (SNES hab¨ªa sumado 20, pero a costa de crear variaciones a partir de 8 fondos comunes), con ambientaciones propias y mayor variedad de obst¨¢culos: un tren nos pod¨ªa arrollar en el desierto, los ping¨¹inos jugaban a deslizarse en el hielo, coches y camiones circulaban por la autoestopista, etc.

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Por supuesto, los objetos tambi¨¦n se reevaluaron para aumentar sus ventajas y capacidad desequilibrante: los champi?ones, los pl¨¢tanos y los caparazones ahora pod¨ªan aparecer en sets de tres, el nuevo super champi?¨®n permit¨ªa encadenar muchos turbos seguidos y el caparaz¨®n azul se estren¨® para atacar directamente al l¨ªder de la carrera, por lo que ninguna carrera decidida hasta que cruz¨¢bamos la l¨ªnea de meta. Mario Kart 64 era m¨¢s alocado que Super, y el modo batalla, c¨®mo no, tambi¨¦n se benefici¨® de los cuatro jugadores simult¨¢neos, convirti¨¦ndolo en el principal escaparate del multijugador de Nintendo 64 ¡ªal menos hasta la llegada de GoldenEye, donde se inici¨® otra clase de revoluci¨®n a pantalla partida¡ª.

El resultado, a pesar de algunas cr¨ªticas iniciales a su conservadurismo y la notable reducci¨®n en la base de consolas respecto a SNES (Nintendo 64 cerr¨® su ciclo vital en el terreno de los 32 millones de unidades distribuidas frente a las casi 50 de su predecesora 16 bits), fue que Mario Kart 64 logr¨® superar el ¨¦xito de Super Mario Kart por m¨¢s de un mill¨®n de copias (9.87 millones) y se coron¨® como el segundo juego m¨¢s vendido de la consola solo por debajo de Super Mario 64. La fiebre Mario Kart no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar, y pronto tendr¨ªa continuidad a trav¨¦s de un imitador tan bueno como cercano a la propia Nintendo.

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Aventura por tierra, mar y aire

As¨ª como Super Mario World hab¨ªa tenido su contrapartida en Donkey Kong Country y el rompedor Super Mario 64 pronto la tendr¨ªa en Banjo-Kazooie, a principios de 1997, la brit¨¢nica Rareware (second party de Nintendo en aquellos d¨ªas) empez¨® a gestar la que ser¨ªa su respuesta a Mario Kart. Aunque, al igual que en el caso del pionero de SNES, hacer un juego de karts basado en el universo Kong no era la intenci¨®n original: el prototipo inicial, denominado primero Wild Cartoon Kingdom y m¨¢s tarde Pro-Am 64, no estaba ligado a dicha licencia; pero llegado el verano, el estudio decidi¨® retrasar Banjo-Kazooie a 1998 y colocar el proyecto como el plato fuerte de las navidades, lo que a?adi¨® presi¨®n extra y motiv¨® el uso de personajes conocidos.

Este cambio tan repentino pod¨ªa ser un presagio del desastre, pero el equipo reform¨® el juego en tiempo r¨¦cord y cuaj¨® un t¨ªtulo excelente donde tuvieron cabida tanto Diddy Kong ¡ªpropiedad de Nintendo, aunque creado por los dise?adores de Rare para el primer Country¡ª como el propio Banjo y Conker, tambi¨¦n protagonista de otro proyecto en desarrollo. Aunque su principal reclamo a la larga no ser¨ªan tanto las caras conocidas como su desenvoltura en tres tipos de veh¨ªculos (karts, aerodeslizadores y avionetas, todos con diferentes f¨ªsicas) y el complet¨ªsimo modo aventura que estableci¨® un nuevo est¨¢ndar para el monojugador en esta clase de juegos. Uno con el que desde entonces el propio Mario Kart nunca ha sido capaz de rivalizar.

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En t¨¦rminos de n¨²meros estrictos, Diddy Kong Racing en realidad no supuso un incremento tan grande del contenido, subiendo de 16 a 20 los circuitos disponibles. La clave estaba en la forma de dosificar su acceso a trav¨¦s de un mundo central explorable muy en la l¨ªnea de Super Mario 64, donde los jugadores deb¨ªan conseguir globos dorados para acceder a cada una de las cinco zonas tem¨¢ticas conectadas con ¨¦l. En ellas no solo esperaban las carreras ¡ªtambi¨¦n con sus propios requisitos de entrada¡ª, sino jefes contra los que nos ten¨ªamos que batir en duelo (por partida doble), segundas vueltas con recolecci¨®n de monedas en el trazado y llaves ocultas para acceder a varios minijuegos en clave de modo batalla.

Completar todo ello, sin excepci¨®n, era obligatorio para acceder a la carrera final contra Wizpig, porcino gigante que hac¨ªa las veces de villano principal, aunque el juego era muy flexible con el orden. Llegar al futurista quinto mundo s¨ª requer¨ªa superar todas las pruebas previas ¡ªy derrotar a Wizpig en el primer y falso duelo final¡ª, pero los cuatro iniciales (de ambientes prehist¨®rico, navide?o, tropical y medieval) en seguida permit¨ªan que el jugador fuese de un lugar a otro acumulando globos ¡ªalgunos se consegu¨ªan en central, localiz¨¢ndolos en el mapa o compitiendo contra el genio elefante Raj¡ª, variando localizaciones a su gusto y dejando pendientes las carreras m¨¢s dif¨ªciles para volver despu¨¦s con energ¨ªas renovadas. Un collectathon de pleno derecho, como el venidero Banjo-Kazooie, solo que con jugabilidad Mario Kart.

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Hablando de jugabilidad, Diddy Kong Racing tambi¨¦n cambi¨® bastante las cosas a pesar del punto de partida com¨²n. El rendimiento no era tan fluido como el de Mario Kart 64 ¡ªconsecuencias de subir el list¨®n gr¨¢fico, renderizando en 3D tanto los personajes como escenarios m¨¢s ricos en detalles¡ª, pero sobre la pista ¡ªo el agua, o el aire seg¨²n el veh¨ªculo utilizado¡ª, el juego de Rare premi¨® m¨¢s la habilidad: tanto contra la CPU en el modo aventura, como contra otras personas en el multijugador, los ¨ªtems no se decid¨ªan v¨ªa algoritmo para favorecer a los rezagados, sino que ven¨ªan predeterminados en funci¨®n del color de los globos.

As¨ª, los rojos siempre dar¨ªan misiles; los azules, turbos; los verdes, trampas para dejar en la pista; los amarillos, escudos protectores; y los arco¨ªris, imanes para ser propulsados hacia corredores adelantados. Todo esto con la peculiaridad a?adida de que, adem¨¢s, se pod¨ªa encadenar hasta tres de un mismo tipo para mejorar sus propiedades: un globo rojo, por ejemplo, nos daba un misil normal, pero si lo guard¨¢bamos y no lo us¨¢bamos ni cog¨ªamos otro globo de diferente color, el siguiente rojo lo convertir¨ªa en teledirigido; y el siguiente, multiplicar¨ªa su n¨²mero por diez. Era un sistema m¨¢s t¨¢ctico, y el jugador m¨¢s h¨¢bil y/o m¨¢s experimentado pod¨ªa marcar las diferencias de una forma m¨¢s clara. Lo que, de nuevo, jug¨® a favor de su elaborada aventura, pero terminar¨ªa dejando el m¨¢s ca¨®tico ¡ªy fluido¡ª Mario Kart 64 como la opci¨®n preferente de la mayor¨ªa cuando se trataba de partidas entre amigos.

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Quemando goma: el desgaste de la f¨®rmula

Su completo modo historia, la variedad de veh¨ªculos, la fenomenal m¨²sica de David Wise (merec¨ªa menci¨®n) y la campa?a de marketing ¡ªel juego no solo fue el plato fuerte de las navidades de 1997 para Rare, tambi¨¦n para Nintendo¡ª hicieron de Diddy Kong Racing otro ¨¦xito y acab¨® colocando 4.88 millones de copias en el mercado. N¨²meros m¨¢s humildes que Mario Kart, pero igualmente espectaculares y suficientes para colarlo en el top 8 de la consola ¡ªsuperando, ir¨®nicamente, a Banjo-Kazooie¡ª. La fiebre kart era real, y no hac¨ªa falta usar al fontanero para lograr grandes cifras, as¨ª que aquellos que no estuviesen ya en proceso de subirse al tren recibieron un nuevo incentivo y el chorreo de imitadores se multiplic¨® durante los siguientes a?os.

Como era de esperar, la f¨®rmula se aplic¨® con un grado bastante desigual de calidad y originalidad. Algunos de los deudores de Mario Kart supieron desmarcarse con propuestas m¨¢s distintivas, como los animales rob¨®ticos de S.C.A.R.S., las carreras en escenarios sobredimensionados con coches de juguete de Re-Volt o el completo editor de pilotos y veh¨ªculos de Lego Racers. Un caso llamativo, en los l¨ªmites del g¨¦nero, fue el de Snowboard Kids: el original se hab¨ªa estrenado casi al mismo tiempo que Diddy Kong Racing y mezclara los descensos en tabla de snowboard con el uso de ¨ªtems a lo Mario Kart; tras el ¨¦xito del juego de Rare, la secuela tambi¨¦n incorpor¨® un modo historia un poco m¨¢s elaborado con secuencias y jefes.

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En cuanto a PlayStation ¡ªSaturn se qued¨® por el camino y ser¨ªa Dreamcast la que recibir¨ªa los juegos de karts del cambio de siglo¡ª, la mayor cuota de mercado y sus menores costes de desarrollo y manufacturaci¨®n (esa tantas veces narrada historia del cartucho vs. CD) incentiv¨® la proliferaci¨®n de este subg¨¦nero. As¨ª que adem¨¢s de los compartidos con Nintendo 64, aparecieron muchos otros donde los desarrolladores cog¨ªan la licencia de turno (Disney, Looney Tunes, Los Tele?ecos, El P¨¢jaro Loco, etc.) y la combinaban con las carreras de karts sin demasiados miramientos. La principal excepci¨®n, naturalmente, fue el al principio citado Crash Team Racing.

Tras cerrar una trilog¨ªa de plataformas de ¨¦xito, Naughty Dog dio el salto a los karts aprendiendo las lecciones adecuadas de Diddy Kong Racing y ofreciendo un cuidado modo aventura con mapas explorables, jefes y objetos para coleccionar y desbloquear nuevos mundos. El multijugador permit¨ªa cuatro usuarios v¨ªa multitap ¡ªrequisito habitual fuera de Nintendo 64¡ª, el rendimiento y la jugabilidad fueron bien afinados y, si bien no tan amable como la de Mario Kart, ten¨ªa una curva de aprendizaje que recompensaba de forma satisfactoria a aquellos que persist¨ªan. Aunque sus ventas no alcanzar¨ªan a los dos pesos pesados de Nintendo y Rare, Crash Team Racing super¨® los dos millones de copias y se elev¨® como un faro en medio de un mar de exponentes olvidables ¡ªincluso cuando cumpl¨ªan con unos est¨¢ndares de calidad decentes¡ª.

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Fue una saturaci¨®n a la que tambi¨¦n contribuy¨® la propia Rare, cuando, casi tres a?os despu¨¦s del lanzamiento de Diddy Kong Racing ¡ªen noviembre de 2000¡ª estren¨® un Mickey's Speedway USA que de forma casi inevitable pas¨® sin pena ni gloria. El juego usaba el mismo motor gr¨¢fico que su antecesor, y el equipo lo optimiz¨® para conseguir un rendimiento m¨¢s fluido, esta vez incluso m¨¢s que Mario Kart 64. Tambi¨¦n tra¨ªa el imprescindible multijugador a cuatro, modo batalla, un buen equilibrio en los ¨ªtems ¡ªm¨¢s accesible para toda la familia¡ª, una veintena de circuitos bien diferenciados, el reparto de estrellas Disney y, como su nombre indica, una premisa no alejada de otro t¨ªtulo de carreras popular en Nintendo 64: Cruis'n USA.

Los trazados estaban ambientados en lugares emblem¨¢ticos de Estados Unidos como el circuito de Indian¨¢polis, el Gran Ca?¨®n del Colorado, las pronunciadas pendientes de San Francisco o las calles dominadas por casinos de Las Vegas. Al igual que algunos otros antes, y algunos otros despu¨¦s, fue un buen juego. Un producto competente, m¨¢s que a la altura de la licencia utilizada. Pero ya est¨¢. La gente hab¨ªa tenido su raci¨®n de karts, y la solvencia jugable de Speedway USA ¡ªsin los jefes ni las recolecciones elaboradas de Diddy Kong Racing¡ª caus¨® indiferencia.

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Pasadas las dos d¨¦cadas desde su estreno, es dif¨ªcil ver surgir su nombre en debates sobre los juegos m¨¢s queridos de Nintendo 64 o del g¨¦nero kart pese a aunar dos nombres tan potentes como Rare y Disney. As¨ª que hoy vale la pena recordarlo, y no por bueno ¡ªque lo es¡ª, sino por la lecci¨®n que ense?¨® sobre el desgaste. En 1997, Speedway USA seguramente habr¨ªa llamado bastante la atenci¨®n; en 2000, por contra, los esfuerzos del estudio habr¨ªan estado mejor empleados en otra clase de proyecto o en una reinvenci¨®n m¨¢s sustancial del g¨¦nero que ellos mismos ayudaron a consolidar. Porque aunque lo importante no siempre sea llegar primero, los rezagados necesitan alg¨²n power-up extra si no quieren quedar demasiado atr¨¢s.

Fuentes: Shmuplations, Nintendo Life, Mario Wiki (im¨¢genes)