Atomicrops
- PlataformaPC7XBO7PS47NSW7
- G¨¦neroSimulaci¨®n, Acci¨®n
- DesarrolladorBird Bath Games
- Lanzamiento28/05/2020
- EditorRaw Fury Games
Atomicrops, an¨¢lisis PC
Bajo la apariencia de un farming simulator, Atomicrops nos ofrece una intensa experiencia bullet hell y muchas horas de diversi¨®n roguelite.
La comparaci¨®n es uno de los recursos m¨¢s eficaces para hablar de un videojuego. Establece un marco de referencia sin apenas palabras, de modo que cualquiera sepa f¨¢cilmente qu¨¦ se encontrar¨¢ a los mandos. Basta comparar un t¨ªtulo con otro para descubrir el g¨¦nero, la dificultad, el estilo gr¨¢fico o las mec¨¢nicas del m¨¢s reciente. Algo que ayuda especialmente al dar a conocer nuevos indies, juegos m¨¢s peque?os y muchas veces desconocidos para el gran p¨²blico. Aunque denostada por los excesos que de ella se han hecho, la comparaci¨®n es decisiva en el periodismo de videojuegos. Si se hace bien, por supuesto. Con Atomicrops, el juego que nos ata?e, es vital hacerlo bien.
Habr¨¢ quien compare la obra de Danny Wynne con Stardew Valley, por ejemplo. Ambos comparten un bonito pixel-art, elementos del farming simulator y hablan de granjas, de ganado y de un modo de vida m¨¢s tranquilo. El trabajo de Eric Barone es el primero que se nos vino a la mente cuando supimos de la existencia de Atomicrops porque, al fin y al cabo, la conexi¨®n es evidente. Pero se trata de una comparaci¨®n superficial, que no profundiza y que habla del tejado en lugar de sobre los cimientos. Como ocurre con Dark Souls y los juegos retantes, parece que cualquier obra que abogue por lo buc¨®lico es deudora de Stardew Valley. Dicha afirmaci¨®n, claro est¨¢, es tan inexacta como esa idea con aires de dogma de que todo es Dark Souls. Pese a la primera impresi¨®n, si hubiera que comparar a Atomicrops con una obra precedente para entender su tono, su jugabilidad y sus aspiraciones ser¨ªa con Nuclear Throne.
Patatas nucleares en un infierno de balas
Por sorprendente que parezca, Atomicrops no es el t¨ªpico farming simulator coqueto y juguet¨®n con verduras coloridas y pajares colmados de heno. Es m¨¢s, ni siquiera lo catalogar¨ªamos como un simulador de granjero al uso. Lo que propone Bird Bath Games es m¨¢s bien un twin stick shooter con ecos de Nuclear Throne por su ambientaci¨®n posnuclear y de Enter the Gungeon por su constante infierno de balas. Hay alg¨²n matiz de simulaci¨®n de vida como los coqueteos en la plaza del pueblo, pero es un mero aderezo. Comprender que Atomicrops le debe m¨¢s a la juegograf¨ªa de Devolver Digital que a Yasuhiro Wada es b¨¢sico porque trastoca por completo lo que uno puede esperar y obtener de este indie.
Atomicrops nace como reinterpretaci¨®n sat¨ªrica del farming simulator, como puede apreciarse es su hilarante tr¨¢iler. Heredamos la granja de nuestro difunto t¨ªo y un vecino nos ense?a las bondades de la vida del campo. El protagonista descubre un refugio nuclear que no duda en explorar e invita a pasar a su compa?ero de huerta. Este se r¨ªe, pues jam¨¢s ha pasado nada malo en los alrededores. Ambos estallan en risas cuando una bomba nuclear hace lo propio y desolla al granjero, dejando ojipl¨¢tico al pobre novato. Suena una m¨²sica de banjo y los personajes empiezan a conejos mutantes, babosas deformes y topos zombi. La carta de presentaci¨®n de Atomicrops nos dice que aqu¨ª hemos venido a re¨ªr y disparar m¨¢s que a plantar y pasear. Y basta con empezar a jugar para constatar que es absolutamente cierto.
Cuatro estaciones, cientos de peligros
La vocaci¨®n roguelite de Atomicrops se explicita en su estructura. Cada run se divide en cuatro estaciones de tres d¨ªas de duraci¨®n y cada d¨ªa se compone de tres fases: ma?ana, noche y visita al pueblo. Las primeras horas del d¨ªa sirven para plantar alguna que otra hortaliza y explorar los alrededores de la granja que acabamos de heredar de nuestro t¨ªo. Tenemos en torno a un par de minutos para acumular semillas y mejoras, regar las plantas y fertilizar la tierra con los cad¨¢veres de tus enemigos. Cada caball¨®n es una trinchera y todo espantap¨¢jaros es bueno para plantar una torreta y contener a las hordas de verduras rabiosas. Todav¨ªa en la fase matinal, el juego nos invita a explorar los biomas cercanos al este y el oeste, siendo este ¨²ltimo el m¨¢s sencillo y el que nos otorga kits para reparar puentes y acceder a otros biomas. En ellos, c¨®mo no, aguardan decenas de enemigos y mucho, much¨ªsimos aperos de granja: semillas, tractores y alg¨²n que otro arma. El loot de toda la vida, vaya. No podemos encantarnos, ya que hay que vigilar la granja de tanto en tanto y regresar a defenderla de los ataques mutantes. Como si fueras un h¨ªbrido entre Rambo y Juliana del nuevo Animal Crossing, pronto te ver¨¢s gritando cosas como ¡°nadie toca mis nabos¡± mientras agujereas el cielo con tus balas.
Justo cuando te acostumbras al ritmo que imponen tareas como recolectar semillas y defender tus tierras, Atomicrops cambia de fase y arranca la noche. Ah¨ª es cuando las cosas se ponen feas. Los enemigos aumentan en n¨²mero, tama?o y dificultad, con conejitos francotiradores y babosas monstruosas como mejores ejemplos. Y no solo querr¨¢n tu sangre, sino tambi¨¦n tus verduras. De nuevo, salvar tu vida es tan importante como recoger tu cosecha intacta. Si pierdes alguna de las dos cosas, vuelta a empezar. Si resistes, un helic¨®ptero te rescatar¨¢ y te llevar¨¢ al pueblo. Est¨¢s salvado. De momento.
De visita por el pueblo
Una vez en la civilizaci¨®n, se nos recompensar¨¢ con unos cuantos anacardos, la moneda del juego, por lo que hayamos logrado cosechar. Tambi¨¦n puedes dar un garbeo y flirtear un rato ¡ªuno de los pocos elementos de life-sim que s¨ª incluye Atomicrops¡ª para que te echen un cable defendiendo tu granja. Con algo de paciencia y unas cuantas rosas, la afinidad de nuestro inter¨¦s rom¨¢ntico en cuesti¨®n aumentar¨¢, ganaremos habilidades y en ¨²ltima instancia a?adiremos un nuevo efectivo a nuestra trinchera hortelana.
El pueblo tambi¨¦n es el lugar ideal para adquirir armas, mejoras y nuevas semillas antes de emprender un nuevo d¨ªa de sangre, sudor y chiriv¨ªas. Nadie regala los anacardos y los precios son relativamente elevados, as¨ª que deber¨¢s meditar muy bien sobre qu¨¦ necesitas. Las armas, por ejemplo, solo duran un d¨ªa. Son mucho mejores que tu lanzaguisantes inicial y cada una tiene rasgos especiales que nos facilitar¨¢n la tarea. Sobre todo de cara a la tercera noche.
Cada tercer d¨ªa de cada estaci¨®n, las hordas nocturnas acuden a tu granja lideradas por un jefe temible. Entonces habr¨¢ que hacer frente a un tractor desquiciado, un conejo a lomos de un caracol descontrolado y otras tantas locuras. Sobrevive y el alcalde, un nabo parlanch¨ªn, te recompensar¨¢ en base a los anacardos que hayas ganado durante esa estaci¨®n. ?Y despu¨¦s? Llega el verano. El oto?o. El invierno. Y m¨¢s jefes.
Un desaf¨ªo poco buc¨®lico
Esa es la estructura que comparten todas las partidas de Atomicrops, el ciclo que se repite si alg¨²n topo col¨¦rico acaba con nuestra vida y toca volver a empezar. Bird Bath Games impone un ritmo r¨¢pido tanto en la gesti¨®n de la granja como en la jugabilidad. La variedad la aportan los tres personajes desbloqueables ¡ªempezamos con Lavender¡ª y el hecho de que las mejoras no son permanentes. Hay alguna excepci¨®n, pero su repercusi¨®n es m¨ªnima y la norma general en Atomicrops es que cada partida te obligue a combinar nuevas armas, habilidades y mejoras. Nunca se siente repetitivo y su sistema de progresi¨®n conf¨ªa en que sea el jugador quien mejore m¨¢s que en ir desbloqueando mejoras permanentes hasta resultar un paseo. No es f¨¢cil acostumbrarse y su dificultad plantea m¨¢s de un reto, pero a cambio tenemos juego para rato.
La pega, porque siempre la hay, es que el componente farming que tanto se promocion¨® antes del lanzamiento palidece al lado de su vertiente bullet hell. Esos toques de juego buc¨®lico sirven m¨¢s para justificar una ambientaci¨®n y brindarnos una distracci¨®n mientras combatimos, algo que defender, que para construir un imperio de patatas y sand¨ªas como en Stardew Valley. De ah¨ª que esta cr¨ªtica arranque se?alando que Atomicrops no debe compararse con el simulador de Barone, incluso si la propia publicidad del juego ha intentado darle ciertos aires de farming simulator. Como juego de disparar y esquivar balas cumple bastante bien, pero tampoco llega para revolucionar nada. Su argumento es simple y todo aquello que se aleje de los balazos es bastante simpl¨®n. No obstante, la voluntad de Atomicrops es de satirizar a los granjeros pixelados, de juego que quiere que pases un buen rato con una base s¨®lida y pocas virguer¨ªas. A veces, con eso basta. Y esta es una de esas veces.
Conclusi¨®n
Si acudes a Atomicrops en busca del t¨ªpico simulador de granja con alg¨²n que otro elemento de shooter, huye. La obra de Danny Wynne es justo lo contrario: un juego de disparos con los aderezos granjeros justos. No le pidas tranquilidad y rutinas relajadas plantando pepinos como a Harvest Moon y sus herederos espirituales, pero s¨ª momentos vibrantes y aut¨¦nticos infiernos de balas. En todo lo dem¨¢s va un pel¨ªn justito, pero sin dejar de ser correcto en ning¨²n momento. Lo que s¨ª encontrar¨¢s es un juego con much¨ªsima personalidad, diversidad y retos como para disfrutarlo durante horas y horas.
Lo mejor
- Rejugabilidad infinita: cada partida obliga a combinar nuevas armas y habilidades
- Ofrece un reto a la altura de los grandes twin stick shooters de los ¨²ltimos tiempos
- Su sentido del humor y los personajes son divertid¨ªsimos
Lo peor
- Los elementos de farming simulator son demasiado superficiales
- Las relaciones con los personajes son planas y solo sirven para conseguir mejoras
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podr¨ªan haberlo llevado a cotas m¨¢s altas. C¨®mpralo sin miedo.