Medalla a la esperanza
Los Juegos de Tokio, atrasados un a?o por la pandemia, arrancan con una ceremonia comedida, sin p¨²blico pero con el ¨¦xito de celebrarlos.


Un a?o despu¨¦s, pero a tiempo. Los Juegos de la XXXII Olimpiada, zarandeados por el feroz rival de la COVID-19, se inauguraron en Tokio. Su primera medalla es a la esperanza. No celebrarlos hubiera supuesto una derrota. Y, como bien saben los deportistas, siempre merece m¨¢s la pena resistir en pie que hincar la rodilla. Aunque sea ante un enemigo invisible.
Jap¨®n, atrapada en el dilema de elegir entre lo malo o lo peor, eligi¨® lo malo. Sacar adelante por orgullo y para evitar a¨²n m¨¢s p¨¦rdidas por una cancelaci¨®n unilateral, una cita que se ha convertido en la m¨¢s cara de la historia (13.400 millones de euros) por el sobrecoste provocado por la COVID-19. Hubo ciudadanos (unos centenares) protestando en la puerta del Estadio Nacional de Kengo Kumo, levantado sobre la base del de 1964 en unos Juegos que impulsaron al pa¨ªs hacia la modernizaci¨®n. Y el pebetero prendi¨® con un ¨²ltimo relevo de la tenista Naomi Osaka, ganadora de cuatro Grand Slams, activista contra el racismo y la m¨¢s universal de sus deportistas. La hab¨ªa recibido de cuatro ni?os procedentes de prefecturas afectadas por el tsunami y el accidente nuclear de Fukushima en 2011.?
?? ?Las im¨¢genes que todos estabamos esperando!
— Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol (@COE_es) July 23, 2021
? As¨ª desfil¨® el equipo espa?ol por el Estadio Ol¨ªmpico de Tokyo. #ElCoraz¨®nDeEspa?a pic.twitter.com/VtBsHlnyTq
Pero en los Juegos, el gigante econ¨®mico construido sobre la idea del Citius, Altius, Fortius de las competiciones de la antigua Grecia, los n¨²meros acaban siendo lo de menos y los deportistas lo de m¨¢s. Y ellos, tras un a?o con confinamientos, de sufrimiento e incertidumbre, pudieron desfilar y podr¨¢n competir. No pasar¨¢n ocho a?os en blanco. Pese a cuatro millones de muertos. Pese a 200 millones de infectados en todo el mundo, el deporte sigue. Es su particular triunfo.
Tras el despliegue de tambores tradicionales de Pek¨ªn, la explosi¨®n pop-rock de Londres o el carnaval brasileiro de R¨ªo, la ceremonia de Tokio fue contenida. A veces, con aire m¨¢s de funeral que de fiesta. Las gradas vac¨ªas (unos 1.000 invitados y prensa), en una imagen cruda, retrataron la realidad de la pandemia. S¨®lo algunas delegaciones, como Argentina o Portugal, se atrevieron a salirse del guion con sus c¨¢nticos. Y seg¨²n desfilaban, sal¨ªan muchas por otra puerta. Distancia social y fotos con mascarillas. Marcas que quedar¨¢n para siempre en fotos para la historia.?
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— #Tokyo2020 (@Tokyo2020) July 23, 2021
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Al frente de Espa?a, de una parte de los 321 deportistas que participar¨¢n y buscar¨¢n superar las 17 medallas de 2016, Sa¨²l Craviotto y Mireia Belmonte portando la bandera (novedad en pos de la igualdad que algunos pa¨ªses como Yemen, Emiratos ?rabes, Om¨¢n o Indonesia prefirieron obviar). Los dos con cuatro medallas. El pirag¨¹ista es, adem¨¢s, polic¨ªa nacional y volvi¨® a la primera l¨ªnea durante el confinamiento. Otro s¨ªmbolo.
"Este momento nos da esperanza", dijo Thomas Bach ante los deportistas. "Esta es la luz al final del t¨²nel de la pandemia", volvi¨® a repetir antes de que el emperador Naruhito diese por abiertos los Juegos sin emplear el verbo "celebrar". El mundo no est¨¢ a¨²n, ni con los Juegos, en condiciones de cantar victoria. Pero se ha ganado otro asalto.