El adi¨®s imposible de los Warriors

En el Chase Center no habr¨¢ m¨¢s baloncesto esta temporada. No habr¨¢ m¨¢s hogueras de vanidad por el distrito de Mission, que ahora alarga hacia el sureste la zona pija del downtown de esa San Francisco cada vez menos contracultural y m¨¢s gentrificada, gobernada por el pu?o h¨ªpercapitalista de las grandes tecnol¨®gicas. Un nuevo orden a la fuerza (como casi todos los nuevos ¨®rdenes) que imprime billetes (para algunos), reordena las reglas del juego (a su antojo y para su beneficio, claro) y ha elevado a Golden State Warriors a la categor¨ªa de avatar de los nuevos tiempos. El Chase Center de Mission se asoma al lado de la Bah¨ªa que da a Oakland, muy cerca en lo f¨ªsico pero cada vez m¨¢s lejos en lo emocional. No digamos cuando se atraviesa la hermana pobre y se acerca uno al lado duro de la Bah¨ªa, donde jugaban aquellos Warriors que s¨ª eran otra cosa, otra cultura, otro equipo. Los del Coliseum.

En Oakland ganaron y en San Francisco han ganado. En el Coliseum (Oracle Arena, finalmente) y en el Chase Center, santificado por el t¨ªtulo de 2022, para muchos inesperado despu¨¦s de dos a?os sin playoffs. Pero as¨ª es la dinast¨ªa dorada de la Bah¨ªa, tal vez el mejor equipo de la historia, uno que lleg¨® a parecer infalible (la versi¨®n del 73-9) y literalmente invencible (el tramo de Kevin Durant y el megaquinteto de la muerte). La dinast¨ªa de Stephen Curry. Los Warriors costaron unos 400 millones, al grupo dirigido por Joe Lacob, en 2010. Ahora valen m¨¢s de 7.000, seg¨²n Forbes. Por primera vez al frente de todas las franquicias NBA despu¨¦s de siete a?os de dominio en la lista de los Knicks (en unos 6.100 millones en la ¨²ltima valoraci¨®n). En el pasado curso, que acab¨® con anillo, los Warriors batieron r¨¦cords en la historia de la NBA con un ejercicio de casi 800 millones de ingresos y m¨¢s de 200 de beneficios. Es el modelo: gastar m¨¢s para ganar m¨¢s y ganar m¨¢s para que se pueda gastar m¨¢s. Y ganar y gastar y ganar y gastar y¡­ ?Hasta el infinito? Casi, pero no. Y precisamente ese casi va a ser testado ahora.

Ese ciclo ganador llev¨® las cuentas de la plantilla campeona en la temporada 2021-22 por encima de los 360 millones de d¨®lares entre salarios (178 con el salary cap en 112) e impuesto de lujo: unos 184 millones por el extra y la condici¨®n de repetidor en la infracci¨®n, que multiplica la ratio de subida del impuesto. Como los Warriors lo han hecho todo fenomenalmente bien, ese gasto es una inversi¨®n: compensa. Y como los Clippers tienen un due?o (Steve Ballmer) con una fortuna sencillamente rid¨ªcula (unos 100.000 millones) y ganas de gastar lo que sea, el pr¨®ximo convenio de la NBA est¨¢ pensado para crujir a los gastadores (aunque sean excelentes inversores en planes ideales) y salvaguardar el equilibrio y la viabilidad de todos. Tambi¨¦n, ay, la de los que hacen las cosas mal de forma tozuda y/o no tienen muchas ganas de gastar sin poner mala cara.

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Antes de empezar la temporada, Andrew Wiggins (seguramente el segundo mejor jugador de las ¨²ltimas Finales) extendi¨® su contrato por cuatros a?os y 109 millones de d¨®lares. Y Jordan Poole (23 a?os), un anotador compulsivo con el que era una cuesti¨®n de fe pensar que pod¨ªa ser mucho m¨¢s que eso, se llev¨® cuatro a?os y 140 millones (unos 17 en incentivos) porque los Warriors s¨ª sent¨ªan que pod¨ªa ser esencial en el futuro, en el puente entre el equipo que gan¨® y el que deber¨ªa ganar. La historia de los dos timelines, aparentemente una genialidad el pasado verano y una tragedia de cara a este. Un asunto que ha explotado en la cara de quienes hicieron los c¨¢lculos y ha desnudado de recursos la rotaci¨®n alrededor del prime de Stephen Curry porque no cuaj¨® James Wiseman (n¨²mero 2 del draft de 2020), ya traspasado a cambio de nada. Y porque, cuando ha llegado la hora de la verdad, no han podido aportar las dos joyas del draft de 2021, Jonathan Kuminga (n¨²mero 7) y Moses Moody (14).

Por ah¨ª se ha escapado una v¨ªa de recursos que era, por rendimiento de los propios jugadores o seguramente m¨¢s por el valor de los picks en posibles traspasos previos, valios¨ªsima para un equipo que iba camino de la situaci¨®n en la que ahora se ven los Warriors. Uno que tiene un problema cl¨¢sico en todos los que ganan mucho porque gastan mucho y gastan mucho porque ganan mucho: llega un momento en el que los jugadores cobran m¨¢s por lo que eran que por lo que son y la plantilla dispara su precio pero baja su nivel, y no al contrario, sin mucho margen de mejora que no pase por una revoluci¨®n que implica decisiones muy fr¨ªas de negocio. Por lo tanto, emocionalmente muy duras. El problema, claro, se multiplica si has ganado m¨¢s que casi cualquiera y gastado literalmente m¨¢s que cualquiera. Una regla de tres criminal.

Los Warriors 2022-23 han sido mediocres. Con momentos en los que recordaron a su mejor versi¨®n y otros en los que parecieron una caricatura de lo que una vez fue. Acabaron, ni muy buenos ni muy malos si te olvidabas de qui¨¦nes eran, sexto de un flojo Oeste, con un balance de 44-38 y un terror¨ªfico 11-30 fuera de casa. En playoffs no hubo recorrido m¨¢gico ni last dance para documental glorioso. Los Warriors se empe?aron en ser lo que hab¨ªan sido toda la temporada, m¨¢s o menos. Rotaci¨®n inexacta y sin el lujo de otras veces (Strength In Numbers!), n¨²cleo duro con muchos kil¨®metros en las piernas y menos relevo esta vez (vuelta al punto anterior), y problemas fuera de su pista: 2-5 en playoffs despu¨¦s de rascar dos victorias en Sacramento (2-2) y perder los tres partidos en pista de los Lakers.

Por primera vez despu¨¦s de 28 eliminatorias, r¨¦cord absoluto de la NBA, los Warriors no ganaron ning¨²n partido a domicilio. Por primera vez con Steve Kerr como entrenador cayeron en el Oeste antes de las Finales. Era un 19-0 hasta ahora que tampoco hab¨ªa logrado nadie desde que en 1970 se instaur¨® el sistema de Conferencias. Todo eso acabo porque s¨ª, los Warriors eran lo que eran; lo que se hab¨ªan empe?ado en decirnos durante meses que iban a seguir siendo en primavera. Si pagar 360 millones por un campe¨®n es much¨ªsimo pero bueno, ya sabe usted c¨®mo son estas cosas, pagar lo que para esta temporada y este desenlace se proyecta por encima de esa cantidad parece un lujo que roza el desprop¨®sito. As¨ª son las cosas si se es puramente resultadista. Aunque hay mucho m¨¢s detr¨¢s, claro.

Decisiones importantes en todos los ¨¢mbitos

Llega el verano, que para cada franquicia NBA comienza en cuanto resulta eliminada, al cierre de la temporada regular o en los playoffs. El gran arquitecto en los despachos de la dinast¨ªa, Bob Myers, ha flirteado con el cambio de aires. En San Francisco no quieren que se vaya, pero est¨¢n en uno de esos extra?os (para ellos) puntos cr¨ªticos que no pueden controlar: si se va, no va a ser cuesti¨®n de dinero. Seguramente y de entrada, porque le van a pagar tanto o m¨¢s en otra parte. Si Myers ha decidido que es el momento de dejarlo, tal vez porque lo que viene ahora no va a ser seguramente f¨¢cil, el exjugador Mike Dunleavy Jr (ahora mano derecha de Myers) podr¨ªan ser su relevo m¨¢s natural. Lacob, el jefe de la franquicia, tiene dos hijos que han ganado poder en el organigrama: Kirk tiende m¨¢s al ¨¢rea de gesti¨®n, Kent s¨ª prefiere la parcela deportiva. Steve Kerr, por cierto, acaba contrato. Pero nadie cree que no vaya a seguir. Ni dentro ni fuera de la franquicia. No por ahora.

La cuesti¨®n central, en todo caso, es ver c¨®mo se desarrolla, mantiene o desmonta la dinast¨ªa. Qu¨¦ se hace y de qu¨¦ manera. Porque no hay soluci¨®n f¨¢cil, ni en lo emocional ni en lo econ¨®mico. No puede ser de otra manera, tan metida en su propio universo de crecimiento la organizaci¨®n y tan atado el n¨²cleo duro de este equipo al coraz¨®n de la franquicia, la de siempre y la 2.0. Es un roster tan sumergido en su propia l¨ªnea narrativa que parece imposible de cruzar con el de otros en el mercado. ?C¨®mo traspasas, con sus contratos de la pr¨®xima temporada, a Klay Thompson o Jordan Poole? En caso de que hubiera opci¨®n de salida para el primero, ?c¨®mo metes esa informaci¨®n en ese vestuario y c¨®mo gestionas lo que ser¨ªa una ausencia gigantesca para los aficionados? ?C¨®mo convencen a Draymond Green de que le pegue un buen tajo a lo que vaya a firmar porque los a?os m¨¢s dorados empiezan a quedar atr¨¢s? ?C¨®mo te das un curso de respiro y liberaci¨®n de cuentas cuando la cuenta atr¨¢s de Stephen Curry est¨¢ en marcha? ?C¨®mo mantienes el mayor espect¨¢culo deportivo del mundo, y la caravana de negocio que le sigue, sin un equipo con el suficiente glamour y aspiraciones de primera?

Curry (35 a?os, catorce completados ya en la NBA) tiene contrato hasta 2026, un acuerdo masivo (y, en su caso, just¨ªsimo) que le har¨¢ ser el primero que traspase la frontera de los 50 millones anuales: m¨¢s de 51 el pr¨®ximo curso, casi 60 en la temporada 2025-26. Andrew Wiggins y Kevon Looney tienen contratos garantizados y muy apreciables para la franquicia (unos 33 millones entre los dos el pr¨®ximo curso), y si bien s¨ª ser¨ªan muy atractivos para otros equipos, tienen ahora mismo un valor estrat¨¦gico fundamental en el plano deportivo. Replicarlo ser¨ªa dif¨ªcil y, c¨®mo m¨ªnimo, igual de caro. Con Gary Payton sucede algo parecido con un par de escalones menos de jerarqu¨ªa. En ese tipo de ajustes deber¨ªan entrar en juego de forma trascendental, como v¨¢lvulas de escape, los contratos todav¨ªa rookies de Kuminga y Moody. Pero despu¨¦s de estos playoffs parece arriesgado contar con mucho de ellos el pr¨®ximo octubre. Y el primero, para colmo, ya ha filtrado que quiere saber qu¨¦ va a ser de verdad de ¨¦l en la rotaci¨®n. Si no le gusta la respuesta, se plantear¨¢ pedir una salida.

Entre las piezas que ahora mismo parecen m¨¢s inestables, Poole parece encadenado al equipo porque su extensi¨®n empieza justo ahora, una monstruosidad si se considera que acaba de firmar unos playoffs de 10 puntos por partido con unos porcentajes de 34% en tiros totales y 25% en triples. Va a saltar de 3 millones de salario a m¨¢s de 28. Con un milloncete extra, una de esas bromas pesadas de la letra peque?a, si es Defensor del A?o. Klay (33 a?os), frito en la serie contra los Lakers tras una muy buena temporada, tiene 43,2 millones para el pr¨®ximo curso. Despu¨¦s ser¨ªa agente libre, as¨ª que quiere una extensi¨®n m¨¢xima ahora. Esta ser ir¨ªa a unos 270 millones totales hasta que el escolta cumpla 38 a?os. Los Warriors quieren que siga, pero tambi¨¦n que haga una buena rebaja para ajustarse algo m¨¢s a su rendimiento actual. Entran muchos de los factores ya citados en juego: es dif¨ªcil obtener un buen retorno por la edad y el alt¨ªsimo contrato de un jugador cuyo valor (por volumen) ser¨ªa m¨¢s como expiring en equipos con margen salarial. Su salida, adem¨¢s, supondr¨ªa una bomba de neutrones, un golpe brutal a la narrativa de uno de los grandes equipos campeones de siempre. Ser¨ªa, seguramente, demasiado. As¨ª que los Warriors se pueden ver en un ni contigo ni sin ti con Klay. Especialmente si se considera que entre los dos escoltas, Klay y Poole, apilar¨¢n m¨¢s de 71 millones de d¨®lares la pr¨®xima temporada. Y si se tiene en cuenta que puede que las gestiones ya no las haga ese Myers cuya especialidad es precisamente el cara a cara, la charla mirando a los jugadores a los ojos.

El gran elefante en la chatarrer¨ªa de los ni contigo ni sin ti, eso s¨ª, es Draymond Green. El ala-p¨ªvot tiene una player option de 27,5 millones que durante meses pens¨¢bamos que rechazar¨ªa para salir al mercado. En cuanto la dinast¨ªa se rompiera, Dray siempre pareci¨® el primero que dejar¨ªa equipo. Pero nada m¨¢s consumarse la eliminaci¨®n en L.A., dijo que quer¨ªa seguir y Shams Charania (The Athletic) cit¨® fuentes de la franquicia para asegurar que tambi¨¦n contaban con ¨¦l. Y con mantener el n¨²cleo duro. Estar¨ªa por ver si rompiendo la player option y firmando un nuevo contrato o acogi¨¦ndose a ella y a?adiendo una extensi¨®n. Green tiene 33 a?os y es un jugador imprescindible para entender lo que han sido estos Warriors. Su car¨¢cter y los problemas que genera (muchas veces a sus rivales, algunas a su propio equipo) son un enorme condicionante imposible de separar de qui¨¦n es realmente. Nunca se ha podido tener un Draymond Green sin el otro Draymond Green, y parece que Steve Kerr y Stephen Curry lo asumieron hace tiempo. Tambi¨¦n que es un engranaje esencial en todo lo que hacen. Adem¨¢s, es un jugador hist¨®rico pero particular, cuyo valor en otro sitio parece mucho m¨¢s relativo por edad, forma de ser y encaje deportivo. Adem¨¢s viene, recordemos c¨®mo empez¨® este complicado curso, de pegarle un pu?etazo a Jordan Poole en pretemporada. Green ha sido un l¨ªo permanente que hasta ahora merec¨ªa la pena navegar. ?M¨¢s all¨¢? Parece que en San Francisco creen que s¨ª.

C¨®mo decir adi¨®s... o c¨®mo no hacerlo

Si se suman todos los factores y, por ahora parece que los tiros van por ah¨ª, y se considera que la l¨ªnea continuista todav¨ªa da para luchar por t¨ªtulos si se hacen los retoques necesarios, tenemos un equipo en el que la rotaci¨®n de partida seguir¨ªa casi intacta: Curry, Thompson, Wiggins, Green, Looney, Poole, Kuminga, Moody y tal vez Patrick Baldwin. Cambiarla implicar¨ªa asuntos traum¨¢ticos en lo emocional y de retorno muy complejo en lo deportivo. Poole, Green y Klay pueden salir, pero sin f¨®rmulas m¨¢gicas m¨¢s all¨¢ de aliviar una presi¨®n econ¨®mica que apunta a rondar los 500 millones en salarios, una frontera ante la que hasta Joe Lacob tambalea.

Ahora se proyectan para la pr¨®xima temporada, a la espera de ajustar la situaci¨®n de Green si se parte de que seguir¨¢, m¨¢s de 205 millones en salarios y por encima de los 250 en impuesto. Una deformaci¨®n que se entiendee bien as¨ª: m¨¢s gasto en el segundo concepto que cualquier otro equipo en el primero. El nuevo convenio, adem¨¢s, complicar¨¢ los retoques de plantilla en un equipo que vive tan lejos del l¨ªmite salarial, repetidor compulsivo en el pago del impuesto. Las nuevas restricciones les impedir¨ªan hacer acuerdos como el que les permiti¨® hacerse con Donte DiVincenzo el pasado verano. Y eso sin pensar en que para el curso 2025-26, con todos los cambios de la nueva normativa implementados, un exceso sobre el cap similar al actual implicar¨ªa a los Warriors unos 370 millones solo en impuesto de lujo.

Pero la trampa de elefantes parece ahora mismo obvia: los Warriors, que ni saben si seguir¨¢ su directivo fundamental, no tienen la certeza de que este equipo, que fue campe¨®n hace menos de un a?o, se ha acabado. Y mientras no la tengan, parece que no no van a ser capaces de actuar con la convicci¨®n que se necesita para tirar abajo algo tan profundamente monumental. De hecho, puede que cualquiera se convenciera tambi¨¦n de seguir para adelante, al menos si fuera capaz de reducirlo todo a pensar que a Stephen Curry le queda prime.

A partir de ah¨ª, se entra en unas cuentas econ¨®micas que se mueven directamente en lo imposible. Y se afronta un nuevo convenio pensado para que al que gaste tant¨ªsimo no le luzca en la misma medida en la pista. Los errores muerden los tobillos: los j¨®venes no estaban listos para cumplir la profec¨ªa de los dos timelines, y eso incluye a un Poole cuya extensi¨®n parece ahora mismo uno de esos contratos que destruyen (a veces totalmente) proyectos. Hay que sumar lo dif¨ªcil que es plantearse (a estas alturas, incluso en t¨¦rminos pr¨¢cticos) la separaci¨®n de una figura como Klay Thompson o, con todas sus complejidades y miserias, de un motor como Draymond Green. Y que, por cosas del coraz¨®n, uno mira a la edad de los DNIs¡­ hasta que deja de hacerlo.

Steve Kerr vivi¨® en primera persona como se desmantelaron los Bulls de Michael Jordan despu¨¦s de 1998, y sabe que finalmente acaba siendo cuesti¨®n de dinero¡­ pero tambi¨¦n de otras cosas. La cuesti¨®n, aqu¨ª, es que el Jordan de esta historia no se va. Stephen Curry sigue, y lo que llega desde la Bah¨ªa tras la amarga eliminaci¨®n, sepultados por los Lakers, es que mientras sea as¨ª habr¨¢ que volver a intentarlo. Si uno lo mira con cierta distancia, parece f¨¢cil anticipar c¨®mo diremos en el futuro que se equivocaron ahora. Pero desde el coraz¨®n de la Bah¨ªa seguramente resulte mucho m¨¢s f¨¢cil convencerse, creer, pensar que el camino todav¨ªa puede seguir sin grandes curvas por delante. Pero vienen curvas. Porque no todo, no siempre, depende del talento generacional de Stephen Curry. Los Warriors pensar¨¢n que ojal¨¢ fuera as¨ª. Y que, en definitiva, lo que empez¨® con ¨¦l acabar¨¢ con ¨¦l. Y ni un minuto antes.