James Harden, enemigo 赤ntimo
Acab車 mal con Howard, Paul, Westbrook, Durant y Kyrie. Se hart車 de Rockets y Nets. Y ahora, se borra con los Sixers de Embiid. James Harden no levanta cabeza.


"Harden va a tener dificultades para conseguir que un excompa?ero de equipo lo presente en su introducci車n al Hall of Fame". Eran las palabras de un jugador an車nimo y retirado de la NBA antes de que se hiciera oficial el traspaso del escolta a los Sixers. Una frase que define a la perfecci車n un cap赤tulo m芍s de la carrera de un jugador hist車rico que, sin embargo, deja tras su paso una monta?a de cad芍veres en forma de enemigos (dentro de los l赤mites de la palabra) que ya acumulaba cuando se manten赤a fiel (dentro de los l赤mites de la NBA) a unos colores, y que va creciendo a medida que va cambiando de aires. Por si no fueran pocos, y de enorme magnitud, los que dej車 en algo menos de una d谷cada en Houston; por si poner en su contra a Kevin Durant y Kyrie Irving fuera poco atrevido. Por si su en谷simo fracaso en los Sixers fuera algo que se pudiera hacer todos los d赤as.. Por si, por si...
La carrera de Harden es la que es, sin condicionantes ni peros, sin posibilidad de encumbramiento innecesario o, claro, ejercicios de infravaloraci車n. Harden es, y siempre ser芍, un jugador legendario, uno de los mayores talentos ofensivos de todos los tiempos. Y tambi谷n es, y siempre ser芍, un hombre que ha ca赤do presa de sus propios defectos, que nunca ha corregido lo que le imped赤a avanzar hacia los anillos y el Olimpo y que ha tenido, a la vista est芍, una ingente cantidad de egolatr赤a y narcisismo que ha acabado marcando su carrera hasta l赤mites insospechados. El jugador que gan車 el MVP en 2018, tres t赤tulos consecutivos de M芍ximo Anotador y lleg車 a promediar 36,1 puntos en una sola temporada (la mayor cifra desde Michael Jordan en la 1986-87) es el mismo que ha fichado y despedido compa?eros a su antojo, ha sido caprichoso y se ha mostrado permanentemente contrario a asumir un rol distinto al que 谷l mismo quer赤a.
En una NBA en la que todo es posible o, mejor dicho, casi nada es imposible, Harden ha roto barreras otrora imbatibles, ha personificado la parte m芍s aburrida del juego actual (el de los triples, las canastas en la zona y las posesiones eternas) y ha batido marcas y plusmarcas un d赤a s赤 y otro tambi谷n. Es parte indivisible de una era de evoluci車n, que no de involuci車n; tambi谷n el mayor rival de una de las mayores dinast赤as de la historia, esos Warriors de los tres anillos y las cinco Finales. Pero no es nada m芍s, porque sus equipos han reflejado lo que 谷l mismo era, se han quedado en el camino que conduc赤a al lugar definitivo en la historia y han ca赤do presa de los errores propios. Y todo ello sin ser capaces de vencer al rival m芍s importante: ellos mismos. Igual que Harden, que siempre ha chocado contra unas limitaciones que 谷l mismo se ha autoimpuesto.
La historia de nunca acabar
Harden ha estado siempre en el ojo del hurac芍n por sus h芍bitos, su poca 谷tica de trabajo, sus constantes visitas a los clubes de striptease y un sinf赤n de otras man赤as (por llamarlas de alguna manera) que se le han atribuido. En 2012, tras ganar el premio a Mejor Sexto Hombre, fue utilizado como chivo expiatorio de la derrota de los Thunder en las Finales, en las que promedi車 12,4 puntos (16,8 en regular season) y menos del 38% en tiros de campo (casi el 50). En los Rockets, Harden se erigi車 como l赤der de un nuevo proyecto que cont車 tambi谷n con cad芍veres con los que Harden se enfrent車 en mayor o menor medida: Jeremy Lin, Kevin McHale y Dwight Howard fueron los protagonistas de la primera fase, saldada por unas finales de Conferencia en 2015 (4-1 ante los Warriors, claro).
Antes de la segunda fase, era obvio que el equipo necesitaba algo m芍s para competir y Daryl Morey fich車 a Mike D'Antoni, un hombre que siempre innova, y que pas車 a la velocidad del Seven Seconds or Less a la lentitud del nuevo sistema, que tuvo como objetivo destronar a los Warriors: 55, 65 y 53 victorias los siguientes a?os, con derrota ante los Spurs y, por partida doble (y otra vez) ante los Warriors. Chris Paul lleg車 para adaptarse a la perfecci車n al escolta, defender, jugar sin bal車n y demostrar su inmensa calidad y su propensi車n a las lesiones, en el quinto partido de esas finales del Oeste que fueron la mayor oportunidad de los Rockets desde que contaran en sus filas con esa casi deidad que representaba Hakeem Olajuwon. Sin embargo, no hubo excusas: los Rockets manejaron, sin Paul, diferencias superiores a los 20 puntos en el sexto partido y, en el s谷ptimo, fallaron 19 triples seguidos para fracasar con ese 迆nico plan inamovible que acab車 siendo su ruina.
Las cosas no cambiaron al a?o siguiente, con derrota, esta vez en semifinales, tras empatar la eliminatoria a 2 y sin un Kevin Durant lesionado. 4-2, adi車s a las opciones y discusi車n entre bambalinas con Chris Paul, que se fue por petici車n de un Harden que solicit車 la llegada de Russell Westbrook, al que quiso desahuciar un a?o despu谷s, tras la eliminaci車n en la burbuja de Orlando. Dos traiciones consecutivas a dos jugadores que 谷l mismo hab赤a solicitado. Y, sin que eso fuera suficiente, no contento con la salida de Westbrook pidi車 la suya propia, que forz車 hasta la saciedad y acab車 consiguiendo m芍s por pesadez que por deseo de los Rockets, ya sin D'Antoni, sin Morey y con un Stephen Silas que no sab赤a absolutamente nada del tema ni hab赤a hablado con un jugador que demostr車 poca o ninguna lealtad con una entidad que lo hab赤a dado todo por 谷l y hoy recoge las migajas de un proyecto fracasado.
Embiid, de compa?ero a v赤ctima
Harden lleg車 a un proyecto que crearon, dentro de los par芍metros de la era de los jugadores empoderados, Kevin Durant y Kyrie Irving. Fueron los que llegaron, los que no saltaron a pista en el primer a?o (Kyrie 20 partidos y Durant ninguno), echaron a Kenny Atkinson entre bambalinas y se dedicaron a manejarlo todo a su antojo. Hacer lo que buenamente pod赤an con Joseph Tsai, el due?o, elegir a Steve Nash para que hiciera m芍s bien poco en un puesto de entrenador que consideran m芍s una obligaci車n que una necesidad y ser los referentes de un proyecto que apuntaba (de momento, no lo han ganado) el anillo. Harden era un invitado de 迆ltima hora. Y el escolta pronto asumi車 la funci車n de base y asegur車 que lo har赤a todo para ganar. Hasta que ese todo ha sido demasiado para lo que estaba dispuesto a dar.
Kyrie no se vacunaba, Durant tiraba con todo y, cuando se lesion車, fue a Harden al que le toc車 hacer solos de guitarra. El escolta, en una forma f赤sica que se alejaba mucho de la que fue en sus mejores a?os en los Rockets, notaba mucho los back to backs, llegaba fatigado a los 迆ltimos cuartos, no estaba c車modo teniendo que tirar solo del carro, no estaba de acuerdo con la decisi車n de no vacunarse de Kyrie y se encontraba perdido en una ciudad en la que todo el mundo se encuentra, Nueva York. Y en Philadelphia le tiraba Morey mientras que en Brooklyn ya no estaba D'Antoni, asistente de Nash el a?o pasado, cuando una pr車rroga en el s谷ptimo partido de las semifinales de Conferencia dejaba a Harden sin un anillo que nunca ha ganado. Una de sus (muchas) asignaturas pendientes. Deseos cumplidos, segundo traspaso forzado en un a?o y adi車s al proyecto del big three. Uno que, a pesar de todo, siempre tuvo a dos estrellas y nunca lleg車 a tener a tres. Al final, solo 16 partidos para el tr赤o con un r谷cord de 13-3. Una asociaci車n tan ef赤mera que ni siquiera podemos preguntarnos eso de qu谷 habr赤a pasado si...
Y en un nuevo lugar, id谷nticos resultados. Un inicio esperanzador (26,8 puntos, 7,5 rebotes y 12 asistencias en sus primeros 4 partidos) para hundirse despu谷s a 19,7+7+10,1 y apenas un 36% en tiros de campo. En playoffs, la otrora estrella se ha quedado en menos de 20 puntos por encuentro y apenas un 40% en tiros. Y ha intentado 13 tiros de campo en la serie ante los Heat, con una leve pero ef赤mera resurrecci車n en el cuarto asalto (31+7+9), pero una forma de borrarse en el sexto y 迆ltimo bochornosa: apenas 11 puntos, 9 tiros intentados, solo 2 en la segunda parte y 0 puntos en los 迆ltimos 24 minutos de juego. Un fracaso m芍s dentro de una carrera llena de altibajos, con un talento descomunal para hacer de todo pero tambi谷n para pecar de una indolencia supina que, una vez m芍s, le deja fuera de la lucha por un anillo que no parece necesitar. Y eso 迆ltimo, como sensaci車n, es lo peor de todo.
?Y ahora qu谷?
Despu谷s de la incontestable derrota y de la imagen mostrada, los Sixers ponen rumbo al rinc車n de pensar. Es probable que Doc Rivers, Joel Embiid y James Harden no se vuelvan a juntar para el curso baloncest赤stico y que alguno de los tres se caiga, y el entrenador, al que se le acaban los argumentos desde que sali車 de los Celtics (su anillo en 2008 queda ya muy lejano) tiene una posici車n cada vez m芍s complicada y no parece que est谷 contento con las decisiones de Daryl Morey y con c車mo se ha rodeado a un Embiid con el que s赤 estaba en plena sinton赤a. El t谷cnico ha sonado para los Lakers, que podr赤an estar esperando a que se solucionara su temporada para entrevistarle. Y por ah赤 se habla de Mike D'Antoni para los Sixers, algo con lo que Morey cumplir赤a un sue?o: el de trasladar a Philadelphia todo lo que ten赤a en Houston.
Lo que tienen los Sixers, le vale a medias a Morey m芍s all芍 de Embiid: Maxey mezcla buenas rachas con precipitaciones contantes, Niang est芍 a medio gas, Milton no mete ni una y Danny Green, siempre 迆til, se le ha lesionado en el primer cuarto del sexto partido. Harden, por su parte, cobrar芍 47 millones de d車lares la temporada que viene y espera una nueva renovaci車n millonaria por parte de Morey, con 34 a?os y muy lejos de su mejor nivel. Y las filtraciones sobre la mala relaci車n con otros compa?eros de equipo ya ha comenzado. Una t車nica muy constante, convertida en tradici車n, para un hombre convertido en un producto t車xico y que acaba mal con unos y con otros de forma indistinta y por los motivos que sean. Le valen todos.
James Harden llega a un momento clave en su carrera. El dinero que va a cobrar ya parece demasiado para una estrella que empieza a perder luz, y la hipot谷tica idea de trasladar lo que hab赤a en Rockets a Sixers es objetivamente absurda. No se consigui車 el anillo con el mejor Harden de siempre, no se va a conseguir ahora con uno de 34 a?os, de capa ca赤da, que sigue con las mismas din芍micas extradeportivas de anta?o y que crea un ambiente controvertido y t車xico all芍 d車nde va. La reflexi車n ya le llega tarde a un jugador que ni tiene anillo ni parece tener ganas de conseguirlo. Y el traspaso que parec赤a que iba a cambiar la NBA ha acabado siendo el error procedente de las filias y fobias de Daryl Morey. James Harden, enemigo 赤ntimo, no tiene excusa que valga a estas alturas. Se le han acabado. Y cada vez queda m芍s lejos lo que m芍s les cuesta a esos jugadores que lo han sido todo, pero han tenido una masa constante contraria a su persona: la redenci車n.