Ni presente, ni pasado, ni futuro: el desastre de los Pelicans
Inicio catastr¨®fico, ninguna base social, Zion desaparecido... los Pelicans no levantan cabeza en una NBA en la que no encuentran su sitio.
Los Pelicans no levantan cabeza. Con una historia muy corta y un mercado muy peque?o, la franquicia de Nueva Orleans no da con la tecla y se queda sin excusas. 1-10 de inicio, p¨¦simas sensaciones, un Zion Williamson desaparecido y pasado de peso y ning¨²n atisbo de esperanza. Desde que los Pelicans pasaron a llamarse s¨ª, all¨¢ por 2013, abandonando la nomenclatura de unos Hornets que pusieron rumbo a Charlotte, han disputado dos veces los playoffs y solo han ganado una sola ronda. En total, cinco victorias en la fase final en nueve a?os, un n¨²mero que se va a mantener inamovible en el presente salvo... salvo nada. Es, en estos momentos, tan improbable como impensable pensar que un equipo a la deriva puede remontar el vuelo y enderezar algo que siempre ha estado torcido, nunca ha estado acompa?ado de ning¨²n tipo de optimismo y ha supuesto un desm¨¢n estructural y deportivo constante.
Esta es la novena temporada del equipo bajo esa nomenclatura. En total, cuatro entrenadores: Monty Williams, Alvin Gentry, Stan Van Gundy y, ahora, Willie Green. Ninguna temporada por encima de las 50 victorias, seis r¨¦cords negativos que ser¨¢n siete cuando concluya este curso, un vaiv¨¦n que no ha cesado en unos despachos desmadejados, una estrella que puso rumbo a Los Angeles y ni una sola final de Conferencia, ni como Pelicans ni como Hornets. De hecho, ese equipo hermano que anda ahora en Charlotte es, junto a ellos, el ¨²nico de la historia que jam¨¢s ha pisado dicha ronda. Los Clippers, que completaban el tr¨ªo, lo hicieron el a?o pasado. Y dej¨® solos a ambos equipos que se encuentran, eso s¨ª, en momentos radicalmente distintos. Unos, los de Michael Jordan, atisban la luz al final del t¨²nel. Los otros, los Pelicans, est¨¢n en el pozo de la competici¨®n.
Es un ejercicio bastante complicado intentar explicar de forma clara y concisa semejante desastre. Por un lado, ya se ha intentado explicar muchas veces; por otro, hay pocas cosas nuevas que se puedan contar. Pero, en un intento desesperado por hacerlo, volver al origen del problema podr¨ªa ser la mejor soluci¨®n. Y no tanto a la creaci¨®n de una franquicia joven, m¨¢s bien al traspaso clave de ese Anthony Davis con el que pensaron que pod¨ªan sacar mucho, pero no sacaron tanto. Con ese n¨²mero 1 del draft de 2012 se hicieron con un reciente campe¨®n ol¨ªmpico con el que han vivido sus mejores momentos... que han sido pocos, por otra parte. En realidad, se ci?en a esa primera ronda de 2018 ante los Blazers, a los que apearon en cuatro partidos con su estrella, Rajon Rondo, Jrue Holiday, E'Twaun Moore, Nikola Mirotic... Un equipo que se impuso a los Warriors en el tercer partido de las semifinales de Conferencia. Y ah¨ª se qued¨®.
?Mercado peque?o o mala gesti¨®n?
La terminolog¨ªa mercado peque?o ha sido una constante en la historia de la NBA. Los ?ngeles y Nueva York siempre han sido las ciudades favoritas para los agentes libres, esas que tienen altas dosis de atractivo por el baloncesto y todo lo que le rodea, por la far¨¢ndula y la parafernalia, por esas aficiones m¨¢s preocupadas de parecer que de ser. En los Lakers, Jerry Buss, una mente brillante, coleccion¨® estrellas en pista a base de acumularlas en las gradas en esos famosos 80, creando una tradici¨®n que se mantiene actualmente. Es en esos lugares donde las estrellas de cine o los personajes p¨²blicos m¨¢s famosos llegan para quedarse, salir en la televisi¨®n, ser protagonistas, a veces, de esa kiss cam que es parte del espect¨¢culo y saludar o aplaudir a estrellas o entrenadores rivales si as¨ª les place, como qui¨¦n tiene un aura superior al resto y es capaz de codearse con la grandeza baloncest¨ªstica al haber conseguido la misma en otro campo.
Detr¨¢s de esas ciudades hay todo tipo de mercados. Los medianos (Boston, Chicago...) y una horda muy grande de esos a los que nadie quiere ir. Oklahoma, Charlotte, Memphis o, claro, Nueva Orleans, son solo algunos de ellos. Ciudades que carecen de atractivo para los mejores agentes libres y cuyas franquicias se ven abocadas a construir desde abajo, desde el draft, pagar sueldos excesivos a jugadores que no lo merecen tanto y mirar a largo plazo, ya que el futuro inmediato suele ser s¨®rdido y oscuro. Y competir en poco tiempo contra equipos de primer nivel, una quimera. Y eso han intentado los Pelicans, primero con Davis y luego con Zion: construir a partir del draft, impulsar el proyecto con el traspaso de su gran estrella y coleccionar una horda de j¨®venes talentos para dar el salto definitivo y luchar por algo m¨¢s grande que, simplemente, estar cada a?o en la tierra de nadie de una competici¨®n que no espera a nadie. Ni a los mercados grandes, ni a los peque?os.
El problema, sin embargo, no es culpa solo del tipo de mercado en el que se manejan los Pelicans. En junio de 2019, Davis fue traspasado a los Lakers a cambio de Lonzo Ball, Brandon Ingram, Josh Hart y tres elecciones de draft de primera ronda, incluida la de ese a?o, la n¨²mero cuatro. El traspaso estuvo acompa?ado de un sainete eterno que se alarg¨® varios meses, con Davis haciendo gala del empoderamiento del jugador y neg¨¢ndose a jugar mientras exig¨ªa llegar a ese mercado grande que muchas estrellas buscan. El center disput¨® 56 duelos ese a?o, con 25,9 puntos, 12 rebotes, casi 4 asistencias y m¨¢s de 2 tapones de promedio, adem¨¢s de 1,6 robos de bal¨®n. Jam¨¢s los Pelicans han tenido a nadie semejante. El tema se resolvi¨® con el despido de Dell Demps por un lado y la salida de Magic Johnson por el otro. Rob Pelinka y David Griffin resolvieron la situaci¨®n. Bueno, lo hicieron los Lakers, que un a?o despu¨¦s ganaron el anillo. Los Pelicans ya, tal...
Los problemas de hoy
Ahora, la crisis es total en los Pelicans. Griffin despidi¨® a Alvin Gentry tras una temporada, la del coronavirus, de 30 victorias. Lleg¨® Stan Van Gundy, un entrenador de la vieja escuela que hizo explotar a Zion en el plano individual (27+7,2+3,7 y All Star), pero que se qued¨® en 31 partidos ganados, haciendo ef¨ªmero su paso por esa NBA a la que enamor¨® cuando estaba en los Magic de Dwight Howard. Y la llegada de un desconocido como Willie Green no ha resuelto los problemas de un grupo sin rumbo, que no cree en ning¨²n discurso y que parece que deambula por la pista en lugar de jugar al baloncesto. La franquicia se vio obligada a pagar 158 millones en 5 a?os a Ingram despu¨¦s de su a?o All Star (23,8 puntos por duelo) y no pudo hacer lo mismo con un Lonzo Ball talentoso pero siempre al borde de una explosi¨®n que no llega y que ha dicho adi¨®s sin que se le pudiera traspasar en febrero (acababa contrato y estuvo en muchas conversaciones) para ganar m¨¢s dinero y m¨¢s partidos en los Bulls.
Y luego est¨¢ Zion. La estrella ha llegado pasada de peso a una pretemporada que se ha pasado, como el inicio del curso, en el dique seco. Todo un cl¨¢sico para un jugador con problemas f¨ªsicos constantes y que tiene que soportar muchos kilos sobre sus piernas. Sus h¨¢bitos son cuestionables y tambi¨¦n su actitud, mientras que el hermetismo sobre lo que le pasa es total y ni siquiera dentro de la din¨¢mica del equipo son capaces de discernir c¨®mo tratar a su jugador franquicia. O ese es el deseo, al menos, de David Griffin, que tras muchos desmanes con LeBron James en Ohio quiso hacer gala de una capacidad que no es tan grande y no es capaz, en estos momentos, ni de tratar con Zion, ni rodearle adecuadamente, ni encontrar al entrenador perfecto para un proyecto que ni es un proyecto ni parece serlo. Y, entre todo eso, ese famoso entorno que es tan importante hoy en d¨ªa (o m¨¢s) que el propio jugador, filtra problemas a la prensa y coloca a su jugador en Nueva York. O lo m¨¢s lejos posible de Nueva Orleans. Lo mismo da.
En estos momentos, los Pelicans sin Zion son la sexta cuarta defensa de la NBA y el tercer peor ataque, el cuarto peor en tiros de campo, el segundo m¨¢s malo en tiros de dos, el tercero que m¨¢s balones pierde y el segundo peor net rating. Y tienen el peor r¨¦cord (1-10), claro. Ingram est¨¢ en 25 puntos por partido, pero necesita un bal¨®n que perdi¨® el a?o pasado con Zion y que le vover¨¢ a abandonar cuando vuelva. Y Valanciunas, traspasos mediante, tiene el papel¨®n de jugar un partidazo tras otro (est¨¢ en 19+14). Un poco de Josh Hart, otro de?Nickeil Alexander-Walker, algo de?Devonte' Graham... pero, en general, una aut¨¦ntica falta de sincron¨ªa y un desastre constante que no se arregla ni Zion ni nadie. Y, en esa NBA poli¨¦drica inmersa en la era de los jugadores empoderados, o contentas pronto a tu estrella o te quedas sin ella. Los Pelicans, que ya vivieron esta situaci¨®n con Davis, se ven abocados a otra similar con Zion. Y todo, en medio de una marejada de derrotas que les ha relegado al ostracismo de la competici¨®n. Los Pelicans, a la deriva: ni presente, ni pasado, ni futuro.