La maldici¨®n de la oportunidad perdida: Chris Paul y los Suns
El base pierde la oportunidad de su vida y los Suns se quedan sin su primer anillo. En una NBA que no espera a nadie, Paul y los Suns siguen malditos.


En la NBA siempre ha habido maldiciones. Afectan a jugadores y equipos, a entidades y entrenadores. Y no entienden de clases ni de estamentos, perjudicando a estrellas consolidadas o a proyectos que han sido perfectamente trabajados. Y, claro, siempre tienen algo que ver con la lucha por el anillo, ese ansiado legado que todo el mundo busca antes o despu¨¦s en una competici¨®n que no espera a nadie. All¨ª donde fracas¨® Charles Barkley lo hicieron Stockton y Malone; tambi¨¦n franquicias como los Clippers, en su eterna concatenaci¨®n de malas decisiones, con el taca?o Donald Sterling a la cabeza, hasta las remontadaas sufridas en su etapa m¨¢s gloriosa. La incapacidad de un buen t¨ªo como Doc Rivers de sacar adelante eliminatorias que tiene de cara, la imposibilidad de los Sixers de volver a sus d¨ªas de gloria o el fracaso de plantillas ic¨®nicas como los Kings de Webber, Bibby, Divac, Stojakovic... todos ellos han sido maldecidos por un conjuro ficticio que les impide avanzar, hacerse fuertes, llegar a la gloria o volver a tocarla, seg¨²n el caso.
La mejor Liga del mundo tiene una estructura casi poli¨¦drica, con una base que impide la compensaci¨®n universal, que intenta dar opciones a todos, pero que exige que se aprovechen esas oportunidades que, una vez perdidas, no tienen por qu¨¦ volver. Desde que los Warriors acabaron con su particular dinast¨ªa, ha habido tres campeones distintos, algo que da buena muestra de que cualquiera puede conseguir lo que casi nadie consigue. En 2016, los Cavaliers ganaron el primer anillo de su historia, algo que los Raptors repitieron en 2019. En el presente curso, han sido los Bucks los que han acabado con una sequ¨ªa de 40 a?os, cuando con Kareem (entonces Lew Alcindor) y Oscar Robertson tocaron el cielo en la prehistoria de la Liga. Y los Suns han sido finalistas por tercera vez en su existencia, de forma tan inopinada como merecida, tras un curso baloncest¨ªstico hist¨®rico que se ha resuelto igual que las dos Finales que la franquicia hab¨ªa disputado: 4-2.
Cuando Chris Paul lleg¨® a Arizona hubo, primero, un deje de espa?olismo muy grande para criticar la falta de compromiso de la entidad con Ricky Rubio. Y despu¨¦s, un reconocimiento casi ancestral a uno de los mejores bases de todos los tiempos. Pero tambi¨¦n, a un jugador perseguido por una maldici¨®n eterna, una incapacidad innata, por dem¨¦ritos propios, lesiones o mucha mala suerte, que le ha impedido poner el broche de oro a una carrera que es legendaria sin el mismo, pero que se queda coja sin ese anillo que Paul tanto anhela y que nunca ha conseguido. Es m¨¢s, en 16 temporadas en la NBA solo ha pasado de semifinales de Conferencia dos veces; en 2018, se sac¨® el sainete del mejor jugador que jam¨¢s hab¨ªa llegado a esa ronda, pero se lesion¨® en la misma y vio desde el banquillo ese s¨¦ptimo partido de 27 triples consecutivos fallados por parte de los Rockets de Harden, que estuvieron muy cerca de dar la machada ante la dinast¨ªa de los Warriors. Y en 2021, tres a?os despu¨¦s y con 36 primaveras, en una forma f¨ªsica envidiable y con un talento muy vivo, cuando ha accedido a sus primeras Finales... para caer derrotado. Otra vez, esa maldici¨®n eterna. La de las oportunidades perdidas.
Chris Paul y los Suns tienen trayectorias con una gran diferencia temporal, pero no en lo que se refiere a los resultados. Phoenix siempre ha sido un mercado peque?o, un desierto muy grande que no atrae agentes libres de gran calibre y que se ve obligado a aprovechar esas temporadas hist¨®ricas en las que tienen alguna opci¨®n de anillo. En 1976, cayeron por 4-2 ante los Celtics, unas Finales olvidadas en una d¨¦cada de mucho m¨¢s talento del que la gente recuerda, pero inmersa en la lucha de la NBA con la ABA, en la ca¨ªda de audiencias televisivas que resucitaron Magic y Bird (y David Stern, claro) y en la a?oranza de h¨¦roes del pasado, como Chamberlain, Russell, Jerry West o Elgin Baylor. En 1993, con Barkley como MVP, part¨ªan con cierto favoritismo ante Jordan, pero cayeron ante su versi¨®n m¨¢s divina (41 puntos de promedio) y con una incapacidad superlativa para ganar en Arizona, donde perdieron los tres partidos que disputaron en esa serie. La historia se ha repetido con el tope de las dos victorias este a?o, a pesar de empezar 2-0. Y con cuatro derrotas consecutivas que dejan un regusto amargo y esa sensaci¨®n, otra vez, de la oportunidad perdida. De maldici¨®n.
De la historia a la histeria
Monty Williams le dec¨ªa a Chris Paul que no se contuviera, que iba a disputar unas Finales, en el sexto partido de las finales de Conferencia ante los Clippers. Lo que estaban haciendo los Suns era historia y es lo que han hecho. Pero se ha convertido en histeria ante la falta de soluciones y la moral minada por la energ¨ªa, el coraz¨®n y la garra de sus rivales. El tercer partido fue de dominio total de Giannis y compa?¨ªa, pero el cuarto, el quinto y el sexto han sido resueltos por 6, 4 y 7 puntos respectivamente. Finales apretados que no han sabido gestionar y una ausencia total de capacidad de reacci¨®n, especialmente a la tela de ara?a de la defensa de los Bucks, que imped¨ªa los triples desde las esquinas y que el juego partiera directamente de Chris Paul, que ha promediado 21,8 puntos y 8,2 asistencias, pero ha perdido m¨¢s de 3 balones por partido, ha bajado del 93 (r¨¦cord de la temporada) al 75% en tiros libres y ha tenido menos tiempo el bal¨®n en sus manos, sin ser adem¨¢s clave en los finales apretados.
La temporada de Paul ha sido majestuosa: 16,4 puntos, 4,5 rebotes y 8,9 asistencias con 36 a?os, disputando el All Star y liderando a los Suns a los playoffs por primera vez en 10 a?os. Pero ha fallado, como siempre, ese final en el que siempre pasa algo y que ha acabado con Monty Williams casi llorando en rueda de prensa y el propio base march¨¢ndose sin saludar, para hacer gala de ese jugador que ha generado muchas antipat¨ªas con su comportamiento, una actitud diametralmente opuesta a su calidad como baloncestista, indudable. Los Suns han sido quintos en porcentaje de triples, sextos en rebotes ofensivos, cuartos en asistencias, s¨¦ptimos en puntos, quintos en robos y primeros en tapones. Pero el ascenso de Cameron Payne fue ef¨ªmero y dur¨® lo que Paul tard¨® volver de su lesi¨®n en la serie ante los Lakers, Ayton ha dado pasos gigantescos hacia delante pero se ha diluido en las Finales, superado por un Giannis capaz de defender a cualquiera, la constancia del equipo se ha visto truncada y han ido a picos, una din¨¢mica contraria a los Bucks, que eran los que tiraban de rachas, y Monty Williams no ha tenido la culpa pero tampoco ha tenido soluciones brillantes. Especialmente, otra vez, en finales apretados.
Visto lo visto, el futuro es incierto. Chris Paul cumplir¨¢ 37 a?os la temporada que viene, tiene una player option de 44 millones de d¨®lares a la que ya dijo que no quer¨ªa renunciar en el pasado, pero algunas voces, minoritarias, le sit¨²an fuera del equipo, mientras que Magic ya ha empujado para que firme por los Lakers. Y s¨ª, han sido finalistas y tienen mimbres y juventud para el futuro... pero han ganado en primera ronda a unos Lakers en cuadro, en segunda a unos Nuggets sin Jamal Murray y en las finales del Oeste a unos Clippers sin Kawhi. Dos equipos muy buenos se han enfrentado por el t¨ªtulo, pero las lesiones (de los Nets por el otro lado) y la situaci¨®n epidemiol¨®gica han dado como resultado a dos finalistas inesperados. Y de los condicionantes no se vive (los que llegan son, ese a?o, los mejores), pero precisamente por eso hay que ganar cuando se puede, un mantra convertido en tradici¨®n para esa NBA que a nadie espera.
Con 2-2, se supo que el derrotado se iba a quedar siempre con el recuerdo amargo de la oportunidad perdida, con dos franquicias que ten¨ªan ante s¨ª una coyuntura hist¨®rica. Y el caso de Giannis, homologable al de Paul y sentenciado por la opini¨®n p¨²blica con 24 a?os (elevado, ahora con 26, al Olimpo), ten¨ªa toda una carrera por delante para hacerse con el t¨ªtulo. Paul, por su parte, ten¨ªa ante s¨ª la ocasi¨®n de su vida. A los Thunder de 2012 se les augur¨® un futuro fant¨¢stico, y no volvieron a pisar las Finales, a pesar de estar siempre en el pie del ca?¨®n. Los Suns pueden encontrarse en la misma situaci¨®n: porque s¨ª, Booker no tiene techo, Ayton seguir¨¢, presumiblemente, con su din¨¢mica ascendente, y gente como Cameron Payne, Cameron Johnson o Mikal Bridges tienen un futuro muy prometedor. Pero toca tomar decisiones en forma de renovaciones, no hay dinero para todo el mundo y la estrella de Paul, antes o despu¨¦s, llegar¨¢ a su fin, en Phoenix o en otro sitio. Una estrella que ha brillado de forma constante, pero que se apaga paulatinamente mientras la oportunidad del anillo se esfuma. Los Suns y Chris Paul est¨¢n malditos. Una t¨®nica constante en una NBA en la que hay que ganar cuando se puede. Si pasa lo contrario, el recuerdo te perseguir¨¢ como siempre. Y no es un recuerdo agradable. Nunca lo es.