Una generaci¨®n en rebeld¨ªa
LaMelo Ball y Anthony Edwards lideran una camada minusvalorada desde el principio. Al t¨¦rmino de la temporada, se reivindican.
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La pandemia ha marcado a muchas generaciones. A esos ni?os que, por primera vez, pisaban la escuela. O a los no tan ni?os, que iniciaban su etapa universitaria... o la terminaban. El coronavirus se col¨® en medio de muchas primeras veces y el baloncesto no fue una excepci¨®n. El Draft de 2020 fue raro, como casi todo en dicho a?o. Previsto para el 25 de junio, tuvo que ser retrasado, primero, para el 16 de octubre y, finalmente, para el 18 de noviembre. En el sentir de los j¨®venes talentos, seguramente, impotencia e inseguridad; en el de las franquicias, un cambio de planes constante que repercut¨ªa en su estrategia a medio plazo. Hab¨ªa preocupaci¨®n en c¨®mo conjugar las fechas del acontecimiento con la agencia libre, con la retah¨ªla de intercambios (y su impacto en el l¨ªmite salarial) que se produce durante la primera noche como motivo. Y, como en casi todos los ¨¢mbitos de la sociedad, afloraba la incertidumbre. Por todos lados. En un duro golpe econ¨®mico, pero tambi¨¦n deportivo, la NCAA se ve¨ªa obligada a parar el March Madness y, con ello, la mayor ventana en cuanto a la exhibici¨®n de las aptitudes baloncest¨ªsticas. El Combine, por su parte, tambi¨¦n se adaptaba a la situaci¨®n y tomaba forma telem¨¢ticamente, alejando un contacto directo que no disolv¨ªa las dudas.
Porque hab¨ªa muchas. Independientemente de las dificultades planteadas por la situaci¨®n sanitaria, la nueva camada llegaba sin hacer mucho ruido. Tras el aterrizaje de Zion Williamson o Ja Morant, y a la espera de?Cade Cunningham, parec¨ªa una generaci¨®n condenada a la indiferencia. Tampoco al fracaso, que es palabra may¨²scula, pero s¨ª a un destino que parec¨ªa escrito en min¨²sculas. Sobre LaMelo Ball, que se presentaba como una de las potenciales estrellas (si es que, por aquel entonces, se pronunciaba dicha palabra), reca¨ªa el peso de su apellido, cierta inmadurez y el hecho de haber estado jugando fuera de Estados Unidos, en Australia. James Wiseman, n¨²mero uno en los Mocks durante mucho tiempo, llegaba tras disputar solamente tres partidos en el torneo universitario. Detr¨¢s, una historia controvertida: tras una sanci¨®n de 12 partidos por, seg¨²n la propia NCAA, recibir "pagos indebidos", el propio jugador decid¨ªa abandonar la competici¨®n.
L¨ªneas y l¨ªneas y ninguna con un sino ganador. Si, normalmente, se peca de exageraci¨®n con aquellos j¨®venes que despuntan, en este caso se hac¨ªa todo lo contrario, como parece demostrar el tiempo. No se esperaba nada de ellos y han respondido d¨¢ndolo todo. "Nos dijeron que nuestra clase era basura", publicaba Tyrese Haliburton en su perfil de Twitter al observar c¨®mo le hab¨ªa ido la temporada a cada uno de sus compa?eros de generaci¨®n. El base de los Kings, junto al propio LaMelo y a Anthony Edwards, ha sido uno de los tres nominados a mejor novato del a?o. Seguramente, una de las sorpresas dentro de la sorpresa general. En la en¨¦sima decepci¨®n de su franquicia, que lleva quince a?os deambulando por el desierto de la fase final, ha sido esperanza. Puede que, entre todos, el m¨¢s maduro. Improvisa al son de cualquier jugador especial, pero destaca, sobre todo, por su capacidad de medir los tiempos. En su primer a?o como profesional, ha promediado 30,1 minutos por partido y, en los que no ha estado sobre la pista, se ha notado su ausencia. Es un cl¨¢sico en el cuerpo de un adolescente y no ha tenido grandes problemas para proyectar lo visto en etapa universitaria. Buena visi¨®n, buen uso del pick and roll, capacidad para encontrar al tirador liberado y correcta elecci¨®n de los tiros propios, etc. Todo lo que demandan las academias. 13 puntos, 5,3 asistencias, 52,9% en tiros de campo, 40,9% en el tripe y la sensaci¨®n de que, junto a De'Aaron Fox, puede ser un buen lugar para poner la primera piedra de una necesaria reconstrucci¨®n.
LaMelo y Edwards pueden ser estrellas
Durante muchos momentos de la temporada, Haliburton, incluso, se coloc¨® como el favorito para el premio de rookie del a?o. Por m¨¦ritos propios, por supuesto; pero tambi¨¦n por las circunstancias. Todo influye, siempre, y todo forma parte del juego. Ha sido el m¨¢s constante, con un tic-tac moderado, seguro, en el metr¨®nomo que es en s¨ª mismo. Un ritmo inmejorable para su progresi¨®n, pero menos llamativo que el del rock and roll que encarnan LaMelo o Anthony Edwards. Menos que la anarqu¨ªa del peque?o de los Ball o los machaques del jugador de los Wolves, golosinas para cualquier recopilatorio de mejores jugadas. Ambos han demostrado que tienen el talento necesario para convertirse en estrellas de la NBA. El tiempo juzgar¨¢, claro, pero la materia prima existe. Cumplen el perfil, tanto dentro como fuera de las pistas. Y cada uno a su modo. Muchas veces, no se trata de ser el mejor, sino de ser diferente, e, incluso entre los mejores, la distinci¨®n puede decantar balanzas.
Las malditas lesiones, como tantas veces en esta campa?a, se entrometieron en un ascenso que, para lo que viene, promete emociones fuertes. 15,7 puntos, 5,9 rebotes y 6,1 asistencias de un LaMelo que ya ha demostrado que quiere para ¨¦l el idilio con la historia, con los registros que quedan en la posteridad. En enero, con un 22+12+11, se convirti¨® en el jugador m¨¢s joven en firmar un triple-doble. Culminaba, con ¨¦l, una racha de siete partidos en dobles d¨ªgitos de anotaci¨®n para presentarse en sociedad, para quitarse los estigmas de su familia y para dejar claro su perfil: el de un poeta, el de un jugador por el que merece la pena pagar una entrada. Ha dejado noches para el recuerdo en unos Hornets divertidos, peleones y, al fin, con un proyecto que apunta algo (aunque as¨ª de indeterminado). Se disolvi¨® en el play-in, en el partido m¨¢s importante de su carrera hasta el momento, pero muchos le agradecen vigilias de sue?os. Ha liderado a la camada en asistencias y se ha colocado segundo en rebotes y puntos.
Ha liderado, en definitiva, con el premio de mejor rookie como bandera, aunque con el permiso de Edwards, culpable de su segundo escal¨®n en cuanto a anotaci¨®n. 19,3 de promedio para el n¨²mero uno del Draft, que, poco a poco, ha sido capaz de hacer valer su posici¨®n. Su capacidad para hacer n¨²meros qued¨® patente desde el primer momento, aunque con un precio muy alto a pagar: malos porcentajes y, en momentos claves, malas decisiones. Ambos apartados han ido mejorando sin abandonar las explosiones num¨¦ricas, con dos noches de 42 puntos y 19 por encima de los 25. En los ¨²ltimo 22 partidos de temporada, promedi¨® 23,3 puntos con 17,5 tiros, un 58,6% en el true-shooting que le sit¨²a por delante de casi 300 jugadores de la liga en el apartado. Entre ellos, Bradley Beal, Jrue Holiday, Luka Doncic, Joe Ingles, LeBron James o Devin Booker; jugadores muy seguros. El curso no ha sido el m¨¢s apropiado para brillar en Minnesota, pero s¨ª ha dejado la sensaci¨®n de, sin contratiempos de por medio, esconder unas posibilidades que van mucho m¨¢s all¨¢ de lo visto. Ya se ha ganado el respeto absoluto de una leyenda como Dwyane Wade, "creo que puede ser un mejor jugador que yo", y se ha apoderado, por activa y por pasiva, de la ilusi¨®n de los Wolves, "mantengo el ¨¢nimo de la gente; siento que soy la vida del equipo". Habla dentro de los pabellones, pero tambi¨¦n fuera. Y con la misma explosividad y talento: sus conferencias de prensa, contra toda previsi¨®n, se han convertido en una cita obligatoria. Si se quieren rotular sus (muchos) posters, lo complicado ser¨¢ elegir entre una de las muchas buenas frases que ha regalado.
Impacto general pocas veces visto
Son los tres v¨¦rtices de una generaci¨®n, pero de una que dibuja una figura geom¨¦trica muy amplia. Se dec¨ªa que era un Draft de paso, una transici¨®n. Como mucho, una selecci¨®n de dos, o tres, nombres... y ha terminado siendo todo lo contrario. De forma literal. Si se revisa la lista de la primera ronda de elecciones, apenas salen tres o cuatro nombres que no hayan tenido papeles relevantes en sus equipos. En total, han sido 25 los novatos por encima de los 20 minutos de promedio. Por detr¨¢s, m¨¢s nombres con presencia, aunque sea menor: otros 29 se encuentran por encima de los 10. Entre ellos, jugadores como Payton Pritchard, totalmente integrado en la din¨¢mica de los Celtics, tambi¨¦n en playoff; Immanuel Quickley, parte importante de los gloriosos Knicks y con se?ales de un talento anotador de altura, o Tyrese Maxey, explosi¨®n en la fase final con los Sixers (16 puntos en el sexto partido frente a Atlanta), pero ya con avisos previos, con partidos de hasta 30 o 39 tantos en el curso regular. En cuanto a producci¨®n, los n¨²meros tambi¨¦n est¨¢n de su lado. Hasta doce rookies han terminado la temporada regular por encima de los 10 puntos de media, dieciocho han sobrepasado los 4 rebotes y ocho las 3 asistencias.
En esta camada reposa, sin ir m¨¢s lejos, la esperanza m¨¢s inmediata de franquicias como Houston Rockets u Oklahoma City Thunder. Ambas, por supuesto, con la mente puesta en el pr¨®ximo Draft (en el caso de los de Mark Daigneault, hasta el de 2027, con 34 rondas mediante), en el futuro en general; pero con retazos de presente por el camino.?Aleksej Pokusevski, Th¨¦o Maledon, Kenyon Martin... o el curioso caso de Armoni Brooks y Jae'Sean Tate, no elegidos en su momento, pero camuflados en la vor¨¢gine positiva de este a?o. Desmond Bane, con Xavier Tillman al lado, ya ha demostrado su capacidad para formar parte de un proyecto prometedor como es el de Memphis. En Detroit, por su parte, tambi¨¦n se aferran a Saddiq Bey, brillante y con capacidad para colarse entre las primeras posiciones de las actualizaciones semanales, e Isaiah Stewart; y en Orlando, R.J. Hampton y Cole Anthony tambi¨¦n se han hecho hueco en una plantilla que, en los pr¨®ximos meses, ser¨¢ sometida a un hurac¨¢n de cambios. Aguardando, un paso m¨¢s al frente de jugadores como el propio Wiseman, Obi Toppin, Isaac Okoro, Patrick Williams, Killian Hayes o Deni Avdija, con fundamentos para m¨¢s de lo demostrado. Y es que tienen mucho que decir: se han declarado en rebeld¨ªa.